Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 15: Un Efímero Nuevo Juego Plus

Capítulo 14: El Camino Hacia un Gato Viejo

Parte 3

Bogg miró detrás de él, básicamente a Haruhiro. No parecía sorprendido por lo cerca que estaba Haruhiro. Era como si solo lo estuviera verificando y también tramando algo al mismo tiempo.

El objetivo de Haruhiro era matar a Bogg. ¿Cuál era el de Bogg? ¿Su objetivo era huir a la Torre Tenboro? Era otra cosa, ¿no?

—¡Haruhiro! —gritó Kuzaku detrás de él.

Incluso sin darse la vuelta, Haruhiro se dio cuenta de que no era solo Kuzaku; varios de sus camaradas habían ido tras Haruhiro.

Bogg gritó—: ¡Higyahhah! —¿Era una orden de algún tipo?

Múltiples goblins sacaron la cara del abatís. Se habían estado escondiendo. Con algo en sus manos.

Justo en frente del abatís, Bogg bajó su postura, como si se deslizara por los adoquines.

Lo que los goblins del abatís tenían en sus manos eran ballestas. Había más de diez de ellos.

—¡Al suelo! —gritó Haruhiro mientras se agachaba.

Los goblins del abatís dispararon sus saetas. Haruhiro se quedó abajo, con la cabeza mirando hacia atrás. Kuzaku estaba aquí. Tomando nota. Setora, Kiichi, Mary y Shihoru también. Además de Anthony y sus hombres. Ellos ya sabían que vendrían las saetas. Setora estaba agachada. Mary y Shihoru se quedaron ahí, con los ojos muy abiertos.

—¡Ohh! —dijo Anthony. No estaba claro lo que estaba pensando Kuzaku, pero abrió los brazos. Su gran katana todavía sujetaba su mano derecha, sus pies estaban tan abiertos como sus hombros y su pecho inflado. Parecía casi como si estuviera tratando de bloquear el camino, no, eso era exactamente lo que estaba haciendo. Kuzaku debe haber estado tratando de no dejar pasar ni una sola saeta.

Porque sus camaradas estaban detrás de él. Sin importar cuántas saetas salieran volando, estaba tratando de bloquearlas a todas con su propio cuerpo y proteger a sus camaradas. «Soy enorme, ¿saben? Mi cuerpo es demasiado grande, y eso a veces se interpone, pero también puede ser útil en momentos como este, ¿eh?», parecía algo que Kuzaku podría decir con una risa.

Hombre, eso es lo que pasa contigo…, pensó Haruhiro. Las saetas perforaron el pecho y el vientre de Kuzaku una tras otra.

Parecía casi excesivo. Cinco o seis saetas, no, incluso más penetraron fácilmente en la armadura de Kuzaku.

A veces eres demasiado genial.

Anthony recibió una saeta en el lado derecho de su pecho. «¡Gah!», gimió y casi se dobló antes de caer sobre una rodilla.

Kuzaku seguía de pie, pero no del todo erguido e inmóvil. Tosió sangre, una vez, luego dos, y parpadeó. No queriendo vomitar más sangre, cerró los labios con fuerza, pero cada vez que tosía, la sangre brotaba de su nariz.

¿Ahora qué?, pensó Haruhiro. ¿Qué debo priorizar? Sé que necesito apuntar a un objetivo, pero ¿es eso realmente importante?

«¡Kuzaku…!» y «¡Kuzaku-kun…!», Setora y Shihoru gritaron el nombre de su camarada. Mary corría a su lado.

Haruhiro se puso de pie de un salto y se volvió.

No. Kuzaku. Ahhh. No. No, eso no está bien. No lo está. Lo siento, Barbara-sensei, ya no puedo hacer esto. Kuzaku. Kuzaku no puede aguantar mucho más. Esas no son heridas con las que puedas soportar. Es imposible. Es una locura.

Kuzaku cayó de espaldas. Mary lo atrapó, pero pesaba mucho. Parecía que se iba a caer. Haruhiro tenía que llegar ahí y apoyar a Kuzaku con Mary.

—¡De nuevo…! —vino una fuerte advertencia de Setora.

Haruhiro miró el abatís. Los goblins estaban mirando hacia afuera.

Bogg estaba del otro lado. Se había subido a una especie de plataforma y estaba dando órdenes.

Los goblins del abatís apuntaron con sus ballestas. ¿Ya habían recargado? O tal vez habían cargado ballestas adicionales de antemano.

—¡Mary! —Haruhiro la llamó mientras se apresuraba a llevar a Kuzaku al lado de la calle. En medio de las saetas voladoras, Haruhiro y Mary arrastraron a Kuzaku a la sombra de uno de los enormes objetos.

—… Haruhiro —jadeó Kuzaku.

Kuzaku estaba flácido. Había dejado caer su gran katana en algún momento, porque no la sostenía ahora. Había tres saetas en el pecho de Kuzaku, otra en su hombro derecho, una más en su brazo izquierdo y dos más enterradas profundamente en su estómago. Abría y cerraba los ojos, tal vez tratando desesperadamente de aferrarse a su conciencia que se desvanecía.

Con voz débil—: Haruhiro… —repitió.

—¿Q-Qué? ¿Qué pasa, Kuzaku…? —Haruhiro acercó su cara a la de Kuzaku. ¿Eh? ¿Qué es esto?, pensó.

Siento que recuerdo.

Kuzaku agarró el brazo izquierdo de Haruhiro en su mano derecha con sorprendente fuerza.

—Lo… si… ento…

—¿Eh? ¿Qué? ¿L-lo siento? ¿Por qué? ¿Qué…?

Siento que esto ha sucedido antes.

La palidez de Kuzaku era terrible. Drenado de sangre; ni blanco ni azul, sino color ceniza.

No con Kuzaku.

Alguien más.

—… Manato —susurró Haruhiro.

Es verdad.

Kuzaku va a morir como Manato. Eso no puede pasar.

—¡No puedes, Kuzaku!

—Lo.. sien…to mu…

¿Es por eso que Kuzaku se disculpa? «Parece que voy a morir, lo siento por morir», ¿es eso?

—¡No seas estúpido!

—¡Muévete! —Mary apartó a Haruhiro de Kuzaku.

Mary presionó su mano derecha contra Kuzaku. Luego, usando su mano izquierda para comprobar las saetas que sobresalían de su cuerpo—: ¡Aún puede lograrlo! —decidió—. ¡Saquen esas saetas! ¡Tan rapido como puedan! ¡Todas! ¡No tiene sentido curarlo con magia mientras todavía están ahí! ¡Haru! ¡Setora! ¡Shihoru, ayuda también!

Hasta ese momento, Haruhiro no se había dado cuenta de que Setora, Shihoru y Kiichi estaban junto a ellos. ¿Qué estaban haciendo Anthony y sus hombres? Eso pasó por su mente por un segundo, pero Kuzaku estaba primero. Mary dijo que lo lograría. Magia.

Eso era cierto. Mary podía curarlo con magia. Pero las heridas no podían cerrarse con las saetas en su interior. Iba a haber una hemorragia masiva cuando las sacaran, y eso era peligroso, pero lo harían. Sacar todas las saetas a la vez, luego, sin perder tiempo, Mary usaría su magia. Tenían que hacerlo.

Había siete de ellas. Quería que Mary preparara su magia. Haruhiro sacaría dos, Setora dos, Shihoru dos y Kiichi la última. También necesitarían que Kiichi les ayudara.

Kuzaku ya no respondía, sus ojos cerrados temblaban. No estaba claro cuánto más duraría y no había tiempo. No había otra forma. Pero ¿podría el nyaa hacerlo?

—¡Está bien! —Setora estaba en el trabajo.

Mary se llevó los dedos a la frente y el resto del grupo agarró sus respectivas saetas.

—Oh, Luz, que la protección divina de Lumiaris sea contigo —comenzó a cantar Mary una oración.

—¡Listo, ya! —gritó Haruhiro.

Haruhiro, Setora, Shihoru y Kiichi sacaron las saetas de Kuzaku al unísono.

Mary volvió ambas manos hacia Kuzaku.

—¡Sacrament…!

Debido a que miró esa luz intensa, Haruhiro quedó temporalmente ciego.

—¡Oh, sí! —Escuchó decir a Kuzaku.

Esta no es una situación para un «Oh, sí», pensó Haruhiro.

Se frotó los ojos. Kuzaku ya estaba de pie.

—¡Vivo de nuevo! ¡Gracias a todos!

—… ¿Vivo de nuevo? —Mary parecía exasperada—. Ni siquiera moriste.

—¡No nos preocupemos por las pequeñeces! —dijo Kuzaku con una sonrisa.

Haruhiro se frotó los ojos de nuevo.

—Hombre, eres un…

—Eh, Haruhiro, ¿estás llorando…? —Kuzaku dijo algo que realmente no debería haber dicho.

—¡No! —Haruhiro respondió, sacando su cara de detrás del enorme objeto y mirando hacia el abatís. Bogg estaba en su plataforma, agitando su espada roja y chillando salvajemente. Los goblins del abatís parecían estar trabajando en algo. Probablemente cargando ballestas.

Anthony se estaba refugiando detrás del objeto enorme directamente al otro lado de la calle. Solo Anthony. Dos de los hombres de Anthony estaban tendidos en la calle. El propio Anthony tenía una saeta en la parte derecha del pecho y probablemente no podía moverse correctamente. Lamentablemente, que Mary curara a Anthony con magia iba a tener que esperar.

—¡Kuzaku, carga directamente! ¡Todos, apóyenlo!

—¡Estoy en eso! —Kuzaku dijo, lamiendo sus labios con energía—. ¡Cuando sabes que cualquier cosa que no te mata instantáneamente se puede arreglar, es una locura lo valiente que puedes ser!

—¡Idiota! —Setora golpeó a Kuzaku en la parte posterior de la cabeza—. ¡No toleraré que te maten a medias de nuevo!

—¡No es bueno para mi corazón! —dijo Shihoru en un raro tono acusatorio.

—Je —Kuzaku inclinó la cabeza tímidamente—. Lo siento.

—¡No te dejaré cruzar esa línea final! —Mary dijo con firmeza.

Luego, miró a Haruhiro.

Esa sonrisa digna, la recordaba.

Había momentos en que Mary era demasiado hermosa, cruzando a otro mundo.

—¡Contamos contigo! —fue todo lo que dijo Haruhiro antes de salir corriendo.

No necesitaba mirar. Kuzaku saltaría al camino, tomaría su gran katana y cargaría contra el abatís. Sus camaradas lo seguirían. Shihoru lanzaría Dark. Mary protegería a Shihoru, y Setora y Kiichi apoyarían a Kuzaku.

Haruhiro salió corriendo por su cuenta, pasando entre los objetos ernormes, y se dirigió hacia la Torre Tenboro.

—¡Oorahhhh! ¡Vengan aquí! —Kuzaku estaba en la calle, provocando al enemigo.

Parecía que los goblins del abatís aún no habían terminado de recargar sus ballestas. Si lo hubieran hecho, hacía mucho que las habrían disparado.

Kuzaku y los demás desempeñarían bien su papel. Llamarían la atención del enemigo.

Haruhiro se acercó al abatís frente a la Torre Tenboro desde un costado.

Sumérgete.

Sumerge. Mi presencia. Mi misma existencia.

No, no te sumerjas.

Húndete.

Simplemente húndete suavemente.

Bogg echó a otro goblin de la plataforma. Insultó y apresuró a sus tropas, como si dijera: «¡Dense prisa, idiotas lentos!».

Los goblins del abatís dejaron de recargar sus ballestas y las dejaron a un lado, recogiendo en su lugar lanzas largas. Metieron las lanzas a través del abatís, probablemente tratando de mantener a Kuzaku bajo control. Como para mostrarles que era inútil—: ¡Zeahhh! ¡Ha! —Kuzaku blandió su gran katana y cortó varias lanzas.

Bogg debió haber renunciado a los goblins que manejaban el abatís, porque saltó desde la plataforma y se movió para huir dentro de la Torre Tenboro a través de la puerta principal sin puerta. Bogg ni siquiera lo sospechó.

Que Haruhiro se había colado detrás de él.

Haruhiro trepó silenciosamente por encima del abatís y agarró a Bogg por detrás. Ese fue el primer momento en que Bogg registró su existencia. Haruhiro cortó la garganta de Bogg con su daga. Cuando estaba tan cerca, no podía fallar. Es posible que Bogg haya querido lanzarle una odiosa invectiva mientras moría, pero su tráquea estaba cortada. El goblin no iba a decir nada.

Haruhiro empujó a Bogg al suelo, agarrando la cabeza del goblin con su mano izquierda. Haruhiro luego usó la daga en su mano derecha para cortar rápidamente todo menos la columna vertebral del goblin, la cual retorció y rompió con fuerza bruta.

Si decía que no estaba emotivo, estaría mintiendo, pero hizo todo lo posible para mantenerse bajo control. La verdad era que ahora mismo quería cortar el cadáver de Bogg, patearlo y reducirlo a carne picada, pero Barbara probablemente se habría reído de él y le habría dicho: «Ahora, escucha. ¿De qué va a servir eso, Old Cat? Eso no es lo que deberías estar haciendo, ¿verdad?».

Haruhiro no perdía la calma fácilmente. Barbara-sensei le había dicho que no era del tipo que podía hacer cosas si lo intentaba, era del tipo que intentaba hasta que podía hacerlas. Si eso era cierto, y él no tenía ninguna duda de que así era, como su humilde alumno, así era como quería ser.

Si pudiera convertirse en un ladrón que nunca se le escapa nada, siempre viviendo en sus propios términos, como un gato viejo, entonces tal vez eso le permitiría pagarle de alguna manera.

Haruhiro se puso de pie, con la cabeza cortada de Bogg en su mano izquierda.

Hemos ganado, pensó, pero no lo dijo en voz alta. Para alguien como él, con los ojos soñolientos de un gato viejo, esas palabras no le parecían correctas.