Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 16: Incluso Sin Saber la Razón de Nuestro Adiós

Capítulo 18: Lo que no sabía sobre ti

 

 

Haruhiro había estado usando una capa negra para empezar, pero a los demás se les ordenó que usaran una también. Negarse no era una opción. Tenían que hacer lo que les decían.

Antes del amanecer, el estandarte militar que ondeaba en Altana había sido cambiado por uno nuevo. El nuevo diseño tenía una luna roja y una espada sobre un campo negro.

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Sonó la campana de las seis.

La Fuerza Expedicionaria se convirtió en el Ejército de la Frontera y Jin Mogis se convirtió en el Comandante.

Cuando la campana sonó por segunda vez, Hiyo pasó por la Torre Tenboro. Ella estaba ahí para presentar sus respetos al Comandante y participar en una agradable charla durante el desayuno.

Cuando sonó la campana por tercera vez, el Comandante salió de Altana con Hiyo, Neal el explorador y un centenar de Capas Negras. Tenían previsto reunirse con el rey de los goblins en la Vieja Ciudad de Damuro al mediodía. Si las conversaciones entre Hiyo y los ugoths se desarrollaban sin problemas, habría una alianza entre el Ejército de la Frontera y la raza goblin en nombre de Jin Mogis y el Mogado Gwagajin.

—Ese bastardo. Tratándonos como un montón de tontos… —se quejó Ranta mientras se sentaba en cuclillas frente a la puerta principal de la Torre Tenboro. Llevaba su máscara habitual, pero la tenía en la frente. Si le estorbaba tanto, no debería usarla en primer lugar.

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—Pero… —Kuzaku estaba apoyado contra la pared a la derecha de la puerta, frotándose los brazos con las manos—. Ni siquiera pudimos poner una mano sobre él. Si nos trata como tontos, ¿qué podemos decir al respecto?

—¡Idiota! —Ranta le gritó a Kuzaku. Hubiera sido bueno si hubiera presentado alguna evidencia antes de llamar idiotas a la gente, pero probablemente no tenía ninguna—. Eres un idiota… —Ranta simplemente se repitió.

Setora estaba de pie junto a Kuzaku. No había dicho mucho desde la noche anterior. Incluso cuando intentaban hablar con ella, solo podían obtener respuestas como «sí» o «mm-hm».

Mary y Yume, que estaban paradas juntas en el lado izquierdo de la puerta, parecían estar aturdidas. Como si sus almas se hubieran escapado de sus cuerpos.

Haruhiro quería patear a Ranta, que estaba junto a él, en la espalda. Sin embargo, no lo haría. ¿Por qué este tipo era el único en cuclillas? Le molestaba. Pero esa ira estaba mal dirigida.

Al grupo de Haruhiro se le había ordenado vigilar la Torre Tenboro. Básicamente, estaban controlando el fuerte. Ahora, ¿estaban decepcionados por perderse el momento histórico en el que se forjaría una alianza entre las razas humana y goblin? No, no en lo más mínimo. Honestamente, no les importaba, pero estaban siendo coaccionados. No eran fieles a Jin Mogis. El comandante tenía que saber eso, razón por la cual se les había ordenado defender la Torre Tenboro mientras él no estaba cerca.

Ahora, Haruhiro no era como Ranta, pero tenía que estar de acuerdo en que estaban siendo tratados como tontos.

Todo debería haber salido bien, pero sus planes salieron mal. Había sido un fracaso catastrófico. No solo fallaron en recuperar a Shihoru, Kiichi había sido asesinado. Era la mascota de Setora, pero Haruhiro también se había sentido muy apegado a Kiichi. El nyaa les había ayudado mucho. Se había vuelto natural que estuviera cin ellos. Cuando cerraba los ojos, veía el momento en que Kiichi fue despedazado, y sentía una rabia hirviente que lo quemaba por dentro. Haruhiro odiaba a Jin Mogis. Y ambién le temía. ¿Qué era ese extraño poder? No era humano. Pudo haberlos masacrado. ¿Por qué seguían vivos?

El hombre los había perdonado. Esa era la única razón.

No debería haber resultado de esa manera.

Si se lo proponían, el grupo era capaz de matar a Jin Mogis en cualquier momento. Pero eso habría dado lugar a complicaciones inconvenientes, por lo que se retrasaron.

Excepto que eso no era cierto. No, ¿había dejado de ser cierto?

—… El anillo. ¿Fue el poder de ese anillo?

Era probable. El anillo en el dedo índice izquierdo de Jin Mogis. Sí. Haruhiro sospechaba de eso.

—Es una reliquia…

—Lo apuesto —asintió Ranta con una risa llena de desesperación—. He conocido a una buena cantidad de tipos duros. Pero eso fue otra cosa. Además, había algo extraño en eso.

—¿Qué quieres decir con extraño?  —preguntó Haruhiro, y Ranta se volvió hacia él.

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—Algo instantáneamente minó mi energía. ¿No lo sentiste? ¿O eres demasiado tonto para darte cuenta?

—… Lo sentí. Pero, espera, ¿no podemos tener una conversación sin que me insultes constantemente?

—Oye, no lo hago porque quiera, ¿de acuerdo? Tengo que hacerlo. No tengo otra opción. ¿Me entiendes? Si no quieres que te insulte, no me obligues a hacerlo. Entonces te alegrarás de que no señale tus fallas y yo me alegraré de no tener que gastar saliva. En realidad, es beneficioso para todos.


—Ahí vas, haciendo que todo sea culpa de otra persona… —Haruhiro comenzó a discutir, pero se rindió. Suspiró. Era hora de calmarse y pensar. Eso era todo lo que podía hacer por ahora—.  Sí. Tienes razón. Todos nos debilitamos…  y los Capas Negras que estaban ahí probablemente también. ¿Sentimos que Mogis se hizo más fuerte por eso…?

—No… —Ranta negó con la cabeza, luego miró hacia abajo—. No se puede explicar lo que pasó con solo una sensación. No solo se veía rápido, era rápido y súper fuerte también…  ¿Ganó tanta fuerza como la que perdimos…? Por ejemplo, si tuviéramos que poner un número a nuestra fuerza, pasamos de un diez a un ocho, o un siete, y ese bastardo usó lo que perdimos para fortalecerse…  Todas las piezas encajan si ese es el caso.

—Eso no puede ser posible…

¿Cómo podía pasar algo tan injusto?

Pero Haruhiro no podía negar por completo que era posible.

—Una reliquia, ¿eh…? Si tiene una, entonces Mogis es…

—No sé sobre eso. —Ranta levantó la cabeza, mirando al cielo con los ojos vueltos hacia arriba—. Supongamos que el anillo es una reliquia y tiene el poder que suponemos. ¿Crees que consiguió esa reliquia él solo?

—…  Voy a adivinar que no. Estoy seguro de que Hiyo…  y el amo de la Torre Prohibida se lo dieron.

—Está bien, continuemos. Ahora, supongamos que yo soy el amo de la Torre Prohibida. ¿Le daría un objeto que lo hiciera invencible? ¿Incluso si solo se lo prestara temporalmente? No es de la familia ni un amigo en el que confío en que nunca me traicionará. Jin Mogis es ambicioso y claramente peligroso.

—Bueno…  definitivamente yo no se lo daría.

—Tiene que haber una abertura en alguna parte, ¿no crees?

—¿Una abertura…?

—¿Un defecto, supongo? Una limitación, o algún inconveniente…  ¿Cuándo desapareció el efecto? Para cuando Mary me curó, ya no me sentía débil.

Haruhiro tocó su mejilla. —Sinceramente… no lo sé. Pero es cierto que nos derribó en poco tiempo. Mogis dejó el gran salón después de eso…  Cuando Mary me curó, ya no creo que mi cuerpo se sintiera pesado tampoco.

—La duración del efecto puede ser breve. ¿Puede usarlo repetidamente? Si no es así, solo puede usarlo cuando realmente cuente. Podría ser la razón por la que nos atrajo.  Cuando hicimos nuestra gran apuesta, fue el momento perfecto para usar el anillo…

—Entonces, ¿estás diciendo…  que estábamos bailando en la palma de su mano?

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—Porque no sabíamos cuáles eran sus cartas.

Ranta se puso de pie y chasqueó los dedos.

—Teníamos dos piezas en el tablero, Yume y yo, de las que él tampoco sabía. Pero carecíamos del poder para superar su carta de triunfo, al menos esta vez.

Ranta se volvió y miró a su alrededor. Luego, frunciendo el ceño, soltó una risa desdeñosa.

—Todos ustedes se ven como un montón de sacos tristes. Es patético. ¿Tengo que liderar a este grupo de pesimistas para vencer a ese pedazo de mierda? Esto va a ser un dolor de cabeza.

—…  ¿Quién?  —Kuzaku miró fijamente a Ranta sin comprender.

— ¿Liderar…?  —Mary tenía una expresión de duda en su rostro. Yume parpadeó repetidamente.

—… ¿Oh?  —Setora estaba impasible. Mirando a Ranta sin mirarlo.

—Quiero decir, obviamente, tengo que ser yo. —Ranta señaló al cielo, luego se clavó el dedo índice en el pecho—. ¿Creen que un cobarde, débil, triste, abatido, deprimido y desmotivado puede llevarlos a donde necesitan ir?

¿Quién se suponía que era ese débil y cobarde?

Haruhiro, por supuesto.

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Era duro, pero no podía enojarse por eso. No había lugar para la discusión. Ranta claramente estaba tratando de provocar a Haruhiro. Pero Haruhiro ni siquiera podía contraatacar. En serio, ¿cómo podría? No le quedaba la voluntad de poner excusas.

—Tú también. —Ranta le hizo un gesto a Kuzaku con su barbilla.

—Y tú. —Y a Mary.

—Y tú, y tú. —También a Yume y Setora.

—Todos están en más o menos el mismo estado de tristeza. Esa es la razón. Si un perdedor lidera a un grupo de perdedores, eso solo conducirá a un crecimiento exponencial de la mediocridad, ¿no es así?

—No, pero… —murmuró Kuzaku. Ranta se rió.

—Bueno, yo soy diferente, ¿de acuerdo?

Qué sonrisa tan desagradable.

¿Estaba actuando deliberadamente como el tipo malo? ¿O era tan vil que no podía molestarse en ocultarlo?

—He pasado por más batallas de las que pueden contar. He visto todo tipo de infiernos. No soy tan blando como para que pequeñeces como esta me depriman. Es en serio. ¿Por qué  todos están tan decaídos? Si me preguntan, es un poco extraño.

—… ¿Extraño?  —preguntó Haruhiro sin querer—. ¿Qué tiene de…  extraño? Mira la situación. Por supuesto que es normal que estemos así.

Ranta dejó escapar un suspiro exagerado.

—Incluso después de perder tus recuerdos, nunca cambias, ¿eh, Parupiro? No es como si fueras el único que queda…

¿No era el único que quedaba?

¿Qué quiso decir Ranta con eso? Haruhiro no lo sabía. Apenas podía imaginarlo.

Haruhiro había escuchado de Mary el esquema general de lo que causó la ruptura entre Ranta y él. Pero no lo entendía con precisión. No sus sentimientos. O los de Ranta. Se suponía que Ranta se había unido a un grupo llamado Forgan centrado en un orco llamado Jumbo. ¿Qué pasó después de eso? ¿Por qué, o más bien, cómo había regresado?

Eso no estaba claro, pero lo que sí sabía era que Ranta debió haber estado solo por un tiempo.

Incluso cuando Haruhiro se despertó sin recuerdos, había estado con sus camaradas. Al menos no había estado solo.

Obviamente, tampoco lo estaba ahora.

—¿Por qué tienes que estar deprimido?  —Ranta agarró el pecho de Haruhiro, o más bien su capa—. ¿Podrías detener esta fiesta de la lástima, idiota? Si sigues actuando así, entonces estos perdedores se quedarán así para siempre. Estoy diciendo, si van a estar así, sería mejor para mí arrastrarlos a todos por la fuerza. ¿Tienes algún problema con eso?

Hai to Gensou Volumen 16 Capítulo 18 Novela Ligera

 

—Un problema…

—¿Y bien? ¿Eh? No soy dulce y no soy un tipo bueno, como tú. Pero no me detendré. Seguiré adelante. Mientras siga vivo. ¿Qué hay de ti?

Definitivamente, Ranta no era dulce, ni un tipo bueno.

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«Eres el líder, ¿no? Entonces, ¿qué tal si haces tu maldito trabajo? Si no puedes, eres un fracaso. Es hora de que lo dejes». Eso tenía que ser lo que estaba diciendo Ranta. Era un argumento razonable.

Pero Haruhiro también era humano. Aunque probablemente era, no, definitivamente mediocre. Había momentos que eran difíciles. En las dificultades, era normal que quisiera rendirse. ¿No podía hacer eso? ¿Tenía que fingir ser fuerte todo el tiempo?

«Así es», Ranta lo estaba presionando. «Si no puedes hacerlo y no puedes cargar a todos en tu espalda, puedes renunciar».

«Porque yo lo haré por ti».

—…  Hombre, eres un dolor de cabeza.

—¿Qué? ¡¿Qué es esto, de repente?!

Ranta no era un tipo bueno.

¿Eso era realmente cierto?

No era dulce, pero Ranta pensaba en sus camaradas a su manera.

—¿Siempre fuiste así?

—¡¿C-Cómo?!

—¿Acaso…  nunca te entendí?

—¡¿Ehhhhhh?! —Ranta empujó a Haruhiro lejos—. ¡M-Me estás dando asco, hombre! ¡¿P-P-Perdiste la cabeza?! Bueno, desde el principio estabas loco, pero…

—No necesito tu preocupación —dijo Haruhiro con una pequeña y deliberada sonrisa. Cuando pensó en cómo se debía sentir Setora, incluso esa sonrisa forzada hizo que le doliera el pecho. Aun así, no podía permitirse el lujo de revolcarse en la derrota y hundirse en una depresión como esta. Mediocre o no, Haruhiro era el líder.

Quiero ser un líder.

Haruhiro tenía suficientes razones para pensar eso.

No estaba solo.

Nunca había estado solo. Ni antes de que perdiera sus recuerdos, y ni desde entonces. Haruhiro no había estado aislado.

Así es como había sobrevivido hasta hoy.

Porque tenía camaradas.

Si podía darles un poco de fuerza cumpliendo su papel de líder, quería hacerlo.

—Ranta.

—¡¿Q-Qué?!

—No planeo dejarte tomar mi lugar. No mientras esté vivo.

—…  ¡No agregues la última parte negativa!

—Tengo que considerar la posibilidad. Si me pasa algo, cuida a todos. Pareces bastante tenaz. No puedo verte pateando el balde antes que yo.

—¡Ahí le has dado! ¡Algún día, planeo convertirme en inmortal y conquistar el mundo!

—Ese es un plan… —Kuzaku murmuró con una risa espontánea, luego se cubrió la boca apresuradamente, mirando de reojo a Setora.

Setora estaba mirando a Haruhiro. Ella asintió levemente. «Entiendo. Estaré bien». Eso era lo que estaba tratando de decirle.

Probablemente no estaba bien. ¿Cómo podría estarlo? Pero Setora no quería que se preocupara por ella. Las quejas y lamentos no iban a ayudar, pero todavía no podía resistir la tristeza y los sentimientos de vacío que la asaltaban. Eso tenía que frustrarla más que a nadie.

Cuando Haruhiro asintió en respuesta, las comisuras de sus labios se arquearon ligeramente.

La campana empezó resonar.

—Es mediodía, ¿eh?  —Yume miró hacia el cielo.

Antes de que fuera tomada por la Expedición Sur, las campanas de Altana sonaban una vez cada dos horas, desde las seis de la mañana hasta las seis de la noche. Ahora que la Fuerza Expedicionaria de Jin Mogis se había convertido en el Ejército de la Frontera y él se había convertido en el Comandante, las campanas habían vuelto.

—Ya es hora —dijo Mary.


Si las cosas iban según lo planeado, Jin Mogis y Mogado Gwagajin se estaban reuniendo en el sitio en la Vieja Ciudad de Damuro ahora. Habría una alianza entre el Ejército de la Frontera y la raza goblin.

—¿Cuál es su próximo movimiento? —Ranta estaba tratando de hacerle pensar en el futuro. Al hacerlo, presionaba a Haruhiro. Se sentía como si lo patearan repetidamente en el trasero, lo que dificultaba la relajación. Pero tal vez eso estaba bien. Comparado con la situación en la que se encontraban, Haruhiro era demasiado común. Necesitaba poner dos, o incluso tres veces más esfuerzo de lo que necesitaría otra persona si quisiera llegar a alguna parte. Realmente no quería, pero con Ranta en su trasero, no tenía otra opción. Probablemente era lo mejor.

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—El próximo será…  el Monte del Dolor, supongo.

—En ese caso, nosotros… —comenzó a decir Ranta, luego cerró la boca.

Yume miró la plaza frente a la Torre Tenboro.

—Es Orion —dijo.

—¿Eh? —Haruhiro siguió la mirada de Yume. Había una fila de personas con capas blancas caminando por la plaza. Tenía que haber más de veinte. El hombre que encabezaba el grupo levantó la mano para saludarlos.

—…  Shinohara-san.

Por un momento, Haruhiro estaba confundido.

Shinohara había llevado a Orion a la Torre Tenboro mientras Mogis estaba fuera. ¿Cómo se suponía que iba a interpretar eso? Shinohara era una figura central en el Cuerpo de Soldados Voluntarios. Ranta y Yume también habían estado con ellos hasta ayer. Shinohara conocía más o menos la situación. El Cuerpo de Soldados Voluntarios y el Ejército de la Frontera no eran hostiles entre sí en ese momento. Estaban cooperando. Eso significaba que Shinohara, naturalmente, no era un enemigo. Debería ser un aliado digno de confianza.

Y sin embargo, Haruhiro sentía una vaga sensación de malestar.

Shinohara y su gente se detuvieron frente a la puerta principal.

—Hayashi… —murmuró Mary.

—Sí —respondió uno de los hombres de Orión en voz baja. Debe haber sido el antiguo camarada de Mary, Hayashi.

Shinohara miró a cada uno de ellos.

—Puedo ver que hiciste tu movimiento y fallaste.

—Nos encontramos con una situación inesperada —dijo Ranta malhumorado, y se volvió para mirar hacia otro lado—. El bastardo tenía una reliquia. Es una cosa ridícula.

Cuando escucharon la palabra «reliquia» los hombres y mujeres de Orion comenzaron a murmur.

—¿En serio?  —Shinohara parecía tranquilo. ¿Sonó demasiado descabellado?—. Una reliquia. Así que también ha ganado poder. Al final tendremos que trabajar con él por el momento.

—Um.

Cuando Haruhiro se dirigió a él, hubo una sonrisa momentánea.

Probablemente, Shinohara comenzó a sonreír y luego se detuvo.

—¿Qué pasa?

—…  Uh, bueno. ¿Qué estás haciendo aquí? Jin Mogis se encuentra con el Mogado Gwagajin. Somos los únicos en la Torre Tenboro. ¿Por qué hay tantos de ustedes?

—Pensamos que esperaríamos su regreso y celebraríamos su nuevo título. —Shinohara sonrió esta vez—. Obviamente, nuestras bendiciones no son incondicionales ni sentidas. Conocemos la situación. No los culpo por actuar. Si estuviera en la misma posición, podría haber hecho lo mismo. Ojalá me hubieras consultado primero, pero no es como si estuviera cerca. En cualquier caso…  —Shinohara puso sus manos sobre los hombros de Haruhiro—. Me alegro de que sigas vivo y de podernos reunir.

—Bueno… —Haruhiro miró a Setora. Ella bajó los ojos, con una mirada pensativa en su rostro—. Entonces, ¿solo vas a saludar a Mogis? ¿No podrías hacer eso solo, Shinohara-san?

—Si el Ejército de la Frontera y los goblins unen fuerzas, eso allanará el camino para un asalto al Monte del Dolor. Eso probablemente tomará la forma de un ataque combinado del Cuerpo de Soldados Voluntarios y el Ejército de la Frontera.

—¿Harás la solicitud?

—Siento que tenemos que hacer más para acercarnos al Ejército de la Frontera. Esperaba que fueras el puente, pero te sobreestimé.

Shinohara soltó los hombros de Haruhiro, luego los agarró de nuevo.

—Terminé causándote dolor como resultado. Me arrepiento de eso.

—Está bien…

¿Qué era este ligero escalofrío que sintió? Ahora que lo pensaba, esta podría ser la primera vez que se había acercado tanto a Shinohara. Shinohara seguía sonriendo vagamente. ¿Por qué? ¿Realmente era una sonrisa?

Shinohara fijó sus ojos en Haruhiro. Vio su reflejo en sus iris ligeramente pálidas.

Pero, por alguna razón, no sentía que lo veía.


—Nosotros los de Orion solicitaremos que el Comandante Mogis nos admita en el Ejército de la Frontera.

Shinohara todavía tenía una sonrisa en su rostro.

Pero solo era superficial, ¿no?

Este hombre no sonreía.

—El Comandante no nos rechazará, estoy seguro. Trabajaremos juntos a partir de ahora. Será un placer, Haruhiro.

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