Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14: Paranomanía [parano_mania]

Capítulo 8: Su Canción [honestidad]

 

 

Érase una vez, había un cantante fracasado.

Sin embargo, el cantante tenía dudas al respecto. ¿Qué significaba exactamente fracasar?

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El orgulloso cantante pensaba: Mis canciones no son algo que se venda. Se necesita un alma empobrecida para ver solo el valor de las cosas en función de si hacen dinero o no, ¿no es así?

Las canciones son arte. El arte es la búsqueda de la belleza y su expresión. La belleza es aquello que trasciende los intereses y gustos personales mezquinos para mover los corazones de las personas. Ese sentimiento de ser movido es, en sí mismo, belleza.

Debido a que la gente se conmovía con las canciones del cantante y sentían la belleza de ellas, recibía ofertas para formar una banda y celebrar conciertos.

Cada vez que alguien decía que iban a hacer un éxito financiero, y el cantante era considerado como un ganso de oro, el cantante inclinaba la cabeza hacia un lado.

Es extraño, pensaba. El dinero no importa en absoluto, ¿verdad?

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Si el cantante pudiera cantar canciones que hicieran que todo su cuerpo se estremeciera y su alma se conectara con la audiencia, eso sería suficiente. Eso era mejor que tener sexo con una mujer. Se sentía tan increíblemente increíble, que nadie que no lo haya experimentado ni siquiera podría imaginarlo.

El cantante hacía canciones, las cantaba, cautivaba al público y obtuvo un apoyo masivo en ciertos sectores. El cantante tenía compañeros de banda, y su relación con ellos era buena, al principio, pero gradualmente se hizo más tensa. Eso era porque cada vez que alguien les traía una oferta que traería dinero al cantante, los ahuyentaba.

Tanto el cantante como sus compañeros de banda sudaban mucho en el trabajo, luego aprovechaban su tiempo libre para practicar y ponían gran esfuerzo en los conciertos.

¿Esto no es bueno?, pensaba el cantante. Mientras hacía las cosas de esa manera, no tenía que cantar por dinero.

Sin embargo, sus compañeros de banda estaban aparentemente insatisfechos.

“Podríamos hacerlo,” afirmaban. “Podríamos tener éxito. Podríamos vivir de nuestra música.”

Si lo hicieran, no tendrían que trabajar y podrían dedicarse por completo a la música.

“Ahora, escuchen,” advirtió el cantante a sus compañeros de banda. “Si hiciéramos eso, las canciones, nuestras actuaciones, ya no serían puras. Si las usamos para ganar dinero, no son diferentes de cualquier otro trabajo.”


A pesar de eso, sus compañeros de banda dijeron: “Lo que sea. Hemos ido tan lejos como podemos mientras trabajamos. Vamos, hagámoslo. Estará bien. Solo necesitamos un éxito. Podemos hacerlo.”

Finalmente, el cantante se rindió. “Está bien, está bien. A cambio, voy a hacer las cosas a mi manera, como siempre. Están bien con eso, ¿verdad?

“Eso está bien,” sus compañeros de banda estuvieron de acuerdo.

Y así el cantante hizo lo que quería.

Cuando se trataba de las canciones, el cantante era sincero, y no tiraba golpes. Al escribirlas, no solo era serio, sino desesperadamente serio. Simplemente convertía las cosas que realmente pensaba y sentía en letras, transmitiéndolas honesta y exactamente como eran. Era despiadado y a veces cruel.

Si iba a ser honesto, entonces no podría representar incluso a una mujer que amaba desde el fondo de su corazón como simplemente hermosa. Había momentos en que, después de que hacían el amor, y ella caía en un estado de sueño, roncando en voz alta, de repente sentía que la odiaba.

Había momentos en que quería decir: ¿Cómo podría complacerme esta repugnante bazofia? Y noches se masturbaba pensando en otra mujer.

¡Oh, pero en este momento, más a que nadie, más que a nada, la amo!, gritar eso en voz alta, sin vergüenza, era honestidad. No sé mañana. Podría tirarte algún día, como un pedazo de basura de gran tamaño, pero, por ahora, te amo.

Cuando se trataba de sus compañeros de banda, el cantante tampoco ocultaba nada.

“Son unos inútiles. Solo retírense. ¿Por qué no pueden hacer esto correctamente? Vayan a rehacer sus vidas un par de veces. Ustedes me agradan, pero en este momento quiero matarlos a todos. Quiero decir, han perdido su espíritu. No son serios en absoluto. Estoy en lo cierto, ¿no?”

Y el cantante de vez en cuando les gritaba.

“¡No se trata de dinero! ¡No tocamos música por dinero, maldita sea! Cederé un poco, no, mucho, y diré que está bien si entra dinero, pero no pongan el dinero antes de nosotros. Si queremos dinero y lo hacemos por dinero, terminamos. Eso ya no es música. El valor de cantarla o escucharla es cero. ¡Cero! ¿Por qué no lo entienden? Hemos estado juntos todo este tiempo, entonces, ¿cuándo se convirtieron todos en tanta basura? Si tuviera que elegir entre ustedes y un montón de vómito, tomaría el vómito. Un montón de moscas que pululan alrededor de un montón de mierda sería mejor que todos ustedes en este momento. No puedo querer a ninguno de ustedes ahora. Ojalá todos hubieran muerto, en serio.”

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Diciendo: No puedo soportar más de esto, un miembro de la banda se fue, luego otro, hasta que finalmente el cantante se quedó solo.

Con solo un cantante, ya no había banda. A pesar de eso, el cantante seguía llamándose a sí mismo una banda, poniendo sinceramente su vida en las canciones que escribía, llenándolas de todo su corazón.

Cantaba sobre el amor y el odio, la justicia y la injusticia, el artificio de la moralidad, las contradicciones del mundo, la verdad, la mentira y la libertad. Hacía todo sin miedo, enfrentando a la gente de frente.

“Ya saben, todos dicen que les agrado,” dijo el cantante a la multitud. “¿Por qué demonios es eso? ¿Qué es tan bueno de mí? ¿Que puedo cantar? ¿Que escribo letras que resuenan con ustedes? ¿Sienten que hablo por ustedes? ¿O es porque ser el tipo de persona que les agrada los hace sentir especial? Sea lo que sea, no es por eso que canto. Solo canto para mí. Estos son mis sentimientos, no los suyos. Somos personas completamente diferentes. No tenemos casi nada en común, ¿de acuerdo? Cuando hablan como si me entendieran o algo, ¿qué pasa con eso? Quiero decir, no entiendo a ninguno de ustedes, ¿de acuerdo? Entender a las personas no es tan fácil, ¿verdad? ¿Todos realmente son tan serios? No puedo prometer nada más que eso, no les mentiré. ¿Cómo se sienten todos ustedes al respecto?”

Había quienes veían al cantante como una víctima del comercialismo, un mártir del arte y lo perdonaban.

Otros lo condenaban, diciendo que era un tipo cuyo ego se había vuelto demasiado grande, un inmaduro, aspirante a revolucionario y un payaso que no entendía las cosas.

Sin embargo, otros decían que el cantante pensaba que era un genio trágico, pero que el hecho de no adaptarse al mundo básicamente mostraba una falta de talento, y aunque tal vez había publicado algunas canciones buenas, predecían, con una risa fría, que desaparecería, que pronto iba a ser olvidado.

“Bien, que digan lo que quieran,” dijo el cantante con desdén, disparando a sus críticos en sus canciones.

Ojo por ojo y diente por diente.

Si no estaban listos para ser golpeados, no deberían haber levantado los puños en primer lugar. Pensaban que le lanzaban piedras desde lejos, pero el cantante no era un espantapájaros estático. Él podía ir hacia ellos y tirarles las piedras de regreso.

“Si alguien te golpea, devuélvele el golpe.” Ese era el lema del cantante. Él no contenía las cosas que pensaba; las ponía en palabras y las afilaba.

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Cuando las palabras del cantante se convertían en afiladas cuchillas, no podía evitar lastimar a la gente. Sin embargo, incluso las cosas que se dicen casualmente pueden, a veces, penetrar profundamente en el corazón. Eso es lo que significa ser humano. Nadie puede vivir sin ser lastimado o lastimar a otros.

¿No es hermoso que, incluso cuando nuestros cuerpos y corazones están cubiertos de heridas, chorreando sangre y casi morimos de pérdida de sangre, todavía nos arrastramos hacia adelante, siempre hacia adelante?

Si alguien no quiere ser lastimado, debe ahorcarse y morir. Entonces nunca más serán lastimados. Todos vamos a morir con el tiempo, así que hoy, mañana, todo es lo mismo.

¡Cómo se atreven a morir así!, alguien podría enojarse. ¿Por qué tenían que morir?, alguien podría estar triste. Pero los muertos nunca lo sabrán.

Si duele, si es insoportable y no pueden soportarlo, deberían huir. Incluso si las personas intentan detenerlos, no hay forma de detener a una persona que realmente intenta terminar su propia vida. La salida de emergencia conocida como nuestras propias muertes siempre está junto a nosotros, y es una opción realista.

Algunas personas dicen que es un pecado grave, pero incluso si tuvieras que poner el peso de ese pecado en la tumba del difunto, solo los vivos podrían enfermarse y los muertos no sentirían nada. Eso es porque los muertos ya no existen.

El cantante nunca decía: “No me critiquen, no me peguen, no me den patadas, no me tiren piedras.”

“Hagan lo que quieran. Digan lo que quieran. Golpéenme si quieren. Pueden morderme, y si quieren golpearme la cabeza con una roca, adelante. Pero también haré lo que quiera y no voy a quedarme quieto. Vamos a hacer un maldito desastre el uno del otro. Está bien. Incluso vamos a ser así, ¿verdad?”

Una por una, las personas se alejaban del cantante y su banda de un solo hombre.

Una persona dijo esto:

“No puedo soportar más esto. Eres agotador solo por estar cerca.”

Al final, solo estás siendo egoísta, decían algunos, insultando al cantante.

“Sí, soy egoísta. ¿Qué hay con eso?”

“No seas tan desafiante. Por eso siempre serás un tipo incapaz de cambiar. Nunca creces como persona. ¿Por qué no intentas pensar en los demás? Crece ya. No puedes, ¿verdad? Solo eres un niño estúpido después de todo. Apuesto a que piensas que es genial actuar de esta manera. Bueno, estás equivocado.”

Esa persona gritó hasta que su rostro se puso rojo, luego se fue a algún lugar y nunca regresó.

Hubo alguien que declaró: “Estás acabado,” y luego le dio la espalda al cantante también. “Honestamente, todo el mundo piensa así. Eres el único que no lo entiende.”

El cantante estaba desconcertado. Estaba haciendo sus canciones con sinceridad, cantando con su corazón, como siempre lo había hecho. El cantante no había cambiado en lo más mínimo. A pesar de eso, sus compañeros de banda comenzaron a decir: Podemos hacerlo, seremos un éxito, con sueños manchados por la codicia. La gente cantaba sus alabanzas, todos empezaron a sentirse bien por su cuenta. Eventualmente, comenzaron a quejarse y lo colmaron de abuso, diciendo que se habían equivocado acerca de él, o que se suponía que no era así. No podían aguantar tanto, decían, y luego eventualmente dejaban el lado del cantante.

El cantante había amado a varias mujeres, pero todas eran iguales.

Al principio, todas las mujeres decían cosas como: Este es el destino, o, Nunca romperé contigo, pase lo que pase, o, Quiero que estemos juntos hasta el día de mi muerte, o, Por favor, no me abandones. Pero después, al final, comenzaban a quejarse diciendo, No sabes qué es la bondad, o, Te has salido del camino, o, Eres un fracaso, o, Eres defectuoso, o, Eres un monstruo psicótico. Al final decían, Devuélveme el tiempo que pasé contigo, y, No vales nada, y, No eres diferente de un proxeneta, y todo tipo de otras cosas horribles. Cuando las echaba de la ira, continuaban hablando de cómo las hirió, les provocó una hemorragia nasal o les torció los huesos. Algunas incluso exigían compensación en dinero.

Solo había una.

Ella era diferente de todas las demás.

El día que la conoció dijo: “No me gustan tus canciones,” le dijo al cantante. “Tus canciones son todo fuerza. Les falta delicadeza. Es como si estuvieras intoxicado contigo mismo. Son improvisadas, de una sola vez. Solo buenas en el momento, sin un trocito de universalidad. Dices que tus canciones son arte, pero no creo que puedas ser más engreído. Lo que haces es como masturbarte delante de la gente, y luego decir: «Mírenme, masturbándome en público así, ¿no es increíble?»”

El cantante, por supuesto, se enfureció. Sin embargo, era cierto que el cantante se había centrado en la naturaleza única de un momento dado, y en lugar de refinar lo que estaba diciendo con un oficio, expresaba las cosas como realmente eran. Básicamente, también había estado tocando su propio cuerno, diciendo: Si quiero masturbarme, lo haré frente a la gente. Soy muy honesto. Así es como hago las cosas. Soy increíble, ¿eh? Ella dio en la diana. Estaría mal enojarse.

“Puede que tengas razón. Pero me molesta,” le dijo el cantante.

“Esa es una actitud muy culta, y me parece más agradable que tus canciones.”

“No sé de qué estás hablando, pero quiero cogerte ahora mismo. ¿Te importa?”

“Me gusta la forma en que piensas. Quiero tener sexo salvaje, una y otra vez, y luego te observaré de cerca. En realidad, ese es mi estilo.”

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“Muy bien, hagámoslo.”

Así, el telón se levantó en su relación. Discutían con frecuencia, pero el cantante nunca levantaba una mano contra ella. Eso era porque ella le había dicho: En el momento en que te vuelvas violento, te odiaré y terminaré esto, sin argumentos. Ella lo había dicho claramente de antemano, por lo que el cantante sabía que, sin duda, lo haría.

Ella era una persona muy honesta. Cuando estaba con ella, hacía que el cantante se diera cuenta que no era honesto, solo se esforzaba por intentar ser así.

Para demostrar su propia honestidad, el cantante había necesitado reprimir a otras personas. Son mentirosos, viven vidas llenas de engaños, pero yo soy diferente, completamente diferente. Soy honesto, puro y hermoso.

Ella no era así. Era simplemente honesta, simplemente ella misma.

El cantante llevaba un cartel con honestidad escrito en él, se vestía con los colores de la honestidad y decía constantemente: Soy una persona honesta, tratando de ser reconocido como la persona más honesta del mundo.

Sin importar lo que la gente pensara de ella, no parecía afectada por eso. Parecía imperceptible, imposible de comprender, pero al mismo tiempo podía sentir que ella no estaba diciendo ni una sola mentira.

El cantante creía que la honestidad era justa. Pensaba que uno debería ser honesto porque era lo correcto y por eso tenía que ser honesto.

A ella no le importaba ni una pizca la justicia. Ella era simplemente honesta. Incluso si usaba ropa mientras caminaba, en su caso no era diferente que si estuviera desnuda. El cantante la encontraba hermosa, y cuando se lo decía, ella lo miraba sin comprender.

De vez en cuando, ella cantaba. Como era tan buena, él le preguntó si alguien le había enseñado. Resultó que su madre había sido cantante cuando era más joven y que había crecido escuchando sus canciones de cuna. Ella no escribía canciones. Cuando cantaba, eran las canciones de su madre, o canciones que eran populares. Sin embargo, cuando las cantaba, todas resonaban como si fueran su propia canción.

El cantante se deprimió.

“Cuando te escucho cantar, siento que mi corazón está siendo destrozado. El talento es algo cruel. Sentía que algo faltaba en mis canciones, y tenía que hacer algo al respecto. Así que escribí letras que nadie más podría. Quería ser especial. Todo fue por eso. Si tuviera el talento, debería haber sido capaz de hacer mi propia canción con solo cantarla. Pero no puedo hacer eso.”

Cuando dijo eso, ella puso una mirada misteriosa en su rostro y le dijo: “Si vas a sentirte decepcionado, ¿por qué no dejas de cantar por completo?”

Sin embargo, si dejara de cantar, el cantante se quedaría sin trabajo, el ingreso mínimo que obtenía se reduciría a cero y, cuando alguien preguntara “¿Quién eres?” No podría decir nunca más: “Aquí, esto es lo que hago.” Si perdiera su lugar como cantante, ¿qué pasaría con el cantante?

Tenía miedo de no ser más un cantante. El cantante se abrió honestamente a ella y le reveló esos sentimientos.

“Si lo dejas, puede que sea difícil para ti por un tiempo, pero te sorprenderá descubrir que estás bien con eso,” dijo como si no fuera un gran problema.

“También tengo miedo de perderte.”

“¿Por qué me perderías?”

“Quiro decir, no puedo imaginar que quieras estar conmigo si ya no fuera cantante.”

“No me importa si eres un cantante o no. Nunca me gustaron tus canciones en primer lugar. ¿No te lo dije al principio?”

El cantante se rió de lo tonto que era. Muy pronto, estaba llorando. Decidió dejar de cantar. Entonces le dijo: “¿Por qué no vamos de viaje? Vayamos a algún lugar lejos.”

“Está bien,” respondió ella inmediatamente, pero luego extrañamente añadió una condición. “Si nunca vamos a volver, salgamos de viaje. Ahora mismo.”

Cuando empacaron sus maletas, se fueron de la mano. No tenían ningún destino en mente. Irían a donde los llevaran sus pies, dirigiéndose a cualquier dirección que sintieran, y cuando no tuvieran ganas de ir más lejos, se quedarían ahí. Nadie podría darles órdenes. Incluso si alguien intentara decirles qué hacer, no escucharían.

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Decidieron que solo mirarían lo que quisieran, con los ojos bien abiertos, y si había cosas que no quisieran mirar, no pasarían por ahí.

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Ya sea en un campo de hierba mojada por la neblina de la mañana, o en una noche en la que el reflejo de la luna brillaba en un lago, ella cantaba cada vez que estaba de humor. El viajero que ya no era un cantante, escuchaba con adoración sus canciones.

Un día en que caían muchas estrellas, ella dijo: “Este viaje terminará algún día, ¿no es así?”

“Incluso si el viaje termina, todavía estaré a tu lado.”

“Pero eventualmente tanto tú como yo moriremos.”

“Pero aún no.”

“Pero es cuestión de tiempo. ¿Quieres irte antes que yo o después?”

“Nunca querría que mueras.”

“Bueno, entonces tu mueres primero. Te despediré, y luego moriré sola.”

“Tampoco quiero eso.”


“Yo tampoco, ya sabes.”

Aún así, tenemos que morir, ella dijo con resignación. El viajero ya la amaba más que a nada, pero ahora era increíblemente preciada para él, e insustituible. Y así, se dio cuenta de que lo que ella había estado viendo y lo que él mismo había estado viendo era similar, pero diferente. Eso era porque para el viajero había estado tan eufórico que el viaje parecía no tener un fin a la vista. Sin embargo, ella nunca había apartado ni una vez la vista de la verdad de que cada viaje debía terminar. Como los granos de arena que se drenan en un reloj de arena, el tiempo que les quedaba juntos se estaba acabando. No había manera de frenar esa velocidad. Además, no tenían forma de saber cuándo se agotaría su arena.

Bajo un cielo de estrellas fugaces, el viajero la abrazó con fuerza y ​​oró a Dios. Por favor, déjame estar con ella para siempre. Incluso si estamos destinados a estar separados por la muerte, no la alejes de mí, pase lo que pase.

Ohh, estoy… pensó el viajero. No quería decir “feliz.” Si pensara que era más feliz que cualquier otra cosa, más que nadie, en ese mismo momento no tendría más remedio que detener el tiempo, acabar con su vida. La mataría, luego se suicidaría. No quería hacerlo, pero no tendría otra opción.

“Oye, quiero ver el mar,” dijo ella.

“Suena bien. Vamos al mar.”

Incluso si el viaje terminara, ambos seguían vivos. Si ella lo quería, el viajero la llevaría a cualquier parte.

En su camino hacia el mar, espontáneamente, comenzó a hablar sobre su pasado.

“Tuve una hermana mayor. Seis años mayor que yo. Era muy bonita. Cuando yo tenía nueve años, ella se enfermó y murió. A pesar de que a quien cuya vida fue cortada fue a mi hermana, no a mí, eso lo cambió todo. Cuando mi hermana murió, mi vida cambió.”

“¿Aveces piensas cosas como que te gustaría haberle mostrado este mar a tu hermana?”

“No. La enfermedad que hizo que mi hermana muriera fue una desagradable. Sufrió mucho. Por eso, cuando no pudo soportarlo más, un día me dijo: «Lo tienes más fácil, eh. No tienes ningún dolor real, y puedes seguir viviendo. Por un largo, largo tiempo. Podrás hacer mucho. Te envidio más de lo que nunca podrías saber». Mi hermana estaba llorando. Es patético, pero en ese momento odiaba a mi hermana. Quiero decir, no era mi culpa que se enfermara. Quería decir «No te desquites conmigo», pero me contuve. Ella iba a morir pronto, así que la compadecí.”

“Apuesto a que tu hermana se disculpó.”

“Sí. «No te preocupes», le dije. «No voy a morir todavía, así que estaré bien. Puedes decir cosas aún más horribles». Pero después de eso, mi hermana nunca volvió a quejarse, y luego murió.”

Los dos pasaron varios días junto al mar. Pensando en eso más después, no deberían haber estado ahí. Deberían haberse ido de inmediato. Sin embargo, quedarse unos días en un lugar, más tiempo si les apetecía, no era particularmente extraño para ellos. Como siempre, descansarían sus alas ahí hasta que decidieran a dónde ir a continuación.

Era una mañana brumosa. Ambos se encontraron en una niebla tan densa que no podían distinguir sus propios pies.

Antes de pensar que podría ser peligroso, la curiosidad cayó. Los dos fueron a la orilla del mar. La niebla era tan espesa que perderían de vista las yemas de los dedos si extendían la mano delante de ellos. Confiando casi por completo en el sonido, caminaron tan cerca como podían hasta la costa, tomados de la mano, por supuesto.

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Aunque estaban tomados de la mano, comenzó a sentir que podrían separarse, y el viajero se inquietó. Cuanto más tiempo estuvieran juntos, menos quería separarse. Sin embargo, debido a que no se habían separado, no había nada que pudiera hacer. Podía sentirse loco por la frustración, pero al mismo tiempo estaba insatisfecho, y la sensación de no estar feliz satisfizo al viajero.

Ella no decía ni una palabra. El viajero caminaba en silencio también.

Sin embargo, ¿qué pasaba con esta niebla? No sería extraño que saliera el sol ahora, pero no veía ninguna señal de ello. Las olas ocasionalmente mojaban sus zapatos hasta hace poco, pero ahora era extraño. Cambiaban y cambiaban en dirección al mar, pero el sonido de las olas se alejaba.

Como antes, ella no decía nada. De repente, el viajero se encontró con ganas de escucharla cantar.

Estaba a punto de pedir una canción cuando de repente ella dijo: “Oye, ¿dónde estamos?”

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