Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 20

Capítulo 4: Las Ruinas Filorial

 

 

Al día siguiente, llegamos al santuario filorial, guiados por Fitoria. Parecía un lugar diferente del que habíamos visitado antes.

“Honestamente, tengo que decirlo…” dije, mirando a mi alrededor. “¿Qué?” preguntó Fitoria.

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“¿¡Acaso nunca has escuchado la palabra ordenar!?”

Fitoria había venido a la aldea y luego teletransportado a todos los que quisieron venir. Yo aún no había dicho nada, pero el carruaje de Fitoria era muy sospechoso.

¡Después de todo, esa cosa podía teletransportarse por doquier! En el mundo de Kizuna había ocho armas vasallas, pero en nuestro mundo solo eran siete. Y además Fitoria había vivido por mucho tiempo. Estos hechos me habían llevado a considerar una cierta posibilidad…

“Fitoria. Hay todo tipo de cosas que quiero preguntarte acerca de tu carruaje, pero

¿podría ser un arma vasalla?” pregunté. “¿La octava arma de las siete estrellas?” Ella se quedó completamente quieta mientras yo preguntaba y no proporcionó ninguna respuesta. También tenía que haber una razón para eso—como si fuera mejor mantenerlo en secreto, o tal vez fue una petición de un héroe del pasado.

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Investigar el santuario filorial era lo primero. Cuando Fitoria y sus filoriales aparecieron en nuestra aldea más temprano, ellos nos habían traído varias piezas de equipo que los héroes del pasado habían usado—aparte de las armas sagradas y de las siete estrellas.

Pero había habido mucha basura entre ellas. Por lo tanto, habíamos decidido que los héroes y algunos más de la aldea deberían venir al santuario de Fitoria y revisar las cosas para encontrar aquellos objetos que realmente fueran de utilidad.

Basura no había venido; él estaba ocupado discutiendo asuntos importantes con otras naciones. L’Arc, mientras tanto, estaba entrenando sus habilidades para fabricar accesorios en Zeltoble, y Teresa estaba junto a él. Gaelion y Wyndia también estaban ausentes.

Parecíamos haber llegado a alguna clase de ruinas. Había un bosque a nuestro alrededor y los que parecían ser restos de una aldea abandonada. También había alguna clase de templo en ruinas cerca.

Esto me recordaba a algo que Melty había dicho una vez acerca de las leyendas filoriales que describían un lugar llamado el Bosque Perdido.

Como sugería el nombre, cualquiera que ingresara no volvía a ser visto. Estaba comenzando a pensar que ahora estábamos en el Bosque Perdido. Este era un lugar diferente del que visitamos durante el incidente con la Iglesia de los Tres Héroes. La próxima vez tendría que traer a Melty para que lo viera.

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Motoyasu inmediatamente dejó salir un grito. “¡Este santuario se convertirá en mi nuevo paraíso!” exclamó él.

“¿¡Por qué trajiste al Héroe de la Lanza!?” gritó en pánico Fitoria.

“Creí que te gustaría verlo,” dije inocentemente. Había registrado un portal, regresado a la aldea, preguntado a Motoyasu si quería unirse a nosotros, y después había regresado. En el momento en que Fitoria vio a Motoyasu, ella huyó de él a una velocidad increíble. Eso no le impidió a Motoyasu saltar hacia Fitoria, quien rápidamente lo apartó de una patada.

“¡No me detendrás!” Motoyasu casi no había recibido daño, e inmediatamente se puso de pie y comenzó a perseguir a Fitoria por todos lados. Este era su castigo. En el pasado la actitud de Fitoria muchas veces me había hecho enojar.

Dejamos a Motoyasu hacer lo que quisiera y comenzamos a investigar el interior de las ruinas. La razón por la que había lanzado ese comentario acerca de ordenar fue porque el estrecho interior de las ruinas estaba lleno de lo que parecía ser nada más que basura.

Todas las cosas brillantes probablemente estaban ahí porque estábamos lidiando con aves. Recordaba a Filo recolectando sus tesoros en el pasado.

“¡Vaya! ¡Es tan brillante! ¡Amo lo brillante!” gritó Filo. Ella básicamente estaba pensando lo mismo en este momento. Este era el nido de Fitoria. Las cosas brillantes esparcidas iban desde tesoros de apariencia extraña hasta cristales de apariencia barata.

“Vamos a ordenar,” dije. ¡Vaya colección que ella había juntado! Estas eran ruinas enormes—o tal vez un templo—pero la colección no iba con el lugar.

La disposición podría dar una impresión de mazmorra de tesoros, pero eso no era lo que estaba frente a nosotros. Era más bien como una colección de basura al azar. También había muchas plumas de ave mezcladas, y todo estaba bastante sucio.

“¿Deberíamos simplemente quemar todas las plumas?” sugerí.

“¿Qué tal si aquí hay algo que no queremos que se queme?” me advirtió Raphtalia. Por supuesto, ella tenía razón. Era mejor no empezar a quemar cosas. Todos esos largos años de recolección de Fitoria de todas formas habían convertido su nido en una verdadera pila de basura.

Me entristecía pensar que objetos raros pudieran estar descansando debajo de toda esta porquería. Estábamos planeando recuperar cualquier cosa prometedora y analizarla, lo cual significaba que teníamos que revisar toda esta pila de basura absorbiéndola con las armas de los héroes.

“¡Sepárense y comiencen la operación de limpieza!” ordené, y así comenzó la limpieza de primavera de la basura apestosa de Fitoria. Me descubrí preguntándome qué era mejor, conejos que vivían en un laberinto misterioso lleno de extrañas reglas o aves que no tenían ninguno de esos elementos de mazmorra peligrosos pero que no podían mantener limpio su nido.

“¿Qué es esto? ¡Es muy brillante y hermoso! ¿Alguna clase de cristal?” dijo Filo. “¡Eso es basura! ¡Literalmente una bola de basura!” le dije.

“¡Yo digo que es un mineral raro! Padre, ¿qué debemos hacer?” preguntó Motoyasu, diciendo algo cuerdo por primera vez.

“Guárdenlo. Lo revisaré más tarde,” le dije.

“¿Por qué hay una espada aquí? Tampoco se ve oxidada. Ren, ¿qué opinas?” preguntó Rishia. Ella también estaba aquí, ayudando a limpiar junto a Itsuki.

“¿Mm?” Ren se dio la vuelta para mirar. “Esa es una espada que todavía no tengo. Déjame darle un vistazo… ¿Ascalon? ¿Qué es esto? ¿Efectiva contra los dragones?” Por alguna razón, el nombre de esa espada me sonaba familiar, pero por ahora teníamos que seguir trabajando. Estaba feliz de no haber traído a Gaelion.

“¿Por qué hay una lanza envuelta en tela y flotando aquí?” continuó Rishia. “Motoyasu, por favor tómala y dale un vistazo. Puedes recolectar las plumas y olfatearlas más tarde.”

“¡Muy bien! ¡Argh! ¡No puedo alcanzarla!” exclamó rápidamente Motoyasu.

“¡Dafu!” dijo Raph-chan II. Ella estaba sobre el objeto con forma de lanza suspendido en el aire. Se veía como algo que un héroe pudo haber fabricado—como esa lanza efectiva contra youkai envuelta en una tela roja de ese famoso manga.

“¿Por qué no solo la copias?” sugirió Rishia.

“¡Buena idea! ¿Lanza de la Bestia? Oh, esta funciona automáticamente. Un arma muy conveniente,” reportó Motoyasu. Nosotros teníamos a unas criaturas muy parecidas a los youkai dentro de nuestros aliados.

Tenía que rezar para que no fuera a ser efectiva contra la especie Raph en particular. No necesitábamos que Motoyasu tuviera ese poder.

“Dafu,” dijo Raph-chan II—quien era la Emperatriz Celestial del Pasado. Después de asegurarse de que Motoyasu había copiado la lanza, ella golpeó la punta de la lanza, haciendo que la tela se deslizara, y entonces la tomó en su mano.

¡Incluso se encogió para ajustarse a su tamaño! Estaba comenzando a pensar que íbamos a encontrar toda clase de objetos increíbles. Podíamos reflexionar al respecto más tarde.





Shildina dejó salir un gruñido, usándome como un escudo—lo cual era muy apropiado— mientras veía el incremento de poder de Raph-chan II. Ellas no se llevaban muy bien.

“No hay necesidad de que estés asustada, Shildina. Tú de seguro ahora eres más fuerte que ella,” le dijo Ruft.

“Pero…” dijo nerviosamente Shildina, fortaleciendo sus defensas con los ofudas incluso mientras Ruft trataba de darle valor. Ella solo necesitaba seguir incrementando su poder. Siempre y cuando lo hiciera, debería ser capaz de enfrentar lo que sea.

Continuamos limpiando el interior del templo, abriéndonos paso a través de la mezcla de objetos raros y basura.

“Aquí hay algunos huesos de dragón. Supongo que deberíamos tomarlos,” dije. Parecía haber al menos un par de esqueletos. ¿Cuánta historia estaba esparcida a través de este piso? Y también fuimos afortunados de encontrar cosas todavía intactas, ya que toda la colección había estado expuesta a los elementos por quién sabe cuánto tiempo.

En una habitación de las ruinas había toda clase de armas en el suelo, incluyendo la usada por el sumo sacerdote de la Iglesia de los Tres Héroes.

Esa tenía que ser una réplica, pero todavía me preguntaba qué demonios estaba haciendo aquí. Tal vez podía ser usada para algo—pero necesitaría ser recargada con magia y parecía difícil de usar. Probablemente deberíamos llevar esta cosa al castillo o la aldea y hacer que el Viejo y los demás la analicen.

También apareció un escudo para mí, el cual copié. Se llamaba Escudo Ancestral. Tampoco era tan bueno. Todo lo que tenía para ofrecer era un bono por uso que incrementaba la defensa mágica.

Fue lo mismo para Ren y los demás—toda la serie Ancestral. Estas eran armas que podían causar un estado alterado llamado bloqueo de magia. Eso sonaba útil, pero solo podía ser usado contra humanos.

“¡Filorial gigante!” gritó Motoyasu.

“¡Buu!” Fitoria lo rechazó usando la misma línea que Filo. No había escuchado la razón, pero a Fitoria parecía disgustarle Motoyasu tanto como a Filo.

S’yne estaba apuntando hacia Motoyasu, y me di cuenta de que ella estaba preguntando si debía detenerlo. Mientras yo le decía que no se preocupara, miré entre S’yne y Fitoria.

Ellas estaban usando ropa diferente, y estaba el asunto de las plumas, pero… en realidad se parecían mucho. S’yne era más alta, pero tenían un aire muy parecido a su alrededor.

Fitoria, nacida como un monstruo, y S’yne, una residente de un mundo destruido… de seguro había una conexión profunda entre ellas. Tal vez solo se parecían. Me pregunto si de verdad era así de simple.

“¡Ah! ¡Filo-tan!” Motoyasu rápidamente cambió de objetivo.

“¡Buu! ¡Aléjate!” respondió ella. Mientras Motoyasu se acercaba, ella saltó hacia el aire y se fue volando.

“¡Vaya, ella está volando!” dijo uno de los filoriales subordinados de Fitoria que podía hablar.

“Eso se ve divertido,” dijo otro.

“¿Cómo aprendió a volar?” preguntó un tercero, con todos ellos observándola con envidia en sus ojos.

“¿Qué? ¿Alguien la está haciendo volar con magia?” dijo un cuarto.

“¡Hagamos que nos ayuden a hacer lo mismo!” dijo un quinto. No estaba seguro de dónde lo habían escuchado, peor todos los ojos de los filoriales se enfocaron en Shildina.

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“¡Ayúdame!” Shildina abrazó con fuerza a Raph-chan II, poniéndose a la defensiva junto a Ruft.

“Dafu,” dijo Raph-chan II, viéndose un poco perpleja por el cambio de opinión de Shildina. Después ella usó magia hacer que Shildina y los demás desaparecieran, haciendo que los filoriales los perdieran de vista.

“¡Así no vamos a terminar nunca! ¡Si solo están aquí para jugar, es mejor que se vayan!” grité.

“¡Jajaja! ¡Padre! ¡Me esforzaré al máximo para convertir este santuario filorial en un paraíso!” exclamó Motoyasu.

“¡Deja de decir tonterías y comienza a ordenar!” respondí. ¡Estos cabezas huecas sí que se distraían fácilmente! Era exasperante lidiar con ellos. El grupo de Kizuna tal vez era aún más animado, pero tenían un sentido del propósito más definido.

“En serio, hay demasiada basura aquí. ¿Qué pasa ahí atrás?” pregunté. Nos adentramos más en las ruinas, eventualmente llegando a lo que se veía como un gran altar. Aquí no había nada de basura en el piso. El suelo estaba pavimentado con piedra, y parecía estar decorado como la cara de un reloj.

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“El aire se siente pesado aquí adentro,” dijo Raphtalia. “Tienes razón,” respondí.

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“¡Vaya, vaya! ¡Este hogar de filoriales está lleno de cosas asombrosas!” exclamó Motoyasu.

“Motoyasu, retrocede,” le dije. Ignorándome, él se paró sobre el centro del reloj e incrustó su lanza en el suelo. Hizo un sonido de click, seguido de un temblor siniestro.

“¡Motoyasu!” grité.

“¡Vaya! ¿Qué creen que esté sucediendo?” preguntó él.

“¡No me preguntes a mí! ¡Muro de Estrella Fugaz!” grité. Eligiendo la versión de muro solo para estar seguro, materialicé una barrera para proteger a todos excepto Motoyasu y su propia bandada de filoriales.

“Fitoria, ¿tienes alguna idea de qué se trata esto?” pregunté.

“Ni idea,” respondió ella, ladeando su cabeza. ¡Ella no era de ayuda!

“¿Oh? ¿Oh? ¡Oooh!” jadeó Motoyasu. Había una luz comenzando a brillar desde el agujero en el que él había colocado la lanza. Entonces la luz fue absorbida por la lanza, dejando imágenes intermitentes en su camino.

“¡Fuehhh!” exclamó Rishia. “¿¡Qué acaba de suceder!?”

“Ni idea,” dije. Nada más parecía haber cambiado.

“Motoyasu, ¿alguna diferencia?”


“Hay algo…ha aparecido un arma llamada Minutero del Dragón,” reportó  él, transformando su arma. Era una lanza larga y delgada. Casi simple, lo cual puede sonar refinado—pero se veía más parecida al minutero de un viejo reloj.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 20 Capítulo 4 Novela Ligera

 

“¿Acaso insertar tu arma en ese agujero activa algo?” me pregunté en voz alta. Me acerqué al agujero que Motoyasu había usado y como un experimento traté de insertar el escudo. Nada ocurrió, y ni siquiera parecía que algo fuera a ocurrir.

“¿El primero que llega lo obtiene?” se preguntó Ren, también haciendo el intento. “¡Motoyasu!” grité.

“¡Yo digo que no tengo idea!” respondió él. Uno normalmente no metería su arma en cualquier agujero que apareciera… o así me gustaría creer. Pero claramente Motoyasu era un caso especial. No me quedó más que suspirar.

“Solo más mierda sin explicación. En fin, sigamos adelante,” dije. De todas formas, no parecía que fuéramos a enfrentarnos a algún monstruo. Este era territorio filorial, así que con su líder Fitoria con nosotros, no importaría si nos topábamos con algunos monstruos.

Las trampas eran un asunto diferente. Todas las clásicas se activaron en nuestro camino, desde rocas rodantes hasta espinas en el techo, pero no eran nada para un grupo de héroes. Mi Muro de Estrella Fugaz las bloqueó todas, e incluso sonreí cuando la roca se detuvo en seco. Cómete esa, maldita roca.

También esperaba algún rompecabezas, pero no hubo nada tan complicado. Teníamos un claro entendimiento del espacio gracias a la habilidad de sonar de Sadina y Shildina. Eso era útil en un lugar como este, un lugar lleno de puertas y pasillos secretos.

En el corazón de las ruinas, llegamos a una habitación de piedra que parecía estar flotando en el aire a través de la magia. Subimos los peldaños flotantes tallados a partir de ella, llegamos a la habitación en la cima, y entonces dimos un vistazo a nuestro alrededor.

Había una atmósfera muy pesada en la habitación. Se sentía como si esto fuera el origen de la magia.

“Naofumi-sama, ya hemos visto un lugar como este,” dijo Raphtalia.

“Tienes razón,” recordé. Era exactamente como la cámara de piedra asignada al guardián de la Antigua Biblioteca Laberinto, el hogar de Ethnobalt.

“Después de escuchar la descripción de ese lugar, pensé que era mejor traerlos aquí,” explicó Fitoria.

“Así que también hay una en este mundo,” dije. Aquí, en las profundidades de estas ruinas—el hogar de Fitoria—un pequeño frasco estaba flotando en el aire.

Detrás de él estaba el mismo mural en la pared que habíamos visto en el hogar de Ethnobalt, describiendo alguna clase de criatura alada y con forma de gato.

Había imágenes de las armas sagradas… y al mirar con más atención, también de las armas vasallas. Algunas de las imágenes estaban brillando. Al comienzo, pensé que era exactamente la misma imagen que antes, pero en realidad era la misma en diferentes lugares. La parte del gato también era diferente. En el fondo había dos criaturas con forma de ballena dando vueltas. Notando hacia dónde estaba viendo, Rishia comenzó a investigar la pared.

“Se ve parecida a la que vimos con Ethnobalt, pero en esta parece haber algo de texto,” reportó ella.

“¿De verdad?” pregunté. Rishia apuntó hacia una sección de la pared. A primera vista, solo había parecido ser otra clase de patrones, pero ahora que veía bien estaba cubierta de texto. Casi era como una pieza de arte, formando una imagen a la distancia, pero convirtiéndose en texto cuando te acercabas. Apreciaba el esfuerzo—casi—pero de alguna forma deseaba que simplemente hubieran escrito con una letra más legible.

“Te dejaré el análisis,” le dije. Era hora de que nuestro verdadero personaje principal y el más grande intelecto presente subiera al escenario.

“Estoy segura de que cometeré toda clase de errores de interpretación y traducción,” respondió ella, insegura de sí misma.

“Tienes unas habilidades analíticas increíbles, doy fe de eso. Si hay alguien que puede, esa eres tú,” le dije.

“Él tiene razón, Rishia. Yo también creo en ti,” estuvo de acuerdo Raphtalia. “¡Fuehhhh!” vino la predecible respuesta, pero ella se veía lista para intentarlo.

Dirigí mi atención hacia el frasco de líquido rojo que también habíamos visto con Ethnobalt. Lo tomé. No hubo problemas. Además, aquí quedaba mucho más líquido que en el frasco del otro mundo.

Me pregunto si eso tenía algún significado. Podría estar relacionado a todo el tiempo que había vivido Fitoria. Por allá ellos habían sido forzados a usarlo más frecuentemente. Tal vez esa era la razón.

“Esa es la medicina que los guardianes de otros mundos deberían beber, ¿correcto?” preguntó Fitoria, apuntando hacia el frasco.

“¿Qué es esto? ¿Cuál es su propósito?” le pregunté.

“Es un veneno, pero la verdad no lo entiendo. Lo bebí antes,” dijo Fitoria. “Bien. ¿Qué hay de las personas? ¿También lo pueden beber?” pregunté.

“Creo recordar haber escuchado que es mejor no hacerlo,” respondió ella. Entonces aparentemente era solo para monstruos, pero tenía el efecto de extender sus longevidades— como alguna clase de elixir de vida eterna. “Lo que recuerdo es que una gota significa dolor eterno, dos gotas significa soledad eterna, y tres gotas… significa algo verdaderamente horrible.” Eso era exactamente lo mismo que había dicho Ethnobalt.

“El asunto es que usar el arma producida por esto para atacar la grieta de una ola incrementa enormemente el tiempo antes de la siguiente ola. Aquí hay más de lo que había en el mundo de Kizuna—muy probablemente suficiente para todos los héroes,” expliqué.

Un líquido misterioso dejado por un héroe del pasado. Íbamos a tener que hacer un buen uso de ello… pero todavía me estaba preguntando qué significaba esta pared, con exactamente las mismas imágenes que en aquella de un mundo diferente. Sin embargo, ese no era un problema que pudiera ser resuelto simplemente pensando al respecto.

Dejé caer una porción dentro de mi escudo.

Escudo 0: condiciones reunidas. Escudo 0 (Despertado) 0/0

Habilidad bloqueada: bono por uso: habilidad “Escudo 0”.

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Efectos especiales del arma: Juez de la Razón, Protector del Mundo.

Resultó ser un escudo incluso más abajo que el Escudo Pequeño, con todo en 0. Kizuna había obtenido lo mismo para su arma, pero de nuevo me pregunté lo que era esto. Cambié a él para ver lo que pasaría. Se veía igual que el Escudo Pequeño.

“Escudo 0,” dije, usando la única habilidad que tenía. Luz comenzó a irradiar y el escudo brilló. Se veía genial. Tendría que experimentar con eso más tarde. La poción no había producido ningún efecto secundario extraño, así que parecía segura de usar. El propio escudo era demasiado débil para ser usado, pero podría ofrecer algunos efectos excelentes. Los juegos con frecuencia tenían armas y armaduras del mismo tipo.

“Para superar los desafíos venideros, todos los héroes deberían tener un poco,” dijo Fitoria.

“Ya escucharon al ave gigante. Que todos absorban un poco con sus armas,” dije. Cada uno de los héroes presentes procedieron a colocar una gota en sus propias armas, obteniendo la misma serie 0 cada uno de ellos, con los mismos efectos.

“¿Quieres probar un poco?” le pregunté a Filo.

“¿Me lo está preguntando de nuevo? ¡Buu!” dijo ella. Ciertamente le había preguntado lo mismo cuando Ethnobalt pasó por la ceremonia especial. Ella tampoco había querido beberlo entonces, pero al final, pensé—un día—ella probablemente iba a tener que hacerlo. Después de todo, ella era la sucesora de Fitoria.

“Tú eres la próxima reina, Filo, así que un día tendrás que beberlo,” dijo Fitoria, confirmando mis propios pensamientos.

“¡Buu!” respondió ella una vez más. Me pregunto qué pasaba por la cabeza de este héroe del pasado, haciendo que Fitoria lo bebiera incluso sabiendo que era veneno. No podía imaginar a Fitoria aceptándolo fácilmente—pero aquí estaba yo, tratando de hacer que Filo lo bebiera.

Miré hacia la pared, con su criatura con forma de gato, y me pregunté cuándo ese pequeño misterio iba a ser resuelto. Con nuestra suerte, quizás nunca. Siempre era visto junto a secciones relacionadas con las olas, pero no se sentía que fuera aquel detrás de ellas… pero tal vez lo era. Me pregunto si este era aquel que se hace llamar Dios.

Si era el caso, debería haber imágenes en los textos antiguos que Rishia había estado leyendo.

“Fitoria,” pregunté. Ella miró en mi dirección. “¿Te has encontrado con esta cosa?” dije, apuntando hacia la criatura en la pared.

“Creo… que probablemente sí,” respondió ella.

“Tú normalmente suenas mucho más confiada que eso,” comenté.

“Puedo recordarla moviéndose. No creo que sea una criatura malvada…” dijo ella, deteniéndose.

“¿Es aquel que se hace llamar Dios?” pregunté. Si era así, necesitábamos estar listos para luchar inmediatamente si nos la encontrábamos.

“No, eso no parece ser correcto. Pero la recuerdo hablando con los héroes,” respondió ella. A partir de eso parecía que aquel que creó este muro estaba tratando de transmitir algo acerca de esta criatura—pero también que el gato no era un enemigo. No había respuestas. “…moru,” dijo suavemente Fitoria, casi inaudiblemente, colocando su mano sobre la pared.

“Sea lo que sea que esté pasando aquí, aquel detrás de las olas ha estado tratando de matar a aquellos como tú, Fitoria, a lo largo de toda la historia, así que debes tener cuidado,” le dije.

“Entiendo eso. Ahora tal vez comprendes por qué casi no me dejo ver,” respondió ella. Eso era verdad. Ethnobalt trabajaba en la biblioteca, pero no había forma de saber dónde aparecería Fitoria a continuación.

Su nido estaba en el Bosque Perdido—incluso los renacidos tendrían problemas encontrándola. Ella puede ser como la Dragona Demonio, viviendo tanto que había terminado despreciando a los humanos y distanciándose de ellos.

“Me he encontrado muchas veces con aquellos tratando de matarme. Ellos tienen que ser aquellos bajo la influencia de sea quien sea que está detrás de las olas. Han guiado a las personas y traicionado mi confianza una y otra vez,” continuó Fitoria.

Parecía ser que ella había experimentado su buena cantidad de problemas, eventualmente dirigiéndola a solo lidiar con los humanos a través de sus subordinados.

“Ah… no puedo leer esta parte,” dijo Rishia, todavía mirando hacia el texto en la pared. “Esta arma es altamente efectiva contra aquellos que poseen la eternidad… para defenderse de aquellos que toman el nombre de un dios…”

“Eso sugiere que la serie 0 de armas será efectiva contra aquel detrás de las olas, aquel que se hace llamar Dios,” reflexioné en voz alta. En el mundo de Kizuna, atacar una grieta de ola con el arma 0 había extendido el tiempo hasta la llegada de la próxima ola. Eso también parecía sugerir que estas eran armas especiales que podrían ser efectivas contra aquel que se hace llamar Dios. Por ahora era básicamente una suposición, pero estábamos comenzando a encontrar algunas pruebas de ello.

“Los héroes… tienen por objetivo servir como medidas provisionales, hasta que llegue la ayuda… y eso es todo lo que puedo leer,” finalizó Rishia.

“Eso es más que suficiente. Se superpone con lo que escuchamos en el mundo de Kizuna,” le dije. Parecía que la lucha de los héroes contra las olas suponía la eventual llegada de ayuda de algún lugar, de otra forma los textos como este no lo estarían repitiendo.

No sabía a qué o quién teníamos que esperar… pero la idea de hacerlo me hacía sentir muy ansioso. Me pregunto si realmente podíamos confiar en sea quien sea que viene en camino, esto al mirar hacia la criatura en la pared. Tal vez ella era a quien estábamos esperando.

***

 

 

Completamos la limpieza y regresamos a la aldea. Yo todavía tenía el frasco en mi poder, y estaba haciendo un muy buen trabajo manteniendo alejado a Gaelion.

“¡Kwaa!” lloriqueó él.

“¿Cuál es tu problema?” pregunté. Mientras me acercaba a él, Gaelion retrocedía para mantener la misma distancia.

“¡Aléjese!” escuché su voz en mi cabeza. “¡Siento algo proveniente de usted, algo que envía escalofríos por mi espalda!” Le entregué el frasco a Raphtalia y me acerqué a Gaelion una vez más. Esta vez él no retrocedió. Parecía ser que el veneno también era efectivo repeliendo dragones. Traté de recordar si habíamos experimentado con él sobre la Dragona Demonio. También podría funcionar en ella, pensé esperanzadamente.

“Ah, creo que lo entiendo,” dije. Cuando aplicaba lo que Rishia había descubierto, el Dragón Emperador era un poco diferente, pero todavía algo cercano a un ser inmortal. Incluso si moría, podía ser revivido, y vivía por tanto tiempo que no valía la pena contar los años. Después de todo, el veneno era efectivo contra todas las criaturas que poseen eternidad.

“Puedo usar esto para ayudar a mantener bajo control a la Dragona Demonio. Es casi como si Kizuna ya lo estuviera usando,” comenté.

“¡Kwaaaaaa!” El joven Gaelion no desaprovechó la oportunidad de saltar sobre mí, volando en mi dirección mientras yo me acercaba en un intento de conseguir algo de atención. Una vez más estaba sorprendido por la forma en la que él podía suprimir sus instintos básicos con sus emociones. Yo tampoco entendía por qué él estaba tan encariñado conmigo. No había hecho nada en particular por él.

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“Bien, suficiente de eso. El experimento termina aquí,” le dije. Fitoria me había pedido que le devolviera el frasco una vez que todos los héroes hubieran desbloqueado las armas, así que procedí a terminar con eso—incluyendo a L’Arc—y después se lo regresé. No había quedado mucho en el mundo de Kizuna, pero aquí todavía quedaba bastante.

Dirigí mi atención hacia la habilidad llamada Escudo 0… en efecto, toda la serie. Después de desbloquear la habilidad, traté de activarla y hacer que un monstruo me atacara, pero—como había esperado—nada sucedió. Ni siquiera pude resistir el ataque. La habilidad simplemente se disipó en un instante.

Sucedió lo mismo con los otros héroes—la habilidad se veía muy genial cuando era activada, pero era incapaz de causar siquiera un rasguño.

No era que nos hubiéramos estado conteniendo—de verdad era una habilidad que provocaba cero de daño. Tenía un tiempo de enfriamiento de cero y consumía cero SP.

En fin. Y así, la limpieza del nido de Fitoria y nuestra recolección de equipo ancestral que había estado acumulando polvo por quién sabe cuánto tiempo llegó a su fin. Habíamos adquirido equipo nuevo muy útil, y por lo tanto estaba muy satisfecho con el resultado final.

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