Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14: Paranomanía [parano_mania]

Capítulo 14: No Vagar [ido_ido]

 

 

Esta cuesta era muy difícil para caminar. No estaba solo llena de baches; se sacudía hacia arriba y abajo. Los lugares donde pisaba podrían saltar repentinamente, o hundirse de la nada.

Y no solo un poco, podría ser desde diez centímetros hasta más de un metro a veces.

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El terreno no era lo suficientemente duro como para llamarlo rocoso, pero tampoco era tierra. Tampoco era suave como la arena. Se sentía como la arcilla, pero no pegajoso. Era uniformemente gris, pero ennegrecido en algunos lugares, dándole un aspecto no totalmente diferente al mármol. Eso realmente se metía con su sentido de la distancia.

Dinámicamente subía y bajaba, pero en general descendía en pendiente. Esto podría ser mejor que una pendiente cuesta abajo constante. Tener algún cambio al menos evitaba que se aburriera.

Si bajaba la guardia, perdería el equilibrio, por lo que no podía perderse en sus pensamientos. Eso le evitaba pensar en cosas que no necesitaba, pero aún así, Esto no es bueno, pensó.

Alice y Ahiru, que estaban más acostumbrados a Parano que Haruhiro, iban delante de él. Mientras los seguía a los dos, ¿cuántas veces se había repetido a sí mismo: No puedo solo dejarles esto a ellos, hasta ahora?

El flujo del tiempo en Parano era único. ¿Un segundo en Parano eran cien segundos en Grimgar, o era al revés? ¿Era de un lado a otro? ¿Se serpenteaba? ¿Fluía completamente diferente?

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Nada era seguro, y no podía pensar en ninguna forma de probarlo, pero sentía que podía estar seguro de que el tiempo no estaba fluyendo a un ritmo uniforme.

Haruhiro, por supuesto, sentía que era anormal. Pero no es así para Alice y Ahiru. Probablemente habían empezado con el mismo sentimiento de error al respecto como Haruhiro, pero en algún momento mientras vivían en Parano, se había vuelto normal para ellos.

En la mente de Haruhiro, el resultado de eso era que todo, incluso sus patrones de pensamiento, habían sido influenciados por Parano. No estaba seguro de Ahiru, pero Alice no era de ninguna manera una persona estúpida, pero ninguno de los dos planeaba las cosas de una manera ordenada y lógica. Los cambios en Parano probablemente eran demasiado intensos para eso.

Cuando se trataba de lugares que no cambiaban, tal vez había algo más de diez, todos ellos en ruinas o similar. Incluso si viajaban de las Ruinas A a las Ruinas B, la distancia como una línea recta no cambiaba, pero el terreno intermedio cambiaba cada segundo, por lo que el camino era diferente cada vez. Era sumamente difícil predecir cuándo podría suceder algo, por lo que se les exigía fundamentalmente que actuaran de manera improvisada para responder a una situación en evolución. Dado eso, cualquier plan se echaría a perder rápidamente.

La planificación existía para llevar a cabo las cosas de manera eficiente. La eficiencia era una relación de la recompensa al esfuerzo gastado. Por ejemplo, si te tomaba un año hacer una barra de pan, tendrías que decir que era altamente ineficiente. Sin embargo, en Parano, el concepto de tiempo era terriblemente vago.

¿Se tomaba un año para hacer esa barra de pan? ¿Diez días? ¿Un día? ¿Unas pocas horas? Nadie podría decirlo con seguridad.

Haruhiro y los demás podrían estar experimentando una especie de imperecedera y eterna inmortalidad en este otro mundo, Parano. El hecho era que si les pasaba algo, morirían, por lo que no eran inmortales del todo, pero si podían evitar el peligro, probablemente vivirían indefinidamente. Esa era la ilusión, al menos.

Esta situación entorpecía la idea de si había que hacer algo en este momento.

Claro, estaba preocupado por sus camaradas y quería verlos, y tenían que volver a estar juntos. Pero si estaban bien, bueno, “la prisa no es buena consejera,” como dicen. ¿Tal vez no haya que hacerlo en este segundo?

No, obviamente, necesitaba confirmar que sus camaradas estuvieran bien lo antes posible. Solo era que, aunque pudiera apresurarse, era cuestionable si había algo más que pudiera hacer. Era increíblemente difícil buscar personas en Parano. Eso le nublaba la mente. Si no era paciente al respecto, se volvería loco.

Si después de todo eso, simplemente dejara de preocuparse, ¿encontraría un final como el hombre oxidado en la Torre de Hierro del Cielo?

No voy a terminar como él, era algo que creía fervientemente en este momento. Sin embargo, si esta situación se prolongaba indefinidamente, ¿qué tal entonces?

Haruhiro bien podría tomar el mismo tipo de decisión que el hombre oxidado, o  el Hombre Durmiente en el Bosque Escarlata.

Alice y Ahiru todavía tenían un apego a la vida. Aun así, sus espíritus definitivamente habían sido devorados por la eternidad de Parano. Seguramente era lo mismo para el rey solitario que custodiaba la puerta en el Castillo Elefante. Y Itou Nui no había sido tan fuerte como cualquiera de ellos, por lo que había dejado de vivir.

Fue Haruhiro quien le dio el golpe final a Nui, por lo que no tenía intención de esquivar la responsabilidad de su papel en ello. Aun así, cuando el deseo de Nui de reunirse con Alice se había hecho realidad, no tenía más razones para aferrarse a la vida. Habiéndose convertido en uno con Nui usando la Resonancia, Haruhiro podía decirlo con certeza.

Para Nui, vivir había sido una prueba terrible y agotadora, como arrastrarse por la oscuridad en busca de algo. Alice había sido su única luz.

En el momento en que vio esa luz de nuevo, Nui había sentido: Esto es suficiente. No quiero seguir sufriendo. Seré envuelta por la luz y dejaré que termine.

Como el Hombre Durmiente, el hombre oxidado y Nui, ¿Haruhiro eventualmente elegiría terminar de alguna manera? Era posible que Alice o Ahiru también lo hicieran. El nuevo grupo de Kuzaku y el resto de sus camaradas también. No podía estar seguro de que ninguno de sus camaradas ya haya abandonado su vida de esa manera.

Los iba a encontrar antes de que estuvieran completamente absortos en Parano. Luego los persuadiría para derrotar al rey y abrir la puerta.

No sabía dónde estaba ni qué era el cielo, pero la grupo de Haruhiro había llegado a Parano a través de una puerta. La puerta en Parano probablemente también conducía a otro mundo. Bien podría ser Grimgar. No estaba seguro de tener esperanzas, pero no tenía razón para rechazar la idea por completo.

Probablemente no iba a hacer ningún daño pensar: Sería bueno si lo fuera.

Después de descender durante mucho tiempo la pendiente con patrón como el mármol, de repente, apareció el fondo de un valle. Había un precipicio abrupto frente a ellos, por lo que probablemente era un valle.

Haruhiro se detuvo sin querer. “Seguro que hay muchos de ellos…”

Alice y Ahiru estaban avanzando. Estaría en un apuro si lo dejaran atrás, así que Haruhiro mantuvo sus piernas en movimiento.

“Este es el Valle de los Deseos Terrenales…” dijo.

Había una masa de algo retorciéndose en el acantilado. Como un enorme enjambre de insectos. Algunos se movían hacia la izquierda y hacia la derecha, mientras que otros subían por el acantilado.

Mirando a su alrededor, no solo Haruhiro y los otros dos eran quienes descendían la pendiente para dirigirse al valle, no, en los acantilados del otro lado. Tal vez estaban evitando la poderosa magia de Alice y Ahiru, por lo que estaban bastante lejos, pero podía ver lo que parecían siluetas de monstruos de sueños aquí y allá.

Haruhiro finalmente alcanzó a Alice. “Ese valle… más bien el acantilado… ¿dónde comienza, y hasta dónde llega?”

“Me supera. ¿Lo sabes, Ahiru?

“¿Cómo debería saberlo?” El hombre dijo de regreso. “Si vas, lo descubrirás.”

“Bueno, ve tú,” dijo Alice.

“¿Yo?” Ahiru se mostró incrédulo. “No puede ser en serio, ¿verdad?”

“Dije que vayas.”

“De ninguna manera. No iré.”

“¿Por qué no? Sería divertido si lo hicieras.”

“No para mí. Eres como el rey, Alice. Bueno, supongo que probablemente por eso le agradas.”

Alice resopló en respuesta, pero no dijo nada.

Cuando se acercaron aún más al fondo del valle, más y más monstruos de sueños parecidos a insectos desaparecieron de la vista. No habían desaparecido, por supuesto. Los monstruos de sueños se volvieron cautelosos de Alice y Ahiru, y se alejaron. Aun así, no huyeron.

Mientras se mantenían alejados de Alice y Ahiru, se apresuraron a adelantarse al resto y aferrarse al acantilado. Luego subieron.

“¿También debemos escalar?” Haruhiro preguntó.

“¿Estás loco?” Ahiru preguntó.

“Bueno, creo que todavía estoy cuerdo, Ahiru.”

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“Que me llames así me molesta un poco. Solo eres un acompañante…”





“Dime tu nombre real y lo usaré.”

“…Lo olvidé. Ya ni siquiera lo recuerdo. Ahiru está bien.”

Los monstruos de sueños no se interponían en su camino. Gracias a eso, Haruhiro y los otros dos podían concentrarse en escalar.

Si no pudieran concentrarse en la tarea, no sería posible. Eso se debía en parte a la inclinación de la pendiente, pero al igual que la pendiente en el camino hacia abajo, este acantilado también saltaba y se hundía. Cuando ponian una mano o un pie sobre una parte del mismo, podría sobresalir o hundirse. Era ridículamente peligroso.

¿Cómo fueron capaces de subir hasta la cima sin rendirse? Eso era un misterio, pero lo hicieron.

Más allá del Valle de los Deseos Terrenales, la tierra plana se extendía hasta donde el ojo podía ver. Era azul, como un mar tranquilo. Sin importar lo lejos que caminaran, seguramente no encontrarían nada ahí. No podía evitar sentirse así. Aun así, los pocos monstruos que lograron ascender por el acantilado, avanzaron hacia el horizonte.

Haruhiro y los otros caminaron a lo largo del borde del acantilado. No solo estaban caminando; estaban atentos a todo lo que no fueran monstruos de sueños, algo humano.

La naturaleza fantasmagórica de Parano era realmente dura para aquellos que venían de otros mundos. Alice había vivido en las Ruinas No. 6, Ahiru en las Ruinas No. 5, y el rey había construido el Castillo Elefante en las Ruinas No. 1. El hombre oxidado había encontrado su final en la Torre de Hierro del Cielo, e incluso Nui, que se había convertido en un embaucadora, había establecido su residencia en las Ruinas No. 3. Incluso Haname, quien también era unsa embaucadora, estaba haciendo de las Ruinas No. 2, su jardín.

Los humanos eran atraídos a lugares que no cambiaban. Cuando los humanos estaban en Parano, permanecían en lugares que no cambiaban, o se movían de un lugar inmutable a uno inmutable, uno de los dos.

Si sus camaradas estaban vivos, seguramente visitarían lugares inmutables. Si recorría los lugares inmutables, se encontraría con Kuzaku, que viajaba con una mujer y dos hombres que no conocía.

Haruhiro sospechaba que se estaba tomando las cosas demasiado fácilmente. No era como si no pensara que tal vez también estaba siendo afectado por la influencia venenosa de Parano. Pero ¿había alguna manera mejor? Consideró esperar en el Valle de los Deseos Terrenales para siempre hasta que alguien viniera, pero eso sería muy lento. Su pensamiento podría teñirse completamente en los colores de Parano mientras esperaba, y no podía negar el riesgo de caer en la oscuridad.

El acantilado fue bajando gradualmente, y finalmente alcanzó una altura donde el área debajo ya no podía llamarse valle. Aparentemente, este era el final del Valle de los Deseos Terrenales. Nunca terminó viendo a otro humano, pero Haruhiro estaba sorprendido de lo poco que había perdido la esperanza.

“No podemos escalar el Monte Cristal, ¿verdad?” Preguntó. “Vamos a ir al Río Sanzu a continuación.”

Ni Alice, ni Ahiru se opusieron.

¿Cuándo fue la última vez que intercambió palabras con alguno de ellos? Estaban con él, pero estaban siendo muy poco comunicativos. No, tal vez no. ¿Lo estaban? Era dificil de decir.

Sin importar lo que sucediera en la ruta, era raro que algo moviera su corazón.

¿Ah, sí? Hm, está bien. Eh, está bien entonces, era la magnitud de sus reacciones.

Podría ser increíble que Alice haya mantenido el deseo de pasar por la puerta del cielo, o que Ahiru no haya renunciado a su deseo de salvar a Yonaki Uguisu. ¿Haruhiro se sentía así porque su propia voluntad se estaba debilitando?

Cada vez que sentía que era así, se obligaba a recordar los rostros de sus camaradas.

Quiero verlos. Tengo que hacerlo.

Los voy a ver.

Quiero que todos nos vayamos a casa juntos.

A Grimgar.

Oh, pero, de todos modos… ¿qué tipo de lugar era Grimgar?

¿Estaba suspirando por eso? ¿Grimgar era una patria que merecía que Haruhiro quisiera volver?

El Sanzu era un gran río burbujeante. Las burbujas no se debían a una corriente rápida. Había un suministro interminable de burbujas brillantes de arco iris que se formaban en la superficie y luego se iban volando. El flujo en sí era lento. O tal vez solo se veía de esa manera. La lejana orilla se veía borrosa a través de las incontables burbujas, casi como un espejismo.

Las riberas del río estaban llenas de pequeños guijarros blancos que parecían perlas. No podía decirlo desde la distancia, pero cuando se acercó, había pequeños montículos de guijarros. ¿Alguien los había apilado? ¿O habían terminado así naturalmente?

Lo siguiente que Haruhiro supo, estaba agachado apilando guijarros.

“…¿Eh? ¿Qué estoy haciendo…?” Murmuró.

Mirando a su alrededor, vio a Alice cerca, y Ahiru un poco más lejos, haciendo lo mismo.

“Hm… Solo tienes ganas de apilarlos cuando vienes aquí…” murmuró Alice.

“Lo haces, por alguna razón…” Ahiru estuvo de acuerdo.

Tanto Alice como Ahiru parecían estar apilando de mala gana, como si no tuvieran otra opción más que apilar los guijarros.

Entonces, ¿por qué no se detienen?, Haruhiro pensó, pero él también estaba apilando guijarros por alguna razón.

Los guijarros eran del tamaño de la punta de su dedo meñique, lisos y bastante difíciles de apilar. Incluso si se las arreglaba para apilar algunos de ellos bien, de repente se derrumbaban.

“Esto es frustrante…” murmuró.

Este no es momento para apilar guijarros, era un pensamiento que había estado en algún rincón de su mente todo el tiempo, pero siempre había un guijarro más que tenía que apilar antes de estar satisfecho. Una vez que apilaba ese, quería apilar otro.

No, no, no había necesidad de apilarlos en absoluto. Quería detenerse. Quería que alguien lo detuviera. ¿Era lo mismo para Alice y Ahiru?

“¿Podemos dejar de hacer esto?” Haruhiro preguntó.

“Ojalá pudiera detenerme…” respondió Alice.

“Lo mismo digo…” Ahiru estuvo de acuerdo.

“No, si no nos detenemos todos juntos, siento que nunca podremos detenernos. Sin embargo, solo un presentimiento…”

“Entonces hazlo tú primero, Haruhiro.”

“Empieza, Alice. O Ahiru puede hacerlo primero.”

“¡Ohh! Ahora se cayó, idiota,” se quejó Ahiru. “¡Ahora tengo que apilarlos de nuevo!”

“Esto no es bueno,” murmuró Haruhiro.

Reuniendo toda su fuerza de voluntad, agarró su mano derecha, que estaba alcanzando un guijarro, con su izquierda, e intentó detenerse, pero no pudo.

No puedo detenerme porque creo que no puedo. Puedo detenerme, se dijo a sí mismo. Puedo soportarlo. Puedo. Voy a detenerme. Sí. Voy a detenerme. Mira, me puse de pie.

“¡T-Tenemos que correr!” Haruhiro agarró a Alice y Ahiru por los cuellos de sus abrigos y salió corriendo.

No, obviamente no tenía la estúpida fuerza para correr mientras los arrastraba con él. Aun así, una vez que huyó del lecho del río en lo que pareció una carrera para él, olvidó por completo por qué había estado apilando guijarros.

“¿Qué fue eso?” Haruhiro jadeó.

“Quién sabe.” Los labios de Alice estaban fruncidos. ¿Era porque se sentía incómoda? Alice había apilado una cantidad loca de guijarros.

“Así es como es el Río Sanzu,” dijo Alice. “Probablemente apilé más que la última vez que vine. ¿Repetir la experiencia aumenta el deseo de apilar?”

“Se siente como si pudieras apilarlos para siempre,” dijo Ahiru. “No es que quisiera apilarlos en absoluto…”

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Ahiru miró con nostalgia al lecho del río. En realidad parecía que quería apilarlos.

“Asegurémonos de no acercarnos al lecho del río mientras buscamos personas,” les dijo Haruhiro. “Solo tal vez… uno de mis camaradas podría estar apilando guijarros.”

Si esto era un río, tenía que tener un naciente y una desembocadura. ¿O los ríos no funcionaban así en Parano?

En cualquier caso, se dirigieron río arriba mientras tomaban nota de cualquier cosa que ocurriera en el lecho del río. La compulsión era tan fuerte que esperaba que al menos alguien estuviera apilando guijarros, pero aunque había señales de montículos en todas partes, nada se movía. Tampoco vio monstruos de sueños, por lo que la misteriosa magia de los guijarros que hacían que la gente quisiera apilarlos, parecía no funcionar en los monstruos de sueños.

“¿Quién apiló esos montículos?” Haruhiro se preguntó.

“Personas como nosotros, supongo,” respondió Alice.

“Me pregunto a dónde fueron los tipos que lo hicieron,” comentó Ahiru. “¿Creen que se suicidaron ahogándose en el Río Sanzu?”

Ese era un pensamiento ominoso.

Bueno, para ser honesto, Haruhiro había estado pensando lo mismo, pero este era Parano. ¿No podrían seguir apilando guijarros por la eternidad?

Tal vez no.

El tiempo fluía incluso en Parano, la gente envejecía y todas las cosas se pudrían eventualmente.

¿Podía decir con certeza que eso no era cierto?

La lejana rivera gradualmente fue llegando a una visión más clara. Eso significaba que el río se había estrechado.

Las veces que se acordó de sus camaradas, insistió en pensar repetidamente: Quiero verlos, quiero verlos, quiero verlos.

Vamos a casa. A Grimgar.

Cuando solo pensaba en Grimgar, era demasiado vago, así que trataba de imaginar a Altana. Aún más específicamente, los lugares en los que probablemente había pasado más tiempo, como su habitación en la casa de huéspedes de soldados voluntarios.

Aunque solo la recordaba lo suficientemente bien como para decir: ¿Era algo así, creo?

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¿Estaba suspirando por eso? ¿Grimgar era una patria a la que merecía regresar?

Realmente no; no era como si hubiera nacido ahí. Se había despertado para encontrarse en Grimgar por alguna razón. No recordaba nada de antes, así que no podía decir dónde exactamente, pero probablemente había sido en otro mundo.

El Reino del Atardecer, Darunggar, y ahora Parano. Aparentemente había múltiples mundos. ¿Dónde había estado antes de Grimgar? ¿Podría, por sorpresa, haber sido Parano?

Sí, no. Claramente no era así.

Pero en la posibilidad de una en un millón en que esta fuera su tierra natal y simplemente no lo recordaba, puede que no haya necesidad de volver a Grimgar. Haruhiro habría vuelto a casa. Si era así, ¿no sería mejor para él vivir aquí?

No… no estaba pensando seriamente en eso.

El naciente del Río Sanzu era un manantial redondo. Tenía tal vez diez metros de ancho como máximo. El agua parecía estar fluyendo sin cesar fuera de ese manantial. Las burbujas también se disparaban a una velocidad increíble, y bailaban libremente alrededor del área.

Consideró seriamente dar vueltas alrededor del manantial antes de verificar la dirección aguas abajo antes de decidir en contra de eso. Esto era una corazonada, pero si permanecían cerca del río Sanzu por más tiempo, ya no podrían resistir el impulso de los guijarros mágicos. La desembocadura tendría que esperar la próxima vez.

Haruhiro y los demás visitaron la antigua casa de Alice en las Ruinas No. 6, así como Ruinas No. 5 donde Ahiru había construido todas las estatuas, y las Ruinas No. 3 donde Nui había vivido con las muñecas.

En las Ruinas No. 3 con partes de muñecas dispersas, los monstruos de sueños se estaban reuniendo rápidamente, pero cuando vieron al grupo, salieron corriendo.

El castillo del rey estaba en las Ruinas No. 1, y las Ruinas No. 7 eran territorio del vasallo del rey, Topo Arcoiris. Estaba justo en el medio del territorio enemigo, así que miraron el Bosque Escarlata y el Nido del Topo Arcoiris desde la distancia, pero no hubo nuevos descubrimientos.

También intentaron en las ruinas No. 2. El Jardín Bayard había sido destruido por el propio poder de Haname, pero había sido restaurado, si no a su antigua gloria, y flores de muchos colores estaban floreciendo.

Obviamente, no tocaron ni una sola.

Parecía que el hombre pájaro que habían conocido en su viaje anterior aquí, Suzuki-san, se había ido. Ellos no lo vieron.

También fueron a la Torre de Hierro del Cielo. Con las muñecas de la chica aún dispersas alrededor, Alice no quería subir a la torre. Haruhiro subió con Ahiru al rellano donde el hombre oxidado y Nui estaban.

No vieron a Nui pudriéndose en absoluto, sino ligeramente oxidada.

“Ah…” susurró Ahiru, mirando hacia el cielo de lunares.

Yo no quería mencionarlo a Alice, pero estaba secretamente preocupado de que ella se pudriera antes de que se oxidara, pensó Haruhiro.

Bueno, todo lo demás a un lado, al menos Nui se salvaría de pudrirse.

Había siete ruinas. Solo quedaban las Ruinas No. 4.

“Esa es la Ciudad de Mimic,” dijo Alice.

Según Alice, las Ruinas No. 4 era donde vivía un embaucador llamado Mimic y los yomus.

“¿Yomus?” Haruhiro preguntó.

“Son monstruos de sueños. Viven en esa ciudad, siguiendo un conjunto de reglas establecidas por Mimic como “No hablar” o “Sé silencioso.”

“Así que hay un lugar como ese también. O, mejor dicho, también hay monstruos de sueños que actúan así.”

“Estoy segura de que hay todo tipo de monstruos sueños,” dijo Alice. “Pero si dijeras que estos son especiales, no estarías equivocado. Si rompes las reglas, los yomus te atacarán, por lo que no es exactamente seguro.”

“Si matas a los monstruos de sueños, puedes tomar su identidad,” dijo Haruhiro. “Al tomar su identidad, tu ego crecerá y tu magia se volverá más fuerte. Con tu fuerza, Alice, ¿no podrías romper deliberadamente las reglas y, eh… ¿los yomus, verdad? ¿No podrías matarlos cuando te ataquen y ganar un montón de identidad de esa manera?”

“Incluso si pudiera, no lo haría,” dijo Alice. “Es un dolor explicar por qué. Explícale tú, Ahiru.”

“¿Qué, es mi trabajo ahora…?”

Aunque se quejó de la molestia que era, Ahiru explicó.

El ego era tu fuerza de ser. Que fueras o no egoísta no tenía nada que ver con eso. Era en la medida en que te considerabas diferente de los demás y sabías que eras tú mismo y nadie más.

En contraste, la identidad era el poder de tus impulsos y deseos inconscientes e instintivos.

El ego y la identidad generalmente fluctuaban hacia arriba y hacia abajo, pero se mantenían aproximadamente iguales, y una balanza con los dos colocados en cada extremo se balancearía, pero permanecería casi igual.

Si mataras a otros y tomaras su identidad, ¿qué pasaría? Naturalmente, tu identidad aumentaría mucho, por lo que la balanza se inclinaría.

“La identidad son tus impulsos y deseos,” dijo Ahiru. “Cuando se vuelve más fuerte, bueno, ya sabes, resulta como un tranvía llamado deseo.”

“¿Eh? No creo entender la referencia…”

“Es como, saber en tu cabeza que lo que estás haciendo es una mala idea, pero tu mitad inferior no escucha.”

“…Ohh. Ese tipo de cosas, eh. Creo que puedo imaginarlo.”

Cuando eso sucediera, tratarías de suprimir esos impulsos y deseos. En otras palabras, tu ego se elevaría y, como resultado, la identidad y el ego se volverían a nivelar.

Ahiru se detuvo. “Espera, tienes que ser mucho más joven que yo. ¿Qué está pasando con los chicos en estos días?”

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“No sé que diría con «estos días»,” dijo Haruhiro. “Quiero decir, esto es Parano.”

“Supongo que tienes un punto.”

Haruhiro entendió más o menos la relación entre el ego y la identidad.

Alice, y probablemente Ahiru también, habían elevado sus egos al robar la identidad de los monstruos de sueños. El ego era la fuente de la magia. Cuanto mayor sea tu ego, más fuerte será tu magia.

“Pero la cosa es que, inténtalo como puedas, no puedes robar el ego,” dijo Ahiru. “Solo identidad. Aun así, si sigues construyendo tu identidad…”

“Está bien si tu ego puede mantenerse al mismo nivel, pero… no puede, ¿verdad?” Haruhiro dijo lentamente.

No era algo que se pudiera convertir en números y calcularse con precisión, pero en aras de la discusión, supongamos que Haruhiro tenía un puntaje de ego de 50. Su puntaje de identidad era aproximadamente 50 también. Un cierto monstruo de sueños tenía un puntaje de identidad de 10. Haruhiro mató a ese monstruo de sueños, robando su identidad. La identidad de Haruhiro aumentó 10 puntos por encima de 50 para convertirse en 60, creando una brecha de 10 puntos entre su puntuación de ego y la puntuación de identidad.

Con el fin de cerrar esa brecha de 10 puntos, la puntuación del ego de Haruhiro aumentará. Eventualmente convirtiéndose en 60, igualando sus puntuaciones de ego e identidad.

Sin embargo, ahora asume que la puntuación de identidad del monstruo de sueños era de 50 en su lugar. Era un enemigo difícil, pero con la ayuda de Alice y Ahiru, Haruhiro lo mató. La puntuación de identidad de Haruhiro aumentará 50 puntos para convertirse en 100. Su puntuación de ego era de 50, por lo que la diferencia sería de 50.

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“En mi experiencia, cuando matas a alguien que está en el mismo nivel que tú, debes tener cuidado,” dijo Ahiru. “Se siente como… hay una picazón, te vuelve loco, y obtienes esos impulsos irresistibles.”

“Irresistibles…” murmuró Haruhiro.

“Si hay enemigos frente a ti, querrás matar más,” dijo Ahiru. “Podrías pensar que una vez que los hayas matado a todos, el problema se solucionará solo, pero no es así. Lo que viene después es un desglose del saldo. La caída en la oscuridad.”

“¿Te conviertes en un embaucador?”

“Sí. Las personas caen en la oscuridad cuando su ego cae demasiado bajo, o roban demasiada identidad. Si la brecha entre el ego y la identidad es demasiado grande, los deseos y los impulsos se vuelven locos. En ese punto, es demasiado tarde. Solo puedes convertirte en un embaucador.”

Para Haruhiro con su puntaje de 50 en el ego, será lo mismo si mata a un solo monstruo de sueños con un puntaje de identidad de 50, o diez de ellos con un puntaje de identidad de 5 en una sucesión cercana.

No será fácil para él matar un monstruo de sueños con puntuación de 50, pero podría ser capaz de matar monstruos de sueños de puntuación de 5 uno tras otro.

Y si masacra a los monstruos de sueños con un puntaje de identidad de 5, irá más allá de la zona de peligro.

“Todo tiene sus límites, y puede ser difícil ver dónde están, ¿eh?” Haruhiro dijo.

“¿Nunca has hecho esa cosa?” Ahiru dijo. “¿Dónde estás a punto de venirte, pero te contienes y haces tablas de multiplicar en tu cabeza?”


“No estoy seguro de en qué situación harías eso, pero no, probablemente no lo haya hecho.”

“¿En serio? Supongo que se siente como una ola que estaba a punto de arrastrarte retrocede suavemente. Cuando tu identidad, que estaba a punto de volverse loca después de crecer, es reprimida por tu creciente ego, eso es lo que se siente.”

“Entonces, si no has sentido eso y sigues robando identidad, ¿es fácil caer en la oscuridad?”

“Si tu voluntad se debilita, tu ego cae, entonces—no, ¿tal vez tu voluntad se debilita porque tu ego cae? Sea lo que sea, eso también es malo. Si te pones ridículamente decaído y deprimido, ese es el final para ti aquí.”

Subieron una colina muy torcida y la ciudad apareció a la vista.

Había una ligera neblina, pero podía decir que había muchos edificios, jardines, paredes de piedra y calles también.

¿Había personas?

Sí, había. Moviéndose en las calles. Muchas. Probablemente no caminaban tanto como corrían.

“¿Esas son las Ruinas No. 4?” Haruhiro preguntó. “No me parece una ciudad tranquila.”

Alice clavó la pala en el suelo, respirando profundamente. “Parece que algo está sucediendo.”

“Normalmente puedes ignorar a esos tipos,” agregó Ahiru. “Son inofensivos.”

Si fueran inofensivos, esa podría ser otra razón por la que Alice no trataba de ganar identidad en la Ciudad de Mimic.

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Haruhiro comenzó a descender la colina hacia la ciudad.

“¡Ah, oye!” Ahiru lo persiguió.

¿Qué haría Alice? Haruhiro no se dio la vuelta. Alice probablemente vendría.

A medida que avanzaba, su corazón se aceleraba. Algo estaba pasando en esa ciudad.

¿Quién lo había causado?

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