Maou-sama Retry! (NL)

Volumen 3

Interludio 1: Un Paria Del Oeste II

Parte 17

El Encuentro de White Butterfly

Un carruaje llegó frente al Castillo Sagrado, comenzando un día tenso para todos. El carruaje estaba adornado con crestas y pancartas, inconfundible para cualquiera en Holylight. Era la elegante cresta de una mariposa desplegando sus alas. Cualquier noble se habría observado en presencia de esta cresta

. La señora salió del carruaje con un vestido azul profundo con un hermoso estampado de mariposas. El guardia enderezó su espalda con una expresión nerviosa y la saludó tan fuerte como pudo.

“Oh, tienes mucha energía, ¿no?”

La señora rozó la mejilla del guardia y astutamente puso una moneda de plata en su bolsillo. El guardia se sobresaltó, pero no pudo faltarle el respeto a la alta noble al negarse.

En cambio, enderezó la espalda aún más para mostrar su gratitud. Mientras que a los nobles generalmente no les gustaban los plebeyos, las mariposas no lo eran tanto.

No era que Madame en particular tuviera influencia sobre todos en el país, sino más bien por razones monetarias. De las minas que poseían las Mariposas, produjeron Piedras de Hechizo de buena calidad, muy adecuadas para los hechizos de la Tierra.

Para el Holylight en su mayoría seco, esos fueron un recurso importante. Durante generaciones, las Butterfly nunca habían sobrevalorado estas Piedras de Hechizo, sino que más bien inundaron el mercado con ellas. La gente lo reconoció y sostuvo a Madame con una luz ligeramente mejor que la mayoría de los nobles.

Las Butterfly sabían que si sobrevaloraran las Piedras de Hechizo, la tierra empeoraría y terminaría mordiéndolas más tarde. Su política no era de compasión o misericordia, sino de auto conservación.

(No recuerdo la última vez que estuve aquí…)

La señora caminó a una de las habitaciones más alejadas de la puerta, con amplia insonorización, donde (por coincidencia) White y el Señor Demonio habían tenido su primera reunión.

Cuando la señora se sentó, inmediatamente le sirvieron té y galletas (mezcla horneada de harina y agua). Sin dudarlo, los tomó con un gesto elegante. Fue un momento tenso para los que estaban en la habitación.

Si bien la señora no era una crítica de alimentos per se, tenía una lengua perceptiva. Junto con sus comentarios contundentes, una reacción negativa de ella podría significar la ruina para cualquier restaurante o chef.

Normalmente en una sociedad noble, uno complementaría cualquier comida preparada por un notable restaurante o chef, independientemente de su calidad. Si uno los criticara, simplemente se reirían de ellos por ser un bruto, ignorantes de esas cosas. Sin embargo, la señora no siguió esta regla no escrita.

Mientras la comida fuera buena, ella la comería, incluso si fue preparada por un chef sin nombre. Cuando alguien de su estado juzgaba las cosas por su contenido y no por su reputación, los que la rodeaban se dejaban llevar. Ella era inflexible en sus pensamientos y sus deseos. Al vivir de esa manera, tuvo muchos enemigos y aliados en el camino.

(Ordinario…)

La señora no hizo un solo comentario para el té (la parte más importante de la merienda) ni la galleta inusual, llenando la habitación de alivio y decepción. Ella no sacrificaría la etiqueta para comentar algo que no era digno de mención, para bien o para mal.

Pronto, White apareció en la habitación, haciendo que todos salieran con una reverencia.

“Ha pasado demasiado tiempo, pequeña White”.

La señora hizo el primer movimiento desde el principio. Con subtexto, dejó en claro que no se trataba de una reunión oficial, sino de una visita privada. De hecho, esta no era una reunión oficial y no se contabilizaría en los registros.

(Ella realmente es algo…)

La señora no pudo evitar entrecerrar los ojos a White. Todo en ella casi parecía falso, como si estuviera hecha completamente por encargo.

Poseía la belleza y el aura de alguien que había recibido la bendición de los Ángeles para ella misma. Incluso otras mujeres no pudieron evitar ver a White con adoración o asombro, excepto Madame. Ella sola, gracias a su naturaleza, no apartó la mirada de la belleza de White, sino que la enfrentó de frente.

Debido a eso, la señora sintió una poderosa sensación de envidia hacia White. Esto era a la vez una muestra de su orgullo y su debilidad. Hasta ahora…

“Sí, también ha sido…”

White se congeló por un momento. Parecía que la señora se había encogido desde la última vez que se habían visto. Además de eso, se dio cuenta de que la piel de la señora era más brillante.

White no pudo atribuir esto a la enfermedad de Madame de la que le informaron. Por el contrario, la señora era la encarnación de la salud, brillando de una manera que no había sido antes: el resplandor de la confianza de una mujer.

La señora vivía cada día sintiendo crecimiento y progreso, cuyo cumplimiento no podía expresarse con palabras. Estaba llena de esperanza para mañana.

¿Cómo podría alguien así no brillar? Los guardias y sirvientes solo no notaron su cambio porque rara vez habían visto a la señora antes.

“… Gracias por verme, señora”.

White logró ocultar su sorpresa y se sentó. Aun así, podía sentir la presión de la señora. La reacción honesta de White fue que la ya intimidante Madame se había convertido en alguien aún más problemática. Y White estaba realmente preocupado, solo por un momento, por ese resplandor. La señora no se perdió el menor indicio de eso, a pesar de que White no se había dado cuenta.

“¡Ajá, ja, ja, ja!”

De repente, la señora se echó a reír. Carcajeando, sin siquiera cubrirse la boca con su abanico, abandonando cualquier apariencia de etiqueta noble. Incluso White no pudo evitar fruncir el ceño ante la falta de respeto.

“¿Qué tiene de divertido?”

“Nunca pensé que vería algo tan gracioso en mi vida. Estás celosa de mí, pequeña White. Aunque todos, desde aquí hasta las Naciones del Norte, conozcan tu belleza.”

“¡Yo-yo nunca…!”

“Sí es usted. Puedo decir… He vivido con celos que arden más que los de cualquier otra persona. Así es como puedo decirlo”.

La señora no dejó lugar para el debate. De hecho, White había sentido una ligera sensación de envidia por la señora. No debía subestimarse el brillo de una mujer que vivía cada día con satisfacción, progresión y la satisfacción de que su arduo trabajo valiera la pena.

“No estoy aquí para discutir algo así”.

“¿De verdad? Ya valió la pena el viaje para mí. Mucho más que eso, de hecho.”

Incluso la señora, conocida por ser difícil de complacer, estaba extasiada hoy. La última vez que había sentido tanta alegría fue cuando entró por primera vez en la sauna de sal.

White, el único objeto de las bendiciones de los Ángeles, ¿celosa de ella? La señora quería rodar por el suelo y golpearla con emoción. White observó la emoción de la señora con un pequeño y lindo guiño mientras comenzaba la conversación:

“La invité hoy, señora, para que podamos conversar sobre el hombre conocido como el Señor Demonio, de corazón a corazón”.

“Oh…”

Con esto, la actitud de la señora cambió. No había esperado que la conversación fuera en esta dirección.

“Por favor, se franco. ¿Cómo lo ve, señora? “Déjame pensar…”

Los engranajes en la cabeza de la señora estaban girando mientras percibía perceptivamente el tono de White. No hubo animosidad hacia el Señor Demonio cuando White habló de él.

“Tengo algunas teorías, pero es difícil describirlo de manera concisa”.

La señora pospuso la respuesta a la pregunta, un poco ceremoniosamente. No era que estuviera molestando a White, sino que solo estaba siguiendo la costumbre de la sociedad noble. Incluso la brusca Madame no se sumergió en confesar todos sus pensamientos cuando se trataba de un tema importante.

“Déjame preguntarte algo a cambio, pequeña Wh… ¡¿Aghhh?!”

Ahora la señora gritaba asombrada. White había colocado el Halo de Ángel, que había guardado escondido en su bolsillo, encima de su cabeza. Los ojos de la señora se abrieron y su cuerpo tembló ante la luz divina del halo.

“¿Q-Qué es eso…? Sé que los Ángeles te mimaron, ¡pero eso no es justo!

¿Cuánto debes burlarte de la femineidad mortal?” gritó la señora, cargando sus emociones.

Para la señora era ridículo que, además de todas sus bendiciones, White ahora tuviera el halo de un ángel en la cabeza. Parecía que White caminaba con facilidad por los escalones que Madame y otras mujeres luchaban por subir.

“Debería tener una idea, señora, acerca de quién podría otorgar un Halo de Ángel a un humano”.

El tono recogido de White calmó a la señora como un balde de agua fría. El Halo de un Ángel… ¿Quién podría otorgar tal cosa? La señora consideró la respuesta y controló sus emociones. Después de algunas respiraciones profundas, ella respondió con la mayor calma que pudo.

“Sí, tengo una idea… estoy seguro de eso ahora, de hecho”.

“Ya veo. Quizás usted y yo hemos sacado conclusiones similares, señora.”

Con eso, un silencio prolongado llenó la habitación. Si esa conclusión se hiciera la opinión oficial de Holylight, eso causaría una gran conmoción. Fue escalofriante imaginar cómo reaccionarían no solo las personas de Holylight, sino también el Tzardom de la Luz. Esa era una nación que adoraba a la Gran Luz. Naturalmente, se convertiría en una misión nacional para ellos perseguir a un rebelde contra su deidad.

“Guerra”, pronunció la señora, con naturalidad.

“Eso debe ser evitado. Tenemos una relación duradera con el Tzardom de la Luz”.

“Tarde o temprano, va a suceder. Podría convertirse en una gran guerra que también involucra a las Naciones del Norte. ¿De qué lado tomarás cuando eso suceda, pequeña White?”

“… Esa no es una pregunta justa, Madame. Por eso tenemos diplomacia. Para evitar tales cosas.”

“Esa es la reacción sensata. Pero no hay forma de que el Tzardom permita que su enemigo más buscado se deslice con diplomacia. Peor aún, no puedo imaginarlo retrocediendo de una pelea… Creo que todo el Tzardom se convertiría en polvo”.

Mientras Madame dejó caer una imagen aterradora aquí, el mismo Señor Demonio se habría quedado estupefacto si lo hubiera escuchado. “¿Qué crees que soy, algo de espacio, Kaiju?”, Podría haber preguntado.

“Estoy de acuerdo. Por eso debemos evitar ese escenario”.

Incluso White parecía preocupada por el destino de Tzardom. El Señor Demonio, por supuesto, no habría estado de acuerdo por completo.

“Ya veo, pequeña White. No quieres que su existencia salga a la luz”.

“No en este momento, al menos”.

“No voy a estar en desacuerdo con eso, pero depende de él al final del día. Hay un hombre muy aterrador trabajando para él, ya sabes. No sé nada sobre la guerra, pero tengo la sensación de que todo lo que tendrá que hacer para terminar un conflicto internacional es enviar a su secuaz con un movimiento de cabeza”.

Esto era exacto, al menos. Tahara podría disparar fácilmente hasta su última figura importante en el Tzardom con su rifle de francotirador, dejando al país impotente.

Lo que Yu pudo hacer en su lugar fue más aterrador. Podría convertir el país en un páramo sin vida, o tal vez un campo de flores. En cualquier caso, el Tzardom se convertiría en un infierno de experimentación humana.

Si bien White y Madame no sabían exactamente de lo que eran capaces los asesores, Madame lo había percibido perceptivamente, y White consideró que todo era posible por las manos del Señor Demonio que había realizado el mismo milagro que el Ángel Ember.

“Desea mantenerlo en silencio por su bien, entonces… no creo que el Tzardom corresponda a su amabilidad”.

“Aun así, quiero hacer todo lo que pueda”.

“Supongo que tienes razón. A menos que él me lo pida, no voy a hablar de él… siempre respetaré y obedeceré sus deseos”, declaró la señora sin ambigüedad.

Contra White, la líder de las Doncellas Santas, esto estaba lleno de intención de rebelarse. Había prometido descaradamente seguir la voluntad de un individuo sobre la política nacional de Holylight.

“No puedo culparte…”

White no mostró ningún enojo hacia la declaración, pero cerró los ojos en silencio. ¿Qué ley podría tener una oportunidad contra ese hombre? White misma ya no consideraba al Señor Demonio malvado, de todos modos.

“La Santa Iglesia ya ha alcanzado el consenso para mantenerla en silencio y no hacer demasiadas preguntas. Solo quería que supiera nuestras intenciones, señora.”

De hecho, la Santa Iglesia ni siquiera imaginó que el Señor Demonio fue quien le otorgó el Halo del Ángel a White. Seguramente solo le contarían a alguien (dentro y fuera de la Iglesia) el hecho de que a una Doncella Santa se le dio el halo de un ángel, ya que se ajustaba a su agenda.

“Y ciertamente los he escuchado”.

La señora se puso de pie sin responder en una dirección u otra. Ella estaba demostrando que la voluntad del Señor Demonio dictaba sus elecciones, de una forma u otra. No tenía sentido seguir debatiendo.

“Por cierto…” Hablaron al unísono. Fue una superposición incómoda. “Por favor, señora…”

“… No, tú primero, pequeña White”.

Se miraron en silencio la una a la otra. White quería preguntar cómo Madame perdió tanto peso en tan poco tiempo y cómo su piel era más brillante y saludable que antes. Por otro lado, la Señora quería preguntar cómo se le podía dar un Halo de Ángel del Señor Demonio. Si pudiera tener un anillo hermoso como ese, habría renunciado a todas sus minas. Aun así, ninguno de los dos podía preguntar en voz alta. Ambos sentían que iban a perder si hablaban primero.

“… N-No importa, señora. Ten cuidado cuando regreses a casa.”

“Yo-yo… creo que también perdí mi tren de pensamiento”.

Con ellos compartiendo una fuerte risa, la reunión concluyó.

Si bien la reunión no generó ningún resultado que provocó un cambio nacional, fue un paso significativo en la dirección correcta que estos dos pudieran discutir sus posiciones y opiniones. Por lo menos, pudieron quitar que no se convertirían en enemigos en el corto plazo.