Wortenia Senki (NL)

Volumen 10

Capítulo 4: La Presencia de la Sombra

Parte 1

El sonido de una respiración dificultosa resonó en los oídos del joven: su propia respiración. Sabía que jadear por aire como este solo revelaría su posición a cualquier enemigo potencial, pero su cuerpo ignoró implacablemente su voluntad.

Había sobrevivido a incontables campos de batalla. Su cuerpo estaba templado como el acero y se hizo más fuerte gracias a la taumaturgia marcial. Pero incluso con sus músculos y su resistencia aumentada a niveles extraordinarios, su cuerpo todavía tenía limitaciones humanas.

Sus pulmones aún necesitaban oxígeno, azúcares quemados y grasa para producir energía. Sus músculos entonces consumieron esa energía, convirtiendo el oxígeno en dióxido de carbono que sería expulsado de sus pulmones.

Este fue un principio compartido por todos los seres humanos. Sería cierto sin importar el nivel de experiencia que tuviera este joven, independientemente de su condición de aventurero de rango C.

Limpiando el sudor de su frente en un movimiento áspero, el joven trajo el saco de cuero colgando de su cintura a sus labios y bebió. El agua era tibia y tenía el regusto del cuero. No era agradable en lo más mínimo, pero para su garganta reseca, sabía como el mejor vino.

“Eso es todo?”

Bebiendo la última gota de agua, el hombre tiró el saco molesto. Si llegara al abrevadero en el corazón del bosque, podría volver a llenarlo. El joven había inspeccionado el mapa de la península de Wortenia que le había proporcionado el gremio. No era tan preciso como los mapas del mundo de Ryoma, pero detallaba dónde estaban las fuentes de agua.

Si bien el agua era imprescindible para mantenerse con vida, llevarla le pesaba a uno. En comparación con la comida, las armas adicionales y el equipo, el agua se podía conseguir localmente, lo que significa que normalmente no se llevaban grandes cantidades.

Pero eso solo significaba que la tarea de llegar al abrevadero era mucho más imperativa. Y a este paso, era poco probable que alguna vez llegara al abrevadero de todos modos.

Esos bastardos me están conduciendo en la dirección opuesta del abrevadero. Probablemente quieren agotarme antes de cazarme.

Escupiendo frustrado, el hombre miró en la dirección opuesta. Si hubiera sido un camino pavimentado y nivelado, probablemente podría haber corrido por él durante millas sin fatigarse. Pero ahora mismo, estaba en tierra de nadie. El bosque crecía libremente y la vegetación era espesa.

Tener que huir tanto de los monstruos que infestaban estas tierras como de sus propios perseguidores invisibles minó su fortaleza física y mental. Honestamente, deseaba poder detenerse y tomarse un descanso.

Al diablo con ellos…

Los amigos que le recomendaron que tomara este trabajo presumiblemente ya estaban muertos. Eran horribles cuando se trataba de manejar dinero, pero se llevaba sorprendentemente bien con ellos.

Cada vez que terminaba un trabajo y descubría que su situación financiera no era tan buena como le gustaría, lo llevaban a tomar una copa o a un viaje al burdel.

Pero ahora mismo, el joven no estaba pensando en esos recuerdos. Sólo podía maldecir a sus amigos ahora fallecidos y lamentarse de haber tomado este maldito trabajo.

La paga era buena, eso era seguro. Pagaba cinco veces más que otros trabajos, y por adelantado.

Uno podría incluso ganar un bono, dependiendo de lo buenos que fueran los resultados de su investigación. Sin embargo, era un trabajo turbio que no se hacía a través del gremio. El empleador era un noble que pagaba muy bien por una mera investigación. Parecía demasiado bueno para ser verdad, pero lo tomó.

Sin embargo…

Solo una investigación? Esos malditos bastardos me tienen atrapado en este trabajo de mierda.

La península de Wortenia. Cualquiera que se ganaba la vida haciendo trabajos difíciles para el gremio había oído hablar del lugar. El mismo joven había oído algunos rumores sobre ello en el pasado.

Un rumor decía que era una tierra abandonada que se convirtió en un escondite para piratas y albergó un pueblo oculto de semihumanos sucios. Otro dijo que era un cobertizo para monstruos peligrosos y letales, cuyas pieles y colmillos se podían vender por una bonita suma, una montaña de tesoros para aquellos en ese negocio.

Cada vez que lo oía mencionar, el hombre se jactaba a sus amigos de que intentaría ir allí una vez que se fortalecía. Podría haber sido un maldito infierno, pero si uno pudiera hacer con éxito un viaje de ida y vuelta, el gremio y otros aventureros reconocerían su habilidad y destreza.

Ese tipo de prestigio podría dar lugar a una posición de gobierno. Y así este joven aventurero miró este lugar con temor y aspiración.

Hace unos dos años, las cosas cambiaron en Wortenia. Un noble del que nadie había oído hablar apareció de la nada y recibió el derecho de gobernar la península de Wortenia de manos de la reina de Rhoadseria. Fue un rayo de la nada. La mayoría de la gente no podía creer que un mercenario sin nombre fuera ascendido de esa manera.

Pero pronto, la conmoción se convirtió en burla una vez que se dieron cuenta de que el noble se había visto obligado a aceptar la península de Wortenia.

Fue un honor solo de nombre. Nadie podía verlo como otra cosa que un intento de acoso apenas velado. La península de Wortenia era una

franja de tierra muy grande, más grande de lo que normalmente gobernaría cualquier noble. Pero cualquier tierra, no importa cuán grande sea, no tiene valor si no hay gente viviendo en ella. Sería simplemente un rey desnudo… o más bien, un señor desnudo, con una tierra infértil que no producía nada y no tenía gente que gobernar.

De cualquier manera, la opinión general del continente occidental era que el Barón Mikoshiba era un noble tonto y crédulo que había sido engañado por el tamaño de su territorio para tirar de la paja más corta.

Sin embargo, este joven ahora se dio cuenta de la dolorosa experiencia de lo equivocada que era esa percepción.

“Es un monstruo… Cualquier hombre que hizo eso tiene que ser un monstruo”.

La vista que había visto desde lo alto de una colina brilló en su mente mientras hablaba, sus palabras eran tanto de elogios como insultos.

Este joven, que nació en un pequeño pueblo en Rhoadseria, nunca había visto una ciudad de esa escala y tamaño en su vida. Cierto, una vez había estado en Pireas para registrarse en el gremio, y esta ciudad palideció en comparación con la capital de Rhoadseria. Sus amigos también le hablaron de la capital de O’ltormea, que era de tamaño similar.

Pero los altos e imponentes muros y el gran puerto que parecía llenar toda la costa… Nadie que lo viera podía permanecer sereno. Además, en el centro de la bahía había un sitio de construcción, donde se estaba trabajando en un enorme castillo. La vista de esta fortificación grande pero funcional había abrumado los corazones del joven y sus camaradas.

“Tengo que hacerles saber. Tienen que saber sobre ese lugar…” Nadie sabía la extensión completa de lo que estaba pasando en la península de Wortenia. El Barón Mikoshiba se negó a tener una rama del gremio establecida en su dominio. También había un puesto de control construido en la frontera del territorio del Conde Salzberg, que apenas dejaba pasar a nadie.

Como resultado, el gremio recibió más solicitudes de recursos nativos de la península de Wortenia, y los nobles cercanos comenzaron a reclutar para trabajos fuera del gremio, pidiendo mercenarios y aventureros para investigar los acontecimientos dentro de la península. Así fue como este joven consiguió este trabajo, pero la realidad fue cruel y despiadada.

“Ese lugar es un nido de monstruos. Mataron a todos para que no hablaran”.

Poco después de que el Barón Mikoshiba comenzó a gobernar Wortenia, mercenarios y aventureros enviados allí comenzaron a desaparecer. Al principio, la gente creía que simplemente habían sobrestimado su poder como tontos y cayeron víctimas de los monstruos.

Sin embargo, este joven conocía la verdadera razón de sus desapariciones. La ciudad fortaleza gigante que había visto sobre esa colina le dijo todo lo que necesitaba saber.

Un hombre lo suficientemente hábil para construir algo así en una tierra tan maldita en el lapso de un par de años tuvo que ser un monstruo. Y cualquiera con talento no mostraría su mano fácilmente.

Estas observaciones llevaron a la situación actual de este joven aventurero. El sentido de propósito que lo llevó a regresar a su empleador e informar de lo que vio lo impulsó hacia adelante. Esta fue la única recompensa que podía ofrecer a sus camaradas muertos como el único superviviente.

Eventualmente, el camino por delante de él se abrió. Eso era prueba de que había escapado del bosque que crecía a lo largo de la ladera de la montaña y estaba cerca del territorio del conde Salzberg.

El cuerpo del joven, que había sido superado por la fatiga y el agotamiento, se llenó de una explosión más de fuerza.

Sólo un poco más. estoy casi ahí…

Justo cuando estaba a punto de cruzar la frontera, una sombra negra descendió sobre él desde los árboles.

“Eh?”

Una luz brilló en el aire y el joven sintió que algo frío le recorría la garganta. Se detuvo en seco, con su mano saltando a su cuello. Sus ojos se congelaron de miedo. Sintió una humedad entre los dedos. Algo demasiado viscoso y espeso para ser sudor le bajó por la garganta.

Mientras sentía que el reloj que marcaba su vida se volvía más apagado y lento con cada segundo, levantó la mano, mirándola con una profunda sensación de comprensión.

“Es… sangre…”

La sangre brotaba de su herida con cada latido de su corazón. Mientras miraba a sus manos teñidas de rojo, sintió que algo se calentaba en su garganta. En poco tiempo se derrumbó al suelo. En algún momento, una sombra negra apareció a su lado.

“Llegaste muy lejos. Deberías considerarte afortunado”. Limpiando su daga con un paño, la sombra miró al cadáver del aventurero con ojos fríos y sin emociones.

“Sé que están entrenando tan duro como pueden, pero no es suficiente. Deberíamos decirle a Gennou que los entrene más duro.”

La sombra había susurrado esto, pero todavía era lo suficientemente fuerte como para que la figura detrás de ellos escuchara.

“No hay necesidad de decir eso, Ryusai. Por solo unos meses de entrenamiento, los jóvenes son bastante hábiles. Si los presionamos demasiado, podría romperlos en su lugar. Y el Señor nos instruyó firmemente a no entrenarlos con demasiada dureza antes de partir, verdad? No hay necesidad de apresurarse.”

Escuchando la voz de la arrugada anciana detrás de él, la sombra se giró. “Eso dices, O-Ume, pero me gustaría que mejoraran más visiblemente antes de que el Señor regrese.” Había usado el prefijo afectuoso con su nombre, pero su voz claramente sonaba descontento.

Como uno de los ancianos del clan Igasaki, Ryusai se sentía excesivamente responsable de los éxitos y fracasos del clan, por lo que quería hacer que el clan pareciera mucho más útil para Ryoma.

Un shinobi era, efectivamente, una herramienta viva. Y las herramientas sólo tenían significado cuando había alguien que las usara.

Por el contrario, una herramienta ni siquiera podría ser vista como una herramienta si nadie la usara. Todo lo que sería era un objeto dejado para pudrirse. Ryusai lo sabía, así que intentó hacer un espectáculo del valor del clan Igasaki.

“Aunque entiendo por qué podrías sentirte así,” dijo Ume con empatía. “Pero de los cinco intrusos, los jóvenes se deshicieron de cuatro por su cuenta. Creo que solo eso vale la pena reconocerlo.”

“Así que estás diciendo que su habilidad era sorprendentemente buena?” preguntó Ryusai, pateando el cadáver. Desde su perspectiva, clasificaría al hombre muerto a sus pies bastante mal, incluso si fuera generoso con su evaluación. Pero de nuevo, tenía décadas de experiencia como ninja.

“Lo estoy”, dijo Ume. “Se mezcló con los demás, pasando desapercibido. De hecho, tenías que despacharlo personalmente.” Ryusai asintió, su expresión era amarga. Los ancianos estaban entre los miembros más poderosos del clan Igasaki. Dos de ellos no estarían en un lugar así sin ninguna razón.

“Cierto… puede que tengas razón, O-Ume.”

“Creo que el régimen de entrenamiento del señor es bastante efectivo. Después de todo, estos meros niños ya están demostrando ser bastante hábiles ninjas.”

“Al principio no entendía por qué nos dijo que permitiéramos que los espías cruzaran la frontera y sólo los eliminaran después,” admitió Ryusai, con una sonrisa resentida en sus labios.

No podían dejar que los forasteros supieran lo desarrollada que estaba la ciudad de Sirius en ese momento. Un día, se convertiría en un próspero puerto conocido en todo el continente.

Pero ahora, con su gobernador ausente en la expedición a Xarooda, no se sabía qué pasaría si la noticia se filtrara al mundo exterior.

Por eso el clan Igasaki trabajó incansablemente, participando en la contrainteligencia y manteniendo la frontera cerrada. El problema, sin embargo, era que Ryoma les dio una orden más.

“Yo siento lo mismo. Permitir que los espías invadan a Sirius para que los jóvenes puedan eliminarlos… Nadie más podría idear un método de entrenamiento tan imprudente. Pero dejarlos experimentar un combate real hace que sus habilidades crezcan más rápidamente.”

Ordenó al clan Igasaki que no impidiera a los espías cruzar la frontera, sino que los eliminara una vez que se acercaran lo suficiente a Sirius. Al principio, no parecía un orden razonable. Después de todo, bordeaba una línea muy peligrosa. Pero los resultados terminaron siendo todo lo contrario.

Si hubiera estado en guerra, Ryoma no habría emitido una orden tan laxa en su ausencia. Pero cuando se trataba de espionaje, este gesto fue muy significativo.

El trabajo de un espía era reunir información y regresar vivo para reportarla. Descubrir información sólo para nunca compartirla no tenía sentido.

Ryoma se aprovechó de esto, eligiendo hacer el mayor uso posible de esos espías. Al permitirles viajar profundamente en su tierra, los convirtió en presa de sus ninjas en entrenamiento.

Fue un enfoque verdaderamente frío, cruel y utilitario que vio la vida humana como un recurso para explotar, un uso casi económico de la vida de otras personas. Pero, de hecho, la idea produjo resultados. Los niños esclavos que había reunido se estaban convirtiendo rápidamente en ninjas capaces.

“He oído que los leones enseñan a sus crías a cazar debilitando a sus presas. Esto es casi lo mismo,” reflexionó Ryusai en voz alta.

“Es un buen método para conseguir que los más pequeños adquieran el valor que necesitarán”, asintió Ume.

“Pero creo que nos estamos acercando al punto en el que este método de entrenamiento se está volviendo demasiado arriesgado”, dijo Ryusai. Ume asintió. “De hecho. No necesitamos acabar con esto ahora mismo, pero… Aún no te lo he dicho, pero hay más espías que se escaparon con éxito y llegaron cerca de la frontera. Los he despachado yo misma hasta ahora, pero estoy empezando a temer que no sea suficiente.”

“Hmph. Por eso me llamaste”.

Ryusai lanzó un profundo suspiro. Por supuesto, a menos que sus enemigos fueran completos y absolutos tontos, no enviarían espías continuamente sin adoptar algún tipo de contramedida.

“Sí, creo que nos las arreglaremos para aguantar, pero tendremos que hacer algo con esta situación pronto.”

Si ninguno de sus espías regresaba, los clientes y el gremio comenzaban a enviar gente más hábil. Al principio, habían empleado a los aventureros del Rango F y del Rango E, pero ahora estaban usando gente más hábil, algunos tan fuertes como el Rango B. Con el tiempo, los ninjas Igasaki tendrían que lidiar con los aventureros del Rango A.

En ese momento, a pesar de su ventaja de ubicación, no serían capaces de despachar continua y consistentemente a cada persona que invadiera su territorio, incluso si intentaran encerrar la península por completo.

“Todavía estaremos bien si siguen enviando gente de este nivel… pero no podemos asumir que lo harán”, advirtió Ryusai.

“Bueno, podemos consultar al Señor sobre eso cuando regrese.” Ryusai asintió, mirando hacia el cielo austral. Sus pensamientos se dirigieron a su señor, quien probablemente estaba reportando los resultados de sus aventuras a la reina Lupis Rhoadserians en la ciudad capital de Pireas.

“Por cierto, qué hay de los elfos?” preguntó Ume. Hacía tiempo que no iba a Sirius, así que no estaba al tanto del estado de la ciudad.

“El Señor Boltz maneja el asunto de los elfos. Por lo que he oído, todo va bien?”

“Hm? Pensé que los elfos odiaban a los humanos?”

“Eso no ha cambiado; todavía odian a los humanos,” dijo Ryusai, una sonrisa irónica en sus labios. “Pero si odian las cosas que producimos es otra cuestión.”

Los labios de Ume se curvaron. “Comida y alcohol, no? Supongo que los elfos no son tan diferentes de los humanos después de todo”.

“Algunos de ellos incluso muestran interés en los cigarrillos. Sí, yo diría que no hay una diferencia tan grande entre nosotros y los elfos como pensábamos. He oído que los humanos y los elfos pueden producir niños juntos.”

Ume asintió. “Los resultados del intercambio que el señor nos ordenó hacer, no?”

“Creo que sí. Ya sea alcohol o cigarrillos, uno puede ignorar fácilmente la tentación mientras no sepan lo dulces que pueden ser esos lujos. Pero una vez que los prueban, es difícil resistirse.”

“Ah, ya veo…” suspiró Ume con asombro.

Por orden de Ryoma, la gente de Sirius enviaba periódicamente a Nelcius pequeños envíos de una variedad de lujos. A cambio, los elfos les darían excedentes de ingredientes para medicinas.

“Pero con el tiempo… Lo adivinas?”

“Ah, sí…”

Los ingredientes que los elfos les dieron tenían valor. Usando las conexiones de Simone, esos ingredientes podrían circular al mercado, donde obtendrían un buen precio. Pero tarde o temprano, los elfos se quedarían sin formas de pagarle a Ryoma.

Estos ingredientes fueron recogidos de los cuerpos de poderosos monstruos que eran difíciles de cazar.

Otros provenían de plantas que sólo podían recogerse en ciertas estaciones. Por ahora, tenían un excedente que compartir.

Pero estaban destinados a agotarse, momento en el que los elfos se enfrentarían a una elección. Podían acabar con los lujos que Ryoma les proporcionaba y volver a las vidas que llevaban antes, o podían encontrar otra forma de pagarlos.

Y una vez que uno conocía el sabor dulce de tales lujos, no lo olvidaba fácilmente. Ser ignorante de ellos era una bendición, en cierto modo. Al igual que los narcóticos, era difícil resistirse al sabor después del hecho. Y así, cuando llegara ese momento, los elfos elegirían compartir su conocimiento de la taumaturgia como el precio.

Ryoma había guiado las cosas para que esto sucediera. Por eso, en todas sus conversaciones pasadas con Nelcius, nunca mencionó los secretos de la taumaturgia que guardaban los elfos.

“Pero eso también tendrá que esperar hasta que el señor regrese. El último mensaje dijo que debería llegar dentro de dos días, verdad?” preguntó Ryusai.

“Mm. Si mal no recuerdo,” dijo Ume, asintiendo.