Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 2

Capitulo 16: El Pasado

Parte 1

 

 

Los bandidos sufrieron algunas heridas y huesos rotos, pero afortunadamente no había heridas de gravedad. En unos pocos minutos, todo el grupo fue contenido.

Al interrogarlos, lo cazadores descubrieron que no tenían nexos con los bandidos que buscaban.

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Explicaron que el número de carruajes que viajaban a través de su territorio había decrecido gradualmente y ya que la mayoría de caravanas que cruzaban estaban armadas hasta los dientes, se toparon con la oportunidad de atacar a una caravana que aparentemente desprotegida, con niñas ricas a bordo.

“¡Deberíamos matarlos!”

“Hmmm…”

Un debate surgía sobre el destino de los bandidos.

“Aún tenemos un día y medio para llegar a Amroth y no podemos llevarlos todo el trayecto,” argumentaba Reina. “No hay espacio para que viajen en los carruajes y si van caminando, nos retrasarán y no llegaremos a Amroth antes que la noche caiga. Además, ellos podrían soltarse y ahogarnos mientras dormimos. ¡Si los traemos a la ciudad, podríamos recibir una recompensa — o venderlos por una buena suma de dinero para hacer trabajo forzado — pero ahora estamos en medio de un trabajo importante! ¡¿No es mejor simplemente cortarles la cabeza y reclamar de esa manera la recompensa?!”

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Los bandidos temblaron antes sus palabras.

“Sí, pero… matarlos en medio de una batalla es una cosa, pero asesinarlos mientras están vapuleados e indefensos es otra. Si aparecen algunos de sus amigos, podremos matarlos, sin dudar, pero por ahora…”

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Bart parecía estar más inclinado en traerlos con ellos. No era claro si era porque estaba desinteresado en asesinatos sin sentido o simplemente porque no quería renunciar al dinero que recibirían al venderlos.

En fin, se determinó que sería decidido por la mayoría y sería un voto por los doce cazadores y los cuatro mercantes. Los conductores fueron excluidos.

El resultado fue una decisión de 9 a 7 en traerlos con ellos – vivos.

Mile se sorprendió que los mercaderes, que parecían relativamente amables, levantaron sus manos en favor de asesinarlos, pero, tal vez era de esperarse.

La mayoría de cazadores votó en favor de traerlos — no porque fueran amables, sino porque había una oportunidad de incrementar sus ganancias con un peligro relativo. Lobos Llameantes en particular parecían estar en favor de cualquier plan que les hiciera ganar dinero.

Pauline y Mile usaron magia de curación lo suficiente para que pudieran caminar y dejando el resto de heridas para que disminuyera el peligro de que escaparan.

Los curarían más antes de entregarlos a las autoridades en Amroth, de esa manera, después de que fueran sentenciados estarían muy saludables para la fuerza de labor y el Pacto Carmesí podría recibir un pago por su trabajo de curación.

Cuando salieron, solo el jefe de los bandidos viajó dentro del carruaje, atado. Los otros seis tenían los brazos atados y cuerdas alrededor del cuello, cada uno unido a los carruajes.

Si eligen no caminar, serían estrangulados. Dependía de ellos si caminaban o eran arrastrados como cadáveres.

Eso también les impedía perder el tiempo de los comerciantes caminando lentamente. Naturalmente, se separaron para que no pudieran conspirar con sus compañeros ni colaborar en una historia que podrían contar a las autoridades cuando fueran juzgados. Fue Pauline quien propuso ese sistema.

Por ahora, el Pacto Carmesí había renunciado a sentarse junto a los conductores, para reunirse en el cuarto carruaje tal como lo habían hecho al partir de la capital. Todas llevaban su equipo de cazadoras.

Sin embargo, la atmosfera entre ellas no era una muy animada.

“Reina, ¿En qué estabas pensando al usar ese hechizo antes?” preguntó Mavis. “Los demás bandidos ya estaban incapacitados y ya casi los vencíamos. Además, aún los necesitábamos para sacar información. No había necesidad de matar al líder. Estoy segura que tienen muchos otros hechizos que pudiste usar para capturarlos, ¿verdad?”

“No había razón para dejarlo con vida. Si sientes pena por un bandido, no sabes cuándo te apuñalará por la espalda, además, estoy segura que han matado a innumerables personas inocentes. ¿Quiénes son ellos para quejarse cuando sus bajas suban?” el rostro de Reina estaba tensamente triste.


“Igual, una cosa es matarlos en una batalla. Después de que estén incapacitados, es otra. Su castigo es algo que las autoridades decidirán. ¡No querrás que nuestra ‘primera vez matando a alguien’ sea la matanza unilateral a un oponente indefenso! ¿o sí?


Reina guardó silencio.

“¡No es propio de ti que te obsesiones con algo como esto, Reina!,” Dijo Pauline. “¿Pasó algo entre ti… y bandidos…?”

Reina guardó silencio un poco más antes de asentir, con una voz tranquila. “…ellos…”

“¿Ellos?”

“¡Ellos los asesinaron! ¡A mi padre, mis amigos— a todos! ¡Los bandidos asesinaron a todos!”

Y de esa manera, Reina le contó el resto al grupo sobre su pasado…

***

 

 

Reina era la hija de un mercante.

Desde que ella puede recordar, sus días pasaron viajando con su padre en un carruaje de pueblo en pueblo y de aldea en aldea, vendiendo sus mercancías. No tenía recuerdos de su madre.

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La magia de Reina era suficiente para hacerles la vida un poco más fácil. A un nivel similar al de un asistente de algún hechicero, podría producir agua para humanos y caballos y encender pequeñas fogatas para cocinar.

“No sé qué haría sin ti, Reina.”

“¡Hehehe!”

No eran ricos, pero tampoco indigentes y sus días de ventas ambulantes eran tranquilos y libres. Se imaginaban que su viaje solo terminaría si ahorraban lo suficiente como para establecerse en algún lugar y abrir una tienda o tal vez el matrimonio eventual de Reina.

Pero eso no sería así.

Reina tenía diez años cuando ocurrió. Hacían su recorrido de un pueblo a otro. Ella estaba tomando una siesta tranquilamente al frente del carruaje cuando su padre, que conducía, gritó.

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“¡Bandidos! ¡Rápido! ¡Escóndete entre las cajas!”

Reina saltó rápidamente dentro del apretado carruaje escondiéndose entre la mercancía en todos sus días de viajeros, esta no era la primera vez que eran asaltados por bandidos.

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Por supuesto, los bandidos sabían que un vendedor ambulante con un solo carruaje, que ni siquiera podía pagar un escolta, era poco probable que tuviera mucho dinero. Incluso si robaban sus ollas y sartenes, y herramientas de jardinería, eran voluminosos y era poco probable que produjeran muchas ganancias. Normalmente, los bandidos dejarían pasar tal carro sin molestar, esperando una presa más rentable.

Sin embargo, de vez en cuando, encontrase bandidos que estaban especialmente atados por el efectivo. Quién atracaría por cualquier pedazo de ganancia.

En estos casos, el padre de Reina simplemente entregaría cualquier moneda que tuviera a mano y se iría con el carruaje y la carga intacta.

Mientras más personas fueran heridas por bandidos, más probable era que la región formara una brigada de cazadores de bandidos. En lugar de arrebatar bienes no rentables, era mejor que los bandidos permitieran que los comerciantes más pobres continuaran su camino.

Si perdían su dinero, pero aún tenían el carruaje y los productos, no era tan difícil para un comerciante volver a ponerse de pie, lo que significa que podría ser un objetivo para estos mismos bandidos en el futuro.

Y así el padre de Reina se enfrentó tranquilo ante el ataque. Se habían encontrado incontables desgracias en el pasado, así que, ¿Qué más da?

Sin embargo, tal vez debido a que los bandidos estaban en una situación particularmente grave, esto resultó ser la mayor desgracia.

“¡Déjate de estupideces! ¡¿Es esto todo lo que tienes?!”

“B-bueno, ya ves, usé mis ganancias en el pueblo anterior para reabastecer mi mercancía… la mayoría de mi poca ganancia se va en mantenimiento, así que no tengo mu-”

“¿Pensás que importa, viejo? ¡Necesitamos dinero! ¡Joder, parece que cogeremos lo que podamos!”

A la orden del líder, sus subordinados fueron a por la carga.

“¡P-por favor no lo hagas! Si echas a perder la mercancía, no podré…”

Pensando en su hija escondida entre las mercancías, el padre de Reina trató desesperadamente de detenerlos, pero por supuesto, los bandidos se negaron a escuchar. En su lugar, se subieron al carruaje y comenzaron a buscar objetos de valor y después de un momento se escuchó un grito.

“¡Noooo! ¡¡¡Déjame iiiiiiiirrrr!!!” Bajaron a Reina del carruaje. “Oh, es una luchadora, ¿va?”

Al ver a Reina el líder de los bandidos mostró una sonrisa siniestra. “Así que tenías algo de ‘valor’ ahí dentro…”

“¡P-por favor detente! ¡Apenas tiene diez años!”

“No te preocupes. Cuidaremos muy bien de ella… y después, puede tener una vida feliz siendo la esclava de algún caballero rico. ¡Ha ha ha ha ha!”

“¡J-jefe! ¡M-mire por allá!” uno de los bandidos gritó en pánico. “¿Qué sucede?”

El jefe giró la vista hacia donde señalaba, preguntándose qué podía arruinar este buen ambiente.

“¿Qu— cazadores?”

Cuatro cazadores se dirigían a ellos a toda velocidad, venían en defensa del carruaje.

No había forma de que estos bandidos — que se habían vuelto ladrones después de no convertirse en cazadores — pudieran enfrentarse a un grupo activo. Peor aún, parecía haber un usuario mágico entre el grupo que se acercaba.

Ya sea que los cazadores actuaran por caballerosidad o si simplemente tuvieran como objetivo recoger la recompensa por las cabezas de los bandidos, lucharían con todo. Los bandidos, que habían sido atrapados con el comerciante, su hija y su cargamento, habían sido demasiado lentos para escapar.

“¡Mierda! ¡Tenemos que largarnos! ¡Cojan a la niña!”

A las órdenes del hombre, los bandidos intentaron halar a Reina.

Sin embargo, Reina sabía que si soportaba un poco más, sería rescatada. Se soltó de los bandidos y rodó debajo del carruaje.

“¡Maldita mocosa!”

Los subordinados se apresuraron a sacarla, pero se agarró con fuerza del eje con sus brazos, aún con todas sus fuerzas, no pudieron sacarla. Mientras luchaban, lo cazadores se acercaban.

“¡Enana! ¡¿No te importa lo que suceda con tu padre?!”

Ella pudo oír los gritos del líder. Por su posición debajo del carruaje, Reina no podía ver, pero pudo imaginar la escena de arriba. El bandido sostenía una espada sobre el cuello de su padre.

“Si no sales, entonces… ¿Qué te parece esto?” Reina no escuchó ningún sonido.

“¡Vos pedazo de mierda! ¡Tu niña no puede oírte… ¿qué te gusta esto?!”

“G… Gwaaah…”

Esta vez, fue demasiado para el padre de Reina. Soltó un gemido de dolor. “¡Detente! ¡Saldré! ¡Voy a salir ahora mismo!”

“¡No, Reina! ¡No salgas! No puedes-”

Al oír la voz angustiada de su padre, Reina ya no pudo resistirse. Se arrastró fuera del carruaje, solo para ser agarrada por los bandidos.

“¡Padre!” Gritó Reina.

Su padre se desplomó en el suelo, agarrando su hombro derecho donde la espada había golpeado.

“Muy bien.” El jefe sacó su espada del hombro del comerciante y lo atravesó por el estómago.

“Guhh…” con una aguda contracción, el padre de Reina se doblego a la mitad. La fuerza se escapó de su cuerpo.

“Parece que hemos terminado con este tipo. Asegurémonos de que el hombre con magia pierda  su  tiempo  con  él…  oh,  ¿eso  fue  demasiado?  Parece  que  palmó…  ¡oh,  bueno!¡Vayámonos de aquí!”

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“¡¡¡¡¡¡Padreeeeeeeeeee!!!!!!”

Reina golpeó sus brazos y piernas con todas sus fuerzas, arañando las caras de los bandidos.

“¡¡Oww, hey, quédate allí. ¡Deja de luch-eurgh!!” Su pie voló hacia las entrañas del bandido. “¡Gaahh!”

Sus dedos se clavaron en su abdomen.

“¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Dense prisa, esos tipos nos.… wahh!”

¡Fwoosh!

 Una flecha rozó la mejilla del jefe.

Se separó de sus subordinados y corrió lo más rápido que pudo. “¿J-jefe?”

En el momento en que los demás se dieron cuenta, soltaron a Reina y escaparon. “¡Padre! ¡Padre!”

Reina se aferró a su padre mientras daba su último aliento. Agarró la mano de Reina y forzó algunas palabras.

“Reina, sé feliz… tu padre… y tu madre… siempre…” Y con eso aflojó su mano, cayendo al suelo. “¡¡¡PAAAAAAAAADREEEEEEEEEEEEEEEE!!!”

Los cazadores, que por fin habían llegado al carruaje, lanzaron a los bandidos flechas y ataques mágicos. Tres dieron persecución mientras que uno se quedó con Reina.

“¡¿Te encuentras bien?! ¡¿Estás herida?!”

“¡Mi padre! ¡Mi padre está—!”

El hombre que se había detenido aparentemente era mago. Echó un vistazo rápido a la condición de su padre, luego meneó su cabeza.

“¡¡Padre…!!”

Después de un rato, los otros cazadores regresaron.

Se las arreglaron para atrapar a dos de los cuatro bandidos, el jefe entre ellos. Aunque las flechas y hechizos de los cazadores lo volvieron lentos, los otros dos escaparon.

“Si no hubiera estado allí… o si hubiera podido quedarme debajo del carruaje y aguantado… solo unos minutos más…”

Reina sollozaba, repitiendo estas palabras. Los cuatro cazadores del Crimson Lightning se turnaron para acariciar su cabeza en silencio.

El Crimson Lightning era un grupo de cuatro hombres.

Estaba Braun, el espadachín de 38 años. Ari, un espadachín de 27 años. Gordon, el arquero, tenía 22 años. Y luego estaba Erik, el multiusos, un mago-arquero de veintiocho años.

Erik no tenía una inmensa cantidad de poder mágico, pero podía usar todo tipo de magia sin fortalezas ni debilidades. Para evitar acabar su magia, también podía usar un arco, por lo que, aunque no era especialmente hábil en ninguna de las áreas, era bastante útil tenerlo cerca.


Certeros de que su aproximación era una de las razones por las que el padre de Reina había sido asesinado, los hombres no sentían ni un pequeño sentido de responsabilidad, aunque eso era injusto: la situación había sido desesperada desde el principio y su presencia solo había acelerado a las cosas.

Aun así, en lo que respecta a los cazadores, eran muy compasivos. Al enterarse de que Reina no tenía otra familia además de su difunto padre y que, gracias a sus vidas como mercaderes errantes, no había otros conocidos que pudieran acogerla, los cazadores discutieron las cosas antes de hablar con Reina, “¿Te gustaría venir con nosotros?”

“¿Huh….?”

Era claro que las cosas serían difíciles para que una niña de diez años viviera por su cuenta. Su mejor apuesta sería ir a un orfanato, pero encontrar uno sería todo un desafío.

Podía trabajar duro como sirvienta a cambio de migajas, solo para ser abandonada en el momento en que caiga enferma —o simplemente podría resignarse a los barrios pobres, donde podría encontrar otros huérfanos.

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