Maou-sama Retry! (NL)

Volumen 3

Interludio 1: Un Paria Del Oeste II

Parte 2

Los Que Pululan

—— Una Instalación Subterránea en un Lugar Desconocido. “Ese dragón… No creas que puedes salirte con la tuya…”

Utopía no había podido ocultar su frustración desde el incidente. Sus seguidores habían gastado tres Cruces Satánicas (cada una creada a través de un proceso insoportablemente largo) sin nada que mostrar.

Carnival, un poderoso demonio de rango medio había desaparecido, e incluso el demonio de alto rango Allit, el duque de la oscuridad, había sido derrotado. La pesadilla de un demonio.

Según la estimación de Utopía, deberían haber dañado al menos en gran medida las barreras que protegen el Castillo Sagrado, incluso si no tenían la potencia de fuego para derribarlo por completo.

Sin embargo, todos los cálculos se hicieron pedazos por la apariencia impensable de un Señor Demonio y un Dragonborn. Este escenario ni siquiera se habría mantenido como una broma antes.

Por supuesto, Utopía no creía en la resurrección del Señor Demonio, pero lo consideraba como un cuento de hadas. Si tal existencia hubiera resucitado, Utopía estaba segura de que habría aparecido en el territorio de Hellion para gobernarlo a él y a todos sus habitantes. Para entonces, tal existencia habría arrasado todo el continente en una tormenta de derramamiento de sangre.

Para Utopía, había una figura que no podía ignorar, que despertó su interés mucho más que un estafador que se hacía llamar el Señor Demonio.

El otro.

Una vez, lo habría descartado como un rumor, pero esta fue la segunda aparición del Dragón. La utopía podría matar al Dragón mil veces, pero su sed de venganza aún no se saciaría. El Dragón, mientras reclamaba neutralidad, prácticamente se sentó en la cima de la pirámide semihumana, que incluía el Anima. Una y otra vez, el Dragón había interferido con la guerra entre Hellions y Anima.

Al final, el Dragón se había puesto del lado de la Anima por la simple razón de “destrozar su casa”, antes de destruir a decenas de miles de Hellions con su poder incomparable.

Para colmo, le dio una parte de su sangre y poder a un Dragonborn para gobernar sobre el Anima. Su tarea, según el Dragón, era “mantener bajo control a los rebeldes Anima y evitar que se involucren en estúpidos conflictos con los Hellions”.

Los Hellions habrían argumentado que nombrar a alguien con su propio poder para gobernar un lado del conflicto estaba lejos de ser neutral para el dragón. Por eso Utopía no podía ignorar al nuevo Dragonborn. Desde el punto de vista de los Hellions, seguramente era otro enemigo enviado por el Dragón.

“Señor Utopía… ¿De dónde vino esta horda…?”

Warlkin se dirigió a Utopía, que estaba perdido en sus pensamientos. Numerosas personas, hombres y mujeres de diferentes edades, se habían reunido en este lugar.

Cada uno de ellos era de piel y hueso, y parecía carecer de fuerza de voluntad para protestar. Parecían demasiado agotados para siquiera dar un paso, sus ojos carecían de espíritu. Warlkin sintió algo siniestro en esos ojos.

“No hay necesidad de preocuparse. Les estoy dando salvación”.

“… ¿Salvación…?”

Warlkin se volvió hacia Utopía con curiosidad. Warlkin le pareció bastante extraño recientemente. Antes, siempre había actuado con la confianza y la orientación del gran líder que era. Últimamente, había estado nervioso, alzando la voz incluso sobre asuntos triviales.

“Así como la felicidad viene en muchas formas, también lo hace la salvación”.

Warlkin no pudo evitar suspirar internamente ante la enigmática respuesta. Utopía no tenía intención de dar una respuesta directa. Muchos satanistas habían muerto en la última batalla, y muchos de ellos no se llevaban bien con Warlkin. Si bien la mayoría de ellos eran de sangre caliente, él era un hombre extraño, siempre del tipo para construir pasos lógicos para lograr un plan.

Mientras todos a su alrededor clamaban por la muerte y la destrucción, él solo había calculado un plan meticuloso y emboscado a las Doncellas Santas antes de usar el Tártaro.

De hecho, los tenía acorralados. Si bien su plan terminó en un fracaso, solo se debió al inesperado Zero. No había nada de malo en su plan en sí, y sin embargo, todo lo que Warlkin tenía que mostrar era una reputación de cobarde.

Los satanistas tenían una costumbre, como muchos grupos aislados a lo largo de la historia, que avergonzaba la supervivencia sin victoria. Encontraron belleza en la muerte de un guerrero.

(Estúpido… ¿Qué bien traería mi muerte…?)

Como Warlkin tenía los ideales para mejorar su país en su núcleo, no se suscribió a esta creencia. Una vez que su vida terminaría, también lo haría su patriotismo.

(¿A dónde se dirige esta nación…?) Warlkin reflexionó, mirando hacia el trono.

***

—— La Mansión de Dona Dona

Azur abrió la puerta y torció su hermoso rostro muy ligeramente. En el interior, un hombre enorme estaba a horcajadas sobre una niña, golpeando su cuerpo tan fuerte como pudo. Cada parte de la cara y el cuerpo de la niña estaba magullada e hinchada por una hemorragia interna. De un vistazo, ella solo parecía una bolsa llena de carne.

“Milligan, ¿has capturado a otra chica de los barrios bajos?”

“No me mires así. Solo estoy bromeando”.

La niña había muerto hacía mucho tiempo, pero el hombre no parecía tener en cuenta ese hecho mientras continuaba golpeando su cuerpo.

“Dañará la reputación de nuestro señor. Te lo he dicho antes.”

“No seas tan cuadrado. Tu precioso Lord Dona consigue más juguetes que nadie.”

El hombre se llamaba Milligan. Era uno de los mercenarios de Dona desde hace mucho tiempo. Si bien Azur estaba por encima de él, no tenía que responder a Azur. A Dona le gustaba la locura de Milligan y lo dejaba hacer lo que quisiera. Quizás le gustaba tener un perro rabioso por protección.

“Órdenes de nuestro señor. Debes dirigirte a la aldea de Rabbi e investigar…”

“¡Oye! Finalmente tengo la oportunidad de jugar con algunos conejitos, ¿eh? ¡Demonios sí!”

“Milligan. Dije ‘investigación’.”

“Tsk… M-Muy bien. Tómalo con calma, hombre.”

Después de que Milligan salió de la habitación, Azur hizo sonar una campana para los sirvientes de la mansión. No podía permitir que ninguna de las sirvientas presenciara tal escena.

“Entiérrala, por favor. Con reverencia.”

“Sí señor.”

Los sirvientes parecían estar acostumbrados a esta tarea. Rápidamente envolvieron el cadáver de la niña en un paño negro antes de sacarlo de la mansión.

Sus expresiones carecían de cualquier emoción real, ya que deben haberlo ocultado todo para ganarse la vida.

En realidad, trabajar en esta mansión trajo buen dinero. Todos comenzaron vertiginosos por su buena paga, pero eventualmente su entusiasmo se desvanecería, y con el tiempo, todos quedaron sin expresión. Azur lo habría descrito como una mansión sin rostro llena de oro.

(No es que tenga una cara para hablar…)

Azur torció los labios con una sensación de autodesprecio mientras contemplaba la aldea de Rabbi, donde vivía un hombre que se hacía llamar el Señor Demonio.

Por alguna razón, el hombre había viajado al norte más allá de la frontera. La maestra de Azur, Dona, reaccionó rápidamente. Mientras contactar con el Señor Demonio estaba prohibido por las Doncellas Santas, a Dona se le ocurrió la excusa infantil de que, mientras el Señor Demonio estuviera ausente, era libre de buscar en la aldea.

Aunque, nadie podía evitar que actuara por instinto y lógica infantil. Lo único que le impedía cruzar la línea por completo era White. Una sensación de presentimiento brilló sobre Azur.

(Incluso podría haber una orden secreta para robar la caja de música de la aldea si está allí…)

Azur se dio cuenta de que era insoportablemente humillante para Dona tener esa caja de música fuera de sus garras. Cada día y noche desde la subasta, Dona había estado maldiciendo Buttersauce.

Uno podría haberse preguntado por qué Dona no apostó, digamos, 100 medallones de oro si deseaba tanto el artículo. Pero aquí es donde entra en juego la orgullosa naturaleza de los nobles. La elegancia de ganar por un pequeño margen a través de una batalla psicológica única fue la única forma de noble victoria.

Si Dona hubiera escrito algo así como “100 medallones de oro” en esa hoja, la habitación habría puesto los ojos en blanco. Solo le quedarían algunos comentarios desagradables por parte de los que estaban en la sala, no respeto.

“Milligan… No hay forma de que no vaya a hacer un lío con esto”.

Si bien Azur reconoció esto, no tenía forma de detenerlo. Milligan era uno de los proyectos de Dona y no le debía lealtad a nadie más. Todo lo que Azur podía hacer era rezar para que el desastre fuera pequeño. Por supuesto, la vida no resultaría tan fácil… En la aldea de Rabbi, había un hombre en quien confiaba el Señor Demonio y una bruja que inflige terror, después de todo.