Maou-sama Retry! (NL)

Volumen 4

Capitulo 6: Preludio Del Disturbio

Parte 12

——El Mercado de Esclavos, Territorio de Hellion.

Como León, aquí estaba un hombre que había perdido su hogar. Este hombre era Hummer, que se había subido a un barco en particular sin saber lo que transportaba el barco. Ahora, se encontró en una jaula. Como Hummer, la mayoría de sus compañeros de tripulación fueron encarcelados en una jaula, atados al famoso mercado de esclavos en el territorio de Hellion.

(¿Cómo terminé aquí…?)

Hummer daba vueltas en una manta parecida a un trapo en un intento de distraerse del hambre. Desde que quedó atrapado en la jaula, le dieron comida y agua solo una vez cada pocos días. Cada “comida”, si se puede llamar así, parecía ser las sobras de lo que sea que los Hellions les dieran a los cerdos.

A pesar de las heladas noches, no le dieron más que la fina manta. La tripulación del barco, que al principio gritaba y clamaba, se había vuelto mucho más silenciosa.

Siempre que Hummer se daba cuenta de que algunos de ellos se habían quedado en silencio repentinamente en medio de la noche, los encontraba muertos cuando llegaba la mañana.

(Qué desperdicio inútil de una vida…)

Independientemente del trabajo que tomara, Hummer había sido tildado de lento e inútil. Incluso su decisión única en la vida de convertirse en un aventurero había provocado que sufriera una lesión grave y se retirara del oficio por completo.

Después de ser llamado porteador inútil, terminó como tripulante a sueldo y ahora era un esclavo en el mercado. Hummer era total y despiadadamente desesperado. Si existía algún dios en este mundo, nunca le dieron a Hummer una segunda mirada.

“¡Grek! Muchos productos esta vez”.

“M-M-Mira toda esa carne… ¡Voy a empezar con los dedos de los pies!”

Demonios de varias especies, todas completamente ajenas a Hummer, deambulaban por las jaulas de esclavos. Hummer sintió que su vida se estaba reduciendo solo por estar consciente en este entorno. En este punto, la muerte habría sido un escape bienvenido.

(Ya no puedo sentir mis dedos…) Cuando su visión se volvió borrosa por la hipotermia, Hummer recordó cómo había terminado aquí. No podía decir si se estaba escapando a sus recuerdos o si su vida pasaba por delante de él.

(El mar fue muy divertido. Ese mar inmenso y brillante…) Hummer había pasado por algunas dificultades mientras navegaba, como ataques piratas, tormentas e innumerables resbalones y caídas en la cubierta, pero ese viaje fue el más emocionante y satisfaciendo el tiempo que Hummer había pasado en su vida.

Incluso el primer oficial del barco, Marlin, que mantuvo la distancia al principio, aceptó gradualmente a Hummer y su arduo trabajo.

Cerca del final de su viaje, Marlin incluso le había enseñado a pescar. (Marlin… Capitán…) Al recordarlos a los dos, Hummer sintió que las lágrimas corrían por sus mejillas.

Ninguno de los dos estaba más con él. (Estaba tan feliz cuando atracamos…) Hummer solo había descubierto que estaba en territorio Hellion después de que comenzaron a descargar el barco.

Aquellos entre la tripulación que desconocían su destino se estremecieron de miedo, mientras la tripulación experimentada gritaba de un lado a otro, tratando de zarpar lo más rápido posible.

Hummer movió su corpulento cuerpo tan rápido como pudo mientras llevaba una caja tras otra hasta la orilla. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su cargamento incluía humanos.

“¿Qué…?” Miró con incredulidad a la horda de personas que estaban siendo conducidas por la rampa del barco. Cada uno de ellos tenía un agujero en cada mano, lo que permitía que una cuerda larga los mantuviera atados como un rosario. A primera vista, parecían más una manada de ganado que personas. “¿Qué son…?” Hummer murmuró para sí mismo.

“Sigue moviéndote, Viejo”.

“P-Pero, Marlin…”

Marlin solo respondió con una mirada. Sabes dónde estás, parecían decir sus ojos. En el barco, no era raro que la lluvia ahogara cualquier cantidad de gritos. Como resultado, la tripulación se había comunicado a menudo a través de gestos y expresiones faciales. En este caso, los ojos de Marlin dejaron su punto mucho más claro de lo que podría haberlo hecho con palabras.

“S-Si…”

A pesar de su temor y vacilación, Hummer continuó descargando las pesadas cajas de los barcos. Pudo ver que los otros miembros de la tripulación, tal vez en sus mejores intentos por negar la realidad de la situación, desviaban la mirada de la cadena de personas mientras llevaban varios cargamentos a tierra.

Mientras Hummer se concentraba en la tarea física que tenía entre manos, casi se sentía como si no estuvieran en territorio de Hellion.

(¿De verdad somos…?)

El cielo estaba despejado y azul arriba, y el puerto en el que habían atracado estaba bien construido y albergaba numerosos almacenes. Incluso la arquitectura de la ciudad a lo lejos parecía similar a la de un asentamiento humano.

La mayoría de la gente de este continente imaginaba que el territorio de Hellion estaba envuelto en nubes oscuras, con magma saliendo de las grietas del suelo.

En verdad, esa imagen solo fue inculcada al público por años de sermones de los clérigos, una especie de lavado de cerebro.

No es que no hubiera algunos lugares infernales dentro del territorio de Hellion, pero la gran mayoría de la tierra era similar al territorio humano.

Las tierras gobernadas por grandes demonios competentes eran tan prósperas como cualquier ciudad humana. La mayoría de sus carreteras incluso estaban pavimentadas.

“No es lo que esperabas, ¿verdad?” Marlin comentó, como si hubiera leído la mente de Hummer. Debe haber sentido lo mismo en su primer encuentro con este lugar.

“… N-No”.

“Si nadie te lo dijo, podrías confundirlo con otro país humano… Pero mira en el techo de ese almacén”.

Hummer se volvió para encontrar un monstruo mirándolos desde lo alto del techo con su singular globo ocular demasiado grande para su diminuto cuerpo púrpura.

El monstruo fue llamado un ojo vigilante, odiado por los aventureros porque observa a sus objetivos para aprender su equipo, fortalezas y debilidades.

Cuando el monstruo crece, se transforma en un supervisor. Un supervisor es una especie que aprieta el gatillo ante la invasión de un monstruo. Cualquiera que vea un ojo vigilante está obligado a informarlo al gremio.

“M-Marlin, eso es…”

“Eso está por encima de su salario, viejo. La gente de la costa tiene que lidiar con eso”.

“A-Aún…”

“Pertenecemos al mar. No podemos permitirnos el lujo de lidiar con cosas en tierra… No ahora “, concluyó Marlin.

Aun así, Hummer tembló ante el misterioso ojo de monstruo que observaba cada uno de sus movimientos. Después de todo, acababa de vivir una invasión en Rookie.

(E-Esa cosa también causará una invasión algún día…)

Al imaginar el escenario, Hummer no podía dejar de temblar. De hecho, ni siquiera estaba seguro de salir vivo de este puerto.

Cuando terminaron de descargar el barco, algunos demonios de bajo rango habían aparecido en los muelles, aquí y allá. Su incesante mirada frenética ralentizó aún más al Hummer.

“Mantén la cabeza baja, viejo. No los provoques”.

“S-Si…” Hummer respondió débilmente.

Por supuesto, el color también había desaparecido del rostro de Marlin. “Es solo un negocio. Es negocio…” siguió murmurando, como para convencerse a sí mismo.

(Hay gente allá…)

Descubrir a algunos humanos entre los Hellhounds y Skeleton Warriors asombró a Hummer de nuevo. Sus cuellos estaban encadenados con collares, iluminados con siniestras marcas. Incluso Hummer, que no tenía conocimientos de magia, podía sentir que las marcas eran indicaciones de su servidumbre.

“Se han estado peleando durante mucho tiempo por aquí. La cantidad de humanos que tienen es solo otra demostración de poder”, explicó Marlin con total naturalidad. Hummer se estremeció al darse cuenta de que la amabilidad de Marlin, que por lo general se asomaba a través de su comportamiento estoico, no se encontraba por ninguna parte. “Viejo, llevamos cualquier tipo de carga por dinero. Comida, alcohol, drogas peligrosas e incluso personas. Ésa es la única forma de sobrevivir en el mar”.

“P-Pero…”

“Es la única forma de sobrevivir en cualquier lugar de este mundo podrido”.

Con eso, Marlin levantó una caja sobre su hombro y comenzó a caminar. Después de algunos viajes de apilamiento de carga en el almacén designado, algunos humanos eran la única mercancía que quedaba en el barco.

“Reúnanse todos”. El capitán llamó a su tripulación sin darles la oportunidad de descansar. Los hombres se agruparon a su alrededor, todos rígidos de miedo. “Buen trabajo. Ahora, iremos a saludar al rey de esta tierra para entregar nuestro cargamento final. No hace falta decirlo, pero asegúrese de no insultarlo. No debes decir una palabra”.

Mientras la tripulación asintió rígidamente en reconocimiento, el obispo estaba conversando con un mago siniestro, que parecía ser un humano vestido con una túnica grande y andrajosa de la cabeza a los pies, apoyado en un largo bastón. Nadie podía siquiera decir si la figura era un hombre joven o una anciana.

Si bien su silueta era humana, un mago siniestro era considerado un monstruo, un hechicero que se había perdido en las artes siniestras.

El obispo tuvo agallas para simplemente estar cara a cara con un ser así sin dar muestras de terror. Si bien algunos miembros de la tripulación encontraron tranquilizadora la actitud del obispo, Hummer no pudo evitar un mal presentimiento sobre ellos. ¿De qué tendrían que hablar un clérigo adorador de la Luz y un mago caído?

“…Es la hora.” El mago ominoso sacó un gran espejo.

“Hm. En efecto.” El obispo cruzó el espejo sin vacilar y desapareció. “M-Marlin…”

“Ni una palabra, viejo. ¿Quieres que te saquen la lengua?”

El capitán siguió al obispo a través del espejo. Al ver eso, el resto de la tripulación siguió su ejemplo, uno por uno, temblando todo el camino. Hummer se paró frente al espejo, rezando a la Gran Luz y al Ángel.

(Nuestra Gran Luz, Querido Ángel… ¡P-Por favor ayúdanos…!) “Ahora, humano…”

“¡Ah!” Justo cuando escuchó una voz urgiéndolo, Hummer saltó al espejo reflexivamente.

Cuando abrió los ojos, se encontró en una habitación solemne. (¿Dónde estoy…?)

Era una sala del trono llena de decoración carmesí y dorada. La habitación no solo era extravagante, sino opresiva. Toda la tripulación quedó asombrada por los deslumbrantes y sangrientos colores de las paredes y el techo.

En el trono había un gran diablo, con alas negras como la boca del lobo extendiéndose detrás de su armadura dorada completa: Belphegor. Los ojos de su casco parecían una puntada toscamente cosida.

Solo verlo hizo que Hummer sintiera angustia en su alma. Al ver al obispo realizar una profunda reverencia, todos los humanos en la habitación cayeron a cuatro patas, frotándose la frente contra el suelo. Esto fue para desviar sus ojos tanto como fuera posible, más que su miedo por el diablo.

“Oh rey, el Gobernante de los Siete… venimos ante ti de acuerdo con nuestro contrato”.

Lo único que Hummer entendió por el saludo del obispo fue que Tzardom de la Luz había llegado a algún tipo de trato con el rey de esta tierra.

“Un juego de carga maduro, de hecho. Su condición, sin embargo…” Una voz fría resonó desde dentro de la armadura.

Su voz por sí sola congeló el núcleo de todos los humanos allí. El rechinar de dientes resonó en la sala del trono.

“Perdóname. Nuestra humilde nación tuvo que mostrar nuestra autoridad a nuestros necios vecinos… ”

El gran diablo parecía haber notado que los esclavos habían sido azotados y dañados más de lo esperado. Señaló esto como si estuviera criticando algunas verduras en el pasillo de productos.

Después de unos momentos de inquietante silencio, Belphegor chasqueó los dedos. La puerta se abrió y una horda de demonios de bajo rango, las Hunietraps, llevaron varios artículos, como metales raros y partes de monstruos que solo estaban disponibles en el territorio de Hellion, además de tres cofres del tesoro.

El obispo inspeccionó cada pieza antes de abrir finalmente los tres grandes cofres del tesoro. Al ver que todos estaban llenos de bolsas de cuero, su respiración nasal se volvió audible.

La droga más popular en este continente era el “trance”, una sustancia cara pero relativamente disponible. Tenía una presencia considerable en el mercado clandestino como analgésico.

Los mercenarios también los usaban, para mitigar los miedos o dolores que venían con la batalla, así como por simple placer, pero la droga que Belphegor le había regalado al obispo era de otra naturaleza. Esto era krack, una droga extremadamente potente y adictiva que fácilmente podía pudrir la mente.

“¿Puedo…?”

Belphegor simplemente asintió con la cabeza ante la solicitud del obispo.

El obispo aspiró una pequeña cantidad de polvo. En un instante, su expresión cambió, haciéndolo parecer como si se estuviera ahogando en dicha.

“E-Esto es un krack de alta calidad… Increíble. Subiré aún más en las filas de mi país…”

El obispo dejó escapar que tenía la intención de guardar parte de la mercadería. Podía venderlo, convertir a los superiores en adictos o hacer cualquiera de las numerosas cosas diferentes de las que alguien como él era capaz.

“Rey de los Siete, cumplamos nuestro contrato”

“¿Qué hay del halcón?” Belphegor interrumpió al obispo, con una mirada siniestra asomándose a través de la puntada áspera.

“Rey. Creo que cada uno de nosotros es un poco liviano en nuestra carga”. El obispo se puso de pie y miró a Belphegor a los ojos con los suyos. Había esperado diez cofres, no tres como los que tenía delante. “He aprendido algunos trucos desde nuestra última transacción… Los acuerdos deben ejecutarse con la mayor precaución”.

La horda de Hunietrap saltó ante el comentario del obispo, pero Belphegor los silenció de inmediato levantando la mano.

“¿Haciendo trucos, humano? ¿Presumes que somos iguales?”

“Haz un trato con un diablo, espera morder un poco de veneno. Lo he aprendido de usted, mi señor”.

El casco de Belphegor se movió hacia arriba y hacia abajo, como si se estuviera riendo.

“Cuando un humano cae… puede ser bastante divertido”.

Belphegor chasqueó los dedos y una horda de gárgolas y golems de roca invadió la sala del trono, empujando a los esclavos hacia otro gran espejo. Luego se acercaron a la tripulación del barco.

“R-Rey, ¿qué estás…?”

“Perdonaré la falta de etiqueta esta vez. Déjalos como muestra de tu lealtad”.

El obispo calculó rápidamente el daño y decidió que la pérdida de esta tripulación valdría la pena por el krack restante.

“No hay necesidad de preocuparse por su viaje de regreso”, agregó Belphegor. “Haré que un Kraken lleve su barco lo suficientemente cerca del país”.

“Qué honor tan increíble”.

Era completamente irónico que el barco de Tzardom fuera transportado por el monstruo marino que su religión detestaba.

El capitán fue el que habló. “¡Este no era el trato, obispo! ¡Garantizaste nuestra seguridad!”

“No recuerdo tal garantía. Has probado más néctar de lo que te corresponde en el camino… Simplemente es tu momento”.

“¡¿T-Te llamas a ti mismo un sirviente de la Gran Luz?!”

“¡Jajaja! ¿La Gran Luz? Mi fe en tal cosa se ha secado hace mucho tiempo”.

Belphegor se reía de alegría, como si le divirtiera la pelea de estos humanos. Luego, extendió un solo dedo. Al instante, el capitán estalló en pedazos.