Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 6

Capítulo 1: ¿Dónde Nos Equivocamos?

Parte 1

 

 

Su paisaje urbano en la frontera de la Soberanía casi podría confundirse con una ciudad neutral. Había florecido gracias al comercio con los países vecinos cuando era un estado independiente.

En el pavimento de piedra, sobre el que las niñas y los niños se apresuran a ir a la escuela,  no se encuentra ni la más pequeña partícula de basura. En la calzada, junto a ellos, pasaban los coches que se trasladaban al trabajo.





Sin embargo… desde la ventana de la habitación del hotel, se podían ver las severas expresiones de la policía militar marchando por las calles.

—¿Oye, Iska? También están en el vestíbulo del hotel. Creo que están comprobando si algún personaje sospechoso se aloja aquí.

—¿Te parecieron sospechosos, Nene?

—No. Además, me escabullí hacia arriba enseguida.

—…Si te hubieran atrapado, eso te haría parecer la más culpable del lugar





—dijo Iska, examinando la sala de estar.

Nene acababa de regresar y estaba sentada en una silla junto a la mesa. Se había recogido el pelo rojo brillante en una coleta. A su lado, el francotirador de pelo plateado ajustaba su arma personal.

…La Comandante Mismis salió a comprar el almuerzo.

…La Unidad 907 se las está arreglando de alguna manera desde que entramos en la Soberanía hace unos días.

Dos superpotencias -la utopía mecánica, el Imperio, y el paraíso de las brujas, la Soberanía Nebulis- se habían enzarzado en una guerra que llevaba más de un siglo.

Si se supiera que los soldados imperiales se habían colado en la tierra de la Soberanía, se desataría el infierno. Sería cuestión de tiempo que la policía militar los detuviera.

—No te preocupes demasiado por eso. De todos modos, sus policías no están pendientes de las unidades imperiales —Jhin sonaba como si estuviera susurrando para sí mismo mientras terminaba de inspeccionar su arma—. No tienen tiempo para pensar en el Imperio ahora mismo. Han pasado cuatro días desde que la reina casi fue asesinada en su palacio. Y aunque la nación sigue en alerta máxima, anteayer se produjo otra explosión en el octavo estado. ¿Su objetivo? La colaboradora de la reina.

Ese mismo objetivo era la chica sentada al lado de Iska. Era más bien como si estuviera sentada sobre él. Sus delgados hombros se apretaban contra los de él mientras su cabeza se inclinaba hacia abajo.

—Sisbell.

—… —La chica rubia fresa no se movió.

No debía de tener energía para responder. Sisbell Lou Nebulis IX.

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La Unidad 907 la conocía como “la colaboradora de la reina”, pero Iska era el único que sabía que era la princesa más joven de Nebulis. Uno de sus deberes como sus guardias era esconderse en este hotel de lujo.

—Sé que esto te pesa, pero no has comido desde ayer. Intenta tomar un trozo de pan —le instó Iska.

—…No  tengo  hambre  —carraspeó  ella—.  Estoy  completamente  bien.

Estoy tranquila. Saltarse una o dos comidas no es gran cosa.

—De acuerdo. Olvidemos lo de ayer. Sólo prométeme algo. Prométeme que comerás algo cuando la Comandante Mismis vuelva con el almuerzo.

—…

—Querías a la unidad imperial como tus guardias, y hemos estado haciendo nuestro trabajo lo mejor posible. Necesito que nos demuestres que tú también lo estás intentando.

Sisbell asintió en silencio.

Inmediatamente después, volvió a agachar la cabeza, apoyada en Iska.

…Imagínate. Después de todo, la vida de su madre estuvo en grave peligro, y la suya también.

…Además, ha habido silencio en la radio por parte de su ayudante.

Su ayudante es un hombre mayor llamado Shuvalts. Es la única persona, aparte de la reina, a la que Sisbell permitía entrar en su círculo íntimo. Le había dejado un mensaje al llegar al estado central hace cuatro días… pero nada desde entonces.

Si las cosas hubieran ido como estaba previsto, ya debería haber contactado con la reina y haberle comunicado a Sisbell una ruta segura para volver a casa.

—De todos modos, ya es hora. Podemos replantear nuestra estrategia cuando vuelva la jefa —murmuró Jhin en voz baja. Esta vez, sus palabras iban claramente dirigidas a alguien—. Su ayudante no debe haber conseguido una audiencia con la reina. Seguramente fue detenido nada más entrar en el estado central, antes de llegar al palacio.

—¿Estás diciendo que Shuvalts cayó en manos del enemigo? —Sisbell se levantó de su asiento. Sus dulces rasgos se endurecieron en un ceño fruncido mientras miraba a Jhin—. ¡Cerdo! ¡Eso es imposible! Shuvalts es un excelente espía. Simplemente se está tomando su tiempo para llegar al palacio y…

—Nuestro enemigo es un monstruo.

—…¡Gh!

—Vichyssoise, era su nombre, ¿verdad? Tu atacante era una bestia inhumana. No digo que el vejestorio no sea un genio o que sea un fracaso. Nuestro enemigo simplemente apesta. Quiero decir que esa gente intentó asesinar a la reina y todavía anda suelta.

Sisbell se mordió el labio.

El francotirador de pelo plateado continuó.

—No conozco los detalles del Espacio de la Reina, pero los culpables consiguieron escapar tras dar un golpe en pleno palacio real. Lo que significa que deben estar íntimamente familiarizados con el palacio. Como dijiste, es alguien cercano a la familia real.

—…Exactamente.

—Iban a descubrir sus planes, de una forma u otra. Supongo que calcularon la ruta del vejestorio hacia el palacio.

—… —Sisbell no lo refutó.

Miró al techo antes de hundirse en el sofá como si se hubiera quedado sin fuerzas.

—…Para argumentar, ¿qué significaría en términos prácticos el cambio de estrategias?

—Tenemos dos posibilidades —dijo inmediatamente Jhin—. Podemos estar en la Soberanía durante veinte días más. Podríamos utilizar ese tiempo para esperar a tener noticias del viejo. O podríamos operar por nuestra cuenta.

—Dos días más. Hoy y mañana.

—¿Hmm? —Preguntó Jhin.

Sisbell lucía segura de su elección.

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—Esperaremos dos días más. Si para entonces no tenemos noticias de Shuvalts, nos dirigiremos al estado central por nuestra cuenta. ¿No te parece bien, Iska?

—…Eso fue rápido.

—Lo habíamos acordado desde el principio —Sisbell ofreció una sonrisa amarga—. Aunque no fuera capturado por el enemigo, sabíamos que podía ser implicado en algo inesperado. Por eso teníamos un acuerdo, que él tenía siete días para volver a mí.

“Si no puedo comunicarme contigo durante una semana, entonces…”

“Mi señora, no se preocupe por mí, y diríjase a palacio. Sea discreta y tenga mucho cuidado”.

Habían pasado siete días desde la partida de Shuvalts. Incluso sin la insistencia de Jhin, la princesa habría tomado la decisión ella sola.

—Saldremos pasado mañana. Haré los arreglos para que abordemos un tren que se dirija al estado central mañana, así que haz planes en consecuencia.

Sisbell miró el reloj de la pared. Eran las once y media de la mañana.

—Voy a dar un paseo por el pasillo hasta que vuelva la Comandante Mismis. Iska, ¿me acompañas?

Los dos se dirigieron al pasillo, encaminándose hacia el ascensor al final del pasillo. Dos pisos más arriba les esperaba una conocida chica castaña.

—La he estado esperando, Lady Sisbell.

—Rin…

La asistente de Alice.

El rostro de Sisbell se nubló inmediatamente. Al igual que Shuvalts para Sisbell, Rin era un soldado que actuaba como guardia y agente de inteligencia para Alice.

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…Así que Sisbell todavía no confía en Alice.

…Debe creer que Alice puede haber tenido algo que ver con el golpe.

Si todavía consideraba a su propia hermana como una amenaza, obviamente Sisbell tampoco podía bajar la guardia con su asistente.

—Rin. ¿No crees que es suficiente? Odio tener que verte dos veces al día. Puedo soportar que me vigiles, pero me gustaría volver con la reina lo antes posible.

—Lady Sisbell. No quiero ofenderla, pero no la estoy vigilando. La estoy protegiendo.

—Como lo ordenó mi hermana Alice.

—Sí.

—En quien aún no confío plenamente.

—… —Rin parecía incómoda—. …Me han confiado un mensaje de Su Majestad.

—¿De  verdad?  Que  sepas  que  no  toleraré  que  me  mientas.  Puedo reproducir cualquiera de tus conversaciones con mi poder astral.

—El mensaje se refiere a sus poderes —Rin bajó la voz a un susurro.

Estaban en el pasillo de un hotel. Iska no percibía ninguna señal de otras personas, pero alguien podría pasar por allí sin previo aviso.

—Su Majestad dijo: “Para persuadir a nuestros funcionarios, necesitamos pruebas de que Vichyssoise puede transformarse en un monstruo”.


—¿Y?

—A ella le gustaría una fotografía… de un espadachín imperial.

Rin sacó una flamante cámara de vídeo que debió comprar en una tienda de electrónica. Se la lanzó a Iska.

—Fotografíalo  tú.  Lady  Sisbell  puede  recrear  la  forma  de  Vichyssoise usando su poder astral. Documéntalo con la cámara.

—¿Así podrás llevarlo al palacio? —Confirmó Iska.

—Correcto. Necesitamos una cantidad considerable de pruebas para expulsar a los Hydra, ya he dicho demasiado. Esto no tiene nada que ver contigo, así que no es necesario que te preocupes por ello.

La ayudante de Alice asomó la nariz, pero Sisbell se negó a permitir esa actitud.

—Rin. Iska trabaja ahora para mí. No permitiré que lo trates así.

—Técnicamente no trabajo para ti —espetó Iska—. Sólo soy tu guardia.

—Iska se comprometió a servirme para siempre. Cualquier desprecio hacia él es un desprecio hacia mí.

—¡En tus sueños! —gritó él.

—No  me  tomes  por  tonta,  Rin.  Puede  que  seas  la  asistente  de  mi hermana, pero no eres nada comparada conmigo.

—Humph —Rin enarcó una ceja.

Aquello debía de haberle tocado la fibra sensible, ya que Sisbell acababa de despreciar a Alice, aunque de forma indirecta.

—No deseo  ofenderla,  Lady  Sisbell,  pero  eso sonó como si  estuviera insultando a mi señora. Y no puedo dejar pasar eso.

—Rin  —La princesa más joven tomó la cámara de vídeo de Iska—.

Déjame adivinar: ¡Apuesto a que estás insegura del tamaño de tu busto!

—¡¿Hnghhhh?! —Todo el cuerpo de Rin se sacudió como si se hubiera electrocutado.

—Llevas todo un año con la misma talla de copa, a pesar de que estás en la cúspide de los diecisiete años. Y eso te pone ansiosa. ¿Verdad?

—¡¿Qué?!… ¿Basado en qué pruebas?

—Je-je. No puedes ocultar nada a mi poder astral, incluyendo tus actividades nocturnas del día anterior —La cara de Sisbell estalló en una sonrisa victoriosa.

Rin parecía estar ocultando su pequeño pecho con las manos.

—¡Usted, pequeña y desagradable…! Lady Sisbell, nunca hubiera imaginado que fuera una mirona-

—Tu cena consistía en un montón de lechuga rallada, nueces y un vaso de leche caliente. Todos los alimentos que se dice que agrandan las tetas.

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—¿…Ugh… uhhh? —La cara de Rin se sonrojó mucho.

Sisbell apuntó la cámara de vídeo hacia la asistente.

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—¡Y aún más tarde en la noche, tuve la mala suerte de presenciar cómo te dedicabas a hacer estiramientos durante cunado te bañabas diseñados para aumentar el tamaño de tus tetas!

—¡Basta! —El lamento de Rin resonó en el pasillo del hotel.

—Fue impactante. No puedo creer que te involucres en esos comportamientos todas las noches.

—¡N-no! ¡Lo ha entendido mal! ¡Todo mal! Yo-yo estaba… probando algo que leí en una revista… ¡Sólo tenía un poco de curiosidad…!

—Puedo recrear todo ahora mismo. Y hasta tengo una cámara para grabarlo.

—¡¿Hraaaaaagh?! —Ya ni siquiera podía formar palabras.

La cara de Rin estaba pasando del rojo. De hecho, se estaba poniendo azul.

Iska empezaba a sentir pena por ella mientras la observaba de reojo.

Aparte del contenido, esto es simplemente brutal. Qué amenaza más escalofriante.

…Entiendo por qué incluso sus seguidores tienen miedo del poder astral de Sisbell.

Ella sería capaz de descubrir inmediatamente al culpable del golpe tan pronto como entrara en los  terrenos  del palacio. Después  de todo, era una descendiente de la Fundadora, una fuerza a tener en cuenta.

—Usted gana… ¡Por favor, guárdese eso para usted!

—Siempre que lo entiendas. Iska, vamos —ordenó Sisbell, cruzando los brazos.

Le dio la espalda a Rin, que había quedado sin vida, y luego marchó hacia el ascensor.

—¡Maldito seas, espadachín imperial! —gruñó Rin.

—¡Ow! ¡H-hey! ¿Qué crees que haces con ese cuchillo?

¡Lo habían apuñalado!

En cuanto la mirada de Sisbell se dirigió a otra parte, Rin lo había pinchado con una hoja oculta.

—Tú… tú pusiste tanta vergüenza sobre mí…

—¡Esto no fue mi culpa!

—”¡Cállate! ¡Cállate! Ahora que te has enterado de mi pequeño secreto, ¡te haré pagar! ¡Será mejor que estés preparado!

—¡¿Por qué demonios estoy pagando?!

Iska corrió por su vida de la asistente de ojos llorosos.

***

 

 

El equipo de Iska se alojaba en la novena planta del hotel.

—Las cortinas están cerradas. Ahora nadie puede vernos desde fuera. ¿Es suficiente?

—Eso servirá.

Estaban apiñados cerca de la pared del salón. Jhin había cerrado las cortinas de la ventana. Nene hacía de camarógrafo, estabilizando la cámara de vídeo junto a la mesa.

La Comandante Mismis estaba al lado de Sisbell, con una expresión a la vez de inmensa curiosidad y de increíble pánico.

La Comandante Mismis Klass.

Era una cabeza más baja que Iska y su rostro tenía un encanto juvenil. Cualquiera la habría confundido con una adolescente… pero en realidad tenía veintidós años.

—No está haciendo nada. Deje de moverse, jefa —dijo Jhin.

—Pero… —gimió suavemente la Comandante Mismis.

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Su ingenuidad solía jugar a su favor, pero ahora estaba actuando tan indefensa como un gatito en un lugar desconocido.

—¿Qué debo hacer?

—¿Qué quieres decir? No puedes ignorar tu poder astral para siempre, o te traerá problemas. A mí en particular —aclaró Sisbell desde su lado—. En realidad, no a ti.

Aunque Sisbell era la que estaba en la adolescencia, el físico diminuto de Mismis la hacía parecer la más joven de las dos.

—Dentro de dos días, nos subiremos a un tren… Aún sin el asunto de mi asistente, el estado central está en otro nivel en términos de seguridad. No me sorprendería que te pidieran inmediatamente tu identificación al llegar.

Como súbditos imperiales, Iska y el resto de la unidad no tenían forma de hacer valer su residencia en la Soberanía. El único resquicio era utilizar a Mismis, una bruja recién acuñada.

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Todo esto había sucedido porque Mismis se sumergió en un  vórtice, imbuyéndola de un poder desconocido llamado energía astral.

—La cresta astral es nuestra mejor forma de identificación. Podrías saltarse cualquier interrogatorio, Comandante, mostrándoles tu hombro izquierdo.

—…Ajá.

—¡Pero hay un problema! Provocaremos preguntas no deseadas si dicha maga astral no sabe nada de sus poderes o cómo usarlos.

La Unidad 907 no sería la única en problemas si eso ocurriera. Pondría a Sisbell en una situación difícil como quien los había contratado.

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