Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 16: Incluso Sin Saber la Razón de Nuestro Adiós

Capitulo Extra 1: La Loba y el Hombre Enmascarado, Bajo la Luz de la Luna

 

 

—¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea! ¡Ya ha comenzado…! —El hombre enmascarado se echó a correr. Corriendo tan rápido como podía, a pesar de estar sin aliento.

Se dirigía hacia una Altana en llamas. El hombre enmascarado había regresado, finalmente, a Altana. No era un momento emotivo. Ahora no tenía tiempo para ponerse sentimental.

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La muralla ya había sido vulnerada. Escaleras se apoyaban contra ella, y los tipos de Forgan estaban subiendo uno tras otro. Podría matar a todos y cada uno de los que estuvieran a su alcance y no haría la menor diferencia. También sería un suicidio. Había muchos peleadores hábiles en Forgan, incluso si no todos estaban a su nivel, si terminaba contra un grupo de los más talentosos al mismo tiempo, ni siquiera el hombre enmascarado podría salir vivo de eso. El hombre enmascarado era audaz, pero no imprudente.

Sus pies se ralentizaron, pero no se detuvieron. Mientras corría, contuvo el aliento. Cuando llegas al nivel del hombre enmascarado, incluso puedes tomar una siesta mientras caminas. Sin poder obligarse a descansar así, no habría podido sobrevivir. Eso sirve para mostrarte lo dura que había sido su situación.

—Habilidad personal, Cuerpo Parpadeante, Espacio de Separación.

Se movió rápidamente, mezclándose con los tipos de Forgan mientras subían las escaleras. Incluso una vez que llegó al otro lado, no se dieron cuenta de que el hombre enmascarado no era uno de ellos. Después de todo, durante un tiempo, lo había sido.

Las llamas se elevaban desde los edificios de toda la ciudad. Sin embargo, muchos de los edificios, especialmente aquí en el Distrito Norte, estaban hechos de piedra. No se convertiría en un infierno. Forgan no tenía la intención de arrasar con Altana. Tenían la intención de sembrar el caos prendiendo fuego y luego ponerse a trabajar.

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Para Forgan, eso es lo que era: trabajo. Jumbo, su líder, podría haber sido un orco, pero era diferente de otros orcos. Él, al menos, no discriminaba por motivos de raza. La ética de Forgan giraba en torno a una cosa: si estabas con ellos o no. Para ellos, los camaradas eran familia. Forgan era su hogar definitivo.

Dicho esto, incluso si hubieran elegido Forgan como su lugar para morir, las tierras en las que nacieron eran un asunto diferente. No todos eran huérfanos.

Si tuvieran parientes vivos, no los olvidarían simplemente. En particular, a pesar de haberse convertido hace mucho tiempo en un reino, la raza orca valoraba enormemente a sus antiguas tribus. Incluso si tuvieron que abandonar sus aldeas de nacimiento por alguna razón, no pocos de ellos todavía tenían un vínculo inquebrantable con los de su carne y sangre.

Eso era exactamente lo que había arrastrado a Forgan a esta batalla.

El hombre enmascarado se había tomado la molestia de capturar a uno de los orcos de Forgan para interrogarlo. Dif Gogun, rey de los orcos, era generoso con quienes lo obedecían, pero no tenía piedad con los se atrevían a desafiarlo. Sus especialidades eran secuestros, amenazas y torturas.

Tomar a los parientes de alguien como rehenes para obligarlos a cumplir sus órdenes era una táctica común para él. El Rey Dif incluso mantenía un campamento enorme solo para esos rehenes.

No pocos orcos de Forgan habían sido víctimas de estos métodos clandestinos. ¿Se uniría al Rey Dif?  ¿O abandonaría a las familias de sus camaradas, es decir, a las familias de su familia, a morir?  Esa era la amarga decisión a la que se había enfrentado Jumbo.

Esto no es propio de él, pensó el hombre enmascarado, pero él no era miembro de Forgan, por lo que no estaba en lugar de decirlo.

El hombre enmascarado era sabio, por lo que era muy consciente de que no tenía el poder para detener a Forgan.

Entonces… ¿qué estoy haciendo? ¿Qué quiero hacer? ¿Cuál es el punto?

Por alguna razón, los orcos y los no muertos de Forgan se estaban reuniendo al final del camino que conducía a la puerta norte. ¿Alguien se estaba ocupando de ellos?

Tenía que ser un soldado voluntario.

¿Podría ser?, pensó el hombre enmascarado. ¿Podría ser qué? ¿Alguien que conocía? No era imposible. ¿Y qué? ¿Qué importaba si lo conocía?

¿Qué, no puedo tener curiosidad?

Podría abrirse camino entre los miembros de Forgan para llegar ahí. Ese sería un plan estúpido. ¿Entonces qué iba a hacer?

Los edificios de esta calle no se estaban quemando. No lo dudó. El hombre enmascarado corrió por la pared de uno de los edificios. Mirando el área desde el techo, ahí estaban.

Un soldado voluntario. Con cabello largo. Era una mujer.

— ¡…!

El hombre enmascarado se arañó el pecho. Si hubiera podido llegar a su corazón, podría haberlo agarrado y apretado.

Casi gritó su nombre. Apenas logró detenerse. Ella no era la única persona debajo de él. Había otra. Ni un orco, ni un no muerto, un humano.

Un hombre que le faltaba un brazo luchaba contra ella. ¿Era un duelo?

La mujer solo tenía dos cuchillos grandes. Mientras tanto, el hombre empuñaba una katana.

—Ese bastardo…

¿Qué pensaba que estaba haciendo? Su oponente era solo una mujer. No, pero a ese viejo no le gustaba atormentar a las mujeres. En realidad, si bien es posible que no muestre empatía hacia los débiles, nunca se molestaba en atormentarlos. Debió haber decidido que, mujer o no, era lo suficientemente buena como para necesitar ser eliminada. Incluso si el hombre de un solo brazo también tenía un solo ojo, era un bueno juzgando a las personas.

—¿Eso significa que se hizo más fuerte? Pero…

Ella lanzó sus cuchillos. ¿Eso fue deliberado? ¿Qué podía hacer con las manos desnudas? Cuando ella se movió, el viejo comenzó a mover su katana.

—He aquí mi técnica secreta.

Ni siquiera el hombre enmascarado sabía de esto. ¿Qué pasaba con la forma en que se movía su katana?

Estaba bailando. Incluso tal vez esparciéndose.

—Neblina Descendente.

Ella cargó contra el viejo, como si la atrajera. No, en realidad la estaba trayendo. La katana del viejo la había hipnotizado.

¿Qué demonios estás haciendo? ¿Qué le estás haciendo?

A este ritmo, la van a matar. No, ni siquiera ese viejo pervertido llegaría tan lejos. No. Sí lo haría. Podría. Pero no lo dejaré.

—¡Habilidad Personal! —El hombre enmascarado sacó su katana y saltó. Cayó directamente sobre el viejo.

—¡Gran Cascada Turbia…! —La katana del enmascarado golpeó con fuerza la espada del viejo.

—¡Ngh…!

El viejo estaba a la altura de su reputación, logrando mantener su agarre en la katana incluso cuando casi sale volando de su mano, y todavía lograr lanzar un corte, incluso si fue forzado, hacia el hombre enmascarado.

—¡Tú…!

—¡Estás perdiendo el toque, viejo!

El hombre enmascarado se apartó del camino de la espada del viejo y lanzó un corte. El viejo Takasagi logró bloquearlo de alguna manera, pero no en una posición lo suficientemente buena. Su defensa se estaba desmoronando.

—¡Orah, orah, orah, orahhh…!

Con ataque, tras ataque, tras ataque, el hombre enmascarado presionaba, presionaba y presionaba. Pero incluso con una desventaja tan enorme desde el principio, Takasagi no era un viejo cualquiera. Estaba bloqueando, aunque de forma imperfecta. Esquivando por un pelo. Se quedó ahí, resistiendo y buscando una abertura no más grande que el ojo de una aguja para atacar.

Te conozco, pensó el hombre enmascarado. ¿Cuántas veces crees que hemos peleado?

Takasagi era débil contra los ataques que venían de su parte inferior izquierda, y respondía a ellos un poco más lento. Aun así, si el hombre enmascarado solo apuntara ahí, se adaptaría en poco tiempo. Takasagi era solo un poco peor manejando ataques desde ese ángulo. No era una debilidad fatal. Entonces, el hombre enmascarado también necesitaba mezclar otros ataques. Fingir como si fuera a atacar ese punto débil y luego no hacerlo. Entonces, cuando Takasagi pensara: «¿Qué, no lo vas a hacer?», lo haría.

—¡Maldición…!

Takasagi retrocedió. No estaba lanzando un contraataque. No, era más que eso. No podía. El hombre enmascarado tenía a Takasagi contra las cuerdas.

—¡Oorah! —Apuntó a la parte inferior izquierda.

—¡Tch! —Takasagi desvió con su katana. No, no era eso. Se había visto obligado a hacerlo.

El hombre enmascarado sostenía su katana con ambas manos.

—¡Habilidad Personal!  ¡Dios del Rayo Volador…!

Era una estocada a dos manos. ¿Cuántas podía hacer?

No pienses. Voy a superar mis límites.

Voy a ir con todo.

—¡¿Oh?! ¡¿Ohhhh…?!

Takasagi también soltó instantáneamente sus limitadores. El hombre enmascarado se dio cuenta. Si no lo hacía, estaría acabado. Eso era lo que Takasagi había decidido.

Guau.

¿Cuántas acciones defensivas había realizado Takasagi en ese instante comprimido? El hombre enmascarado desató ocho estocadas. Su katana colisionó con la de Takasagi un total de cuatro veces. Había cortado dos cabellos de la cabeza de Takasagi. Takasagi tenía un rasguño en la mejilla derecha.

Eso era todo.

El hombre enmascarado seriamente había ido a matar. Para acabar con esto aquí. Eso fue lo que pretendió hacer.

Y este era el resultado.

Takasagi cayó en su trasero.

Y, sin embargo, el bastardo sonreía.

Sabía que si se quitaba la máscara, él también estaría sonriendo. El hombre enmascarado tenía la piel de gallina. Apoyó el lado plano de su katana en su hombro.

—Levántate, viejo.

Takasagi se levantó sin quejarse. Se aclaró la garganta y se rió a carcajadas, como si se estuviera divirtiendo mucho, no avergonzado en lo más mínimo.

—Últimamente apareces en donde sea que vaya, ¿no es así? Seguro que ahora puedes abrir la boca, Ranta.

—¡Oye…! ¡No lo digas! ¡Estoy escondiendo mi rostro por una razón…!

—Es obvio y lo sabes.

—¡N-No, no lo es!

Ranta miró detrás de él. Ella lo estaba mirando.

Su rostro se veía horrible.

Era un desastre, cubierto de arañazos, sucio de sangre, sudor y, para colmo… parecía que estaba llorando también.

Ranta inmediatamente miró hacia otro lado, mirando hacia adelante de nuevo.

—Puedes moverte, ¿verdad?

—… S-Sí.

—Bien. Entonces ven conmigo.

—¿«Ven conmigo»…? —Takasagi apuntó con su katana a Ranta con incredulidad—. ¿Estás huyendo, Ranta? Me estás tomando demasiado a la ligera. ¿De verdad crees que puedes escapar en esta situación?

—No, tú me estás subestimando.

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Debajo de su máscara, Ranta sonrió, enfundando su katana. Agarró tantos cuchillos, navajas, clavos, piedras y más que guardaba debajo de su capa como pudo.

—¡Habilidad Personal, Viento Violento de Escombros de Guerra…!

Saltó, dio vueltas, arrojó cuchillos, navajas, clavos y piedras a Takasagi, los orcos y los no muertos. Era fácil de describir, pero en realidad hacerlo era bastante difícil. Ranta había estado convencido de que algún día llegaría el momento de utilizar esta técnica, por lo que había practicado mucho. Esta era su recompensa.

—¡Qu…! ¡Maldita sea…! —Takasagi desvío un cuchillo.

En ese momento, Ranta había aterrizado y estaba corriendo.

Durante su Viento Violento de Escombros de Guerra, Ranta había encontrado un punto débil en el encierro. Corrió entre dos orcos y los pasó. Sacando su katana de nuevo, hizo que pareciera que ahora iba a cortar al no muerto frente a él, pero en cambio se acercó y lo empujó. No necesitaba mirar atrás y comprobarlo. Yume lo estaba siguiendo. Mejor que eso, ella estaba a su lado pateando orcos y no muertos, o haciéndolos tropezar. Maldita sea, esa mujer podría hacer un trabajo de piernas extraordinario.

—¡Eres la mejor…!

—¡¿Nuhh?! ¡¿Qué dices?!

—¡Nada!

—¡Ranta…!

Takasagi aulló como un perro apaleado. Sonaba un poco feliz.

Me estás asustando, viejo. No te preocupes. Yo mismo te podré fin uno de estos días. Eso es lo que quieres, ¿verdad? No querrías volverte senil y no ver venir la muerte, morir después de estar debilitado por una enfermedad prolongada, o simplemente no despertar un día. Sé que ese tipo de muerte fácil no es para ti.

Al final, quieres estar satisfecho de que, sí, esto es lo que te va a matar.

Si es posible, querrás que sea en manos de un tipo al que entrenaste.

¿Las personas eran propensas a pensar de esa manera cuando se sentían en decadencia? Ranta no podía sabelo todavía. Pero cuando llegara el momento, le daría a Takasagi la muerte que quería. Ahora no. Eso aún estaba por llegar. Bien podría ser mañana, pero no era hoy.

Una vez que Ranta rompió por completo el encierro de Forgan, se fue por un callejón.

—¡¿No te estás quedando sin aliento, verdad?!

—¡¿Qué tal tú?!

—Pareces estar bien. ¡Nos vamos de Altana por ahora!

Quería mirar alrededor de Altana, controlar la situación. No era como si no pudiera darse el lujo de tomarse el tiempo. Pero los instintos de Ranta ya le decían que esta era una batalla perdida. Altana caería. Quedarse en la ciudad solo sería arriesgarse. Ranta podría arreglárselas solo. Sería capaz de resolver las cosas. Pero… Yume también estaba aquí.

La puerta norte seguramente estaba abierta, pero habría tipos ahí para detener a cualquiera que intentara escapar. Mientras tanto, la muralla ya no era el principal campo de batalla y apenas había combates ahí. Desde el interior, había una serie de escaleras con las que podían subir a la muralla, y una vez que estuvieron ahí, fue fácil bajar al otro lado.

Ranta y Yume se dirigieron hacia el bosque en el norte. Justo antes de entrar, Yume se volvió para mirar a Altana.

—Vamos —dijo Ranta, jalando a Yume del brazo. Ella no se resistió.

La profunda oscuridad del bosque era la aliada de Ranta. Aunque peleaba por completo usando su propio estilo único, todavía era un caballero oscuro hasta la médula. La oscuridad era su amiga. De repente, tuvo un pensamiento. ¿Qué les había pasado a los lords del gremio de los caballeros oscuros? Conociéndolos, lucharían hasta el final, incluso si era seguro que la batalla sería imposible de ganar. Entrarían en los brazos de Skullhell, habiendo luchado hasta el último aliento.

Ranta se dio cuenta de que todavía estaba sosteniendo la mano de Yume, sin haberla soltado nunca. No, no era que se había olvidado. Nunca lo olvidaría.

¿Por qué? ¡¿Por qué no se enoja y me dice que la suelte?! Si no dice nada, no puedo soltarla. Ten sentido común. No es que el sentido común tenga algo que ver conmigo.

Vamos, di algo.

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Todo lo que podía oír, aparte del chirrido de los insectos, era la respiración de Yume y los pasos de ambos.

—… ¿Hm? —Ranta se detuvo.

—¡Ah! —Yume tragó saliva. Escucharon algo inmediatamente después. ¿Era un perro?

¿O un lobo?

Auuuuuu… Era un aullido débil. Era la primera vez que Ranta había escuchado uno como este, pero aparentemente era lo mismo para Yume.

—¡¿Maestro?! ¡¿Eres tú, Maestro?! ¡Es Yume!

—¡Oh! ¡Sabia que eras tú! —Escuchó la voz del hombre a lo lejos.

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—¿Quién? —preguntó Ranta mientras Yume se soltaba de su mano sin esfuerzo.

—¡El maestro de Yume del gremio de cazadores! ¡Su nombre es Itsukushima!

—… ¿A-Ah, sí? Espera, ¿no te estás emocionando demasiado?

—¡Bueno, eso es porque Yume está feliz!

Ranta estaba confundido al encontrarse un poco irritado por esto. No conocía a ese tal Itsukushima, pero era consciente de que Yume era muy apegada a su maestro del gremio. Por supuesto que estaría feliz de saber que estaba bien.

No es nada por lo que molestarse, pensó. Sí. No para un sujeto súper tolerante como yo.

Pronto, apareció un cazador barbudo con ocho perros lobo a cuestas.

—¡Maestro!

Yume le dio a Itsukushima un abrazo como una tacleada, y aunque se tambaleó hacia atrás cuando la detuvo, el sujeto le devolvió el abrazo.

—O-Oh, Yume, me alegro. Estoy tan contento de que estés bien…

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—Nos separamos, ¿sabes? Yume estaba realmente preocupada.

—Yo también estaba preocupado por ti, por supuesto, pero tenía estos pequeños en los que pensar. Así que salí de Altana por un tiempo…

—Estás hablando de los perros lobo, ¿verdad? Están todos aquí, ¿eh?

—¡E-Está bien! ¡Basta ya! ¡Ustedes dos pueden dejar de ser pegajosos el uno con el otro ahora!

Incapaz de soportarlo más, Ranta separó a Yume e Itsukushima sin querer. Yume no estaba feliz por eso, pero parecía que Itsukushima sentía que Ranta le acababa de hacer un favor.

—Escucha, Yume. Estaba planeando buscarte antes de hacer cualquier otro movimiento, pero parece que ya no tengo que hacerlo. Me voy a las Montañas Kurogane.

—¿Hoh? —Yume ladeó la cabeza—. ¿Montañas Kologane…?

—¡Ni siquiera suena así! —Ranta no sabía si reírse o irritarse—. ¡Son las Montañas Kurogane, no Kologane!





—Bueno, así es como le sonaba a Yume.

—… El Reino Sangre de Hierro de los enanos está en las Montañas Kurogane.

Ranta no necesitaba que Itsukushima le dijera eso.

—¿Entonces? ¿Conoces a un enano ahí o algo así?

—Uno de mis pocos amigos, sí. Gottheld. Puede ser difícil de tratar, pero es un buen tipo.


—Parece que tienes más en mente que reavivar viejas amistades.

—Sí. A mi modo de ver, Altana caerá por completo. Estoy seguro de que la capital de los elfos, Arnotu, también debe haber sido invadida como decían los rumores.

—Yo te lo puedo confirmar, así es. —Ranta refunfuñó—. No es que quiera ser portador de malas noticias. Estaba en el Bosque de las Sombras el día que atacaron Arnotu.

—… ¿Ah, sí? En ese caso, el Reino Sangre de Hierro será el siguiente. Las Montañas Kurogane pueden ser nuestro último refugio.

—¿Entonces irás a avisarles?

—Hubo un tiempo en que los humanos y enanos lucharon juntos hasta la muerte. Obviamente, no es mi problema, pero… no gustaría simplemente hacer la vista gorda. —Itsukushima miró a Yume—. ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Vendrás conmigo?

—Yume… —Ella vaciló, como si no estuviera segura, luego miró directamente a Itsukushima y negó con la cabeza—. Yume no irá. Ahora Ranta está con ella. Además, todavía hay más camaradas con los que querremos reunirnos.

—¿Así será? —Itsukushima parecía decepcionado, pero también aliviado. Probablemente ambas cosas. El hombre era franco con sus sentimientos.

—Despídanse, muchachos.

Cuando Itsukushima dio la orden, los ocho perros lobo se reunieron alrededor de Yume. Le lamieron la cara, la olfatearon y la patearon por todas partes, pero Yume parecía realmente feliz por eso.

—Mrrowr. Cuídense, perritos. Nyejeje, nos vemos luego, Poochie.

—Oye. —Itsukushima se dirigió a Ranta—. Cuida de Yume, ¿quieres?

—No necesito que me lo digas.

—… Trata de pensar en cómo debo sentirme, teniendo que actuar serio cuando le digo esto a un bicho raro que esconde su rostro detrás de una máscara.

—Ja. —Ranta se levantó la máscara hasta la frente—. Solo relájate y diríjete a las Montañas Kurogane, o donde sea… Y, hombre, cuídate. Estaría triste si murieras en una zanja en algún lugar.

—Sí. Soy bueno para sobrevivir.

Itsukushima le dio una orden a los perros lobo y les hizo un gesto para que se pusieran en fila. El perro más grande, y probablemente el más viejo, fue el primero en desaparecer en el oscuro bosque.

—Poochie… —Yume parecía querer decir algo, pero lo reconsideró, decidiendo que no debería interponerse en el camino del perro lobo.

Los perros lobo siguieron adelante e Itsukushima los siguió. Tenía que ser deliberado que no se despidiera. Cuando Ranta pensó en los sentimientos de Itsukushima, sintió que algo se apretaba en su pecho. Yume respetaba y adoraba a ese hombre barbudo. A Ranta podría no gustarle eso, pero sabía que Itsukushima no debía ser un mal tipo. No se atrevía a odiarlo.

Yume se quedó en silencio, incluso una vez que Itsukushima y los perros lobo se habían desvanecido por completo. Ranta consideró preguntar si esto era lo correcto, pero decidió no hacerlo. No tenía que comprobarlo. Yume se había quedado porque estaba de acuerdo con ello.

Ella había elegido estar con él. Bueno, no era como si Ranta no hubiera podido irse con ellos, pero él y Yume tenían otras cosas que hacer.

—… La pregunta es, ¿ahora qué? —murmuró Ranta para sí mismo y Yume se rió.

—Yume está pensando que todo saldrá bien de alguna manera. Ella se las arregló para encontrarse contigo después de todo.

—Je…

Estaba a punto de responder: «Tienes razón», cuando la realidad de que estaba solo en la oscuridad con Yume lo golpeó y comenzó a sentirse realmente ansioso.

—Qu… ¿Q-Qué debemos hacer? Altana, bueno, ya sabes, y puede que no sea una buena idea intentar hacer algo de inmediato… Además, estás lastimada y probablemente también cansada…

—Sí. Es de noche, esta oscuro, ¿sabes? Tal vez deberíamos descansar un poco.

—P-Por supuesto. Tiene sentido. Sí. Y-Yo también. No estoy exhausto ni nada. Quiero decir, soy un tipo duro, así que estoy bien, pero descansar puede ser importante. Sí…

—Entonces supongo que vamos a dormir —dijo Yume, y se acostó de inmediato.

—¡¿Aquí?! ¡¿Tan de repente?!

—Ahhh. Yume, puede dormir en cualquier lugar. El suelo tampoco es demasiado duro aquí.

—… B-Bueno, yo también puedo dormir en cualquier lugar. Ya sabes, soy un verdadero hombre de acero…

Ranta también se tumbó en el suelo. Había dormido en acantilados azotados por el viento mientras estaba expuesto a la lluvia. Comparado con eso, esto era como una cama cómoda.

—Tú, eh…

—¿Nuh?

—… Nada. Olvídalo.

Tenía muchas cosas que quería decir, pero si comenzaba a hacer preguntas ahora, no tendría fin. ¿No iba a descansar? Sí. Necesitaba recuperarse un poco. Tanto en cuerpo como en mente. Esa era su primera prioridad. ¿Qué iban a hacer después?  Podría pensar en eso más tarde.

—Ranta.

—… ¿Hm?

—Es un poco…

—Sí… ¿Qué es?

—Tu pata.

—… ¿Eh?

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—Oh, perdón, tu mano.

—¿Qué hay de mi mano…?

—Hnnngh. —La mano de Yume rozó la de Ranta. Luego la agarró—. Yume esperaba que pudiera sostenerla así… ¿Está bien?

—Es… —Ranta dejó de respirar por un segundo. Luego respiró hondo y brevemente.—…Está bien por mí. No es gran cosa.

—¿Ah, sí? Gracias a cielo…

Yume parecía terriblemente somnolienta.


Ranta estaba completamente despierto.

Oye…

Vamos…

¿Hacer esto? ¿En esta situación? No hay forma de que pueda dormir, ¿verdad…?

Hai to Gensou Volumen 16 Capitulo Extra 1 Novela Ligera

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