Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: Para Que Pueda Ser Yo Mismo

Parte 5

Buscó una batalla pura y sin adulterar. Incluso dejaría de lado sus supuestos deberes para conseguirlo. Ese era el tipo de chico que era.

Si Suimei se negaba, sería un mal movimiento que sus peleas se superpusieran. No había necesidad de aumentar deliberadamente el número de sus oponentes. Y dado que el objetivo principal de Suimei era derrotar a los demonios, realmente no estaría de más tener una mano extra.

Pero si peleaban juntos aquí, terminaría revelando algunas de las cartas que había escondido en su manga… No, eso era cierto para ambos. Y en ese sentido, todavía estarían en igualdad de condiciones, por lo que no tenía sentido negarse.

“…Adelante.”

“Entonces está decidido. Solo por ahora, te confiaré mi espalda”.

Suimei asintió. Y sin decir una palabra más, se dieron la espalda el uno al otro y volvieron su maná previamente chocante y su espíritu de lucha contra los demonios que los rodeaban. En un giro inesperado de los acontecimientos, Suimei había formado una alianza temporal con un dragonnewt.

Y fue una masacre total. Ninguno de los dos se había sentido en peligro en primer lugar, pero ahora que estaban trabajando juntos, además se vieron aliviados de la carga de cuidar sus espaldas, dejándolos enfocados únicamente en la pelea frente a ellos.

Usando magia, Suimei redujo a los demonios a cenizas. Pero justo detrás de él, el puño de Eanru eliminó el doble de demonios. No había ni la más mínima posibilidad de que pudieran perder.

Frente a una pandilla de demonios tan miserable, la pelea terminaría en un instante. Cuando se dio cuenta de esto, Eanru pasó a ocuparse de los demonios que los flanqueaban. Sus ojos brillaron, y todos y cada uno de los demonios que miraba fueron aplastados en un instante.

“Tch, el ojo dracónico…”

Era la técnica que había derrotado a los demonios que rodeaban a Suimei antes. Entre todas las técnicas que causaban daño usando solo la mirada, era la más fácil de imaginar.

El ojo malvado. En el mundo de la magia, era una de las técnicas más simples y antiguas que existían. Originalmente era un tipo de maldición infligida por una mirada envidiosa o celosa… Aunque obviamente, lo que Eanru estaba usando no compartía ese origen, pero no había duda de que era un ataque asombroso.

Y era difícil incluso reconocerlo como un ataque, por lo que era aún más fácil caer presa de él. Después de acabar con una gran cantidad de demonios, Eanru sonrió de repente.

“¿De qué te ríes ahora?”

“Nada. Es solo que, incluso con plagas tan inútiles como oponentes, matarlos mientras está de pie hombro con hombro con alguien fuerte es inesperadamente estimulante. Eso es todo.”

“¿Hah?”

“Realmente inesperado. A pesar de luchar durante varias décadas, pensar que llegaría el día en que me sintiera así… Parece que incluso las débiles tienen un uso a su manera”.

Suimei no tenía idea de lo que estaba hablando. Quizás esto fue como un juego para él para ver quién podía derrotar a más demonios. Sí, era muy parecido a encadenar movimientos en los juegos de rompecabezas. Eanru no era sádico; solo se estaba divirtiendo. Destruir estos errores fue como alinear el combo perfecto y ver desaparecer todas las piezas del tablero. Pura satisfacción.

Dominando el cielo había un enjambre de demonios. Como una gran bandada de cisnes negros, lo pintaron de negro mientras se movían en masa. El General Demon  Striga estaba a  la  cabeza, guiando  a sus parientes a través de los cielos mientras los conducía directamente hacia el sur.

“’Los ejércitos humanos no pueden tender una emboscada a los cielos, por lo tanto, me gustaría que cargaras directamente’, ¿verdad? Hmph.”

Agitando sus alas mientras avanzaba, murmuró descontento sobre la orden que Lishbaum le había transmitido.

“Es probable que en esta batalla, los ejércitos humanos esperen y crean plenamente una estrategia simplista de nuestra parte. Usando eso contra ellos, yo, Ilzarl-dono y Grallajearus-dono desataremos un ataque sorpresa en su campamento principal, así que me gustaría que Latora-dono y Striga- dono sirvieran como señuelos. De esa manera, podremos asestar un duro golpe al ejército humano y derrotarlos fácilmente”.

Ese fue el resumen de su consejo de guerra antes de que tomaran caminos separados, y ciertamente fue como dijo Lishbaum. Si fueran capaces de burlar al ejército humano, podrían esperar asestar un golpe serio. Su campamento principal se convertiría en una fosa común. La verdadera pregunta era simplemente si los humanos a los que estaban lanzando este ataque sorpresa valían la pena hacer todo lo posible.

“¡Olvídate de la estrategia contra los humanos! ¿No está bien pisotearlos?

¿A qué le teme ese tipo de estos gusanos?”

Tácticas como esta deben reservarse para los oponentes que requieran tales medidas. Era cierto que a veces se necesitaba un poco de poder intelectual cuando la fuerza bruta no era suficiente. Pero la fuerza bruta fue más que suficiente para aplastar a los humanos.

Los soldados humanos no eran absolutamente nada que temer. Se habían unido para lograr algunas victorias aquí y allá, pero cada vez que los demonios se atrincheraban y comenzaban a aplastarlos, inmediatamente se retiraban, huyendo avergonzados.

Una cosa sería si los demonios estuvieran siendo rechazados, pero emplear esa estrategia en las circunstancias actuales era una broma. Por eso Striga tenía sus dudas sobre el plan, que sólo intensificaron sus dudas sobre el que lo había solicitado: Lishbaum.

“¿Ha perdido el coraje? Esto es realmente ridículo. Ese maldito tonto…”

Su insatisfacción había superado sus límites. Las quejas ociosas se desbordaban de su boca. Lishbaum siempre estaba hablando de sus planes, burlando a los humanos y aplastándolos antes de que se convirtieran en una amenaza, todo a pesar de ser un recién llegado a la corte de los demonios. Habló como si su voluntad y la de Nakshatra fueran una misma cosa, e impulsó sus planes a los demás sin dudarlo.

No había nada más frustrante que eso. Si tuviera habilidades como Ilzarl o Latora, sería una cosa. Pero para alguien con poderes tan inciertos para montar una farsa tan grandiosa… No había forma de que Striga pudiera aceptarlo. Volando mientras continuaba maldiciendo a Lishbaum, uno de sus parientes al que envió para el reconocimiento regresó.

“Hay humanos más adelante. Probablemente sean soldados que se separaron de su unidad”.

Al leer sus pensamientos, no recibió ninguna noticia particularmente buena. Si se habían topado con una unidad humana completa, estaba planeando patearlos, pero eran solo dos rezagados. Hubiera estado perfectamente bien dejar uno o dos gusanos, pero la idea de cambiar de rumbo para evitarlos le dejó un mal sabor de boca.

Y por eso planeaba seguir adelante, pisoteando a los rezagados y mascándolos mientras se ahogaban en la desesperación. Necesitaba desahogarse un poco. En el momento en que los encontrara, podría descargar todo su resentimiento reprimido sobre ellos. Mientras fantasea con eso…

“La fuerza que enviaste por delante no se encontraba por ninguna parte”.

“¿Qué?”

Striga dudó de la información que se le proporcionó e inmediatamente negó con la cabeza, ya que la consideró inútil. Si no pudieron ser encontrados, entonces probablemente significaba que se habían perdido en alguna parte. La fuerza de los demonios que Striga envió al frente estaba compuesta de nada más que centinelas brutales sin nada parecido a la inteligencia.

Los demonios que tenían alas eran lo suficientemente inteligentes como para usar el lenguaje, pero los que tenían forma de bestias e insectos rara vez lo hacían.

Su talento estaba solo en su fuerza. No era difícil pensar que se perderían a lo largo del sinuoso camino de la montaña, y sin el cerebro para corregir su rumbo, solo terminarían merodeando.

“No es posible que hayan sido derrotados por esos malditos humanos”.

Striga rechazó tales preocupaciones con una carcajada. De hecho, eso sería imposible. Si era cierto que solo había dos rezagados más adelante, ni siquiera había un ejército humano alrededor.

Y derrotar a sus parientes era una hazaña que requeriría al menos un batallón completo, lo cual era poco realista para moverse en este tipo de terreno.

Sería una historia diferente si pudieran volar, pero los pobres y lamentables humanos estaban todos atados a la tierra. La única posibilidad que quedaba era que los dos rezagados los hubieran aniquilado, lo que era completamente ridículo.

Bajando su altitud, Striga continuó hacia el sur.

Un área abierta finalmente apareció a la vista. Aislado en las escarpadas montañas, era un terreno completamente plano sin árboles. Tal como había visto a través de los ojos de sus parientes, solo había dos hombres parados allí.

Como era de esperar, eran lastimosos soldados varados. Pero Striga no tenía ninguna intención de mostrarles piedad. El deseo del Dios Maligno Zekaraia y el Señor Demonio Nakshatra era la erradicación de todos los humanos, después de todo.

El único misterio es que, a pesar de ser descubiertos, los humanos no muestran ningún signo de sorpresa…

A pesar de  ser abordados por una gran fuerza aérea de  demonios, simplemente miraron al cielo con calma. Había un hombre de blanco y un hombre de negro, el primero de pelo verde y el segundo de negro. Que resultó ser un humano y un semi-humano fue algo inesperado, pero Striga se quitó el tema de la cabeza. Batiendo sus alas con golpes mucho más fuertes de lo necesario, descendió.

“¡Humanos, realmente son unos desgraciados bastardos que sus amigos los dejaron atrás y yo los encontré!”

Striga hizo esa declaración para intimidarlos, pero ninguno dijo una palabra. Uno simplemente se quedó allí con calma, y el otro solo lo miró con una expresión idiota.

“¿Qué pasa? ¿El gato te comió la lengua? Está bien llorar y gemir como los demás humanos mientras se pide perdón. Muéstrame ese pequeño espectáculo que los bastardos suelen hacer al borde de la muerte.”

“No, dejaré de hacer algo tan tonto”.

El hombre de expresión idiota se encogió de hombros y comenzó a reír con desprecio. Hablar tan frívolamente a pesar de estar en una situación tan desesperada… Striga estaba muy divertido por su aparente estupidez.

“Heh heh heh… Seguro que tienes una boca sobre ti, por ver a qué te enfrentas. Alabaré tu estúpida valentía”.

“Sin embargo, no es una bravuconería. O un farol, para el caso”.

Con eso, el hombre de negro hizo una mueca. Mientras lo hacía, inclinó ligeramente la cabeza y miró al hombre de blanco que estaba a su lado.

“Parece que el otro lado está bajo algún malentendido o algo así, pero ¿qué piensas? ¿Son una amenaza?”

“Hmph, te pediré lo mismo a cambio. ¿Siente alguna amenaza de esta mezcla de plagas? No son más que un enjambre de mosquitos al costado de la carretera, ¿no te parece?”

Al escuchar lo que dijo el hombre de blanco, Striga se quedó en silencio por un momento. ¿De qué estaban hablando estos humanos? ¿Tenían tanto miedo de haber perdido la cabeza? Olvídese de la compostura frente al peligro, estaban insultando abiertamente a los demonios, seres que los humanos nunca deberían insultar.

Cuando eso le sucedió a Striga, las llamas de su irritación alcanzaron nuevas alturas. Estos tontos se estaban burlando de los demonios. Se estaban burlando de él. Y aún no habían terminado. El hombre de negro estaba a punto de echar aún más aceite al fuego.

“Son realmente molestos, ¿eh?”