Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: Para Que Pueda Ser Yo Mismo

Parte 4

La repentina ansiedad de Suimei no se trataba de la pelea que tenía ante él, sino de sí mismo. No tenía reparos en lanzarse con los demonios, pero en este momento, no eran la única sombra que se cernía sobre él.

Su mayor preocupación eran los Apóstoles Universales, el grupo de Eanru dirigido por el hombre del espejismo. Real y genuinamente los consideraba una seria amenaza. Estaba la pura fuerza física de Eanru, sin mencionar el talento que el hombre del espejismo había mostrado con su magia.

Pensando en su inevitable conflicto con ellos, Suimei sabía que tenía que luchar y hacerse más fuerte. La próxima vez, quería poder enfrentarse a ellos.

“Por eso… Bueno, sé que necesito agudizar mis sentidos de batalla, pero…”

Simplemente parecía un mal plan simplemente arrojarse en medio de un ejército de demonios por eso. Un mago tenía que luchar como un mago. No se ganaba nada con precipitarse imprudentemente a la batalla. Además, el objetivo que perseguía era vago.

Pero, con las cosas tal como estaban, se sintió presionado a asumir este imprudente y vago desafío. No estaba contento con su forma de ser y quería cambiar eso. Si simplemente se quedaba quieto, volvería a llegar el día en que sería esparcido por la tierra.

Reafirmando la determinación en su corazón, Suimei saltó de la sombra de un árbol. Los demonios inmediatamente alzaron sus chillonas voces mientras corrían hacia él. Querían destrozar su débil cuerpo humano con sus garras y afiladas boquillas insectoides.

Pero no era solo su fuerza en lo que confiaban. Lo que los hacía más peligrosos era el poder oscuro que rodeaba sus cuerpos. Era como un aura misteriosa y siniestra. A diferencia de los poderes negativos detrás de la magia oscura, era el poder que se derivaba del Dios Maligno como fuente.

Si alguien que no poseía la protección de la Diosa recibía un golpe de eso en su carne desnuda, no terminaría con una simple herida.

“Sin embargo…”

Sin embargo, ¿qué tenía que temer de eso? Ciertamente, el poder del Dios Maligno fue asombroso. Casi todo el poder divino lo fue. Pero en comparación con todas las otras peleas por las que había pasado antes de este día, no lo asustó. Había peleado mucho peor, y con frecuencia, por eso.

Naturalmente, esas fueron luchas contra los portadores de poderes místicos. Pero realmente, se podría decir que incluso las peleas más comunes en su mundo superaron a las de aquí.

En el mundo moderno, casi todos los combates se llevaron a cabo con tecnología y tácticas militares que la aprovecharon al máximo. Ametralladoras que podrían disparar una lluvia de balas. Granadas antitanque como el RPG-7 que otorgaban a un solo humano un aterrador potencial destructivo.

Volando a mach 2, misiles antibuque que podrían atacar con precisión desde dos kilómetros de distancia, sin mencionar los cruceros de misiles que los alojaban. Helicópteros de asalto como el Super Hind que podrían disparar a humanos desde el cielo.

Recordando sus luchas contra tales cosas, ¿cómo podría compararse la lucha contra los demonios? Al recordar pelear contra oponentes con ataques que se acercaban a la velocidad del sonido desde lugares desconocidos, la amenaza de un ataque que podía ver justo frente a él era casi ridícula. Probablemente podría manejar esto con una mano atada a la espalda, si no con ambas.

Esquivando el golpe que venía directo hacia él desde el frente y defendiéndose de las garras que se balanceaban desde el costado con magia, devolvió el ataque con magia de fuego. Cuando el resto de los demonios se acercaron, voló el suelo debajo de ellos mientras saltaba en el aire.

“Oh flammae, legito. Pro venefici doloris clamore. Parito colluctatione et aestuato. Deferto impedimentum fatum atrox”.

[Oh llamas, reuníos. Como el grito del resentimiento del mago. Da forma a la agonía de la muerte y estalla en llamas. Otorga al que me obstruye un destino terrible.]

Bajo el cielo azul claro, el canto de Suimei provocó una explosión de fuego en el bosque. El humo blanco de toda la carne de demonio incinerada se elevó en el aire y la tierra se bañó de rojo.

Era como el escenario de una pesadilla. Debajo de ese cielo azul refrescante que calmaría el corazón de cualquiera, se estaba desarrollando un banquete del infierno ardiente.

Esa impresión no pareció cambiar sin importar cuántas veces lo presenciara. Frunciendo el ceño ante los gritos y la carnicería, Suimei se entregó a pensamientos ociosos por un momento.

En cualquier caso, ¿qué significa que los demonios se muevan de formas tan monótonas y predecibles?

Lo que le vino a la mente fue algo por lo que había sentido curiosidad durante bastante tiempo. Por lo que Suimei había visto hasta la fecha, los demonios lucharon utilizando la estrategia singular de intentar penetrar directamente en territorio humano. Incluso cuando Vuishta atrapó a Hatsumi en su plan, la fuerza principal del ejército de demonios todavía estaba cargando directamente en un ataque frontal.

Los demonios tomarían formaciones con una sencillez sin tacto, pero difícilmente confiaban en la estrategia. Sus únicas tácticas eran avanzar usando la fuerza bruta para vencer.

Podría decirse que era una táctica eficaz teniendo en cuenta su número, pero esa eficacia disminuyó drásticamente cuando se opusieron, lo que los demonios estaban constantemente. Para luchar contra ellos, la gente de este mundo ejerció magia y cooperación. Incluso convocaron a héroes de otros mundos.

Y por eso, hasta ahora, los demonios siempre se habían mantenido a raya, exiliados a su propio rincón del mundo. Estaban montando una ofensiva considerable ahora, pero todavía atacaban resueltamente con una honestidad tan simple.

Es casi como…

Sí, era como si estuvieran diciendo que querían que los mataran. A pesar del hecho de que sus oponentes tomaron contramedidas contra ellos, todo lo que hicieron fue blandir el mismo fósil anticuado de un estilo de lucha que siempre tuvieron. Era como si corrieran hacia su propia muerte.

Suimei recordó incidentalmente  el famoso engaño que involucraba a animales que se suicidaron en masa. Se dijo de manera anecdótica que los lemmings extrañamente formaban grupos y, uno tras otro, se lanzaban por los acantilados al océano para ahogarse. Esto no sucedió en realidad, por supuesto, pero es lo que sintió que estaba viendo.

A menos que los ataques de los demonios sean tan monótonos para atraer a sus oponentes al descuido… Pero eso no tiene recompensa.

Las etapas en las que podrían poner eso en uso son muy limitadas, y no es como si perder todas estas pequeñas batallas fuera a ganarles la guerra en secreto. Puede que esté pensando demasiado en las cosas, o tal vez su objetivo sea algo completamente diferente…

Mientras luchaba contra los demonios, Suimei gradualmente se hundió aún más en sus pensamientos. De la forma en que lo veía, era muy posible que la principal fuerza demoníaca que atacaba al Imperio fuera un señuelo, y otra fuerza se colaba debajo de sus narices para atacar un lugar diferente.

Dado que los demonios ahora estaban activos en el Imperio y la Alianza, si se enviaba un destacamento, probablemente se dirigiría a Astel. Pero las pérdidas que estaban sufriendo para hacer eso parecían superar cualquier posible beneficio que pudieran obtener de ello.

Ciertamente, durante el caos en el que Astel se vio obligada a aceptar refugiados de otras naciones caídas del norte, era el momento adecuado para atacar, pero aun así… Sería extender demasiado sus fuerzas. Un destacamento como ese también estaría fuera del alcance de su línea de suministro.

¿Qué estaban planeando? No, tal vez no había nada en particular. Profundizando en sus pensamientos, Suimei se volvió un poco lento, y el cerco de demonios a su alrededor se hizo más denso. Sin embargo, su charla molesta interrumpió su línea de pensamiento, por lo que Suimei comenzó un cántico para callarlos. Pero antes de que pudiera terminarlo, toda la multitud de demonios se desvaneció.

Fue como si fueran agarrados por una gigantesca mano invisible y aplastados. Y luego Suimei vio que sucedía por sí mismo. Vio tres esferas vidriosas de maná que reflejaban las imágenes de los demonios dentro de ellas. Sin tolerar resistencia, los aplastó sin piedad. Suimei se dio la vuelta y miró al hombre que había aparecido detrás de él, lanzando una pregunta puntiaguda con una lengua afilada.

“¿Qué estás haciendo?”

“Nada. Estaban reunidos en una formación tan agradable, así que me hice cargo de ellos”.

El hombre al que se volvió Suimei tenía cuernos plateados y estaba de pie en medio de un charco de sangre y carne demoníaca.

Llevaba vestimentas blancas similares a la ropa tradicional japonesa que dejaba su pecho al descubierto. Tenía un collar negro brillante en forma de rosario colgando de su cuello.

Su rostro siempre lucía la misma sonrisa intrépida, como si encontrara todo en el mundo para su placer y tuviera la intención de difundir esa alegría. Era casi extraño verlo de pie en el baño de sangre que él mismo había creado de esa manera. Era como el mismísimo avatar de la batalla, el dragonnewt de los Apóstoles Universales, Eanru.

Ahogando una risa, Eanru se acercó más. No parecía ver los demonios a su alrededor. O quizás simplemente no le importaba. Era como si estuviera ciego a cualquier sensación de peligro, pero Suimei era de la misma manera.

“Aunque creo que es un poco pronto para una revancha…”

“¿Qué estás diciendo? No hay ni temprano ni tarde cuando se trata de pelear, ¿verdad? Mientras haya dos oponentes, ya sea en los confines de la tierra o en el fin de los tiempos, están destinados a luchar donde sea que se encuentren”.

“Para convertir una reunión en una pelea… ¿Eres miembro del clan Maeda o algo así?”

Suimei suspiró exasperado, y Eanru desplegó su sed de sangre para que cambiara de tono. Incluso rodeado por un ejército enemigo, se estaba preparando seriamente para una revancha. Era cierto que su conflicto no tenía un momento ni un lugar establecidos. Pero aun así, meterse aquí y ahora era demasiado caprichoso.

Aunque para un dragonnewt que dominaba la batalla, incluso las preocupaciones como el medio ambiente eran cuestiones insignificantes. Los demonios eran una moneda de diez centavos la docena para él, y ciertamente no se interpondrían en su camino mientras luchaba contra Suimei. E incluso Suimei estaba mirando para pensar lo mismo. En el momento en que los rivales se encuentran, cualquier escenario puede convertirse en una arena.

La atmósfera comenzó a gritar gradualmente. Los demonios que no fueron detenidos por las llamas de Suimei ya no se movían. Eran seres que no conocían el miedo, pero entre el maná de Suimei y el espíritu de lucha de Eanru chocando entre sí, estaban físicamente atados en su lugar.

Pero de repente, la sonrisa intrépida de Eanru se desvaneció.

“Haha, estaba bromeando. Solo estaba bromeando. Como pensaba, hay muchas cosas inútiles que surgen al conocerte”.

“¿Eh?”

“No es nada. Solo significa que no vine aquí hoy para pelear contigo”.

“Entonces—”

“Escucha, hoy vine aquí para vencer a estas malditas plagas. Y, por cierto, me encontré contigo de paso”.

“¿De paso?”

“Sí, de paso.”

“¿Viniste hasta aquí solo para derrotar a estas pequeños debiluchos?”

“El verdadero espectáculo viene después de esto. Este es solo el acto de apertura”.

“En otras palabras, un general demonio o algo se acerca, ¿eh? Secuestrar héroes y luego luchar contra demonios… Lo que están haciendo no tiene sentido, ¿saben?”

“Eso sería solo desde tu punto de vista. Desde el nuestro, por el momento, tiene mucho sentido”.

Eanru finalmente no respondió. Suimei entendió que estaba aquí para destruir a los demonios, pero no entendía por qué. Además, si no quería pelear contra Suimei, ¿por qué había hecho contacto en primer lugar?

“Entonces, ¿qué es lo que realmente quieres?”

“También estás aquí para derrotar a estas malditas plagas, ¿verdad? Pensé que iría más rápido si lo hacíamos juntos”.

“¿Estás diciendo que dado que nuestros objetivos son los mismos, deberíamos  cooperar?  No  tengo  ninguna intención de llevarme  bien, ¿sabes?”

“Igualmente. Si nos llevamos demasiado bien, después de todo, solo se convertiría en un obstáculo durante nuestra revancha”.

“En serio, solo te preocupas por esa mierda, ¿eh?”

“¿Entonces?”

El tono de Eanru había cambiado por completo. Estaba preguntando si Suimei estaría de acuerdo con su sugerencia. Eanru era su enemigo, pero tampoco era del tipo intrigante.