Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 16: Incluso Sin Saber la Razón de Nuestro Adiós

Capítulo 15: Ruptura

 

 

Una vez que el grupo regresó a su habitación en la Torre Tenboro, todo lo que hizo Haruhiro fue sentarse, demasiado abrumado para pensar. Incluso cuando sus camaradas intentaron hablar con él, todo lo que pudo hacer fue asentir con la cabeza a medias. No podía estar así. Lo sabía, pero ¿qué podía hacer al respecto?

—Haru, aquí. —Mary le trajo algo.

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—Sí… —respondió Haruhiro, y luego, después de un rato, se dio cuenta de que Mary todavía estaba sosteniendo lo que sea que era. Él no lo había aceptado de ella, así que por supuesto que sí.

—Gracias. —Haruhiro tomó la cosa y la puso en el suelo. ¿Es muy tarde ya?, se preguntó. Esta habitación no tenía ventanas.

—Haru —alguien dijo su nombre.

Miró y vio que Mary no se había movido de donde estaba antes.

—Sí… ¿Qué pasa?

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—Cámbiate.

—Ahh…  Cierto.

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Al parecer, lo que Mary le había traído era ropa. Le pasaba algo si no lo notaba.

—Me veo bastante horrible, ¿no?… Sí. Supongo que debería cambiarme…

Haruhiro se puso de pie. Comenzó a quitarse la ropa rota y sucia.

—…  ¿Haru?  —Mary volvió a  llamarlo.

—Sí… ¡Oh!

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Estaba a punto de desnudarse por completo. No necesitaba quitarse la ropa interior también.

—D-Date prisa y vístete…

Por insistencia de Mary, Haruhiro se puso un pantalón y una camisa. Aún quedaba más para ponerse. ¿Tenía que ponerse todo? No se sentía con ganas de hacerlo.

Haruhiro se sentó y abrazó sus rodillas. Mary se sentó a su lado.

Kuzaku estaba envuelto en una manta, aparentemente durmiendo.

Setora estaba despierta. Estaba apoyada contra la pared, con los brazos cruzados, tal vez pensando en algo. Kiichi estaba a sus pies. Parecía que estaba dormido.

—Haru.

¿Cuántas habían sido las veces que Mary lo había llamado por su nombre?

Eso se estaba volviendo molesto.

Sin embargo, no era culpa de Mary, obviamente.

—Sí.

—¿Estás bien?  —Mary preguntó. ¿Cómo debería responder? No había forma de que estuviera bien. Pero se sentía mal decir eso. Lloriquear no arreglaría las cosas. Tampoco quería arremeter contra ella. No era su culpa.

No había forma de que pudiera responder.

Pero tampoco podía quedarse en silencio para siempre.

—…  Sí —murmuró con un movimiento de cabeza, y Mary pareció entender.

—Lo siento…

Su expresión lo decía todo. Se mordió el labio, agachando la cabeza en señal de disculpa. Cuando la vió así, Haruhiro se sintió absolutamente culpable.

—No…  yo soy el que debería…

¿Debería qué? ¿Decir lo siento? ¿Disculparme ayudará? ¿Eso resolverá el problema? ¿Nos ayudará a seguir adelante?

Haruhiro se golpeó las mejillas.

Mary parecía sorprendida. Es de esperarse. Por supuesto que se sorprendería.

Honestamente, Haruhiro también se sorprendió. ¿Qué estaba haciendo, de repente? Pero no podría despertarse de otra manera. El pensamiento le había llegado de improviso. Quería despertar.

—Estoy bien —dijo Haruhiro claramente una vez más, y puso una sonrisa. Tenía que verse raro. Más una cara divertida que una sonrisa real. Pero Mary le devolvió la sonrisa.

—Sí.

Aparentemente, ella no se daba cuenta, pero su sonrisa era bastante poderosa. Se podría decir que tenía cierta gravedad. Sintiendo que sus ojos eran absorbidos, Haruhiro los desvió rápidamente.

—Uhh…  ¿De dónde vino la ropa?

—Neal la trajo.

—¿Eh? ¿Cuándo?

—Hace un rato.

—… Eso no es bueno. No me di cuenta en absoluto.

—A veces sucede.


¿Por qué cuando Mary era amable con él sentía que algo le oprimía el pecho?

—Según Neal, son del general. Puede que no quieras ponértela, pero no parece que les hayan hecho nada extraño ni nada de eso.

—¿Ah, sí?… Sí. Está bien. Ahora no es el momento de seguir hablando de no querer deberle nada.

—¿Podrías ponértela correctamente?

Su tono era un poco de reprensión, pero no era que Mary estuviera enojada.

—… Es cierto. Me vestiré.

Haruhiro hizo lo que Mary le dijo y se arregló la ropa. Toda era de cuero. Los materiales y la calidad de producción eran buenos. La costura también era sólida. Estaba entre la armadura de cuero y la ropa de cuero. También incluía una capa. Una capa de cuero negro. Tenía capucha y era muy ligera.

—Te queda bastante bien —dijo Mary en broma.

—¿En serio?

Haruhiro intentó moverse un poco. Las manchas no se destacaban, pero alguien debió haber usado esta ropa antes. El cuero se había ablandado mucho y tenía arrugas. Eso hacía que lo bien que le quedaba fuera algo espeluznante.

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—Esta ropa no solo se ven bien, también parece práctica.

—¿Te has calmado ahora?

—Mucho, sí.

Haruhiro se sentó junto a Mary. Inclinó la espalda y respiró suavemente.

—…  El general no confía en nosotros. Y obviamente tampoco confiamos en él. Pero todavía está tratando de ponernos de su lado.

—Sí. Sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo.

—Shihoru está viva —dijo Haruhiro, luego observó de cerca sus propias emociones.

Shihoru estaba viva. ¿Solo quería pensar eso? ¿O tenía alguna base lógica que lo llevaba a creer eso?

—El general tendría que ser un verdadero idiota para matarla. Porque si lo hiciera, no lo obedeceríamos. No es imposible seguir mintiéndonos y diciéndonos que está viva. Pero existe el riesgo de que lo descubramos.

—El general…  mantendrá viva a Shihoru y la usará. Para mantenernos como sus peones.

—Pero podría haber un accidente…  Es posible que algo salga mal, y el rehén…  Shihoru podría resultar herida o muerta.

—… Es verdad. No podemos descartar eso.

—En ese caso, el general podría correr el riesgo y mentir. Porque no hay forma de que lo aceptemos si dijera que no pretendía matarla.


—Si tuviera que mentir…  ¿no se aseguraría de poder seguir mintiendo?

—Estoy de acuerdo. En ese caso, eliminaría todos los rastros. No dejar nada atrás…  Si incinera el cuerpo y esparce las cenizas, no habría forma de probar si está viva o muerta. Incluso si el general saliera y nos dijera que ella se fue, no tendríamos forma de saber si estaba diciendo la verdad.

—Pero si ese es el caso…  No tenemos que pensar en eso. No servirá de nada considerarlo. —De cara al futuro, Mary dijo—: Shihoru está viva. Tenemos que operar bajo esa premisa.

—Sí. Creo que eso es bueno.

—¿Crees que el general devolverá a Shihoru en algún momento? ¿Por su cuenta, sin que preguntemos?

—Si…  tuviéramos que jurar lealtad al general, probablemente pensaría que está bien devolverla. Creería que incluso si nos la devolviera, no lo traicionaríamos… No se. Parece exagerado. No veo que suceda de esa manera.

—Sí. Si lo piensas, no es probable que nuestra relación con el general cambie tanto.

—…  Y él no es un idiota, así que tiene que saber eso. A menos que suceda algo que cambie todo, nunca seremos sus leales seguidores.

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—Solo hacemos lo que dice porque nos está amenazando. El general tiene pocos peones a su disposición, por lo que tiene que usarnos. ¿Y si…  eso cambia?

—Dado que no se puede confiar en nosotros, es…  poco probable que siga usándonos. El general probablemente no cree de verdad que pueda conquistarnos. Una vez que no nos necesite, nos desechará. Creo que solo somos un recurso provisional.

Probablemente era seguro asumir que Neal y las Capas Negras eran iguales que Jin Mogis. Compartían una especie de vínculo especial que trascendía el amor, la amistad, la lealtad, la responsabilidad o algo por el estilo.

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Esto era solo especulación, pero las batallas contra las tribus bárbaras en el sur del reino deben haber sido increíblemente duras. El general los había salvado y ellos le dieron todo a cambio. Habían sobrevivido juntos. Después de una experiencia así, quizá tenían un sentido de solidaridad que trascendía la razón.

Aquí, en la frontera, el general tendría dificultades para encontrar subordinados que pudieran actuar como sus manos y pies. Sin embargo, tenía que haber quienes trabajarían con él si sus intereses se alineaban.

—No sé por qué, pero Hiyo…  el amo de la Torre Prohibida está del lado del general. Me pregunto qué pasó con Io y su grupo. No los hemos visto desde que se fueron con Hiyo…

—Io es una sacerdotisa —dijo Mary en voz baja—. Una de las mejores del Cuerpo de Soldados Voluntarios. Es necesario adaptarse un poco a su personalidad, pero es muy capaz.

—Estoy seguro de que, dejando de lado sus extraños nombres, Gomi y Tasukete tampoco se quedan atrás.

—Estoy de acuerdo.

—Hiyo es…  me pregunto. Ella parece presionada. Actúa muy seria e incluso se expone al peligro. Tal vez su posición tampoco sea tan estable.

—¿Si no da todo lo que tiene en sus operaciones, será desplazada por el grupo de Io…?

—Creo que tal vez se sienta amenazada. Esto es solo un ejemplo, pero ¿y si el amo de la Torre Prohibida ordenara a Io, Gomi y Tasukete que también ayuden al general…?

—Entonces nuestra relativa utilidad disminuiría —Setora, que había estado callada hasta ahora, de repente intervino con un resoplido cínico—. En otras palabras, nuestra posición tampoco es tan estable.

Kiichi se levantó y se estiró, sacudiendo la cabeza. Se sentó y miró a Setora.

Setora miró a Kiichi. En el momento en que lo hizo, su expresión se relajó.

—Ngh… —Kuzaku gimió. Se frotó la cara y el cuello con la mano. ¿Se había despertado? No, aparentemente no. Kuzaku volvió a roncar.

—Este hombre… —Setora miró a Kuzaku con exasperación. La diferencia con respecto a cuando había estado mirando a Kiichi era increíble.

¿Deberían sacudir a Kuzaku para despertarlo y actuar de inmediato? Emocionalmente, eso era lo que Haruhiro quería hacer. Pero ¿había algo que pudieran hacer?

—Rescatar a Shihoru. —Haruhiro golpeó el suelo con su dedo índice derecho—. Esa es nuestra prioridad.

—En términos de nuestras opciones…  si la negociación no es posible, creo que, en términos generales, hay dos cosas que podemos hacer. —Mary también colocó suavemente la punta de su dedo índice en el suelo—. La primera es averiguar dónde está y salvarla.

—¿Y la otra?  —Setora levantó a Kiichi. Kiichi parecía disfrutarlo mientras le acariciaba el cuello y la espalda.

—Les hacemos lo que ellos nos hicieron. Tomar al general como rehén y exigir que Shihoru sea liberada a cambio del general. No llamaría pacífica a ninguna de las dos opciones, pero no nos quedan otras opciones. Ellos comenzaron esto.

No podían permitirse el lujo de fallar. Primero, tenían que elegir qué método tenía mayor certeza de éxito. Si iban a hacerlo, tenían que tener éxito. Haruhiro golpeó el suelo con el dedo mientras se quemaba los sesos pensando.

—…  Incluso si logramos tomar al general como rehén, no hay garantía de que podamos recuperar a Shihoru. Ni siquiera puedo leer si ese hombre valora su propia vida o no. Últimamente, solo nos llaman cuando nos necesita para algo, por lo que tampoco hay muchas oportunidades de acercarnos a él.

—La Fuerza Expedicionaria entregará el hi’irogane a los goblins en un futuro cercano. —Setora comenzó a caminar sin dejar de sostener a Kiichi—. Esa mujer…  Hiyo estará presente, estoy segura. ¿Y el general?

—El general no se mostrará hasta que llegue el momento de conocer personalmente al Mogado Gwagajin, ¿no creen?  —sugirió Mary—. Arreglarán un lugar en la Vieja Ciudad para la reunión. Si podemos encontrar a Shihoru antes de esa fecha, tendremos una oportunidad.

Setora asintió.

—Cuando el general y el Mogado Gwagajin se encuentren cara a cara, la seguridad aquí se verá limitada. No solo en la Torre Tenboro, sino en Altana en general.

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Haruhiro estaba empezando a ver lo que tenían que hacer.

Primero, buscar a Shihoru. Buscar dentro de la Torre Tenboro, así como en Altana, teniendo cuidado de no despertar las sospechas del general. Él podría ir al gremio de ladrones, y si la mentora Eliza estaba ahí, podría buscar su ayuda.

No había necesidad de descartar por completo la opción de tomar al general como rehén. Si vigilaban cuándo era posible hacer contacto con él, podrían actuar cuando llegara el momento.

Por ahora, sin embargo, Haruhiro decidió dormir hasta la mañana.

Explorar la Nueva Ciudad había sido realmente agotador. Además de eso, a pesar de cumplir con su tarea, no había obtenido el resultado que quería. Estaba decepcionado, por decir lo menos. Haruhiro no fue bendecido con una psique especialmente fuerte. Era una persona aordinaria. Pero también sería extraño para él estar totalmente deprimido por su fracaso. Aunque Mary había curado sus heridas con magia, eso no había restaurado la sangre que había perdido, por lo que estaba exhausto. Si no se recuperaba, en cuerpo y mente, no podría salvar a Shihoru.

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