Maou-sama Retry! (NL)

Volumen 6

Capitulo 8: El Regreso Del Señor Demonio

Parte 16

Mientras tanto, Subwa recordaba frenéticamente todos los rumores sobre la aldea que le habían traído. (¡Así que esto era de lo que estaban hablando los campesinos…!) Subwa estaba seguro de eso después de ver más ajetreo y bullicio de lo que jamás había visto en su vida.

Además, temía a Tahara, quien parecía ser el orquestador de esta operación, y mucho menos quien fuera su jefe. A juzgar por la apariencia de Tahara, indudablemente eran extranjeros. (Según recuerdo, el hombre tiene el descaro de llamarse a sí mismo el Señor de los Demonios…)

Subwa se había burlado del rumor antes, al igual que lo hizo con el rumor sobre la resurrección del Rey de los Demonios. Siendo una criatura de mito, el rumor se había desvanecido después de poco tiempo, por lo que consideró el rumor del Señor Demonio nada más que una broma.

Pero ahora… (¿Qué es esta estructura peculiar…? ¡Es poco convencional pero espectacular…!) Cualquier escepticismo desapareció de la mente de Subwa en el instante en que vio el Hot Springs Resort.

Cruzó la puerta principal detrás de Tahara, pero apenas podía caminar derecho. (¡¿H-He vagado a otro mundo…?!) Subwa escuchó a Tahara decir algo, pero no pudo retener las palabras, debido a que estaba rodeado de tesoros invaluables. “¡¿S-Señor Tahara, qué lugar es…?! ¡Hay obras maestras colgadas por todas partes, y ese jarrón, por ejemplo…!” Todo, desde las puertas corredizas y los jarrones hasta las pinturas colgadas en la pared, eran cada una era una magnífica obra de arte por derecho propio.

La tenue melodía de un koto llegaba a sus oídos desde algún lugar, acentuando aún más la atmósfera y, por lo tanto, la belleza de esas obras de arte.

Tahara se dio la vuelta con la cara seria. “Sigue ladrando y el secretario te abrirá el cráneo de par en par con un cenicero de mármol. He visto a demasiados idiotas salir así”.

La advertencia golpeó a Subwa como un balde de agua helada. (¡E-Esto no puede estar sucediendo…! ¡¿Qué monstruo salvaje estoy a punto de enfrentar?!) Era evidente que Tahara había hablado en serio. El terror sacudió a Subwa desde la boca del estómago.

Finalmente, Tahara se detuvo ante una pesada puerta. “Aquí está, Jefe”, dijo.

(P-Por favor… Que sea un hombre razonable… ¡Sálvame, glorioso ángel…!) Subwa oró, como si estuviera arrodillado en la horca. Cuando entró en la habitación, pudo ver la parte de atrás de la cabeza de un hombre sentado en una silla al otro lado de la habitación, su cabello negro como la boca infundía pavor en Subwa.

Cuando la silla giró y lo reveló… Subwa casi gritó, (¡No, no puede ser! ¡Él es el Señor Demonio, sin duda! ¡¿Quién más podría ser?! ¡¿Por qué me has desamparado, Ángel…?!) La mirada del hombre, junto con su aplastante e intimidante presencia, hizo que Subwa se doblara por la rodilla, abrumado por el poderoso pesar de no haberle prometido servidumbre a este hombre antes. Ahora, estaba dolorosamente consciente de lo que Tahara quería decir cuando dijo “Te tomó suficiente tiempo”.

“Es un placer conocerte… ¿Oh? ¿Te sientes bien?”

“¡S-Sí…!”

“Debo agradecerles por hacer el largo viaje en un día tan abrasador”, dijo el Señor Demonio.

La cortesía y la sonrisa fría mantenida por el Señor Demonio hicieron que Subwa comenzara a sudar por todo su cuerpo. Subwa ahora estaba seguro de que el Señor Demonio estaba jugando un juego para atormentarlo.

“Simba Way, ¿verdad? Debes estar orgulloso de tu nombre”.

“E-Es Subwa…” La dócil sugerencia de Subwa nunca llegó a oídos del Señor Demonio.

Mientras tanto, Tahara se hizo a un lado, los hombros temblaban y la boca abierta. Mientras guardaba silencio, Tahara parecía desesperado  por contener su risa.

El Señor Demonio se puso de pie y se acercó al sofá en el centro de la habitación. Subwa casi gritó, rogando en silencio que el hombre permaneciera en el otro extremo de la habitación. Sin embargo, su desesperada oración al Ángel quedó sin respuesta, ya que el Señor Demonio se sentó en el sofá y le dio a Subwa una mirada que pareció traspasar su alma.

Para gran horror de Subwa, el Señor Demonio sostenía un gran cenicero de mármol en su mano. (¡Nooooo! ¡¿C-Cómo puede ser esto?! ¡Me va a matar!) Una señal de cortesía del Señor Demonio había resultado tan horrible como una sentencia de muerte.

Al ver cómo todo el color se había desvanecido del rostro de Subwa, Tahara intervino, “No puedo tener una conversación si está demasiado ocupado temblando en sus pantalones, ¿eh, Jefe? Vamos a tomarlo con calma”.

“Hm…” El Señor Demonio sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió. Por supuesto, no tenía intención de asustar a Subwa, pero su presencia era abrumadora, dada la forma en que se sentaba allí como el padrino que gobernaba el mundo entero con un sindicato criminal masivo. Subwa, por otro lado, temblaba como una cabra recién nacida.

“Será mejor que tomes asiento también”, dijo Tahara. “El secretario es un hombre ocupado”.

“¡S-Sí!” Subwa tomó asiento en el sofá, casi colapsando de miedo. Ya se sentía como si estuviera en el corredor de la muerte incluso antes de que comenzara la conversación.

Si bien el Señor Demonio pensó que esto era una especie de queja complicada,  Tahara  tenía  otra  trama  en  mente  por  completo.  “Odio empezar con malas noticias… Pero parece que su señoría no durará mucho. Notaste una cosa o dos sobre este pueblo, ¿no es así?” Este fue un comentario feroz desde lo alto, lo que hizo sonar como si el destino de Subwa ya hubiera sido decidido.

“B-Bueno…” Tartamudeó Subwa.

“No creo que tenga que repasar algunas diferencias entre tu aldea y la nuestra. Dicen que la hierba es más verde del otro lado. Bueno, ¿qué crees que ve tu gente cuando mira a nuestro lado?”

Subwa solo pudo gruñir en respuesta. De hecho, ya se había enfrentado a la resistencia de su gente precisamente por lo más verde que había crecido la hierba de Rabbi.

“Desearía poder decirte que un pequeño rechazo de tus sujetos sería el final… Pero parece que siempre los has empujado hacia abajo por la fuerza. ¿Quieres saber algo? Tarde o temprano, ese resentimiento acumulado va a estallar. En este caso, mi dinero está en que abandonen sus granjas para buscar refugio en otro lugar”.

Por lo general, los nobles evitaron causar conflictos entre ellos extraditando a los refugiados que pudieran aparecer de los territorios vecinos. (Pero si buscaran refugio aquí…) Subwa deambulo y un escalofrío recorrió su espalda.

Tahara sonrió, como si supiera desde el principio que Subwa llegaría a esta conclusión. En un tono indiferente, Tahara agregó: “Solo para ser claros… No estamos tratando de hacer que tu gente se salte la ciudad contigo. Simplemente no podemos obligarnos a no ayudar a los necesitados. Nuestra Señora, la Doncella Sagrada, está llena de compasión”.

(Como si lo fuera… ¡bribón!) A Subwa se le aseguró que Tahara y el Señor Demonio estaban esperando precisamente que su gente viniera corriendo hacia ellos.

Si protestara o solicitara la extradición, les estaría dando el fuego perfecto para quemar todo su lugar. (No esperaba que fueran a matar tan lentamente.) Subwa no sabía si iban a culpar a su gente que buscaba refugio en los altos impuestos o su negligencia general, derivada de dedicar su tiempo y atención a su colección de arte.

En cualquier caso, la deserción de su pueblo seguramente se convertiría en una historia de vergüenza que resonó hasta Central. Cualquiera de estas posibilidades fue un golpe fatal para alguien como Subwa, que gobernaba una pequeña aldea en el campo. (Piensa en algo, piensa… ¡Cualquier cosa para salir de esto!)

A pesar de su desesperación, no se le ocurrió una sola solución a Subwa. Después de presenciar la prosperidad de proporciones inconcebibles y enfrentarse a estos poderes respaldados por la Doncella Sagrada, Subwa no vio forma de salir de esto como un ganador. Los nobles, por naturaleza, gravitaban y preferían apoyar a los poderosos.

Ningún noble respetable le daría una segunda mirada a un noble de un país caído en desgracia. De hecho, solo estarían incentivados a darle una patada mientras estuviera en el suelo.

Al ver que Subwa estaba viviendo su propio apocalipsis personal, Tahara se dejó caer junto al señor y, como si acabara de entrar en la habitación, le dio una palmada en el hombro. “Y esa es mi perorata…” dijo con una sonrisa amistosa, el aura intimidante desapareció por completo de él.

“¿Eh?” Subwa sintió que el peso aplastante se deslizaba de sus hombros.

“¡Mi B, mi B! Solo quería que tuviera una imagen clara y agradable de nuestra situación aquí. El acto de tipo duro ha terminado, ahora… Hablemos de lo que llena nuestros bolsillos, ¿eh?”

“D-Dinero, ¿te refieres a…?”

“De lo que hemos reunido, se recaudan unos cinco medallones de oro al año en impuestos. Nunca ha cambiado esa tasa, sin importar lo mala que haya sido la cosecha. ¿Recuerdas cuando dejaste morir de hambre a doce de tus compañeros?”

“S-Sí, eso creo…” El sudor comenzó a gotear por la cara de Subwa. Ni siquiera podía imaginar cómo Tahara había descubierto la estadística cuando Subwa la había cubierto meticulosamente. (¡A este ritmo, puede que incluso sepa del otro incidente del año pasado…!)

Casi ningún noble estaba impecable, por lo que Subwa se hundió gradualmente en dudas cuanto más hablaba Tahara. Con la excepción de Yahooo, la tierra al este de la Ciudad Santa era una extensión árida e indeseable, en su mayoría ocupada por nobles como Subwa, cuyas tierras apenas eran sostenibles.

De hecho, eran nobles solo de nombre. El hecho de que Subwa recibiera el equivalente a un salario muy alto en el mundo moderno era un testimonio de lo mucho que estaba imponiendo impuestos a su gente.

“Entonces, tengo una propuesta para ti… ¿Quieres ofrecer tu tierra a la Doncella Sagrada?”

“Oferta… ¡¿Quieres despojarme de todo a mi nombre?!”

“No te preocupes. Te conseguiré una pensión de cinco medallones de oro al año a cambio. Ya no te molestará gobernar. Puedes concentrarte en tu colección de arte”.

“Pensión…” En este mundo, las pensiones eran una forma de pago de honor, otorgada a las familias de los Caballeros Santos que habían muerto en combate, o a los soldados que fueron dados de baja honorablemente y obligados a jubilarse. Naturalmente, Subwa no tenía medallas ni logros de los que hablar que le hubieran ganado una pensión. Sin embargo, eso no sería cierto por mucho tiempo si ofreciera toda su tierra a una Doncella Sagrada.

“Para ser claros, este tampoco es un trato de una sola generación. La pensión continuará con su línea de sangre. Recibirás un documento oficial firmado por la Doncella Sagrada Luna”.

“Por Lady Luna…” Subwa frunció levemente la frente, visiblemente menos confiado en la firma de Luna que en la de White.

Tahara, habiendo esperado esta reacción, rápidamente sacó el as de su manga. “Si eso no es suficiente, tendrá la firma de Madam justo debajo de la de ella”.

“¿Madam?” Ella era nada menos que una deidad para un país noble como Subwa. Alguien a quien solo podía soñar con vislumbrar desde la distancia.

“En realidad, las piezas de allí nos las regaló Madam. Bastante claro para ver qué tipo de relación tenemos con ella, ¿no crees?”

“¿Podría ser…? ¿Una pintura del Conde Cruz? ¿Un jarrón de Ema?” Subwa chilló al inspeccionar las piezas de arte descuidadamente montadas. Había estado demasiado nervioso para siquiera notarlos antes de este punto.

Mientras el Señor Demonio escuchaba su conversación, exhaló silenciosamente una bocanada de humo. No pudo evitar sentir que Tahara estaba empleando algunas tácticas de negociación de la yakuza: mostrar un arma debajo de la chaqueta y asustar al objetivo antes de entregarles una zanahoria.

Su objetivo de ganarse una reputación positiva había dado paso a la intimidación en toda regla. (Pensé que solo iba a presentar una queja desagradable… ¡Pero esta es una oportunidad que no podemos dejar escapar!)

Como si estuviera leyendo la mente del Señor Demonio, Tahara se amontonó, primero con una mirada cariñosa… “Claro, no te detendré si decides pelear, pero si lo haces…” Sus ojos brillaban con violencia. “No nos detendremos”. Su mirada se tragó a Subwa, robándole los sentidos al hombre. “Incluso un niño pequeño sabría el mejor trato: A, estás paseando por la calle fácil. B, estás arrojado al desierto sin…”

“¡A-A-A-A-A-A-A parece la mejor opción, de hecho! ¡Sí señor!” Subwa saltó. Sintió que, si hubiera dejado que Tahara terminara su oración, se vería obligado a elegir la opción B.

En verdad, esa era exactamente la intención de Tahara. “Oh, ¿si…? Entonces terminemos con esto”. Tahara sonrió y volvió a palmear a Subwa en el hombro. Su conversación concluyó limpiamente, concluyendo la extorsión inmobiliaria bajo el disfraz de una generosa ofrenda a la Doncella Sagrada.

El Señor Demonio suspiró una nube blanca de alivio. (No necesito mover un dedo con estos tipos alrededor… Esta regla es pan comido.) El Señor Demonio sacó un pedazo de basura de su Carpeta de Artículos después de ver todo el intercambio. Inicialmente había tenido la intención de presentar esto como una forma de compensación si Subwa estaba furioso. “No puedo dejar que te vayas con las manos vacías después de haber venido hasta aquí”.

“¡E-Esto es…!” Subwa jadeó ante el objeto que el Señor Demonio le había entregado despreocupadamente. Esto era lo que Akane había adquirido en el castillo de Belphegor. Por todo lo que el Señor Demonio sabía, esta extraña escultura de madera no era más que un pedazo de basura. “¿Podría ser real…? ¡No, no puede ser! Debe ser una réplica… No, no puedo negarlo, ¡es real!”

“Tienes buen ojo…” dijo el Señor Demonio a sabiendas, ocultando su conmoción por el enloquecimiento de Subwa. El artículo representaba un pajarito rojo, esculpido por Lord Crimson, quien había elaborado numerosas obras maestras mientras se desempeñaba como ministro de su país.

Debido al hecho de que la mayoría de las piezas de Lord Crimson en este mundo estaban almacenadas en el tesoro de Belphegor, el precio de cualquiera de sus creaciones se elevó a un nivel astronómico. Los coleccionistas los llamaron Reliquias Mirage. Subwa había soñado muchas noches con tener uno de estos.

Enderezó la espalda y se inclinó dramáticamente en el suelo, sosteniendo la escultura. Sus mejillas estaban mojadas con lágrimas genuinas mientras se quedaba casi sin habla. “Q-Que h-h-honor-”

“Tu fe me conmovió…” El Señor Demonio respondió con una sonrisa. “Estoy seguro de que White, al igual que Luna, apreciarán tu pura demostración de devoción”.

Subwa sintió que el alivio lo invadía, convenciéndose a sí mismo de que esto no tenía nada que ver con el dinero o la violencia, sino que era una auténtica ofrenda de ardiente devoción. No había verdad en esto, por supuesto, pero a la mayoría de la gente le costaría rechazar una excusa tan buena. Subwa decidió abrazarlo por completo.

“Puedes meter un tenedor en eso,” dijo Tahara mientras se tiraba en el sofá después de despedirse de Subwa, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. “Llegué en mano con el recuerdo, Jefe. Se ha metido en esa cosa, ¿eh? Es un poco extraño que no dejara de llorar por eso”.

“Simplemente me lo encontré, así que me alegro de que le haya gustado”.

“Sí, como sí. Conociéndote, fuiste y encontraste la cosa exactamente para este propósito”.

(¡Pensé que era una basura!) El Señor Demonio protestó en silencio.

Tahara sacó un mapa mientras se rascaba la cabeza. Marcó la nueva incorporación a su territorio y comenzó a contemplar. “¿Qué piensas del complemento, jefe?”

“La aldea de nuestro este… Reserva una parte de ella para un refugio temporal y usa el resto para expandir nuestros campos”.

“Eso pensé…” comentó Tahara.

El Señor Demonio lo había dicho como compensación por los problemas que les había causado a los Bunnies cuando comenzó a modificar la aldea. Expandirse hacia el este también les permitió expandir sus granjas.

“Me he estado devanando la cabeza sobre cómo acoger a los Bunnies que regresamos del extranjero”, dijo Tahara. “Se fueron por su propia cuenta, una vez. Pensé que podría dejarles un mal gusto a ambas partes que regresaran con el vals ahora que el pueblo está en auge”.

“Hm…”

“Pero sería una historia diferente si nos duele que los trabajadores de campo se ocupen de nuestras tierras de cultivo recientemente expandidas. Apuesto a que sería más fácil para ellos volver si les pedimos un favor, ¿sabes?”

“Es una idea espléndida”.

“Ah, dame un respiro. Apenas puedo seguir el ritmo de las pistas que has trazado”.

(¡Esa es mi línea!) Por mucho que el Señor Demonio quisiera estar en desacuerdo con él, no pudo evitar sentirse impresionado por Tahara. Las personas tan astutas como él a menudo se sentían sin emociones o condescendientes, pero Tahara nunca ignoró las emociones humanas, que daban una impresión de bondad.

(¿Qué tan genial es esto…?) El Señor Demonio simplemente pensó. Los personajes que había diseñado hacía siglos ahora  le aconsejaban  en la  vida real. No podía imaginar una manifestación más satisfactoria de sus creaciones que está.

“Entonces, tendré un gran regreso a casa. Necesitaremos Bunnies por cientos si queremos que el casino esté en funcionamiento”.

“¿Qué hay de los aldeanos que hemos adquirido?”

“Les arrojaré una generosa cantidad de monedas para que construyan el refugio temporal. Dales una probada del Shangri-La dorado que tenemos en la tienda”. Tahara quería crear una causa y efecto natural de unirse a las filas del Señor Demonio y disfrutar de su prosperidad. De hecho, se especializó en manipular el flujo de público de esta manera.

“Construcciones más rápidas hacia el este…”

“Bueno, ahora que tenemos el primero, todas las ofertas comenzarán a crecer como una bola de nieve”. Tahara dibujó un gran círculo rojo en el mapa al este de la aldea… El área abarcaba aproximadamente un tercio de la masa terrestre de Holylight. Su plan de apoderarse del país se estaba convirtiendo en una realidad.

“El problema está aquí… Aparentemente, él no retrocede. Escuché que está luchando para poner sus tropas en orden”, se rio Tahara, señalando el lado occidental de Holylight. Western Holylight pertenecía a la noble facción de Dona, que contenía abundantes minas que producían Piedras de Hechizo de Agua. “Todo comenzó con esa trampa con la caja de música, luego esa pequeña rata que enviaron, los militares y los nobles centrales inventando… Ahora finalmente nos están mostrando sus colmillos directamente”.

“Dona Dona, ¿verdad? Parece que debería dirigirse al mercado”.

“¡Bah ha ha! ¡Me está matando con esos chistes, jefe!” Riendo de buena gana, Tahara también rodeó la mayor parte de Western Holylight.

El Señor Demonio no necesitó preguntar qué quería decir. (Va a empezar…) Tan serio como era el asunto, el Señor Demonio no tenía ninguna razón para objetar este plan. Cuanto más descubría sobre Holylight, más seguro estaba de que dejar que Tahara dirigiera el país dejaría a la mayoría de la gente mucho mejor. Además, expandir su territorio parecía imprescindible si quería derrotar a sus enemigos inminentes.

—JUEGO TERMINADO—

La misteriosa línea de texto volvió a brillar en la mente del Señor Demonio. Cada vez que lo hacía, podía sentir algo profundo dentro de él hervir. No podía decir si la emoción que sentía era ira, rebelión o simple desafío, pero sabía con certeza que quería mirar directamente a la cara a quien le había enviado ese mensaje.

(Ahora… que comience este juego tuyo).