Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 12

Extra 1: Souma Y Maria Observan

Estábamos celebrando una reunión distendida después de la primera conferencia en la que María y yo nos conocimos cara a cara.

“Parece que todo el mundo se lo está pasando bien.”

“Sí, parece que todo el mundo se lo está pasando bien.”

Mientras las dos hablábamos, yo observaba a mis compañeras. Cada uno de ellos había encontrado a alguien con quien podía llevarse bien y estaban enfrascados en una agradable conversación.

María se rió. “Esperaba que las conversaciones con otra nación fueran más tensas. Durante este tipo de reuniones, uno esperaría que todos intentáramos conocer las intenciones de la otra parte, ¿sabes? Pero todo el mundo está actuando como lo haría normalmente.”

“Bueno, nuestros países tienen relaciones amistosas, así que sería raro que nuestros subordinados estuvieran peleando cuando nosotros no… Parece que nuestros segundos de a bordo también se llevan bien.”

Sonreí con ironía al ver de reojo a Hakuya y Jeanne. Jeanne parecía estar disfrutando, y Hakuya también daba una impresión mucho más suave de lo que solía hacer. María también debió notarlo, porque sonreía suavemente.

“Supongo que debería haber esperado que tus subordinados fueran así. Te acercas a todos sin prejuicios. Deben de haber aprendido observándole a usted, Sir Souma. Así es como pueden ser tan abiertos con todo el mundo.”

Fue un poco embarazoso recibir un complemento tan directo.

“Podría decir lo mismo del Imperio. Como su líder es tan suave y amable, sus subordinados también son amables.”

“¿Ah, sí? ¿Yo? ¿Gentil y amable?”

María hizo ademán de hinchar las mejillas en señal de enfado. Aunque sabía que ella era un año mayor que Juna, todavía la hacía parecer una niña linda.

Me encogí de hombros. “Después de haberte conocido y hablado contigo, puedo decir que eres bastante gentil y amable.”

“Eso es algo que se puede decir. Soy una emperatriz, ya sabes.”

“Mis disculpas, Su Majestad Imperial”, dije bromeando.

“Sí. Muy bien”, dijo ella en un tono de prepotencia. Yo sabía que ella odiaba ejercer su poder de esta manera, así que también estaba bromeando.

Entonces ambos rompimos a reír.

“Ja, ja, ja, no sé qué pasa, pero, aunque sé que se supone que eres importante, no puedo evitar reírme cuando actúas así.”

“¡Je, je! Es porque no se me da bien ser importante. Cuando lo hago delante de ti, es sólo una actuación.”

“¿Como si estuvieras jugando a ser emperatriz?”

“Sí, es una buena manera de decirlo.”

Después de reírnos un poco, María sonrió. “Esto es tan tranquilo.”

“¿Hm? ¿De qué va esto, de repente?”

“Si pudiéramos reírnos así con gente que acabamos de conocer, no necesitaríamos un marco como la Declaración de la Humanidad…”

Lo dijo como si estuviéramos mejor sin él. Probablemente, ella también se sentía así. La Declaración de la Humanidad de María existía para obligar a las naciones firmantes a unirse frente al Dominio del Señor Demonio. Ella misma había asumido la pesada carga de liderarlas. Pero si había una forma de que los países trabajaran juntos sin coacción, nada podía ser mejor que eso. Después de todo, aliviaría el enorme peso sobre sus hombros.

“… Puede que nuestro país no sea un estado signatario, pero apoyamos sus ideales”, dije. “Sir Souma…”

“Cuando Kuu herede la República, también serán aliados fiables. En unos años más… sólo unos años más, no tendrás que cargar con todo tú solo.”

Si María tirara la toalla ahora, tendría problemas. El papel que desempeñaba en el mantenimiento del equilibrio entre los países de este continente no podía ser exagerado. Si mañana dijera que se retracta de la Declaración de la Humanidad, el mundo se sumiría en el caos. Ese tipo de caos podría llevar al ascenso de gente ambiciosa como Fuuga.

Pero… no podía confiar en María para siempre.

No era saludable poner tanto estrés en una sola mujer. Algún día, todos teníamos que pasar de la Declaración de la Humanidad y liberarla.

“Espere un poco más, Madame María. Pronto, mi país será capaz de soportar la carga junto a la suya. Estoy seguro de que Hakuya estará de acuerdo. Junto con mis compañeros, cambiaremos la situación que ha hecho recaer toda esta pesada carga sobre ti.”

“…¿Lo harás?” María sonrió ligeramente. “Supongo que tendré que seguir trabajando un poco más, hasta que llegue ese día, entonces.”

“Lo siento.”

“No lo sientas. Yo misma elegí este camino. Pero…” María me miró. “Date prisa.”

“Lo haré.”

Con eso, los dos amigos jurados asentimos mutuamente.