Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 7

Capitulo 1: En La Residencia Yakagi

Parte 4

“¡Pfft! ¡HAHAHAHAHAHAHAHA! ¡¿Qué demonios es esto?! ¡¿No es demasiado tonto?! ¡P-Pequeña! ¡Eres pequeña, ¿sabes?! ¡No importa cómo lo mires, esto es un juego sucio, Doncella del Santuario-dono! ¡HAHAHAHAHAHAHAHA!”

Graziella apenas pudo contener la risa. Ella estaba en puntadas, casi doblada y sosteniéndose los costados mientras rugía. En cuanto al tema de su risa, Lefille estaba mortificada y al borde de las lágrimas.

“¡Mierdaaaaaa! ¡No te rías! ¡No soy así porque quiero serlo! ¡Así que ni una risa más tuya! ¡Si insistes en continuar, entonces no mostraré misericordia!”

Con lágrimas en los ojos, Lefille pisaba fuerte y agitaba los brazos. Y en un giro muy inusual para ella, incluso comenzó a maldecir. En respuesta a eso, Graziella hizo todo lo posible por hablar a través de su risa.

“N-No, dejaré de hacerlo por ahora. Tengo una deuda que pagarte, pero en este momento simplemente se consideraría acoso. Y no es agradable intimidar a los débiles, ¿verdad, Doncella del Santuario-dono?”

Graziella volvió una mirada aguda hacia Lefille mientras hablaba claramente de su rencor. Parecía que estaba criticando algo que había surgido la última vez que se encontraron. Lefille parecía quedarse sin palabras, y después de temblar de frustración por un tiempo…

“¡UWAAAAAAAAAAAH!”

Dejó escapar un gemido de frustración a todo gas y se marchó furiosa. Como si la persiguiera fuera del área, la risa de Graziella llenó la habitación una vez más.

“¡HAHAHAHAHAHAHAHA! ¡No puedo, simplemente no puedo! Esto es… demasiado tonto…”

Sus palabras no contenían ni una pizca de sarcasmo. Parecía que la reacción de Lefille le pareció honestamente divertida. Dejándose caer en una silla, continuó riendo. Habiendo pasado de intervenir en su intercambio, los pensamientos de Suimei se volvieron compasivos hacia Lefille mientras gemía.

***

Cuando Lefille finalmente regresó después de irse, Graziella comenzó a interrogarla de inmediato.

“¿Entonces qué pasó? ¿Qué ha sido de ti, Doncella del Santuario-dono?”

Estaba hablando muy en serio, pero como todavía no podía contenerse del todo, una inconfundible sonrisa apareció en sus labios. Lefille sacó la lengua e hizo un puchero de una manera extremadamente infantil.

“¡Nada en especial!” resopló, volviendo la cabeza indignada.

“Pero mírate. A menos que mis ojos me engañen, eres un poco más pequeña que cuando nos vimos por última vez”.

“¿Tiene algún tipo de queja, alteza?”

“Difícilmente. De hecho, lo encuentro bastante divertido. ¿Por qué no programamos apariciones para usted en la catedral imperial de esta manera? Demostrando tus habilidades como la Doncella del Santuario de los Espíritus de una forma tan dulce, estoy seguro de que los fieles vendrán en masa a verte. Aunque la mayoría de ellos probablemente estarían allí para ganarse su favor. ¡Pfft…!”

Se escapó un pío de la risa sofocada de Graziella. Probablemente se estaba imaginando a una pequeña Lefille tratando de ganar dinero en la catedral.

“¡Absolutamente no! ¡No soy una exhibición!”

Después de que Lefille rechazó su propuesta, la expresión de Graziella de repente se volvió seria.

“¿Qué estás diciendo? Bríndele todo lo que quiera, pero las  figuras influyentes y las celebridades estaban destinadas a ser exhibidas. Son figuras públicas, así que ¿por qué no dejar que el público las vea bien? No hay nada más que eso”.

“Grrr…”

Lefille no podía discutir con ella. No le gustaban las implicaciones de tratar a alguien como una exposición, pero Graziella tenía un punto bastante sólido sobre la naturaleza de las figuras públicas. Su presencia fue algo positivo. Incluso si ellos mismos no lo disfrutaban, ese era simplemente el precio de la fama.

“Pero vaya, eres bastante linda así. Nunca lo hubiera soñado, viendo tu forma original”.

“¡Cállate! ¡Todavía soy linda incluso en mi forma original!”

A pesar de que Graziella hablaba honestamente sin dar aires, Lefille todavía dio un golpe con el pie en señal de objeción. Mientras tanto, todo el mundo que contemplaba esto se sorprendió con un solo pensamiento: “¿Eso es a lo que se opone?”

“¡Suimei-kun! ¡¿No le debes tú también una deuda a Su Alteza?! ¡Paga y derrótala aquí mismo! ¡Redúcela a cenizas! ¡No, no dejes nada atrás!”

La gran Doncella de  los Espíritus del Santuario de repente tomó la conversación en una dirección bastante violenta. Ella estaba instando a Suimei a resolver su disputa con Graziella en su propia sala de estar. Como era de esperar, no estaba exactamente a punto de subirse al tren.

“No, no hay manera. No importa cómo lo digas, eso es un poco…”

“¡¿No eres mi aliado?!”

“Lefi, a veces dices cosas absurdas, ¿no? ¡Eh, tú! Esto es culpa tuya, ¿sabes? Haz algo.”

Con eso, Suimei se volvió hacia Graziella. Tenía una expresión bastante disgustada en su rostro, claramente infeliz de que Suimei le hablara tan despreocupadamente de su posición real.

“Eres tan insolente como siempre, bastardo. Soy la princesa de esta nación, lo sabes. ¿No tienes la gracia de observar la forma en que hablas con tus superiores sociales?”

“¿De verdad crees que trataría de halagar a alguien que vino aquí a buscar pelea?”

“Lo suficientemente justo. Ahora que lo pienso, solo tratar de imaginarte hablando cortésmente me está provocando escalofríos”.

Cuando Graziella mostró una sonrisa provocativa, una vena protuberante se hizo visible en la frente de Suimei.

“¿Qué acabas de decir?”

“¡Hazlo, Suimei-kun! ¡Ve a por ello!”

Mientras Suimei se agitaba, Lefille aprovechó la oportunidad y trató de avivar el fuego. No había forma de que ninguna conversación continuara ahora. Io Kuzami se reía de buena gana, pero todos los demás parecían preocupados. Eventualmente, ya no siendo capaz de soportarlo, Reiji intervino en nombre de todos.

“Oye, Suimei, calmante”.

“No estoy realmente…”

“Tú también, Graziella-san. ¿Okay?”

Reiji miró a Graziella con una sonrisa. Probablemente estaba tratando de calmarla a su manera, pero no había forma de que eso solo la apaciguara. Nunca funcionaría…

“Hmph… Muy bien. Tienes razón.”

Pero contrariamente a todas las expectativas, Graziella retrocedió. Y sin discusión. Suimei había estado seguro de que este punto muerto duraría bastante tiempo, por lo que este giro imprevisto de los acontecimientos dejó su mandíbula en el suelo. Todos los demás sintieron lo mismo.

“¿Qué? Cada uno de ustedes está poniendo una cara extraña”, preguntó Graziella.

“Nada. Simplemente retrocediste con bastante facilidad… ”

“¿Es tan malo?”

“No como tal, pero…”

Simplemente era difícil de tragar. Antes había mostrado misericordia a la pequeña Lefille, pero en el fondo, Graziella era una mala perdedora. Entonces, para que ella simplemente se echara atrás contra un oponente como Suimei con quien tenía una disputa permanente, él estaba completamente asombrado.

Lo único que pudo imaginar fue que había sido la intervención del mediador, Reiji. Y ahora que lo pensaba, Graziella parecía un poco inquieta…

“¿Qué es esto? ¿Ese idiota de Reiji capturó a otra?”

“Así parece…” respondió en voz baja Titania. “Hmph. Lo parece”, se burló Io Kuzami.

“¡Espera, espera, espera! ¿Cuándo sucedió eso?” Suimei demandó desconcertado.

En cierto modo, esto era perfectamente esperado. Después de todo, era la norma. Pero Suimei todavía estaba anonadado. Esto era desconocido para el grupo de Suimei, pero después de lo que había sucedido en el templo en el estado autónomo, la opinión de Graziella sobre Reiji se había vuelto bastante favorable. Titania era consciente de esto, y murmuró para sí misma insatisfecha sobre cómo Reiji tenía que ir a salvarla…

“De todos modos, sé que es un poco tarde para preguntar esto ahora, pero ¿por qué diablos estás aquí?”

“¿Qué? ¿No te informaron?”

“¿De qué…?”

Graziella sonaba como si esperara que él supiera lo que estaba pasando, pero Suimei no tenía ni idea. Solo la había dejado entrar porque Titania le había dado el visto bueno. Por qué había aparecido en primer lugar estaba más allá de él. Mientras tanto, Reiji parecía saber lo que estaba pasando y fingía inocente.

“Oh, ¿no te lo dije?”

“Diablos, no, no lo hiciste. No he escuchado nada sobre esto, así que si tienes una explicación, es mejor que la hagas ya”.

“Suimei, Su Alteza Imperial Graziella viajó con nosotros al estado autónomo”.

“¿Qué diablos?”

“Es culpa del molesto oráculo de la Diosa”, dijo Graziella. “Después de que ustedes abandonaron la capital imperial, un oráculo apareció ante mí para entregar el mensaje de que debía acompañar a Reiji. Por eso también estoy aquí hoy”.

Graziella continuó explicando cómo se había unido al grupo de Reiji. Por eso, más o menos, se había invitado aquí. Escuchándola, Suimei cruzó los brazos sobre su escritorio y gimió.

“Entiendo por qué viniste, pero ¿no es una cosa completamente separada para ti estar con nosotros de esta manera?”

“Las circunstancias han cambiado. Mientras tenga mi imagen para considerar, no puedo insistir en matarte. Por muy reacio que sea a ceder”.

“Bueno, realmente no me importa mientras sepas cómo enfriar tus reacciones”.

Con eso, Suimei luego se volvió hacia sus compañeros.

“Ah, no tengo ningún pensamiento en particular sobre el asunto”, dijo Felmenia, sacudiendo la cabeza.

No le guardaba rencor a la princesa. Mientras su propia princesa se hubiera pronunciado al respecto, como su sirviente, Felmenia estaba obligada a seguir el ejemplo de Titania en lugar de expresar su propia opinión. Lefille, sin embargo, parecía bastante infeliz. Al menos, su anterior intercambio con Graziella la hizo reacia a aceptarla ahora. Pero después de haber sido tan seria, Lefille no pudo oponerse directamente.

“Entonces, comenzando de nuevo, soy Graziella Filas Rieseld. No espero que me trates favorablemente, pero ten en cuenta que actualmente estoy viajando con Reiji y los demás”.

Después de dar una breve autopresentación, Graziella se volvió hacia Liliana.

“Liliana Zandyke, ha pasado un tiempo”.

“Es bueno verte de nuevo.”

“Si alguna vez desea volver a Elite Doce, me complacerá escuchar su caso en cualquier momento”.

“Gracias… pero ya no tengo ninguna intención… de regresar”.

“…Ya veo. Que así sea, entonces”.