Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 2

Extra 2: Lefille Y Algodón De Azúcar

El día en que Suimei y Lefille llegaron sanos y salvos a la ciudad de Kurant, fueron de compras para prepararse para la siguiente parte de su viaje al Imperio Nelferiano.

Después de ocuparse de todos los inconvenientes de las compras del día, ahora caminaban juntos un poco fuera de la calle principal. Había varios puestos alineados a los lados de la calle, lo que le daba la sensación de una galería comercial o un bazar. Un puesto en particular tenía algo que despertó la curiosidad de Suimei.

“¿Oh?”

El puesto no tenía ningún producto en exhibición. De hecho, el puesto en sí era solo el dueño de la tienda parado frente a algo parecido a una bañera. Era una placa de hierro calentada simplemente hecha con un cilindro que empujaba hacia arriba a través de su centro, algo que Suimei reconoció. Era una máquina de algodón de azúcar casi idéntica a las que se pueden encontrar en los festivales del templo en todo el Japón moderno.

“¿Qué pasa, Suimei-kun?”

Lefille miró a Suimei mientras lo interrogaba. Parecía que, a su reducida altura, no tenía una buena visión de las cosas.

“Nada en realidad. Solo vi algo interesante. Eso es todo.”

“¿Algo interesante?”

“Mira allá.”

Cuando Suimei señaló el puesto, Lefille lo comentó como si fuera algo perfectamente natural para ella.

“Ooh, ¿el puesto de algodón de azúcar, quieres decir? ¿Qué pasa con eso?”

“¿Hmm? ¿Qué es esto? ¿Sabes sobre el algodón de azúcar, Lefille?”

“En efecto. Después de todo, es bastante común en las grandes ciudades…

¿Pero esto significa que también es algo que existe en tu mundo, Suimei- kun?”

“Bueno sí. De hecho, estoy bastante sorprendido de verlo aquí…”

Suimei frunció el ceño. El algodón de azúcar era un dulce económico de su propio mundo. Entonces, ¿por qué existía aquí?

Ciertamente, hacer algodón de azúcar era una simple cuestión de calentar el azúcar, por lo que incluso en un mundo tan dramáticamente diferente, no era imposible que ellos también lo hubieran descubierto.

Pero aun así, Suimei simplemente no podía evitar la sensación de que ver una máquina de algodón de azúcar aquí era bastante extraño. Murmurando para sí mismo al respecto, Lefille hizo una expresión como si se hubiera dado cuenta de algo.

“Ya veo. Quizás fue algo traído de tu mundo, entonces”.

“¿Oh? ¿Qué te hace pensar eso?”

“Bueno, se dice que cuando el algodón de azúcar se hizo por primera vez en este mundo, fue un héroe convocado por el ritual de invocación de héroes hace mucho tiempo. Lo hicieron para proporcionar dulces a los niños pobres y necesitados. Y a partir de ahí, la golosina finalmente se popularizó y se extendió por todo el mundo”.

Entonces, ¿había ese tipo de historia detrás de esto? Dejando de lado la cuestión de dónde había venido exactamente el héroe, Suimei se alegró de saber que el dulce regalo tenía un origen tan dulce.

“Pero… algodón de azúcar, ¿eh?”

“Mm…”

Lefille parecía estar sumido en sus pensamientos. ¿Qué estaba recordando cuando cerró los ojos y respiró hondo? Curioso, Suimei le preguntó al respecto.

“¿Tienes buenos recuerdos de eso?”

“A-Ah, no. No hay muchos puestos de algodón de azúcar en el norte, así que nunca tuve muchos encuentros con él. Solo estaba recordando la única vez que tuve un poco”.

“¿Fue realmente tan raro?”

“Verás, el azúcar es un manjar en el norte. En comparación con otras regiones, su oferta era bastante escasa”.

“Hmm, pero ¿no era tu familia bastante acomodada, Lefille? E incluso si era relativamente escaso, todavía estaba disponible, ¿verdad?”

Lefille le había dicho a Suimei una vez que su línea de sangre descendía de la realeza. Presumiblemente era una noble, por lo que Suimei no pensó que sería tan difícil conseguir un algodón de azúcar.

“Bueno… Mi familia siempre se dedicó a la pobreza honorable y la frugalidad sin fin, así que no fue tan lujoso como piensas. Además, mi padre siempre decía: ‘Los dulces engendran pensamientos perversos’. Nunca me dejaba tenerlos”.

“Eso es, eh… ¿Cómo debería decirlo? Un poco triste.”

Lefille asintió. Fue un gesto pesado, que dio una pista de los sentimientos pesados que lo acompañaban. Mientras miraba en dirección al puesto, tenía una expresión en su rostro como si no quisiera separarse de él.

“… Entonces, ¿quieres un poco de algodón de azúcar?”

“¡¿Qu-Qu-Qu-Qu-Qué estás diciendo, Suimei-kun?! ¡Es algodón de azúcar! ¿De verdad crees que quiero algo que parezca hecho para niños?”

“Bueno, seguro que te veías como si lo hicieras”.

Al escuchar eso, Lefille se cruzó de brazos y se volvió enfadada.

“Hmph, tus ojos son sorprendentemente malos, ya veo. No hay forma de que me vea así”.

“¿Si? Bueno, ya que todas nuestras compras están terminadas, vamos…”

Pero antes de que Suimei pudiera terminar de hablar, la cara de Lefille se sonrojó tanto que parecía un tomate maduro y comenzó a moverse ociosamente.

“B-Bueno, um… si dijeras que quieres un poco sin importar qué e insistieras en tenerlo… no diría que no a compartirlo contigo…”

Entonces, después de todo eso, ella realmente quería un poco, ¿no es así? Ella no tuvo que salir de su camino para actuar como ese. Mientras Suimei pensaba esas cosas, Lefille habló una vez más, casi implorante.

“U-Um… quiero decir, no me importaría un poco si quisieras un poco…”

¿Qué más podía decir Suimei? Ella no estaba siendo honesta consigo misma. Y así, fingiendo que no había escuchado ni visto nada, Suimei dejó escapar un solo suspiro.

“Hombre, ¿sabes qué? De repente tengo ganas de comer algodón de azúcar…”

” ―!”

“Oye, Lefille. Lo siento, pero ¿podrías ir a comprarme un poco?”

“Yo-yo-yo-yo-si insistes. No sabía que tenías un lado tan infantil, Suimei- kun”.

Lefille respondió de manera rígida, pero después de que Suimei le entregó algunas monedas, hizo un total de ciento ochenta y felizmente se fue al puesto de algodón de azúcar.

Al verla irse con una amplia sonrisa, Suimei caminó hasta un banco cercano para tomar asiento. Al poco tiempo, Lefille regresó corriendo con una ración de algodón de azúcar en cada mano.

“¡Suimei-kun, compré algunos!”

La pequeña Lefille se dejó caer con entusiasmo junto a Suimei. Había un brillo inusual en sus ojos. Suimei recordó haber visto algo similar cuando le compraron el vestido con volantes en la tienda de ropa.

“Hom…”

Con su transformación después de la pelea con Rajas, los aspectos infantiles de su personalidad de alguna manera se habían vuelto más conspicuos. No era como si hubiera retrocedido ni nada, pero debido a que su cuerpo se había encogido, su comportamiento estaba siendo empujado en la misma dirección.

“Hom nom…”

Pero dado que solo parecía que estaba actuando según su edad, nada parecía extraño. Y cuando las cosas se pusieron serias, Lefille era su yo habitual. Pero en este momento, estaba más linda que nunca y era un placer contemplarla.

“¡Es tan esponjoso!”

Suimei estaba pensando casualmente esas cosas mientras miraba a Lefille, que estaba absorta con su algodón de azúcar y llenándose las mejillas con él. Sin embargo, en poco tiempo…

“Ah… todo se ha ido…”

“¿Quieres más?”

“No es como si quisiera comer tanto…”

“Lo siento, pero no eres demasiado convincente después de empujarte todo en la cara en un instante así”.

Lefille se burló y respondió en un tono casi de regaño.

“¿Qué es esto, Suimei-kun? ¿Podría ser que no sabe que así es como se supone que debe comer algodón de azúcar?”

“¿Para qué estás inventando  cosas? Podrías mirar alto y bajo y no encontrarás a un niño devorándolo como lo acabas de hacer. El único con el azúcar manchado por todas las mejillas con una mirada tan triunfante en su rostro eres tú, Lefille”.

“¿Qué…?”

Al ser atrapada completamente con las manos en la masa, Lefille se sonrojó aún más que antes.

“Estaba tan sabroso que no podías evitarlo, ¿verdad?”

“Q-Quiero decir, ha pasado mucho tiempo desde que comí dulces, así que solo…”

¿Estaba avergonzada? Probablemente lo estaba. Pero escuchar a Lefille decir algo así también fue de alguna manera refrescante. Sonriendo, Suimei sacó algunas monedas más de su bolsillo.

“Aquí.”

“Pero el presupuesto…”

“No te preocupes por eso. No es como una indulgencia aquí y nos va a joder”.

“E-Está bien, entonces solo uno más. Iré a buscarlo…”

Y con eso, Lefille corrió una vez más hacia el puesto de algodón de azúcar.