Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 15: Un Efímero Nuevo Juego Plus

Capítulo 14: El Camino Hacia un Gato Viejo

Parte 1

 

 

Cuando escuchó el informe urgente de Barbara, el comandante Dylan Stone dio la orden de inmediato.

—¡Nos vamos, pedazos de mierda!


El equipo de incursión abandonó apresuradamente el gremio de los caballeros oscuros.

El segundo al mando Anthony, con su familiaridad con el área, recibió la orden de liderar el camino, y sus subordinados, el grupo de Haruhiro y los soldado

Va de capa negra del comandante Dylan, lo siguieron.

Barbara corría junto a Haruhiro. —¡No esperaba que el virrey Bogg saliera de la Torre Tenboro por nosotros! ¡Esta es una posibilidad entre un millón!

Justo después de que dejaron el gremio de los caballeros oscuros, un goblin los encontró. El goblin se escapó gritando algo.

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—¿Lo perseguimos? —Anthony preguntó en voz alta.

—¡Tonto! —Dylan gritó detrás de él—. ¡Deja ir esa mierda insignificante y sigue moviéndote, pedazo de mierda!

Para el comandante Dylan, los aliados y los enemigos eran una mierda. Kuzaku murmuró algo como: «Eres el pedazo de mierda más grande aquí», y honestamente, Haruhiro estaba de acuerdo.

Independientemente, el equipo de incursión ignoró al goblin y siguió adelante.

Según Barbara, poco después de que la fuerza principal comenzara su ataque, cuatro o cinco de los Cien salieron de la Torre Tenboro y condujeron a unas pocas docenas de goblins hacia la puerta sur. Después de eso, un goblin que parecía un mensajero se apresuró a entrar en la Torre Tenboro. Cuando lo hizo, apareció el virrey Bogg, liderando a unos diez de los Cien.

Los Cien despegaron en todas direcciones, mientras que el Virrey Bogg permanecía solo en la plaza.

La lectura de Barbara sobre la situación era que el virrey Bogg estaba reuniendo a los combatientes de élite antes de dirigirse personalmente a la puerta sur.

La Torre Tenboro era un edificio razonablemente alto, pero solo el primer y segundo piso, que tenían la sala de entrada y de de recepción, eran particularmente amplios. Todo lo que estaba arriba eran escaleras de caracol, pasillos y habitaciones pequeñas. Había sido diseñada así con propósitos defensivos si llegaba el momento.

El plan requería que el equipo de asalto irrumpiera en la Torre Tenboro y matara al virrey Bogg, pero si podían atraparlo afuera, nada era mejor que eso. Sin embargo, estar afuera conllevaba sus propios peligros. Los goblins tenían una ventaja numérica abrumadora. A pesar de eso, dentro de un edificio u otro espacio reducido, no terminarían en una situación extrema, como veinte personas contra mil de estos animales. Pero afuera, en el peor de los casos, los goblins podrían atacarlos desde todas las direcciones.

Cuando salieron del Poblado del Oeste y entraron en el distrito sur, había una escasa fuerza de diez goblins bloqueando su camino.

—¡Al ataque! —gritó Anthony—. ¡Guerreros de la frontera, muéstrenles su orgullo…!

Anthony y sus cinco guerreros se lanzaron a la línea de los goblins sin dudarlo.

¿Era una exageración decir que los barrieron?

Cuando Anthony y sus hombres se enfrentaron con los goblins y blandieron sus espadas una vez, cuatro o cinco de los goblins fueron derribados o enviados a volar.

Los goblins que no fueron asesinados y solo perdieron el equilibrio huyeron en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Hey, esos tipos son fuertes! —Kuzaku dijo alegremente.

—El enemigo es débil —se rió Barbara—. Old Cat, voy a ir por otro camino, comprobar la situación y volver.

—¡Sí, sensei!

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—Buena respuesta.

Barbara le lanzó un beso mientras dejaba el equipo de incursión. Avanzaron más y más, en dirección a la plaza frente a la Torre Tenboro.

—¡Anthony-san! —Haruhiro levantó la voz.


—¡¿Qué?! —Anthony no se dio la vuelta.

—¡Reduzcamos la velocidad un poco! ¡Vamos demasiado rápido! ¡Ya estamos sin aliento!

—… ¡Bien! ¡Entendido!

—¡No le digas cosas que no necesitas, pedazo de mierda! —le gritó Dylan, pero no dijo nada más que eso, así que a Haruhiro no le importó.

¿Estoy tranquilo ahora? No creo que esté entrando en pánico. Puedo ver bastante bien lo que sucede a mi alrededor. Aunque puede que me lo esté imaginando.

No, no era que pudiera simplemente verlo, era que estaba mirando. Barbara le había dicho que tenía un amplio campo de visión, pero Haruhiro estaba girando la cabeza sin darse cuenta, siempre inspeccionando el área circundante. Era un hábito que había desarrollado. Tal vez gracias a eso, el primero en ver al escuadrón de goblins que se acercaba al equipo de incursión fue Haruhiro.

Solo había unos quince, pero todos llevaban escudos redondos y lanzas. Sin embargo, no eran solo sus equipamientos los que estaban unificados. Se movían de manera organizada.

¡Detrás de nosotros!, Haruhiro intentó gritar.

Había un goblin en el techo de un edificio de dos pisos que también daba a la calle, y acababa de sacar una espada rojiza.





Uno de los Cien, ¿eh?

Tomó una decisión rápida.

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—¡Shihoru…! —Haruhiro señaló al Cien en el techo.

Shihoru se detuvo de inmediato y giró ambas palmas hacia el Cien.

—… ¡Dark!

Apareció, como si abriera una puerta invisible, los hilos negros se entrelazaron, tejiendo una forma humanoide. Dark dejó escapar un extraño sonido y voló hacia el Cien. El goblin gritó en estado de shock y trató de cortar a Dark con su espada. Pero Dark se deslizó alrededor de la hoja y se puso detrás de su objetivo.

El Cien se dió la vuelta, buscando a Dark. En ese momento, Dark ya estaba dentro.

—¡Comandante Dylan! —gritó Haruhiro—. ¡El enemigo viene de detrás de nosotros!

—¡Pequeñas mierdas! —escupió el comandante Dylan—. ¡Los mataré a todos!

—¡Ngh…! —Uno de los hombres de Anthony cayó.

Era una flecha, no, una saeta. Había otros cinco o seis goblins con ballestas en un techo diferente al del Cien. Habían disparado una ráfaga y una o dos de las saetas habían alcanzado al subordinado de Anthony.

—¡Lo trataré! —Mary gritó, apresurándose.

Parecía que el comandante Dylan podía manejar a los que estaban detrás de ellos.

El Cien agitaba su espada roja mientras Dark jugaba con él, pero la criatura debió darse cuenta de que no estaba llendo a ninguna parte, porque se lanzó desde el techo.

—¡Anthony! ¡Kuzaku! —gritó Haruhiro, dirigiéndose accidentalmente a Anthony sin un honorífico.

Cuando el Cien que había caído sobre la calle blandió su espada roja y gritó, los goblins salieron corriendo de los callejones aquí y allá.

Anthony y sus hombres soltaron un grito de guerra y fueron al ataque.

Kuzaku lanzó un feroz asalto contra el Cien.

Mary estaba tratando de que el herido de Anthony volviera a levantarse.

—¡Setora, protege a Mary!

—¡Entendido!

—¡Shihoru, detrás de mí!

—… ¡De acuerdo!

El equipo de ballestas goblin estaba recargando. Antes de que Haruhiro pudiera siquiera dar la orden, Shihoru había enviado a Dark tras ellos.

Se acercaba un goblin que pasó junto a Anthony y sus hombres. Tenía una lanza. Shihoru estaba detrás de Haruhiro. No podía retroceder.

La punta de la lanza apuntaba al plexo solar de Haruhiro. En el último momento posible, giró su torso, adelantando el lado izquierdo. Si solo hubiera esquivado, la lanza habría amenazado a Shihoru en su lugar. Es por eso que Haruhiro empujó el mango de la lanza hacia afuera usando su mano. El goblin llevaba un casco. Cubría completamente su cabeza y la visera solo tenía unas aberturas muy delgadas. No parecía que proporcionara buena visibilidad o audición, pero era un casco sólido. También tenía una armadura de cota de malla e incluso un peto.

Haruhiro se acercó al goblin.

Cuando el goblin vaciló, pisoteó con fuerza su pie derecho. A pesar de que tenía casco y armadura, el goblin seguía descalzo. En su mitad inferior, también llevaba una especie de pantalón de cuero. Haruhiro enterró su daga en el muslo derecho del goblin, justo por encima de la rodilla. Gritó y echó la cabeza hacia atrás con dolor.

Agarró al goblin por la mandíbula con la mano izquierda y giró mientras lo empujaba al suelo. Se puso encima y, usando el peso de ambas rodillas, presionó la mandíbula del goblin aún más fuerte.

Mientras el goblin gritaba «¡Agahh!», y se resistía desesperadamente, Haruhiro rápidamente levantó la visera del casco.

Podía ver la cara del goblin a través de la abertura.

Haruhiro tomó su daga, sosteniéndola en su mano derecha con un agarre de revés, y la hundió en su ojo izquierdo.

Le dio una profunda, profunda puñalada y un giro.

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El goblin dejó escapar un «¡Gagoh…!», y luego cayó flácido.

Antes de que pudiera pensar: «Se terminó», ya se había alejado del goblin.

—¡Sigan adelante! —gritó el comandante Dylan.

—¡Pero…! —Haruhiro gritó de vuelta—. ¡Saben que estamos aquí! ¡Los Cien vendrán a detenernos!

—¡¿Crees que ahora podemos cancelar el ataque, pedazo de mierda?! ¡Vamos a llevar a cabo la misión, incluso si todos mueren en el proceso!

Haruhiro no pudo evitar pensar: Dices eso, pero apuesto a que estás planeando sobrevivir por tu cuenta. Eres el verdadero pedazo de mierda aquí.

—¡No estoy diciendo que se cancele! Pero si nos lanzamos sin ningún plan…

—¡Zahhhhhhhhh…! —Kuzaku cortó al Cien.

—… Las bajas que sufriremos… —Haruhiro se quedó sin habla.

Los goblins estaban en pánico.

—¡No dejen que estas pequeñas mierdas los detengan! —El comandante Dylan los estimuló—. ¡Solo tenemos que tomar la cabeza de ese pedazo de mierda! ¡Adelante, pedazos de mierda, adelante!

—¡¿Qué pedazo de mierda, pedazo de mierda?! —Anthony gritó de vuelta reflexivamente. Blandió su espada y siguió adelante—. ¡Nos vamos, equipo de incursión! ¡Detrás de mí!

El hombre de Anthony a quien Mary había estado curando se levantó y lo siguió también.

Todo estaba sucediendo tan rápido que Haruhiro no podía seguir el ritmo. Está bien, no, eso no era cierto. Incluso sin decirse a sí mismo que debía cambiar de marcha, ya iba con la corriente. Había algo en lo que decía el comandante Dylan, por muy crudo que pudiera ser. Para el equipo de incursión, la velocidad era de suma importancia.

—¡Shihoru! ¡Setora! ¡Mary! ¡Kuzaku! ¡Kiichi! —Haruhiro pensó por un momento, pero, quedándose en blanco, simplemente gritó—: ¡Vamos!

—¡Vale!

—¡Está bien!

—¡Sí!

—¡Nyaa!

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—… ¡De acuerdo!

No tenían tiempo para pensar en controlar su ritmo ahora. Más rápido. Más rápido. Tenían que ir tan rápido como pudieran, sin dejar gente atrás. Si no lo hicieran, podrían verse rodeados. Y sin embargo, incluso si lo hicieran, los goblins seguirían atacándolos. El comandante Dylan dijo que los ignoraran, pero había momentos en los que si no los quitaban del camino o los dispersaban, no había forma de avanzar.

Haruhiro corrió, miró, escuchó y tomó decisiones, dando órdenes a Kuzaku y Setora, emitiendo advertencias a Anthony y pateando a los goblins al suelo. Le dolían los pulmones.  Su garganta también. Shihoru parecía estar pasando por un momento difícil. Ella estaba haciendo todo lo posible para mantener el ritmo.

—¡A la plaza! —gritó Anthony.

La calle era curva y se abría delante de ellos.

¿Y Barbara-sensei?, Haruhiro pensó de repente. ¿A dónde iba? Dijo que iría a echar un vistazo.

No, no era eso.

No solo iba a echar un vistazo, iba a comprobar la situación y volver.

El equipo de incursión finalmente entró en la plaza.

Antes este había sido un espacio abierto, sin nada más que adoquines. Ahora no. Había unas cosas enormes y siniestras hechas con madera y piedra, cuero y tela, piezas de metal, hueso o algo así, y una extraña pintura negruzca que no pudo identificar. ¿Eran torres? ¿Chozas? ¿O tal vez plataformas? Fueran lo que fueran, habían sido construidas por todas partes.

Pero hacia el centro, cerca de la Torre Tenboro, el espacio se había dejado deliberadamente abierto. Esa área todavía se usaba como plaza, o tal vez como calle.

Incluso desde la distancia, pudo ver un grupo de goblins en esa calle. Al parecer, se dirigían hacia la Torre Tenboro.

Los números eran… Hmm, era difícil de decir con todos los objetos enormes en el camino. No eran más de 100, pero todavía había entre 30 a 40. Los 40 marchaban con sus lanzas juntas, por lo que era fácil reconocerlos desde la distancia y observar su número.

Parecía que había algo en la punta de sus lanzas.

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—¡¿Es así?! —Anthony gritó, derribando a un goblin que se abalanzó sobre él desde la sombra de uno de los objetos.

—¡Pedazos de mierda! ¡Aquí es donde morirán! —gritó el comandante Dylan. Lo que probablemente quería decir era que probablemente era la unidad del virrey Bogg, y el equipo de incursión necesitaba eliminarlos sin importar lo que se necesitara.

Estos eran goblins, pero era posible que hubiera varios cientos incluidos en el grupo. Evidentemente, el virrey Bogg también iba a ser un veterano. Además de eso, eran superados en número. No iba a ser fácil. De hecho, iba a ser increíblemente difícil. Tenían que lanzar una emboscada, luego tomar la cabeza del virrey Bogg en el caos y hacerlo lo más rápido posible. Nada más funcionaría.

Anthony no se dirigió directamente hacia el virrey Bogg, sino que siguió un curso que los acercó a la Torre Tenboro. Uno de los subordinados de Anthony chocó contra uno de los enormes objetos y se cayó, pero nadie lo ayudó a levantarse. Haruhiro lo ignoró y siguió corriendo también. Seguramente se pondría al día solo en algún momento.

Se habían acercado bastante al equipo de lanzas del virrey Bogg.

¿Qué había en esas lanzas? ¿Por qué le interesaban tanto?

No podía verlas con claridad, por lo que no podía decirlo con certeza, pero desde el principio pensó que ciertamente podría haber algo. A pesar de eso, no pensó demasiado en ello.

No era que intentara no pensar en ello tanto como que no tenía tiempo para pensar en nada.

Más que eso, no quería pensar.

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Aun así, ahora que estaban tan cerca, no podía apartar los ojos del hecho de que en las puntas de esas lanzas manchadas de sangre estaban el torso y las extremidades de un animal amputadas. No eran todas las lanzas. De las 30 a 40 lanzas, eran menos de la mitad. Tal vez diez como máximo.

¿Harían los goblins todo lo posible por cazar animales salvajes solo para izarlos con sus lanzas en un momento como este? No es probable. Entonces, ¿esas partes eran de su propia especie? No era inimaginable que el virrey pudiera haber ordenado que se ejecutara a cualquier goblin que desobedeciera las órdenes, pero, bueno, probablemente no era  así.

Esas eran partes humanas, ¿no?

En otras palabras, desde el principio, Haruhiro había sospechado que los goblins estaban izando el cuerpo desmembrado de un humano con sus lanzas.

Pero no había humanos en Altana.

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