Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14: Paranomanía [parano_mania]

Capítulo 6: Como Desees [inspírame]

 

 

Cuando vio el área por primera vez desde la distancia, Haruhiro pensó que podría ser un cementerio.

Había lo que parecía un promontorio que se elevaba fuera de la llanura, e innumerables marcadores de tumbas estaban alineados en la cima de esa colina.

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Cuando se acercaron a la colina, se hizo evidente que todas eran estatuas humanoides.

“¿Estatuas de una mujer…?” Haruhiro murmuró, sin preguntarle a Alice.

Bueno, si lo presionabas para que lo admitiera, estaba preguntando, pero no tenía ninguna expectativa de que obtendría una respuesta.

Efectivamente, Alice siguió caminando sin decir ni una palabra.

Mientras seguía en silencio, Haruhiro pensó: Sería mucho más fácil si pudiera vivir solo por mí. Como lo hace Alice.


Ahora, en cuanto a si realmente querría emular ese comportamiento, eso era dudoso. Él quería intentar vivir como deseara, sin preocuparse por lo que pensaran los demás. Dicho esto, sin embargo, mientras seguiera siendo él mismo, le importaría lo que pensaran los demás y se preocuparía por ellos. Él no podía ser como Ranta.

¿Ranta?

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¿Quién es Ranta? Ranta. Ran… ¿Ranter? ¿Ranran? No. Eso se siente mal. Sí. Está mal. Es Ranta.

El cabello rizado me viene a la mente. Cierto, sí, ahora recuerdo. Siempre me olvido tan rápidamente…





¿Rápidamente? Siento que no lo he visto en mucho tiempo. ¿Han pasado meses? ¿Años? ¿O simplemente se siente así? No, realmente me separé de Ranta. Fue antes de venir a Parano. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde?

Oh, Thousand Valley. Correcto. Cuando regresamos de Darunggar, estábamos en Thousand Valley, y nos vimos atrapados en una pelea entre los Typhoon Rocks y Forgan. Sucedieron cosas, y Ranta nos traicionó para unirse a Forgan. Me pregunto si todavía está vivo. Bueno, conociendo a ese idiota, estoy seguro de que está en algún lugar y demasiado saludable.

Si no recojo los fragmentos de recuerdos como este y los grabo en mi mente, todos desaparecerán. Como si nunca hubieran sucedido.

A veces pienso que quiero verlo. Aunque, si nos encontráramos, estoy seguro de que me haría enojar. Aun así, no volver a verlo sería demasiado. No es como si estuviera muerto.

No están muertos… ¿verdad?

Kuzaku…

Shihoru.

Setora y Kiichi.

Mary.

Sin embargo, Yume no debería estar en Parano.

Están vivos, ¿verdad?

Deberían estarlo.

Sí.

Están vivos.

Si lo están, no puedo estar haciendo esto; tengo que buscarlos. Los encontraré.

Su sentido de urgencia se convirtió en un millón de insectos, arrastrándose bajo su piel. Se sentía como si esos insectos pudieran comenzar a salir de debajo de sus uñas, las esquinas de sus ojos y sus orejas.

Naturalmente, no había  insectos. No había manera de que algo que no existía pudiera salir, pero en Parano, no había manera de estar seguros de que las cosas que se suponía que no podían suceder no sucedieran.

Honestamente, él no tenía tiempo para esto.

Las estatuas estaban en la base de la colina. Por lo que se veía, eran, de hecho, mujeres.

¿Estaban hechas de piedra, hierro, madera? ¿Tal vez vidrio? Parecía que muchos materiales habían sido mezclados y combinados. Había algunas que eran fotorrealistas, como si una mujer real se hubiera convertido en esa forma, mientras que otras estaban deformadas. Si fuera a dar su franca opinión, no eran muy buenas. O más bien, aunque no las llamaría al azar, habían sido hechas con bastante torpeza.

Alice pasó junto a cada una de ellas, subiendo la colina en una gran espiral. Si iban a subir la colina, podrían haber ido directamente. Quería quejarse, pero sería ignorado, o callado.

Haruhiro suspiró detrás de su máscara por enésima vez.

Estas estatuas probablemente habían sido hechas por alguien con demasiado tiempo en sus manos, y no valía la pena mirarlas, pero no era como si hubiera algo más que llamara su atención. Eso era lo que pensó al principio.

Pero a medida que avanzaban, era como… si las estatuas estuvieran mejorando… ¿tal vez?

No, el hecho era que las fotorrealistas eran claramente la forma correcta, y las deformes tenían una intención artística que incluso un aficionado podría discernir.

Incluso las estatuas más pequeñas se habían hecho a escala, mientras que las más grandes podrían ser dos veces más altas que Haruhiro. Algunas estaban vestidas, mientras que otras estaban desnudas.

Después de algún tiempo, se dio cuenta.

Todas las estatuas tenían el mismo rostro.

La modelo para estas cientos, miles, o tal vez más, de estatuas era una sola mujer joven.

Cuando estaban en la mitad de la colina, la mayoría de las estatuas eran de una variedad fotorrealista, y su precisión realmente había aumentado. Aunque el tamaño, la pose y el atuendo variaban, de alguna manera, se podría decir que todas eran la misma estatua.


El escultor de todas ellas debió ser la misma persona. Alguien había hecho una estatua de esa mujer tras otra, y continuó y continuó hasta que había muchas.

Parecía obvio que la mujer no era un producto de la imaginación del escultor, sino que existía en algún lugar o lo había hecho en algún momento. El escultor debió haber estado bastante apegado a ella. Habían estado cerca. Un miembro de la familia, una amiga o una amante, tal vez.

Alice miró a su alrededor, caminando entre las estatuas como si todo fuera normal.

Siguiéndola, Haruhiro se preguntó: ¿A Alice no le parece espeluznante? Él, por su parte, estaba bastante asustado.

El escultor debió comenzar a hacer estatuas en la parte inferior y trabajar hacia la cima. Sus habilidades habían mejorado a medida que avanzaba.

Haruhiro y Alice estaban cerca de la cima ahora, y las estatuas parecían una mujer petrificada por algo. La vista de tantas de ellas alineadas solo podría ser descrita como extraña.

“Ruinas No. 5, eh…” murmuró.

Se decía que era una de las siete ruinas numeradas, desde la No. 1 hasta la No. 7. ¿Por qué era que, a pesar de eso, no había pilares caídos, ni nada que se pareciera a los restos de un edificio? Casi no había escombros.

Las estatuas, ¿eh? El escultor probablemente había demolido los edificios, o usado las piezas de piedra y metal de los edificios derrumbados, para hacer estas estatuas.

Alice llevaba la pala acostada en lugar de cargarla en el hombro.

Cuando terminó la pendiente ascendente, había un área plana y abierta en la cima de la colina. Las estatuas de la mujer solo estaban en el borde de la cima de la colina.

No, no múltiples estatuas. Solo había una. Estaba en aproximadamente en medio de la colina.

Esa estatua de la mujer estaba parada ahí, sola.

Haruhiro tragó saliva.

Había alguien aquí.

Justo en frente de la estatua.

Era un solo hombre, un poco más bajo que él, mirando lo que parecía ser una estatua de tamaño natural de la mujer.

El cabello del hombre era largo y ondulado. Visto desde un lado, tenía una barba corta, se veía joven y viejo al mismo tiempo. El abrigo verde musgo con el cuello de piel que llevaba puesto estaba desgarrado en algunas partes, estaba un poco sucio y las botas de aspecto duro que llevaba puestas lucían gastadas.

Haruhiro sabía que Alice llamaba al hombre Ahiru. Pero eso significaba pato, así que probablemente no era su verdadero nombre.

Ni Alice ni Haruhiro hicieron mucho ruido cuando caminaron, pero tampoco estaban intentando escabullirse por completo en este momento. Ahiru tenía que ser consciente de los dos. A pesar de eso, no apartó la vista de la estatua. Él no hizo tanto como ceder.

“¿Alguna sombra extraña?” Alice miró a su alrededor, murmurando: “Parece que no.”

El sol no salía y ni se ponía en los cielos de Parano, por lo que no se proyectaban sombras en la dirección opuesta. Las sombras de Alice y Haruhiro estaban justo a sus pies, viéndose vagamente apropiadas ahí.

¿Qué quiso decir Alice con sombras extrañas?

Alice se acercó al hombre. “Hay muchas más ahora, Ahiru.”

Como si acabara de detectarlos cuando su nombre fue dicho, Ahiru saltó un poco y se volvió hacia ellos. “…Princesa.”

“¿Cuántas veces tengo que decírtelo? No me llames así.” Alice se detuvo y clavó la punta de la pala al suelo.

Ahiru suspiró. “Alice C,” dijo, enunciando claramente. “¿Mejor ahora?”

“Cualquier cosa menos princesa.”

“Hmph…” Ahiru lentamente se limpió la boca con la manga de su abrigo. Después de eso, parecía que finalmente registró la existencia de Haruhiro. “Qué inusual, que tengas un sirviente. Para la Alice C que se escapó del rey para actuar como un lobo solitario.”

“Él no es mi sirviente,” dijo Alice. “Es un amigo. Aunque no es cierto.”

Cuando Alice hablaba, era difícil saber qué creer. Era diferente de escuchar a un mentiroso; Alice estaba constantemente en contradicción.

Alice se rió con ironía, luego Ahiru comenzó a desabrochar los botones en la parte delantera del abrigo.

“¿Estás aquí por venganza?” Ahiru preguntó. “Hice polvo tu casa después de todo.”

“Seguro que lo hiciste. Eso fue duro.”

Puñalada, puñalada, puñalada.

Alice sacó la pala del suelo, la apuñaló, la sacó y la apuñaló de nuevo.

“No pensé que tuvieras las agallas, Ahiru. Nunca pensé que fueras capaz de algo así. Sabes a lo que me refiero, ¿verdad? Sabías dónde vivía, pero lo mismo era cierto para mí. Conozco las Ruinas No. 5, el lugar que alguna vez se llamó Tsukihi, el lugar donde te ahogaste en tus recuerdos de Yonaki Uguisu.”

“Parece que lo estás malentendido. No tengo necesidad de recuerdos.”

“Entonces ¿por qué hacer tantas estatuas de ella, eh?” Alice exigió.

“Simplemente no tengo nada más que hacer.”

“Esa es una excusa forzada.”

“Viniste aquí porque tu casa fue destruida, ¿verdad?” Ahiru preguntó. “Bien. Hazlo. Aplástalas a todas.”

Ahiru desabrochó los botones de su abrigo, poniendo sus manos en su cinturón. Parecía que era el fetiche de Ahiru.

Alice todavía apuñalaba, apuñalaba, apuñalaba el suelo con la punta de la pala.

Haruhiro estaba posicionado casi directamente detrás de Alice. Estaba preparado para moverse en cualquier momento. Bueno, incluso si se moviera, solo estaría pegado a Alice.

“Destrúyelas,” repitió Ahiru con una leve sonrisa. Se sacó el cinturón de la cintura. No parecía más que un cinturón de cuero negro ordinario.

En el momento en que Haruhiro pensó eso, el cinturón se envolvió alrededor del puño derecho de Ahiru.

“Destrúyelas. De todos modos, todas son falsas. Destrúyelas todas.”

“¿Ah, sí?” Alice dejó de levantar y bajar la pala, luego se rió. “No puedes destruirlas tú mismo, así que quieres que lo haga por ti. ¿Por eso me hiciste enojar? Eres un dolor en el trasero, igual que siempre.”

La pierna derecha de Ahiru comenzó a temblar. Su expresión se mantuvo sin cambios, pero estaba enervado. “No creo que seas alguien para hablar de ser un dolor en el trasero, princesa.”

“Ahiru,” dijo Alice. “No lo entiendo. Si quieres recuperar a Yonaki Uguisu, ¿por qué no lo haces?”

“Si pudiera, lo haría,” replicó Ahiru. “No estabas exactamente jugando a la princesa tonta, bailando en la palma de la mano del rey porque querías.”

“Bueno, duh. Por eso me escapé. Puedes besar el trasero de ese pedazo mierda y decirle que te encanta todo lo que quieras, pero ella no regresará. ¿O tal vez estás esperando que ese pedazo de mierda se canse de su bonita voz y la tire? Si me preguntas, es más probable que la aplaste en el piso que tirarla. Una vez que hace algo suyo, no se lo da a nadie. Es un auténtico pedazo de mierda después de todo.”

“Tal vez.”

“¿Qué es exactamente lo que quieres, Ahiru?” Alice preguntó. “¿Qué te hizo enojarme y atraerme aquí?”

“¿Te… hice enojar? Esa… esa no era mi intención.”

“Aún así, es extraño, ¿no?” Alice señaló.

Haruhiro no entendía la mitad de lo que los dos estaban hablando. Sin embargo, Alice estaba dominando a Ahiru. Eso estaba muy claro.

Ahiru parecía listo para entrar en un frenesí. Su puño derecho envuelto en el cinturón podría golpear a Alice en cualquier momento.

Incluso si lo hiciera, Alice lo manejaría fácilmente. Ahiru probablemente también sabía eso.

“No hay manera de que puedas vencerme,” dijo Alice. “Pensé que era por eso que me acosabas, intentando que fuera con el rey. Si me dejas en paz, mataré a ese padazo de mierda a su debido tiempo.”

“Sí. Lo apuesto. No es que crea que puedas.”

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“Aun así, lo haré,” continuó Alice. “Ese pedazo de mierda casi nunca abandona su trono. Si voy a derrotarlo, solo tendré que ir a él. Una vez que yo esté lista, iré a encargarme de él. Ahiru, ¿tú qué estás haciendo?”

“Yo… actué bajo órdenes del rey…”

“Eres un inútil sin talento, y ese pedazo de mierda lo sabe también. Nadie tiene expectativas de ti. Ni siquiera Yonaki Uguisu, apuesto. Ella no está soñando con que vayas por ella en un caballo blanco como un tipo de príncipe.”

No sé cuál es la situación, pero ¿Alice tiene que ser tan dura al respeto? Haruhiro se sentía cada vez más compasivo con Ahiru. Alice estaba con la boca sucia. Sin que pareciera disfrutarlo en particular, Alice decía cosas que cortaban profundo con relativa facilidad, sin rodeos. Tal vez no había mala voluntad ahí, pero Alice podría moderarse un poco.

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“Alice,” Ahiru puso una sonrisa que solo podía ser una falsa. Luego, con voz tensa, dijo: “Vaya que eres especial.”

Pero, como era de esperar, Alice no se inmutó. “Trátame como un patito feo todo lo que quieras. No me importa ni un poco. Pero aquí está la cosa: creo que no quieres que te odie.”

“…¿Qué?”

“Déjame decirte cómo te sientes realmente. Déjame decirte tus verdaderos sentimientos y deseos, los cuales no podrías admitir incluso si los conocieras, y peor aún, ni siquiera puedes ser plenamente consciente de ellos.”

“Por qué—”

“No eres inteligente. Además de eso, con Yonaki Uguisu tomada como rehén, no estás pensando con claridad. No estás mirando bien lo que buscas y lo que estás haciendo. Por eso digo que te lo diré.”

“Yo…”

“Antes de eso…” Con la cabeza inclinada hacia un lado, Alice la sacudió ligeramente.

Con esa pequeña señal, Haruhiro recibió el mensaje, y le dolió un poco que su cuerpo respondiera medio automáticamente.

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Haruhiro se acercó a Alice. En el momento en que lo hizo, la pala de Alice se peló.

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Esa piel negruzca formaba una cáscara mutable. Protegía a Alice, y atacaba a sus enemigos. Podría ser justo decir que el cuerpo principal de la pala era el corazón de Alice. Estaba expuesto, y podrían ser fácilmente herido. Incluso el aire dolía.

Nosotros… Haruhiro pensó, cambiando los pronombres. Cuando agarraba a Alice por detrás de esta manera, comenzaba a pensar como si fuera Alice. Sentía el cuerpo principal de la pala como si lo estuviera tocando él mismo.

Se sentía en carne viva, ambos se preguntaban por qué no estaba sangrando. Era suave y húmedo. Carne, tejido y órgano. Tenía un pulso sordo. Los cientos, no, miles de tiras en las que se separaba la piel al extenderse eran duras y no fáciles de destruir. Incluso si la piel se rompía o se hacía pedazos, no era gran cosa. Estaría bien sin importar qué, pero el cuerpo principal no. Era peligrosamente frágil. Honestamente, era doloroso sostenerlo así. Ambos lo soportaban. Todo era una falsa bravata.

“¡Basta!” Ahiru gritó. No solo estaba levantando la voz, con dolor en su rostro, le rogó: “¡Por favor, basta!”

No puedo tener suficiente, pensaron los dos. Me encanta esa expresión. Pero él puede darme más que eso.

La piel de la pala dejó escapar un gemido, saliendo volando de la plaza y cortando una estatua de Yonaki Uguisu tras otra.

Ellos rieron. No habían querido reírse en voz alta, pero no podían evitarlo. Riendo, rompieron una segunda, tercera, cuarta y quinta Yonaki Uguisu.

Podría ser una sádicaNo lo negaré. Aunque no haría nada tan horrible a la verdadera Yonaki Uguisu, por supuesto. Ella es un pájaro en una jaula, como su nombre, ruiseñor. Me siento mal por ella. Pero estas estatuas que hizo Ahiru no son ella. No soporto la manera en que Ahiru no hace nada más que hacer estas cosas. Entonces, las destruiré. Cortarlas con la piel. Aplastarlas. Aplastarlas. Destruirlas, destruirlas y destruirlas como loca.

“¡Ah…!” Ahiru se agarró la cabeza mientras observaba. Observó de esta manera y, finalmente, cayó de rodillas.

Hai to Gensou Volumen 14 Capítulo 6 Novela Ligera

 

Esto es muy gracioso. ¿Qué puedes hacer si no reír? Por todo lo que grita: “¡Detente, deten esto, por favor!” No está haciendo mucho para detenerme. Sé que es imposible para él detenerme, pero al menos podría mostrar algo de espíritu.

Pero Ahiru no lo hará. Porque esto es lo que quiere. Las hizo con mucho cuidado, y se han acercado mucho más que sus primeros esfuerzos, y ahora quiere destruir estas estatuas que se parecen a Yonaki Uguisu.

Porque, al final, no son ella. No pueden reemplazarla. Aun así, Ahiru no puede obligarse a destruirlas. Las estatuas se parecen a ella, así que, por más que lo intente, no puede hacerles daño con sus propias manos. Aunque no sean ella. ¿Es un idiota? Probablemente lo es.

Ahiru ya está de rodillas llorando. Ese asno pretencioso tiene tanta confianza en su apariencia, que siempre está tratando de actuar genial. Ahora su barba es un lío de mocos y lágrimas. Le queda bien. Esto es más que hilarante.

Bueno, no es que voy aplastarlas a todas.

Quiero decir, eso es demasiado esfuerzo.

Maldición, hay demasiadas. Como, ¿cuántas hizo? Este es Parano, así que si el estado de ánimo lo llevara, podría hacer un número infinito. Hay una cosa llamada límites, ya sabes. Eres un idiota. Un verdadero idiota.

Dicho eso, solo queda una estatua en la cima de la colina.

La obra maestra en el centro de la plaza. Ahiru debió haber decidido que una sería la última, asegurándose de que todos los detalles fueran perfectos. Pero si no hubiera llegado a eso, no habría sido la última. Nunca habría estado satisfecho, y habría hecho otra.

Hacer estatuas es un acto de sustitución.

Nunca podrá volver a sostenerla en sus brazos, así que se consuela haciendo estatuas constantemente.

Qué lamentable.

“Sí.” Clavando la pala en el suelo, ambos asintieron. “Oh, eso se sintió bien.”

Haruhiro se alejó de Alice. Puso algo de distancia entre ellos, luego se desplomó en el suelo.

Ya no era parte de “ellos,” sino de “él.”

“Para mí también.” Ahiru estaba sentado con sus piernas en forma de W como una chica, mirando al cielo de lunares con una mirada vacía. No se limpió las lágrimas, los mocos y la baba. “Ya veo. Yo quería acabar con esto…. Ya veo.”

“¿Quieres besar el trasero del rey de nuevo?” Alice preguntó.

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“No. He tenido suficiente.”

“Entonces bien, Ahiru. Vas a ser mi espía.”

Ahiru miró a Alice, usando la manga de su abrigo para limpiar un poco el área alrededor de su boca. Tenía una mirada en su rostro como si estuviera soñando despierto. Una pequeña llama se encendió en el fondo de esos ojos.

“¿Un espía… dices?”

Alice se rió y luego dijo: “Eso es lo que quieres, ¿no es así?”

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