Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 1

Capítulo 8: Dioses

 

 

Probablemente no es necesario decirlo, pero las historias que Itsuki Hashima, Haruto Fuwa y Nayuta Kani escribieron, todas pertenecen al género de ‘novelas ligeras’.

El término se ha hecho ampliamente conocido en los últimos años, pero incluso ahora, carece de cualquier tipo de definición concreta, a pesar de todas las discusiones (inútiles) que la gente ha tenido al respecto.

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Esto se debe a que, independientemente de la rúbrica que intentes utilizar para clasificarlos— Por contenido, por embalaje, por estilo de redacción, por autor, por editorial, por tipo de público objetivo, por género, por personajes, etc., etc.—, es muy fácil encontrar varios ejemplos que no respeten esas reglas.

La serie ‘Light Novel Club’ incluye una sección donde la protagonista, Misaki Asaba, presenta algunas muestras de libros que generalmente se perciben como novelas ligeras, más o menos, y dice, “Sí, son novelas ligeras, supongo”. Al igual que ella, la gente en la vida real se ve obligada a hacer estos juicios ambiguos, sin una definición sólida en la cual confiar. Ella estaba haciendo el mejor trabajo que podía, en serio.

Así que tratemos de tomar el enfoque de Asaba. Una ‘novela ligera’ es el tipo de novela publicada por prestigiosas editoriales de novelas ligeras japonesas como la mismísima Shogakukan Gagaga Bunko, en las que en la portada (por lo general) aparece arte de estilo anime o manga. De esa forma, de una manera muy perezosa y confusa, se resume todo.

El embalaje, resulta ser, de vital importancia para casi cualquier producto, no sólo para los libros. Se trata de casi todo lo que atrae la atención del cliente y lo lleva a realizar la compra—en el caso de un libro, es la portada, el título, la descripción del obi 10 y la propaganda  en la parte posterior o en las solapas laterales.

Para una novela ligera, lo más importante de todo—los pilares que mantienen todo el sistema en orden—son las ilustraciones (con algunas excepciones).

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No importa lo encantadores que sean los personajes, no importa lo mucho que la historia te atrape el corazón y no lo deje ir, nadie lo notará si nunca toman en sus manos el libro en primer lugar.

No es tan sencillo sacar provecho de la industria en el sentido de que un paquete decente signifique un best- seller el 100 por ciento de los casos, pero el hecho es que, si no tienes un buen paquete, nadie lo leerá. Ni siquiera puedes tirar tu sombrero al ring11, por así decirlo.

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Este hecho no se limita necesariamente a las novelas ligeras, ya que casi todos los involucrados en el desarrollo de productos lo han experimentado en algún momento.

Por lo tanto, para los escritores de novelas como Itsuki y sus compañeros, los ilustradores que manejaban sus libros eran una parte vital de su continua relevancia en este campo.

Una especie de dioses entre ellos. Y el mundo de los artistas era politeísta; podría haber los tipos Zeus con habilidades omnipotentes, dioses en los que realmente no se podía confiar mucho, dioses con toneladas de habilidad, pero con poca estabilidad, incluso dioses malditos que causaban problemas y (en raras ocasiones) dañaban activamente a sus libros, a sus autores y a sus editoriales.

Sin embargo, generalmente eran consideradas presencias sagradas, dignas de gran honor y respeto.

Itsuki estaba, ahora mismo, jugando con uno de estos dioses. Setsuna Ena, para ser exactos, un joven sentado frente a él en el kotatsu. Tenía un rostro pícaro, parecido al de un cachorro, y un cuerpo tan diminuto y delgado como el de Itsuki. Su cabello estaba teñido en una trifecta de colores, en su mayoría azules, y su ropa era voluptuosa, colorida y única—el ‘estilo Harajuku’, como algunos lo llamaban.

Con solo dieciséis años, él ya un artista muy popular, trabajando en títulos como Hermanitas fundadoras del nuevo mundo (la segunda serie de Itsuki) bajo el seudónimo ‘Puriketsu’, que literalmente significaba ‘Trasero Suave’. Era muy bueno dibujando chicas lindas, y tenía un don inimitable para dibujar traseros con la cantidad perfecta de suavidad.

El volumen 1 de Hermanitas fundadoras del nuevo mundo sigue siendo la versión individual más reimpresa de Itsuki, y no es ir demasiado lejos decir que Itsuki había hecho su entrada en el Club de Autores Mejor Vendidos gracias a Setsuna.

Y por alguna razón, este dios entre los hombres que había brillado tanto junto al trabajo de Itsuki como el propio Itsuki, estaba pasando el rato en su casa a pesar de que Hermanitas Fundadoras había terminado hace tiempo.

“Treinta y siete puntos,” dijo Itsuki, leyendo su puntuación después de que el juego terminara.

“Dah, Tengo treinta y cinco. ¡Cerca! ¡Todo lo que necesitaba era una oveja más!”

“¡Ja-Ja-Ja-Ja! ¡Esto es talento,  escuchaste,  talento! ¡Bah-ja-ja-ja-ja-ja-ja!”

Imouto Sae Ireba Ii Vol 1 Capítulo 8 Novela Ligera

 

Itsuki no era otra cosa más que un mal ganador. Estaban jugando a un juego llamado Agrícola: Criaturas

Grandes y Pequeñas una versión especial del juego de mesa estilo europeo Agrícola, modificado sólo para dos jugadores, en lugar del dos a cinco original. En Japón se había ganado el apodo de Futarícola, una combinación de las palabras Agrícola y futari, o ‘dos personas’.

Cada jugador asumía el papel de una pareja de granjeros encargada de construir las instalaciones de su hogar y de ampliar el número de ganado. El jugador que tuviera la granja más abundante después de ocho turnos era el ganador.

La principal diferencia entre Futarícola y su predecesora era que no tenía elementos basados en la suerte, ni dados que tirar o cartas que extraer de un mazo.

Era, usando términos técnicos, lógicamente un ‘juego para dos jugadores, suma cero, información perfecta’, similar al Go12, ajedrez, reversi13, etc. Los juegos sin elementos de suerte eran más emocionantes cuando los jugaban personas con las mismas habilidades, y Setsuna e Itsuki estaban perfectamente emparejados de esa manera.

“¡Cielos, es emocionante jugar Futarícola con usted, sensei! ¿Quiere jugar otra vez?”

Itsuki agitó la cabeza ante la animada petición de Setsuna.

“Tengo que pensar en un nuevo trabajo para el final del día.”

“Aww,”    contestó    Setsuna,    haciendo     pucheros.

Haciéndolo parecer aún más a un pequeño cachorro.

“Nada de aww. Tú eres el que vino sin avisar.”

Setsuna rara vez avisaba de sus visitas. No tenía ningún teléfono celular, inteligente o básico, así que la única manera de comunicarse con él era enviarle un correo electrónico a su PC o llamarlo al teléfono fijo de su casa.

Él a menudo estaba fuera, casi nunca revisaba su correo, y no se molestaba en atender el teléfono cuando dibujaba, haciendo que la comunicación fuera excesivamente difícil.

Esto había causado una tremenda tensión durante el trabajo de Hermanitas fundadoras del nuevo mundo, particularmente con su editor Kenjiro Toki, quien desarrolló una úlcera estomacal a mitad de camino.

“¡Ja-Ja-Ja! ¡Idiota! Estuve en Okinawa hasta anteayer.”

“Cielos, ¿en serio? ¡Genial! Estoy impresionado.”

“¡Je-je! Celoso, ¿eh?… Aquí tengo algo para ti.”

Itsuki sacó una caja de chinsuko, una galleta tradicional que se vendía como souvenir para que la gente la trajera a casa desde Okinawa, y se la dio a Setsuna.

“¡Wow, gracias! ¿Se divirtió?”

“Sip. Vi un tiburón ballena.”

“¡Oh, he oído hablar de ellos! Son realmente enormes, ¿verdad?”

“Sí, era gigantesco. Tenerlo de cerca y en persona, es una locura. Algo tan grande haría que te desmayes en el acto.”

“¿Sí? Y por cierto, ¿no es eso una correa de tiburón ballena en la funda de su teléfono?” El agudo Setsuna notó el encantador colgante en el teléfono de Itsuki. “Realmente deben haberle gustado mucho, ¿eh?”

“Uh-huh. Quise poner uno de esos tiburones en mi siguiente historia también.”

“Cielos, ¿de verdad?”

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“…hasta que mi estúpido editor la rechazó.”

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“Cielos, ¿en serio? ¿De qué trataba?”

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Itsuki resumió la esencia general—la historia trataba de un tiburón ballena y su hermana humana nudista.

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“¡Demonios! ¡Eso es genial, Sensei!”

“¡Je-je-je-je! Sí, ¿no lo crees?”

No pudo evitar reírse de lo honestamente impresionado que estaba Setsuna.

“Pero, ¿cómo un pez tiene sexo con una chica? ¡Vi un documental en la tv que mostraba la reproducción de los salmones, pero primero la hembra ponía los huevos y luego el macho rociaba su carga sobre ellos!”

“No hay problema. Los tiburones fertilizan sus huevos dentro del cuerpo de la hembra, a diferencia de la mayoría de los peces. Tienen genitales para eso y toda la cosa.”

“Cielos, ¿en serio? ¿Los tiburones tienen penes?”

“Mhm. Por eso es que el clímax iba a ser genial. ¡La historia y el escenario funcionan en perfecta armonía, y sólo funciona porque el héroe es un tiburón! ¡Y el idiota de mi editor no entendió ni una maldita palabra!”

“¡Déjeme intentar dibujar eso!” Gritó Setsuna, sacando su cuaderno de bocetos y un lápiz mecánico.

“¿Dibujar qué?”

Ante los asombrados ojos de Itsuki, Setsuna estaba dibujando una ilustración a una velocidad vertiginosa.

“¿Es eso…?”

Estaba dibujando, esencialmente, lo que Itsuki acababa de describir—una escena que representaba a un tiburón ballena en perfecta armonía con una hermosa chica bajo el mar.

“¡Mire! ¡Sería algo como esto!”

Una mujer desnuda sobre una tela irregular era empalada por algo que brotaba de la parte inferior del cuerpo del tiburón, con una mirada de felicidad en su rostro. Desde lejos, parecía como si estuviera nadando junto a la bestia, sin embargo, toda la obra de arte apestaba a obscenidad.

Daba una impresión de otro mundo, de fantasía, como si el observador estuviera flotando en las cálidas aguas azules tropicales, maravillado ante el balanceo del trasero de la chica de cerca.

A pesar de haber sido dibujado con nada más que un lápiz mecánico, ya era lo suficientemente de alta calidad como para servir de ilustración en la novela.

Era tan bueno, que Itsuki honestamente sintió que Toki cambiaría de opinión y le daría luz verde si le enseñaba esto. Tuvo que hacer una pausa para observar, y asimilarlo todo. Todo estaba ahí—el clímax conmovedor, la imagen en su mente que intentaba expresar con esta novela. Incluso mejor que cualquier cosa que se haya imaginado.

“¡Oiga, me gustaría comer algo de sushi de ikura ahora mismo!” Setsuna dijo, sin razón aparente o propósito.

“¿Sushi?” Itsuki repitió, sin entenderlo.

“Estábamos hablando del salmón, ¿recuerda? ¡Ahora quiero comer un poco!”

“¿…Entonces por qué no sales y lo haces?”

“¡Debería venir conmigo, sensei!”

“…Bueno, si así lo deseas.” Itsuki asintió, sin pensar mucho en ello.

***

 

 

Ya había pasado el atardecer cuando Itsuki y Setsuna llegaron a Hokkaido.

“¿Cómo sucedió esto…?” Itsuki se quejó mientras ponía un pie en el Nuevo Aeropuerto de Chitose, la expresión de su cara le recordaba a la de Miyako cuando llegó a Okinawa.

Había estado esperando ir a un restaurante de sushi cercano con Setsuna para su festín de huevas de salmón ikura, pero luego había empezado a engatusarlo más. “Si vamos a salir”, él dijo, “¡Será mejor que comamos unos salmones realmente increíbles, sensei! ¡Y Hokkaido es el lugar que mejor prepara el salmón!”

Itsuki estuvo de acuerdo, aun animado por su anterior viaje.  “Estuve  en  Okinawa  hace  dos  días”  reflexionó  mientras hacía las reservas del avión y el hotel. “¡Ya que estamos, bien podríamos recorrer el extremo norte de Japón también!” Los arreglos fueron un poco más complicados esta vez, con el enorme Festival de Nieve de Sapporo en pleno apogeo, pero al fin y al cabo todo se solucionó. Sí “Ya que estamos, bien podríamos” en efecto.

Y a pesar de viajar a Hokkaido en busca del caviar de salmón, Setsuna comenzó el viaje comiendo un tazón de ramen de miso en un restaurante del aeropuerto. “¡Oiga, tenía hambre!” protestó, sonriendo. “¡Si vino hasta Hokkaido, tiene que probar el ramen, sensei!”

Podrías haber ido por algo con mariscos, pensó Itsuki, pero su propio ramen era demasiado delicioso para preocuparse por eso. Esta era su primera vez en la isla norte de Japón, así que pensó que debería disfrutar del viaje.

Entonces se subieron a un tren hasta su hotel en Sapporo. Luego, cuando salieron de la estación de Sapporo, se percataron de algo: el frío y el aullido del viento.

“¡C-Cielos, me estoy congelando…! ¡Esto es una locura!

¡¿Cómo puede la gente vivir así?! ¡Me voy a casa!”

Había una ligera tormenta de nieve mientras Itsuki temblaba, haciendo difícil evaluar lo que había a su alrededor. Setsuna estaba vestido aún más ligero que él, pero se mantenía alegre, cantando ‘Winter, Again’ del grupo pop GLAY mientras caminaba por la acera.

“Hm hmm hmmm, hmmm hm hmm hmm hmm hmm hm hmmmm… ♪”

En realidad, él estaba cantando las letras (y también era  bueno),  pero  nuestro  editor  no  quería  pagar  los derechos de licencia.

“Cantando sobre llevar a tu novia a Hokkaido en invierno… Takuro debe ser alguna especie de sádico…¿Sabes dónde está el hotel?”

Setsuna miró fijamente a Itsuki. “¿Eh? ¿No era más o menos por aquí?”

“…Dame un segundo.” Itsuki buscó el hotel en su teléfono. “¡…Estábamos yendo en una dirección completamente opuesta, imbécil! ¡Dahhhh! Hmmm, hmm hmm hmm hmmmmmm…”

Itsuki estaba tan preocupado por este giro de acontecimientos que comenzó a cantar ‘White Breath’ de T.M.Revolution (las letras, una vez más, se dejan a la imaginación) mientras se guiaba con la dirección en la pantalla de su teléfono hasta el hotel.

***

 

 

La mañana siguiente comenzó en un restaurante, donde cada uno de ellos ordenó unos opulentos tazones de sashimi servidos sobre arroz. Estaban prácticamente rebosantes de erizos de mar, huevas de salmón y patas de cangrejo, con montones de camarones del norte y vieiras en el extremo superior. Claramente había muchos más ingredientes que el arroz.

“¡Esto es demasiado!”

“¡Ja-ja-ja!¡Nunca he visto nada como esto!”

Los dos quedaron sorprendidos y encantados por la

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comida. Pero una vez que terminaron de comerlo, Itsuki protestó, “Creo que he tenido suficiente erizo de mar y huevas por un tiempo…”

“Si,” asintió Setsuna somnoliento. “No tenía idea de que mucho de eso realmente podría enfermarte…”

“…Sabes, nunca entendí por qué incluían el jengibre y las hojas de shiso en la parte superior de estos tazones, pero ahora lo entiendo. Necesito algunas verduras, en serio…”

De cualquier manera, se habían propuesto comer huevas de salmón, y comieron las huevas de salmón. Habían reservado el hotel sólo por una noche, y su vuelo de regreso era por la tarde, así que se marcharon, viajaron de vuelta al aeropuerto, hicieron una pequeña compra en la terminal y para el almuerzo comieron un poco de jingisukan—asado a la parrilla en una sartén, una comida popular en Hokkaido.

De camino al mostrador de registro del vuelo, Setsuna se detuvo frente a un cartel del Festival de la Nieve de Sapporo.

“Oiga, sensei, voy a quedarme aquí una semana más, más o menos.”

“Um, ¿qué dijiste?”

“¡Ya sabe, estoy aquí después de todo! Pensé que debería ir a ver el Festival de la Nieve, también.”

“Eso es un poco precipitado, ¿no?”

“¿Quiere venir conmigo, sensei?”

“De ninguna manera. Demasiado frío. ¡Y demasiada gente!”

“¿Ah, sí? Bien, bueno, tengo que cancelar mi vuelo, ¡así que nos vemos luego! ¡Gracias por el chinsuko!”

“Uh, ¿de nada?”

Itsuki sonrió distraído mientras despedía con la mano a Setsuna que se marchaba, con la mente aún en blanco.

“Él va a donde el viento lo lleva, ¿no?”

Sin otras grandes ideas, Itsuki abordó el avión solo, volvió a Tokio, regresó a su apartamento, encendió la calefacción, y se sentó junto a su kotatsu. El dibujo de Setsuna de la escena de sexo entre la chica y el tiburón ballena seguía sobre la mesa. Lo miró fijamente durante un rato.

El empaque puede referirse a toda una gama de cosas.

Un solo aspecto sobresaliente no sería suficiente para hacer que un producto se venda; ni tampoco un solo aspecto inferior lo condenaría al fracaso.

El arte era la pieza más importante del contenido de una novela ligera, pero incluso el mejor arte del mundo podría no ser un buen complemento para los distintos gustos de los lectores.





El arte podría no encajar con el logotipo de la portada, con el diseño del obi o dar una impresión demasiado compleja para que funcione dentro de los límites del tamaño de un libro de tapa blanda. Una obra de arte de alta calidad no era necesariamente lo mismo que una ilustración de portada de alta calidad.

Sin embargo, en muy raras ocasiones, las estrellas se alineaban y te encontrabas con una obra de arte que captaba la atención de una forma singular y abrumadora.

Que funcionaría más allá de los gustos individuales de los lectores o de la yuxtaposición con otros elementos. Resplandecería, incluso si no estuviese pensada para la edición de tapa blanda, y casi obligaría a los ojos de la gente a mirarlo.

No hay duda de ello. Eso fue exactamente lo que ideó Setsuna Ena.

Hace aproximadamente un año y medio, cuando la serie Hermanitas fundadoras del nuevo mundo terminó y era hora de lanzar la siguiente franquicia, Toki sugirió que Itsuki siguiera trabajando con Puriketsu como su ilustrador. Hermanitas Fundadoras fue un éxito comercial, independientemente de que le causara a Toki una úlcera estomacal, y el propio Setsuna ya era un fanático del trabajo de Itsuki. Parecía una elección obvia.

Pero Itsuki rechazó la oferta de todos modos. “Quiero a alguien que cumpla con los tiempos de entrega.” declaró. “Alguien que no esté incomunicado. Alguien que sea una persona decente.”

“¡Cierto!” declaró Toki al principio. Un poco más tarde, intentó retractarse. “Aunque es una pena” dijo. “Realmente me gustaría mantener a Puriketsu a cargo de este proyecto, pero si el autor no quiere que lo haga, ¡que así sea! Aunque es una pena, creo…”

Sin embargo, Itsuki tenía otra razón por la que rechazó la oferta. Para él, los plazos de entrega no eran más que buenos objetivos por los que luchar.

Estaba dispuesto a arrojarlos directamente por el inodoro si eso resultaba en algo mejor al final. No, la verdadera razón, para decirlo concisamente era: No creía que su trabajo estuviera a la altura del arte de Setsuna. Definitivamente no era al revés.

“Mis novelas pierden totalmente contra tu arte” le explicó a Setsuna más tarde cuando (con naturalidad) él le preguntó por qué Itsuki se fue con otra persona para la siguiente serie. “Así que…por ahora…no puedo hacer equipo contigo nuevamente.”

“A veces usted es tan infantil, sensei” contestó Setsuna, entre risas. “¡Por eso me agrada tanto!”

Ahora mismo, Itsuki tenía un objetivo claro. Cuando él tenga el poder de superarla a ella en este oficio, ese será el momento en el que lo busque para atacar.

En ese momento deseará que en la portada esté escrito ‘Ilustrado por Puriketsu’, y será ese el momento en el que él querrá que el arte interior sea tan alucinantemente estupendo como la historia que escribió. Luego se situaría en la cima de la industria de las novelas ligeras.

Mirando la obra de arte que Setsuna había dejado sobre la mesa, Itsuki repitió todos esos eventos en su mente una vez más. Los viajes a Okinawa y Hokkaido habían recargado lo suficientemente bien su mente.

Es hora de ponerse a trabajar.

En primer lugar, voy a escanear este arte y convertirlo en el fondo de pantalla de mi computadora.

Justo cuando pensaba en esto, su editor Toki lo llamó por teléfono.

“Si estás en busca de una nueva propuesta, sigue buscando,” dijo quejándose en lugar de saludar.

“¿Hmm? Oh, no se trata de eso.”

“¿Eh?”

“Sólo me preguntaba, ¿está Puriketsu por allí?”

“…No, en realidad no.”

“Oh…. Bueno, si aparece, lleva su trasero a la editorial por mí. Rómpele las piernas si es necesario. Yo respondo por ti.”

“Um, ¿sucede algo?” Había algo un poco fuera de lugar en el tono de voz de Toki. Eso le provocó escalofríos a Itsuki.

“…Aún no tenemos su portada del mes, y vamos demasiado apegados con la fecha de entrega. He llegado a su casa todos los días esta semana, y él nunca está.”

“Oh, ¿de verdad?”


Setsuna se encargaba del trabajo de ilustración de otra serie que Toki dirigía. Toki estaba totalmente en contra de asignárselo, pero el autor había insistido. Como Itsuki esperaba, este ilustrador no era alguien que operaba de manera eficiente.

“¿Tienes alguna idea de dónde puede estar Puriketsu ahora mismo, Itsuki? Porque juro que voy a matar a ese mocoso esta vez… después de hacerlo dibujar esa portada…”

“Hmm… no puedo decir que sí, no lo sé,” mintió, haciendo todo lo posible por no quedar atrapado en esto. No había duda de que Setsuna Ena era un dios, la clase más alta de ilustrador en el mercado, pero Itsuki esperaba que este dios fuese un poco más amable con la fortaleza intestinal de su editor cada vez que se unieran de nuevo.

 

Imouto Sae Ireba Ii Vol 1 Capítulo 8 Novela Ligera

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