Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 7

Capitulo 3: Sus Respectivas Batallas

Parte 1

Y así, bajo el mando del Príncipe Reanat, la batalla entre el ejército imperial y la horda de demonios avanzaba sin problemas. Su plan era colocar trampas y emboscadas a lo largo de los senderos montañosos que conducían desde las salvajes tierras del norte del Imperio a su territorio propiamente dicho, y lanzarlas a la primera vista de los demonios entrantes.

Con ese fin, se enviaron exploradores incluso a los lugares más inhóspitos, siempre que les permitiera obtener la ventaja que necesitaban. Y hasta ahora, estaba funcionando de maravilla.

El cuerpo principal del ejército se quedó entonces para defenderse de los demonios que lograron atravesar las trampas, y se mantuvieron firmes en la línea mientras esperaban los refuerzos aliados.

Entonces, entre sus trampas y tener la posición defensiva, la ventaja en esta batalla era inevitablemente la del Imperio. A diferencia de las llanuras tierras baldías de la Alianza del norte, incluso el terreno estaba de su lado aquí.

Las laderas montañosas y los acantilados les brindaban innumerables oportunidades para realizar emboscadas y tomar a sus enemigos con la guardia baja.

Además, habían tenido acceso a inteligencia confiable incluso antes de que comenzara la batalla. Los demonios se habían abierto paso a la fuerza a través de los otros países que conducían al Imperio, dándole al Imperio la oportunidad de observar sus movimientos y prepararse en consecuencia.

En esencia, les tomó bastante tiempo llegar al Imperio que el Imperio estaba listo y esperándolos cuando llegaran.

Y debido a que las cosas iban tan perfectamente de acuerdo con el plan, Suimei y los demás inicialmente se habían quedado para supervisar el campamento principal en lugar de ser llamados a la batalla.

Esto fue en gran parte para permitirle al ejército imperial el tiempo suficiente para establecer un punto de apoyo y reclamar la gloria por tomar el control de la lucha, pero ahora que lo habían hecho, Suimei y los demás finalmente fueron llamados a la acción después de unos días de espera. Y dado que Lefille había vuelto a su forma original en ese momento, fue la primera a la que Reanat solicitó.

“¿Está realmente bien confiar una unidad completa a alguien como yo?”

“Soy plenamente consciente de que tus poderes no se limitan a tu destreza en la batalla, Doncella del Santuario-dono. Me gustaría que dirigiera una unidad y desatara el poder de los espíritus al contenido de su corazón”.

Y así, Lefille dirigió una unidad de soldados imperiales para participar en la operación de estancamiento de los demonios. Marchó con ellos a un punto estratégico en la cordillera y ahora estaba mirando a los demonios.

Su unidad estaba alineada en una arboleda a lo largo de la cima de un acantilado con vista a los demonios que se abrían paso serpenteando por el estrecho y sinuoso sendero de la montaña. No tenían idea de que ella y sus hombres estaban allí, por lo que era la oportunidad perfecta para un ataque sorpresa.

“Parece… que está a punto de llover aquí”.

Pero mientras todos los demás miraban hacia abajo, una voz tranquila al frente de la formación, justo en el límite entre los matorrales y el borde del acantilado, lamentó los presagios de lluvia en lo alto.

El pelo rojo de Lefille, recogido en su habitual cola de caballo, se balanceó ligeramente cuando se volvió hacia Liliana sobre un pequeño caballo. Honestamente, no estaba segura de sí Liliana acababa de llegar o si se había mezclado con las tropas antes, pero aparecer cuando menos se esperaba casi no fue una sorpresa por parte de un ex miembro de la división de inteligencia del Imperio, no, del Maestro de la Espada del Imperio. Hija de la Sombra Solitaria.

“Lily, ¿necesitas algo?”

“Sí. Vengo a informar de la situación actual”.

“Por favor, hazlo.”

“Tal como estaba planeado, el campamento principal ha comenzado los preparativos para retirarse más al sur. Si no sucede nada importante, entonces Hero Reiji y Su Alteza Real Titania, quienes todavía están en el campamento, se mantendrán al margen y se retirarán con todos los demás. Parece que el príncipe tiene la intención de ponerlos a trabajar en la batalla decisiva”.

“Así que aún no se han desplegado, ¿eh? Como sospechaba…”

“Es porque el Héroe Reiji no tiene mucha experiencia en combate. En lugar de tenerlo luchando aquí en un terreno tan accidentado, imagino a los tácticos y tan decididos que sería mejor que pudiera mostrar su poder en otra parte. Además, si pelea en una batalla más grande con más tropas, aumentará tanto sus probabilidades de supervivencia como su moral”.

Cuando Liliana concluyó su informe, Lefille exhaló lentamente como para expulsar la tensión que acechaba en su pecho.

“¿Qué pasa?”

“Nada. Estoy un poco aliviada”.

“Estabas incómodo acerca de cómo iban a usar a Reiji, ¿verdad?”

“No es como si Reiji-kun fuera el héroe del Imperio, después de todo. Me preguntaba cómo pensaban usarlo. No me hubiera sorprendido que no lo usaran en absoluto por temor a que les robara la gloria o, peor aún, lo inscribieran en una estrategia extraña y arriesgada con el pretexto de que estaría bien porque es un héroe”.

“No hay necesidad de preocuparse. Su Alteza Reanat… no es del tipo intrigante como Su Majestad el Emperador”.

En otras palabras, eso podría haber sucedido si el propio emperador estuviera al mando de esta batalla. No habría dudado en recurrir a la protección divina del héroe para su propio beneficio.

“Ahora, ¿qué hay de Suimei-kun?”

“Parece que se le ha permitido moverse como mejor le parezca. Su Alteza Reanat no le asignó una ubicación ni le dio otras especificaciones. Dado que las ganancias militares no se están enfatizando como importantes ahora, el príncipe le informó que puede hacer lo que quiera siempre y cuando no se interponga en su camino”.

“Lo que significa… Su Alteza Reanat tiene un peón poderoso como Suimei- kun a su disposición, pero no pudo pensar en una forma efectiva de usarlo”.

“Probablemente. La fuerza de Su Alteza Reanat está en la orquestación de equipos, después de todo. Suimei es una especie de excepción especial”.

Suimei, como Lefille y los demás, valía al menos un escuadrón completo por su cuenta.

Eso significaba que, sin importar en qué escuadrón o unidad lo pusieran, estaría fuera de la liga de sus compañeros camaradas. Existía la posibilidad de enviarlo a una misión por su cuenta, pero Reanat no sabía qué tipo de potencial de guerra tenía realmente.

Y así, atrapado entre la espada y la pared, él y su ejército terminaron en la extraña posición de querer desplegar a Suimei, pero sin tener idea de cómo. Si fuera como Lefille y tuviera el carisma para liderar una unidad propia, habría sido una historia completamente diferente.

“Soy un mago y un estudiante, ¿sabes? ¿No es obvio que no puedo hacer nada como eso?” había dicho antes de que la unidad de Lefille partiera.

Mientras recordaba esa curiosa conversación con una sonrisa, Liliana examinó su entorno actual.

“Ya veo… las cosas van según lo planeado… aquí también”.

“Sí, mira. Esos malditos demonios se han estirado bastante descuidadamente. Si atacamos aquí, deberíamos poder hacer más daño del que esperábamos”.

La elección de este lugar para la emboscada fue parte de la estrategia de Lefille. Dicho esto, la ruta que estaban tomando los demonios había sido confirmada de antemano.

Todo lo que Lefille realmente tenía que hacer era guiar a su unidad allí y lanzar la red. Dado que los demonios se abrían paso a lo largo del estrecho sendero de la montaña, sus filas eran notablemente más delgadas de lo habitual.

Caminaban solamente de dos o tres al mismo tiempo. Atacarlos desde arriba ahora pondría a toda su línea en desorden, y no sería imposible exterminar hasta el último en un cuerpo a cuerpo después de eso.

“¿Ya se preparó el aceite…?” Preguntó Liliana. “Sin demoras”, respondió Lefille, señalando.

En los flancos derecho e izquierdo de la unidad, varios hombres estaban reunidos alrededor de grandes ollas de barro. En estas circunstancias, el fuego les resultaría una herramienta bastante útil.

No haría nada contra los demonios debido a su protección del Dios Maligno, pero tenían monstruos regulares mezclados en sus filas, y eso cambió las cosas considerablemente. Después de dejar caer rocas al principio y al final de su línea y luego verter el aceite, el equipo de magos de Lefille encendía un fuego para causar el caos mientras la unidad principal atacaba.

Era una estrategia relativamente simple, pero cuando se configuraba correctamente, era extremadamente efectiva. Cuando se le demostró a Liliana la posibilidad de la victoria, cerró los ojos con alivio y acarició el cuello de su caballo.

“Entonces con esto… me despediré”.

“¿Qué sigue para ti?”

“Terminé mis rondas… así que regresaré al campamento principal… por ahora. Después de eso… probablemente volveré a ser utilizado para las comunicaciones”.

“Lo dejo en tus manos.”

“Muy bien.”

Mientras Liliana se dirigía a la parte trasera de la unidad, de repente pareció desaparecer junto con el caballo que montaba. Una cosa era para ella hacerse desaparecer, pero también para el caballo… Lefille se preguntó qué tipo de artimañas estaba usando, y si era algo que había aprendido del Maestro de la Espada de la Sombra Solitaria o de Suimei. . No, quizás fue una combinación de los dos.

En cualquier caso, Lefille montó su propio caballo y se volvió hacia los soldados detrás de ella. Luego les dio sus órdenes como si no tuviera miedo de los demonios justo debajo.

“¡Ha llegado el momento de que hagamos nuestro movimiento! ¡Tan pronto como las rocas estén en su lugar, los magos soltarán magia de fuego en la parte delantera y trasera de su formación mientras atacamos el centro! ¡Los invitaremos a un banquete de rock y aceite, y los amenizaremos en el teatro de las llamas! ¡Ahora, prepárense!”

En respuesta a la manifestación de Lefille, los soldados soltaron gritos de alabanza silenciosos pero apasionados tanto por ella como por la Diosa.

La moral era extraordinariamente alta, considerando las circunstancias. Era una señal de cuánta fe tenían los hombres en su Diosa y su poder. Precisamente como lo planeó Reanat, el efecto del glorioso nombre de la Doncella del Santuario de los Espíritus tuvo un efecto explosivo en la lucha contra los demonios.

Una vez que la unidad de Lefille completó sus preparativos, empujaron grandes rocas por los lados más lejanos del acantilado. El peso de ellos solo aplastó a varios demonios y monstruos en la caída. Inmediatamente después de las rocas vino una lluvia de aceite viscoso y extremadamente inflamable, y luego fuego.

“Los demonios están en completo desorden…”

“Bien… así como así…”

Cuando los demonios en la parte delantera y trasera de su formación comenzaron a luchar en confusión, el pánico se abrió camino a través de la línea como una vela encendida en ambos extremos. Finalmente llegó al centro, deteniendo por completo su marcha.

Finalmente, habiendo notado las fuerzas humanas responsables de todo esto, los demonios comenzaron a aullar mientras intentaban escalar el acantilado. Pero ya estaba mucho más allá del punto que les haría algún bien.

“¡Deja atrás las defensas para los magos! ¡Toda la caballería, carguen contra esos malditos demonios en el acantilado! ¡Magos, sigan haciendo llover fuego en la parte delantera y trasera de su formación! ¡Vamos!”

A la orden de Lefille, sus soldados se precipitaron sobre el borde del acantilado como una avalancha. Se dispersaron y atacaron, creando un gran cuerpo a cuerpo. Y exactamente como lo imaginó Lefille, el camino de la montaña estaba lleno de cadáveres de demonios.

***

No importa cuán amenazante sea un demonio para un humano individual, era obvio de un vistazo qué tipo de ventaja tenía un grupo organizado de hombres sobre los demonios en completo desorden.

Y eso solo se acentuó en el estrecho sendero de la montaña. Lefille y sus tropas mantenían filas cercanas y estaban al tanto de las cosas, mientras que los demonios incluso atacaban a los suyos en el humo y el caos. Aceleraban autodestructivamente sus propias pérdidas.

Mientras tanto, Lefille manejaba hábilmente su caballo en el camino estrecho mientras dispersaba a los demonios circundantes. Ella guiaría los reinados con una mano mientras cortaba a sus enemigos con su espada en la otra.

Todos y cada uno de los demonios que se acercaron, sin excepción, fueron presa de su gran espada.

Pero los que no se atrevieron a acercarse crecieron en número a medida que ella demostraba su fuerza de caída, formando lentamente un círculo denso a su alrededor. En un espacio restringido como este, no podía desatar a Gala Valner por temor a lastimar a sus propios aliados. Así que en vez…

“Oh, vendaval rojo… Presta atención a mi voluntad. Conviértete en nuestro manto furioso”.

Mientras Lefille tarareaba esas palabras como si estuviera rezando, un viento rojo envolvió a su caballo como si estuviera vistiendo una armadura. Se afilaba por sus patas y se enrollaba en espirales especialmente gruesas alrededor de sus cascos. Y luego…

“¡YAH!”

Lefille gritó y espoleó a su caballo, cargando contra el muro de demonios sin una pizca de miedo. Se estrelló contra ellos y su viento rojo se los llevó. Los demonios en el frente también tuvieron el placer de ser aplastados por el viento rojo enrollado alrededor de los cascos del caballo.

Desde el principio de la batalla, había tomado la posición superior. Todo lo que quedaba era seguir adelante y exterminar al resto de los demonios como estaba planeado… O eso pensaba ella. Justo cuando atravesó el cerco que la rodeaba, un mensajero se deslizó colina abajo. Ni siquiera esperó a detenerse antes de gritar su mensaje de emergencia.

“¡Doncella del Santuario-dono! ¡Refuerzos demoníacos en la retaguardia!”

Pero incluso cuando ese frenético informe llegó a sus oídos, Lefille mantuvo la calma.

“Ya veo. Así que han llegado refuerzos… ¡No os perdáis, hombres! ¡Sigan el plan! ¡Derrotaremos a los demonios del frente y luego nos retiraremos!¡Dirigiré la retaguardia! Cualquiera que esté a la altura de la tarea, ¡venga conmigo!”

Su plan original había incluido una retirada estratégica después de que se hizo el daño inicial, por lo que los hombres siguieron las órdenes de Lefille sin perder el ritmo.

Después de que derrotaron a los demonios frente a ellos y aseguraron una salida, los soldados heridos y exhaustos saldrían inmediatamente. Los magos que se habían quedado en el acantilado ofrecerían apoyo y fuego de cobertura. Y tan pronto como todo estuvo en su lugar, el retiro comenzó de manera ordenada.

Mientras eso sucedía, Lefille se dirigió a la parte trasera de su unidad. Los refuerzos demoníacos deberían estar a la vista en cualquier momento… sin embargo, el camino sinuoso y serpenteante detrás de ellos parecía sorprendentemente claro.

“Ya veo. Desde el cielo, entonces… ”

Lefille miró hacia arriba para ver una masa oscura de algo frente a las nubes. Como diría Suimei, se parecían a los espíritus alados malignos conocidos como demonios.

Y batiendo esas poderosas alas de murciélago, volaron como una tormenta sangrienta desde arriba… Para los humanos, lo alto era un punto ciego natural, y una posición particularmente problemática desde la que ser atacados.

“¡Calmaos, hombres! ¡No se debe temer al enemigo solo porque viene del cielo!”

Lefille anticipó los disturbios de los soldados y lanzó un grito de guerra. Pero ella no recibió respuesta de ellos. En su lugar llegó una voz extremadamente coqueta directamente desde arriba.

“Oh cielos, ¿eso es lo que piensas?”

La lujuria rezumaba de cada dulce y pecaminosa sílaba. En lugar de un soldado en el campo de batalla, sonaba como una prostituta persuasiva. Lefille miró hacia arriba  y vio la sombra de un demonio.