Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14++: Si Pudiera Verte Otra Vez

Historia Extra 4: Justicia y Justicia

Parte 1

Una Decisión Entre Hombres

—Moguzo, hombre.

—¿Eh?

Sucedió mientras Moguzo estaba en medio de verter una especie de sopa en un plato pequeño para probar el sabor. Sus manos dejaron de moverse y miró hacia Ranta, que estaba cerca de la entrada al área de cocina.

—¿Q-Qué? Ranta-kun…

—¿No crees que te has vuelto un poco engreído?

—¿E-Engreído…? N-No… creo que no.

—No, hombre. Te estás volviendo engreído. Eso es lo que está pasando. Soy yo quien lo dice, así que debe ser cierto. ¡Yo, el gran Ranta-sama!

—¿Q-Qué te hace pensar… eso? Si pudieras decirme, intentaré arreglarlo.

—Ahí está —dijo Ranta, señalando las manos de Moguzo—. ¡Ahí!  ¡A eso me refiero cuando digo que estás actuando engreído!

—¿D-Dónde…?

—¡La forma en que lo sostienes! Grita: «¡Puedo cocinar!». Es un gesto total de cocinero. Es como «¡Dame todos tus puntos de afecto!». ¡A eso es lo que yo llamo engreído!

—…Uhh. ¿E-En serio…? Solo estoy haciendo comida aquí.

—«Esto es fácil para mí», ¿no? ¿«No soy como el resto de ustedes»? ¡Puedo sentir esa exudación por la forma en que actúas y, francamente, me parece rencoroso!

—L-Lo siento. Tendré más cuidado.

—¡Ja! Hablar es fácil.

—…Realmente tendré cuidado. ¿Puedo seguir cocinando? No he terminado aún.

—¿Por qué no seguir así? Nunca dije ni una palabra sobre que te detengas, ¿sabes?

—S-Sí. Está bien…

Moguzo tomó otra cucharada de sopa, probó el sabor y luego asintió.

—Keh… —Ranta escupió con disgusto—. Tienes esa mirada en la cara como si creyeras que eres muy especial.

—No es así, ¿de acuerdo?

—Claro que sí. La única razón por la que no te das cuenta es porque no puedes ver tu propia cara.

—…Sabía bastante bien, ¿así que tal vez por eso?

—¿En serio? ¿Es eso?

—P-Probablemente…

Picar, picar, picar, Moguzo usó un cuchillo para cortar algo que parecía hojas de té y las agregó a la sopa. Había una sonrisa en su rostro bañado en vapor. Ranta chasqueó la lengua.

—¡Lo hiciste otra vez!

—¿H-Hice qué…?

—Esa cara. «Lo hice bien».

—¿Eh? No, simplemente resultó como pensaba, eso es todo…

—Hombre, ¿no estás malentendiendo aquí?

—¿M-Malentendiendo…?

—Déjame decirte, Moguzo, que podría hacer exactamente lo que estás haciendo ahora, ¿de acuerdo? Simplemente no quiero hacerlo. ¡Siempre me ofreces tomar mi turno, así que te estoy haciendo un favor al permitirte tenerlo!

—A mí me gusta cocinar, así que no es problema para mí…

—¡Incorrecto! ¡Eso no es lo que pasa! ¡Hay más! ¡Estás claramente en esto para mostrar lo maravilloso que eres por poder cocinar! ¡Deseas aumentar su propio mérito y, si tienes suerte, hacer que le gustes a las chicas mientras lo haces!

—E-Está bien, ya no tomaré tu turno.

—¡Idiota!

—¿Qué…?

—¡Moguzo! ¡¿Quién tomará mi turno si no tú?! Bueno, tal vez Manato lo haría si se lo pidiera, ¡pero no quiero tener que tomarme la molestia de preguntar! ¡Puedes tomar mi turno! ¡No se trata de eso!

—…¿D-De qué se trata?

—¡Cocinar!

Ranta flexionó sus bíceps y acarició el bulto elevado.

—¡No soy menos cocinero que tú, y quiero que lo entiendas! ¡Hombre, puedo hacerlo si quiero! ¡Simplemente no quiero!

—C-Claro… lo entiendo. Recordaré eso. ¿Está bien?

—Si. Recuérdalo bien.

Ranta olisqueó el aire.

Estaba hambriento.

—…Huele bien.

—¿D-De verdad? Um… ¿Te gustaría probar?

—Si insistes, no me importaría intentarlo por ti.

Ranta cuadró los hombros mientras caminaba para pararse al lado de Moguzo. Tomando el pequeño plato que le ofreció Moguzo, tomó un sorbo de sopa.

Sus ojos se abrieron.

—Th… Esto es… Este rico aroma… El exquisito equilibrio entre la profundidad del sabor y un sabor limpio. La cantidad de sal también es perfecta. No es demasiada y, sin embargo, tampoco se siente insustancial… ¡Moguzo!

—¿Q-Qué…?

—¡Moguzo, hombre…!

Ranta echó un brazo sobre los hombros de Moguzo.

—¡Realmente puedes cocinar! ¡Esto es lo mejor! ¡Maldición, quiero más! ¡Quiero beberlo todo ahora! ¡No quiero dejar que nadie más tenga nada de esto! ¡También quiero comer todos los ingredientes sólidos!

—Ah, jaja… E-Eso es un poco demasiado.

—¡Oh, espera!

—¿Q-Qué?

—¡Justo ahora, tus fosas nasales se dilataron!

—No, no lo creo… —Moguzo apresuradamente escondió su nariz detrás de sus manos.

Ranta sonrió de lado. —Ahora lo has hecho, Moguzo. ¡Te vi! ¡Totalmente! ¡No me la perdí! ¡Esa mirada engreída y satisfecha en tu cara…!

—R-Realmente no quise…

—Está bien, hombre. Totalmente bien.

—¿Eh…?

—Moguzo, eres bueno cocinando. ¿Dónde está el problema en estar orgulloso de eso? Yo, estoy hablando de cómo es francamente indecente la forma en que, a pesar de eso, actúas todo humilde, todo modesto. Está bien. ¡Usa tu talento para cocinar para demostrar lo maravilloso que eres! ¡Ve a por ello! ¡Tu mérito se disparará! ¡Haz que las mujeres te amen! ¡Apunta a un harén! Eso es lo que realmente quieres, ¿verdad? ¡Entonces no lo escondas! Se honesto. ¿Tengo razón?

—…Te equivocas.

—¿Eh?

—Te equivocas. No estoy pensando en nada de eso… lo digo en serio. Solo quería que todos pudieran comer un poco mejor. Quería ver a todos felices…

—¡Gappiin!

—…¿Gappin?

—¡Gahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Ranta saltó hacia atrás, retrocedió y comenzó a bailar.

—¡Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin!

—…¿Eh? ¿Qué? ¿Qué está pasando, Ranta… -kun?

—¡Bum!  ¡Crash!

—No, espera, no entiendo.

—Oye, Moguzo, tócame aquí. Aquí mismo. —Ranta se puso de pie, señalando su garganta.

Moguzo tocó vacilante el cuello de Ranta.

—…¿Aquí?

—¡Ahí! ¡Ahí es donde están mis escamas…!

Ranta saltó hacia atrás nuevamente y apuntó con su dedo índice hacia Moguzo.

—¡Simplemente las frotaste de la manera incorrecta! ¡Lo hiciste…!

—¿Qué…? ¿T-Tienes escamas, Ranta-kun…?

—¡Maldita sea, apuesto a que las tengo!  ¡Acabas de tocarlas con tus propias manos desnudas! ¡Sentí que las frotaste de la manera incorrecta!

—¿Tus… escamas?

—¡No te dejaré decir que no las tengo! ¡No después de que fuiste y las tocaste por todas partes!

—Apenas toqué…

—¡¿Eso es una excusa?!  ¡¿Una explicación?! ¡¿Una justificación?! ¡¿Estás buscando vindicación?! ¡¿O indignación?!

—No tengo ni idea de lo que estás hablando ahora…

—¡No te preocupes! ¡Porque tampoco tiene sentido para mí! ¡Sé que es extraño para mí decir esto, pero esto sucede en la vida!  ¡¿Tengo razón?!

—No sé cómo responder cuando dices «¡¿Tengo razón?!» así…

—¿Tengo razón?

—S-Seguro…

—¡Lo que sea! ¡Ahora que hemos llegado a esto, no hay forma de terminar esto pacíficamente! ¡Porque literalmente me frotaste de la manera incorrecta! ¡Tenemos que resolver esto!  ¡Enfréntame, Moguzo…!

—¿E-Enfrentarte? ¿En qué…?

—¿No es obvio? —Ranta gritó mientras extendía sus brazos—. ¡En una seria batalla culinaria! ¡Allez cuisine!