Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 7

Extra 1: Es Hora De Cocinar

Cierto día en la residencia Yakagi, Suimei acababa de salir de su estudio. En su camino hacia la sala de estar en el primer piso, no pudo evitar notar una anormalidad en la cocina mientras pasaba.

“… ¿Eh? ¿Qué están haciendo allí?” murmuró.

“Oh, parece que las dos están preparando una comida”, respondió Felmenia, que ya estaba en la sala de estar.

La “anormalidad” en cuestión era que Lefille y Liliana, ninguna de las cuales era un accesorio habitual en la cocina, parecía estar tramando algo. Felmenia dijo que estaban preparando una comida, pero que primero sería una residencia Yakagi. Nunca habían cocinado nada juntos antes, por lo que escuchar que de repente lo estaban intentando ahora por alguna razón inspiró cierta ansiedad en el estómago de Suimei.

“Uh… ¿eso está realmente bien?”

“No hay necesidad de preocuparse, Suimei-dono. Mira, Lefille está con ella”.

“Sí, pero… Lefi-san es un poco pequeña en este momento”.

A pesar de la expresa preocupación de Suimei, Felmenia no parecía preocupada. Normalmente, ella era la que se ocupaba de las comidas de la casa, por lo que tal vez estaba feliz de estar fuera de servicio por una vez. Simplemente estaba disfrutando de su tiempo descansando en la sala de estar mientras sus amigos cocinaban por ella.

Menia-san, eres tan pura… Tan, tan pura…

Ella estaba perfectamente en paz, pero Suimei todavía estaba preocupado. No era como si no tuviera ninguna fe en ellas, pero esta era la primera vez que oía hablar de la cocina de Lefille o Liliana.

Además, cuando Lefille se encogió, se volvió proporcionalmente torpe, lo que solo amplificó aún más sus ansiedades. En un intento por tranquilizarse, escuchó lo que estaba sucediendo en la cocina.

“Como era de esperar… de Lefille. Ese corte… fue espléndido”.

“¿No es así? Ahora es el momento de mostrarles a estos vegetales las habilidades con la espada que he cultivado. Aquí vamos.”

Sonaba como si estuvieran cortando ingredientes. Animado, Suimei se asomó por la puerta agrietada… pero lo que vio lo confundió.

“… ¿Eh?”

Lefille sostenía un cuchillo en la mano derecha y un vegetal en la izquierda. Pero no había ninguna tabla de cortar, ni nada parecido a una, en ningún lugar cercano. ¿Qué estaba planeando hacer?

“¡Hiyah!”

Lefille soltó un lindo grito mientras lanzaba la verdura al aire y la cortaba, tal como lo haría un espadachín que realiza un espectáculo callejero en busca de propinas. Liliana observó todo esto con una mirada alegre.

“Asombroso. Todos tienen… la misma forma”.

“¿Cierto? Cortar verduras es una insignificancia para mí”. Sin embargo…

“¿Cierto?” ¡Mi culo! ¡Usa una tabla de cortar, maldita sea! ¡Eso es comida! Además, ¡eso es lacerar, no cortar!

Suimei había usado magia para cortar papas para hacer papas fritas antes, pero no había tenido muchas opciones sin una mandolina o algo por el estilo. Pero esto… Ni siquiera sabía por dónde empezar.

“El siguiente es… mi turno. Voy a freír… las verduras cortadas”.

O eso declaró Liliana, pero Suimei no vio una sartén o aceite en ningún lugar cercano. ¿Qué estaba planeando hacer? Antes de que pudiera procesar completamente ese pensamiento, un sentimiento terrible asedió a Suimei.

Espera, ella no…

“Oh Fuego… Baila”.

¡AAAAAAAAH!

Justo cuando las campanas de alarma mental de Suimei estaban sonando, Liliana arrojó las verduras al aire y usó fuego mágico para quemarlas… Todo terminó en un abrir y cerrar de ojos.

“Mm… Sí, espléndido.”

O eso dijo Lefille. Y tenía esa apariencia: las verduras parecían estar muy bien fritas. A pesar de haber sido quemados por fuego mágico, estaban perfectamente crujientes. Sin embargo…

El sabor está muerto… Eso es todo. Lo mataron.

Hace bastante tiempo, el profesor monstruo residente de la Sociedad había conseguido que Suimei  bebiera café tibio que había sido creado en cantidades masivas varios cientos de años antes. Tenía un mal gusto indescriptible, y todo a su alrededor no era bueno. Cuando el padre de Suimei también lo había probado…

“Hay un cierto romance en tales usos de la magia, pero nada romántico puede resultar de ello…”

Esa fue su reacción en ese momento, pero lo que dijo se aplicó a muchas cosas. Los resultados hermosos y simples nunca vendrían de algo tan exagerado.

Entonces, no importa cuán profundamente inmerso en la magia estuviera un mago, eso no equivalía a la habilidad de cocinar.

El oficio de hacer cosas a mano era un arte completamente diferente, y tratar de producir algo amoroso así con magia no era diferente a usar una máquina. Y mientras Suimei reflexionaba sobre tal matiz, las chicas avanzaban a toda máquina. Parecía que habían pasado de freír verduras a hacer sopa.

“¡E-Esta salado! ¡¿Pusimos demasiado?!”

Aaah: En realidad, ese es un problema bastante común cuando se trata de condimentar cosas.

Pero cuando ese pensamiento cruzó por la mente de Suimei, en un intento de corregir su error, Liliana…

“Miel… agreguemos un poco de miel”.

¡Pareeeeeeeeen! ¡Eso es lo peor que puedes hacer!

Antes de que Suimei pudiera siquiera plantear una objeción, Liliana levantó el tarro de miel.

¡Agua! ¡Se supone que debes usar agua! ¡Incluso yo sé eso! ¡Eso es un error de novato, ustedes dos! ¡Y prueba que ninguna de las dos pertenece a la cocina! ¡Ack, no, no lo hagas! ¡No lo hagas, maldita sea! ¡Aaaaah!

¡NOOOOO! 

La desesperación interior de Suimei fue en vano, y observó impotente cómo la mayor parte del tarro de miel se vaciaba en la olla. Después de mezclarlo, las chicas le dieron a la nueva sopa una prueba de sabor.

“Eww…”

“E-Esto es…”

Fue mucho más repugnante de lo que esperaban. Las dos se retorcían de dolor. Sin embargo, Lefille todavía se aferraba a la perspectiva de la victoria.

“¡No, aún no hemos terminado! Todavía hay esperanza, ¡un ingrediente secreto! ¡Dicen que cocinar se trata del amor que le pones!”

“¡Entonces permítanos… agregar todo el amor que podamos!”

Y entonces las dos chicas comenzaron a animar la sopa y a decirle que ‘se ponga sabrosa’. Fue realmente una vista adorable, pero todo lo que Suimei vio fueron dos brujas lanzando una maldición sobre su caldero.