Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14++: Si Pudiera Verte Otra Vez

Historia Extra 5: Quien Era Yo Hasta Ayer

Parte 6

Sin caballos.

Al menos había oído hablar del Campamento de Leslie.

Había una caravana de mercader dirigida por el no muerto Ainrand Leslie que viajaba por Grimgar. ¿Cuándo se movía la caravana de Leslie? Nadie lo sabía. Nadie había visto la caravana de Leslie en movimiento. Sin embargo, cuando no se movía, ese era otro asunto. La caravana se detenía en lugares ocasionalmente, y cuando lo hacía, se le conocía como el Campamento Leslie.

Leslie tenía tesoros de todo el mundo y de todas las épocas, y se decía que si pudieras robar incluso la más mínima fracción de ellos, te volverías increíblemente rico.

Según algunos rumores, el Campamento de Leslie estaba abierto a todos. No rechazaba a ningún visitante, independientemente de su raza, y cambiaría algo de valor incluso por un simple guijarro. Daba la bienvenida a sus invitados generosamente, pero todo eso era una trampa de Leslie.

Se decía que una vez que terminaran de festejar, los invitados se quedaban dormidos para nunca despertar. También se decía que todos los invitados eran retenidos en la caravana. Que había sobrevivientes del Campamento de Leslie en alguna parte. Que Garlan Vedoy, el margrave de Altana, era uno de ellos.

Aun así, el tema de cazar el Campamento de Leslie surgía entre soldados voluntarios de vez en cuando. Nunca había oído hablar de un intento exitoso, pero a menudo escuchaba historias de fracaso en la Taberna Sherry. No era extraño que me invitaran a completar los números del grupo.

Un guerrero con una cara cincelada que se llamaba Dune me llamó, y terminé buscando el Campamento de Leslie. Éramos doce en total.

Era ridículo. Nunca encontraríamos el lugar, pero eso no me importaba. Solo estaba como una segunda sanadora, en caso de emergencias, y Dune me había prometido un pago diario además de mi parte. Si se me garantizara una ganancia, no me iba a quejar.

Paseamos por las Llanuras Quickwind durante cuatro días, y en ese tiempo fuimos atacados por varias bestias salvajes. Mi posición siempre estuvo en el centro de nuestra formación. Estaba en el lugar más alejado de los enemigos, y me alejaba de ahí lo menos posible. Había dos magos que tampoco podían involucrarse en el combate cuerpo a cuerpo, así que me quedaba a su lado para protegerlos.

Aparte de eso, solo miraba.

Mientras lo hacía, me propuse no hacer nada innecesario. Haría mi trabajo, pero tener emociones solo se interpondría en eso. Podría nublar mi juicio, hacerme cometer un error.

Obviamente, no era fácil de hacer. Por ejemplo, si alguien se lastimaba, no podía evitar preocuparme. No era solo yo; nadie quería ver a las personas con dolor.

Pero tenía que tomar decisiones cuidadosas. ¿Qué tan grave era la lesión? ¿Necesitaba ser tratada de inmediato? Mi suministro de poder mágico no era infinito.

Se gastaba con cada hechizo y, eventualmente, se secaría. Tenía que conservarlo. Había fallado en eso una vez antes. Fue un error increíblemente grande. No pude usar magia cuando más lo necesitaba. No quería que eso volviera a suceder jamás.

La gente a menudo protestaba: «Me duele aquí, así que cúrame ya», y cosas así. No era mi problema. Los ignoraba, y si se volvían demasiado persistentes, diría esto:

—Todavía estás vivo, ¿no? No moriste, así que está bien, ¿verdad?

Cuando decía eso, la mayoría de ellos se molestaban.

De vez en cuando se rompían y decían: «No te pongas engreída». Una vez me preguntaron: «¿Crees que eres quien decide quién muere y quién no?». No pensaba eso en absoluto, pero era un dolor tratar con eso, así que mantenía la boca cerrada. Además, podrían no estar equivocados. En realidad, podría haber estado actuando engreída.

No confiaba en mí misma. En cierto modo, tenía más problemas para creer en mí misma que en alguien más. Por eso lo que pensaba no importaba.

Solo hacía mi trabajo. Lo hacía por el dinero. Lo hacía para ganarme la vida.

¿Por qué necesitaba dinero? ¿Por qué tenía que seguir viviendo?

Estaba obligada a enredarme si lo pensaba, así que no quería presionarme para encontrar una respuesta. Pero probablemente era porque había dejado morir a mis camaradas. Había matado a tres personas. Ni siquiera tenía derecho a morir en mis propios términos. Creo que eso es lo que era.

Había trabajado con Dune una vez antes. No muchos soldados voluntarios me contrataban por segunda vez. Por otro lado, había un pequeño número que me contrataba repetidamente, y secretamente los consideraba mis clientes habituales. Era posible que Dune se convirtiera en uno de ellos.

Después de cinco días buscando el Campamento de Leslie, la moral de todos estaba por el suelo, y esa noche en el campamento comenzaron a hablar sobre suspender la búsqueda.

Me pidieron una opinión y respondí que no me importaba. Al final, nos fuimos a casa. Tomó dos o tres días volver a Altana. Me pagaban una tarifa diaria. Si me tomaba un día más, tendría más ingresos, así que no me importaba.

Esa noche, estaba sola con Dune de guardia nocturna, y estábamos sentados alrededor del fuego.

—Lo siento, Mary. Por arrastrarte en algo tan aburrido.

—No es gran cosa.

—Pero este tipo de viaje no es tan bueno para una mujer, ¿verdad?

—No soy la única mujer aquí, ¿verdad?

—Bueno, no… Eres tan cortante como siempre, ¿eh?

Dune se rascó torpemente la cabeza por un momento, pero de repente se echó a reír.

—Bueno, me gusta esa parte de ti.

—Deja de bromear.

—No es broma. Lo digo en serio.

Cuando lo miré, Dune me estaba mirando con una mirada seria en su rostro.

—Lo he tenido en mi mente todo este tiempo. ¿Saldrías conmigo?

—No —respondí al instante. Quería mirar hacia abajo, pero resistí el impulso y seguí mirando a Dune. No confiaba en mí misma. No confiaba en los hombres. No tenía idea de lo que haría, así que no podía bajar la guardia.

—… ¿Eso es, eh, solo por ahora? ¿O no tendré ninguna posibilidad en el futuro?

—Ninguna. Jamás. Cero. Inexistente.

—¿Ah, sí? —Dune miró malhumorado a un lado. Parecía que no se convertiría en un habitual. Estas cosas pasaban. No había nada que pudiera hacer al respecto.

En el camino de regreso a Altana, en la noche, mientras dormía lejos del resto del grupo, Dune trató de ponerse encima de mí. ¿Era una venganza por rechazarlo? ¿Se había desesperado? No estaba dormida profundamente. Pude notarlo y ahuyentarlo, por lo que no se convirtió en nada importante. Estas cosas pasaban. No podía dejar que me afectara.

Cuando volvimos a Altana, Dune se quejó acerca de pagarme mi salario durante los ocho días. Yo, naturalmente, insistí en que me pagaran en su totalidad, según nuestro acuerdo.

—Amiga, me sorprende que puedas hablar conmigo tan tranquilamente después de lo que sucedió.

—Tú fuiste quien lo hizo, no yo. Además, no soy tu amiga.

—Tal vez deberías pensar un poco sobre cómo se sienten las otras personas.

—¿Pensaste en cómo me sentí sobre lo que intentaste hacerme?

—Eso fue… Está bien, me equivoqué.

—Sí. Te equivocaste. Completamente. No sé si el hecho de que te rechacé hiriera tu orgullo, o lo que sea, pero eres un hombre mezquino que está actuando tan mal por eso.

—Amiga-

—¿No me escuchaste? No soy tu amiga. Me enfermas. ¿Qué? ¿Me vas a golpear? ¿Por qué no lo intentas? Estoy segura de que me dolería si me atacaras, pero puedo curar las heridas con magia de luz. Estoy segura de que te sentirás bastante patético después de hacer algo tan inútil. Te lo mereces.

—¡Si quieres tu dinero, tenlo!

Dune se puso rojo brillante y tiró ocho días de sueldo al suelo.

—¡Eres una mujer miserable, vendiéndote por dinero! ¡Eso es lo que eres, Mary!

Una vez que él se había ido, recogí las monedas una por una. Tener que hacerlo era molesto. Era miserable y patético. Pero el dinero era dinero.

Si fuera a la Taberna Sherry, podría encontrarme con Dune. ¿Qué me importaba? Yo no era quien debería estar avergonzada. Ese era Dune. Aunque me sentía así, cuando vi que no estaba en la taberna, obviamente me sentí aliviada.

No me estoy vendiendo, y no estoy fallando en pensar en los sentimientos de otras personas, y, no, tal vez sí, y no quiero pensar en ellos, estaba pensando en eso mientras bebía licor destilado cuando, de repente, descubrí que Kikkawa estaba sentado a mi lado. Lo ignoré, por supuesto, pero Kikkawa no era del tipo que permitía que el hecho de que lo ignoraran lo disuadiera.

—Oye, ya sabes… Vecina. ¿Es solo mi imaginación o te ves un poco deprimida? Espero que lo sea. Quiero que mi vecina se sienta bien. Quiero que brille. Creo que el brillo le vendría bien, ya sabes. Oh, oye, para que lo sepas, soy yo, hablando conmigo mismo aquí, ¿de acuerdo?

Sí, sí, hablas contigo mismo. Yo también estaba hablando conmigo misma. No. Ni siquiera estaba hablando.

¿No podría haber esquivado a Dune con un poco más de tacto? No era mi culpa. No había hecho nada malo. Pero podría haberlo dicho de manera diferente.

«Mary, siempre eres tan extrema», eso es lo que diría Mutsumi. Pero una respuesta a medias, una que lo dejara con esperanza, tampoco habría sido buena. ¿Eso era lo que pensaba? ¿O había intentado lastimar deliberadamente a Dune? ¿Era yo la que se había desquitado con él?

—Vecinaaaaa. Mary. Oye. Vecinaaaa. Si tienes problemas, puedes hablar conmigo al respecto. Escucharé cualquier cosa. Lo trataremos como si estuvieras hablando contigo misma.

No se lo diría. No podía. Estaba sola. Estar sola era lo mejor.