Wortenia Senki (NL)

Volumen 10

Capítulo 2: El Consejo de Julianus I

Parte 2

Habían pasado varias horas desde la conversación de Ryoma con Julianus I. Era casi medianoche y los residentes del castillo estaban profundamente dormidos. Desde hace varios días, espesas nubes grises oscurecen el cielo, por lo que las únicas luces que iluminaban la zona eran las hogueras que se hacían alrededor del recinto.

Fue durante este tiempo que una figura se encontraba en el oscuro patio del castillo. La figura se detuvo, manteniendo su postura. Delante de ellos había un maniquí vestido con armadura de acero. La figura permaneció en esta posición durante algún tiempo.

Finalmente, la cortina de nubes se movió y un rayo de luz de luna brilló sobre la tierra. Y en ese momento, una chispa plateada brilló en las manos de la figura mientras lanzaban un corte desde el flanco izquierdo del maniquí hasta su hombro derecho. Era una técnica de corte enviada a la velocidad de Dios, un corte tan rápido que ni siquiera se podían ver las manos de la figura moverse.

A pesar del golpe, el maniquí parecía permanecer intacto. Sin embargo, la figura asintió con satisfacción, como si estuviera satisfecha con el corte que entregó.

“Hm… creo que me estoy acostumbrando,” susurró Ryoma, tocando el maniquí. Al momento siguiente, la mitad superior del maniquí, que había permanecido inmóvil hasta entonces, se deslizó en diagonal. Cayó al suelo, junto con la armadura que llevaba, y aterrizó con un ruido sordo.

“Kikoku…”

Ryoma susurró el nombre de la katana mientras la sostenía contra la luz de la hoguera. Era una hoja gruesa con un borde en forma de concha, una katana de campo de batalla hecha explícitamente para cortar a la gente, una espada bien elaborada que el clan Igasaki regaló a Ryoma como prueba de su señorío sobre ellos.

“Ni un solo corte en la hoja. Impresionante. Pero…”

El tono de Ryoma transmitía una insatisfacción que contrastaba con sus palabras mientras miraba la superficie inmaculada de la hoja.

Durante el ataque al Fuerte Notis, Ryoma se batió en duelo contra el capitán de la guardia, Greg Moore. Durante esa batalla, su espada había sido mellada y astillada. Pero mirándolo ahora, no había más que una marca en la superficie de la hoja.

Kikoku fue hecho para ser difícil de romper, pero al parecer reconoció a Ryoma como su propietario en cierta medida debido al duelo con Greg Moore. Ryoma estaba todavía lejos de convertirse en su maestro, sin embargo. Él era tal vez un poseedor temporal de la misma en la actualidad. Sin embargo, incluso eso fue un gran progreso.

La espada realmente se repara a sí misma. Me dijeron que puede hacer eso, pero verlo en acción realmente hace que se asiente. La taumaturgia dotada es impresionante.

Había tres tipos de taumaturgia en este mundo. La taumaturgia marcial fortaleció el cuerpo de uno, mientras que la taumaturgia verbal usaba palabras para ofrecer prana a dioses y espíritus de la naturaleza para invocar fenómenos naturales a su antojo.

Pero el tercer tipo de taumaturgia, la taumaturgia dotada, era diferente de los otros dos. Al aplicar crestas específicas sobre armas y herramientas, esos objetos estarían dotados de hechizos únicos que podrían ser activados por el portador alimentándolos con su prana.

Esto permitió la producción de lo que la gente de este mundo llamaba herramientas marciales. Sin embargo, el tipo más famoso de taumaturgia dotada era la cresta de la obediencia, con la que se marcaba a los esclavos. Fue un ejemplo escalofriante de cómo no solo las herramientas, sino incluso los humanos, podían estar dotados de crestas taumatúrgicas.

Las crestas se pueden aplicar a los sillines para aligerar el peso de un jinete o para recuperar la resistencia. También había sellos que daban a las armas la capacidad de alimentarse del prana del portador y permanecer en condiciones óptimas, como Kikoku. Las simples astillas de la hoja podrían repararse en una hora.

La mayoría de las armas también tenían encantamientos que fortalecían su durabilidad, por lo que era poco probable que se rompiera una hoja taumatúrgica.

En la remota posibilidad de que lo hiciera, solo era necesario guardar la hoja en su vaina y se repararía sola en el transcurso del día.

Para aquellos que viven en el campo de batalla, esta fue un arma excepcionalmente valiosa. Después de todo, un arma a la que uno se había acostumbrado a blandir era difícil de reemplazar.

Pero, por supuesto, incluso una espada tan maravillosa requería un mantenimiento constante para exhibir toda su fuerza.

Kikoku era el arma de un guerrero.

Eso aún no está cerca de las cosas que Gennou prometió.

Ryoma dejó escapar un suspiro exagerado mientras miraba a Kikoku, una espada que aún no lo había reconocido como su verdadero maestro.

“En serio, sin embargo… No fue solo Moore; también bebiste el prana del Eagle Lord. Y aún así, no es suficiente para ti?”

Según Gennou, una vez que Kikoku reconoció a alguien como su verdadero maestro, no había nada que no pudiera cortar. Realmente se convertiría en una espada demoníaca capaz de cortar todo en la creación.

Una declaración impresionante, aunque problemática, dado que el propio Gennou tampoco había visto nunca la destreza completa de Kikoku.

Kikoku fue hecho durante los primeros días del clan Igasaki, cuando su primer líder la hizo a costa de su propia vida. Desde entonces, el clan Igasaki lo protegió como un tesoro sagrado, esperando a un digno maestro que lo usara apropiadamente.

Aún así, supongo que una espada que no requiere reparaciones es lo suficientemente valiosa.

Tener una katana reparada y preparada era un asunto problemático. Dado que la cultura de este continente no estaba familiarizada con ellas, encontrar a alguien que pudiera dar mantenimiento a una requería mucho tiempo y era costoso. De hecho, cuando Gennou le dio a Ryoma una katana durante su primer encuentro en Rhoadseria, le dio algunas de repuesto por esta misma razón.

Por supuesto, el cambio constante de armas distaba mucho de ser óptimo. Se decía que un buen artesano no culpaba a sus herramientas, pero la verdad era que cuanto más hábil se volvía alguien, más particular se volvía sobre sus herramientas.

Las katanas, en particular, se fabricaban a mano y no mecánicamente. Esto significaba que las katanas individuales inevitablemente tenían diferencias de peso o forma. Ciertamente, las katanas del mismo

herrero podrían ser bastante similares, si no casi indistinguibles entre sí. Aun así, no había dos katanas perfectamente idénticas, ni siquiera las hechas por el mismo herrero.

Cosas como la cantidad de material utilizado, la temperatura y el tiempo del tratamiento térmico, y el golpe del martillo influyeron en el producto final. Incluso el clima de ese día era importante, ya que la humedad en el aire podía afectar el proceso.

Ningún hombre vivo podría producir dos espadas perfectamente idénticas, por lo que cada katana tenía diferencias pequeñas pero muy distintas.

Pero una vez que un portador alcanzó un cierto nivel de habilidad, incluso esas diferencias diminutas y minúsculas podrían influir en la forma en que empuñaban esa espada. Sin embargo, las armas encantadas con taumaturgia dotada como Kikoku eran diferentes al resto.

Siempre que su portador les suministre prana, siempre podrían regenerarse y repararse a sí mismos. En ese sentido, podrían llamarse armas perfectas.

Pero si lo que dijo Gennou es cierto, esta espada todavía tiene muchas cosas que mostrar, pensó Ryoma, con su sonrisa extendiéndose como un niño saboreando un juguete nuevo.

Pero al momento siguiente, la expresión de Ryoma cambió de repente. Sintió algo.

Una fría sed de sangre… estoy rodeado. Ryoma chasqueó su lengua. Hay varios oponentes, y estoy aquí solo. Debo haber bajado la guardia ya que estoy en el castillo de un aliado.

Normalmente, las hermanas Malfist habrían estado cerca, protegiendo a Ryoma. Pero esta noche fue una excepción. Quería meditar solo sobre la advertencia de Julianus I.

El anciano hizo esto? No, lo dudo.

Esta sospecha surgió en su mente por un segundo, pero Ryoma pronto lo negó. La advertencia de Julianus ciertamente era un secreto que no podía dejar que otras personas supieran, tanto es así que la idea de silenciar a cualquiera que lo supiera era plausible. Pero Julianus había sido el que había compartido ese secreto con Ryoma para empezar. A Ryoma le costaba creer que cambiaría de opinión en unas horas.

Entonces, es esto algún tipo de coincidencia? Sí, una gran posibilidad de eso. Esto no puede ser una coincidencia…

No faltaba gente que quisiera a Ryoma muerto, especialmente gente del Imperio O’ltormea. Entre el dolor que Ryoma les dio durante esta guerra y los rencores pasados que tenían con él, probablemente harían cualquier cosa para poner su cabeza en una pica. Pero lo que le dije a Julianus no hace unas horas redujo bastante la lista de candidatos.

“Oh, vamos… Lo que dijo era verdad? Qué es esto, uno de esos relatos de guerra que leí una vez?”.

A decir verdad, Ryoma no se tomó en serio lo que Julianus le dijo. Cómo podría? El rey le había dicho que una fuerza mayor que cualquier país estaba manipulando las guerras que envolvían a este continente.

Para ser más exactos, le dijo que sospechaba que tal fuerza podría estar tirando de los hilos. Pero a pesar de lo confiado que pudiera haber estado el viejo rey, Ryoma no estaba más inclinado a creerlo.

No importaba en qué mundo estuviera, una historia sobre una conspiración mundial era difícil de tragar. Conceptos como ese sólo funcionaban en las páginas de una novela.

Pero resultó que quizás la verdad era más extraña que la ficción después de todo.

De repente, una flecha atravesó la oscuridad, zumbando hacia Ryoma. Al momento siguiente, Ryoma sacó la katana de su vaina y lanzó un tajo al aire.

“Quién está ahí…” murmuró Ryoma. “Sólo disparándome, sin preguntas? Que miedo.”

Aparentemente, esto fue obra de asesinos profesionales. Estas no eran personas que entablarían una conversación innecesaria con Ryoma.

La punta de flecha parecía mojada. Debe haber sido una flecha envenenada.

Parecía que estos asesinos estaban innegablemente obsesionados en matar a Ryoma de manera eficiente.

Interesante… Esto debería hacer un entrenamiento decente. Ryoma sonrió, con la emoción burbujeando en su corazón.

En ese momento, Kikoku se estremeció en sus manos.

Eh, entonces tú también estás sediento de sangre. De acuerdo entonces. Te dejaré beber hasta saciarte.

La espada Kikoku dejó escapar un leve chillido, como si respondiera a sus pensamientos.

“Vamos!”

Con ese grito de batalla, Ryoma echó a correr, corriendo hacia la oscuridad donde se escondían sus asesinos. Su corazón latía rápido de emoción y júbilo. Comenzó a operar sus chakras, lo que obligó a que el prana circulara por su cuerpo.

Segundo chakra, abierto!

La agilidad sobrehumana y la fuerza muscular llenaron el cuerpo de Ryoma. Sin embargo, los asesinos tampoco eran aficionados. Cuando Ryoma corrió hacia ellos, le dispararon flechas desde el follaje circundante.

Así que el primero fue un señuelo. Querían que corriera hacia ellos para que pudieran dispararme desde los lados.

Esta fue una táctica altamente letal, asumiendo que no les importaba descartar al asesino que sirvió como cebo como un peón de sacrificio.

No… La primera flecha ya habría hecho la mayoría de los objetivos. El mero hecho de que Ryoma sobreviviera al primer disparo significaba que ya había ido más allá de lo que los asesinos esperaban.

Aun así, esto no cambió lo que Ryoma necesitaba hacer en esta posición. Soltó un aullido animal, enviando una aguja de miedo a través de sus asesinos que los sujetaron en su lugar. Sólo duró un segundo o dos, pero eso fue más que suficiente tiempo para Ryoma, fortalecido como estaba por taumaturgia marcial.

Rápidamente acortó la distancia. Su espada brilló cuando dos figuras se cruzaron, y en el momento en que se separaron, la cabeza de una figura tomó el aire. Ryoma ni siquiera miró a su oponente cuando su cuerpo decapitado cayó al suelo.

“Siguiente!” Ryoma gritó mientras se sumergía en la espesura, buscando su próxima presa.

No pasó mucho tiempo antes de que se escucharan gemidos de dolor y el olor oxidado de la sangre llenó el aire. Poco después, el silencio volvió a llenar el patio.

Parece que el resto se retiró…

Sintiendo que las mareas se volvían contra ellos, sus asesinos optaron por huir. La sed de sangre que llenaba el aire desapareció sin dejar rastro.

“Satisfecho ahora?” Ryoma le susurró a Kikoku, que había agarrado con su mano derecha.

Dejó escapar un chillido bajo, como si pidiera más. “No, eh? Glotón, no es así?

Kikoku dejó escapar otro grito de insatisfacción.

“Bien, bien. Vendrán a atacarme de nuevo en poco tiempo. Entonces te dejaré que te alimentes de todos ellos”.

Ryoma colocó la espada ensangrentada de Kikoku en su vaina. Normalmente, enfundar una espada sin limpiar la sangre sería un acto tonto que solo resultaría en que la hoja se oxidara. Sin embargo, esto no fue un problema con Kikoku.

“Aún así, esto es algo problemático…”

El patio de este hermoso castillo se había transformado en una escena repugnante de derramamiento de sangre y gore. El olor de sangre y vísceras colgaba en el aire, y el cuerpo y la ropa de Ryoma estaban manchados de rojo. No podría dormir sin tomar un baño caliente. “Ahora tengo que inventar una excusa…”

Cuando la conmoción y los gritos finalmente llamaron la atención de los ocupantes del castillo, la imagen de las expresiones llorosas de las gemelas Malfist llenó la mente de Ryoma. Ryoma miró a su alrededor y exhaló un profundo suspiro.

***

En una finca en la ciudad castillo de Peripheria… “Ya veo. Has fallado…”

Un hombre suspiró, habiendo recibido este informe de una figura sombría envuelta en tinieblas.

“Mis disculpas, Su Excelencia. Juro que rectificaremos este fracaso,” respondió la figura, con su voz llena de vergüenza y humillación. Su intento de asalto no fue más que una demostración vergonzosa. No cumplir una orden directa de su amo fue una dolorosa mancha en su orgullo.

A pesar de esto, el hombre simplemente asintió. Un agente de confianza le había fallado y traicionado su confianza, pero culpar a la sombra por ello no haría nada para cambiar la situación. El hombre lo sabía. Fue él, después de todo, quien insistió en que fueran a este ataque tan inmediatamente como sea esta noche.

“Entendido. Te puedes ir.”

Ante las palabras del hombre, la sombra se desvaneció en la oscuridad. “Entonces ese cachorro es tan hábil como dicen” murmuró el hombre mientras tomaba una botella de alcohol y un vaso de un estante junto a la pared.

Cuando escuché que el idiota de Julianus le dijo a ese cachorro cosas que no necesitaba escuchar, pensé que deberíamos eliminarlo lo antes posible. Pero quizás eso fue una mala idea…

Como miembro de la Organización, este hombre había sido informado de que debía tener cuidado con Ryoma. De los ocho traidores que intentaron vender Xarooda a O’ltormea, este hombre fue el único que recibió esta advertencia. Tomándolo en serio, se preparó para asesinar a Ryoma. Al ver que había detenido la invasión de O’ltormea, creía que Ryoma podría convertirse en un obstáculo importante para la Organización en el futuro.

Inicialmente, el plan era asesinar a Ryoma cerca de la frontera Xaroodiana-Rhoadseriana. Lo que hizo avanzar el asesinato fueron noticias de un intercambio secreto entre Ryoma y Julianus I.

Este hombre ciertamente menospreció a Julianus I como un tonto. A pesar de tener talentos dignos de un gobernante sabio, Julianus eligió esconder sus colmillos en nombre de la estabilidad del país.

Este hombre, sin embargo, creía que era el papel de los talentosos y sabios para gobernar sobre las masas tontas. A sus ojos, la elección de Julianus I era el colmo de la estupidez.

Pero al mismo tiempo, no dudaba de la prudencia y las habilidades de Julianus. Por eso este hombre sospechaba que Julianus I era probablemente el único que potencialmente había notado que la Organización existía detrás de las escenas de esta guerra con O’ltormea. Y la intuición del hombre resultó correcta esta vez.

Sin embargo, los asesinos que envió para eliminar a Ryoma fallaron espectacularmente. Probablemente era demasiado tarde para asesinarlo en la frontera Rhoadseriana como se planeó originalmente. Ryoma estaba destinado a estar más alerta después del ataque de esta noche.

“Quería la cabeza de ese cachorro, aunque sólo fuera para ofrecérsela a la princesa Shardina como señal de lealtad. Pero supongo que no hay mucho que hacer ahora…” susurró el hombre mientras tomaba un trago de alcohol de su copa.