Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 1

Epilogo 1: Los Favores Sembrados

 

 

Varios días después de que Reiji y compañía abandonaran el castillo, habiendo hecho planes para lo que haría a continuación, Suimei abandonó el Castillo Real de Camellia él mismo.

Obviamente, Suimei no tuvo ningún tipo de gran desfile para despedirlo como lo hizo Reiji, y aunque el comienzo de su viaje fue solitario, a Suimei no le importó mucho eso. Después de informar al rey Almadious de Astel y a Felmenia algo reticente, descendió hacia la capital real de Metel en silencio a su propia conveniencia.





Su primer destino fue el llamado Gremio de Aventureros en Metel. Allí, tenía algo que tenía que lograr sin importar qué. Bueno, antes de eso, tenía que hacer algo con su ropa, pero sin embargo…

Realmente, no pensé que entregaría dinero…

Murmurando un ligero desconcierto para sí mismo, Suimei se llevó con cautela una pesada bolsa a la cara con el sonido de un metal tintineante.

Cuando Suimei había dejado el castillo, el primer ministro Gless se acercó y le entregó una bolsa que contenía unas veinte monedas.

Con una mirada que mostraba desdén desde el fondo de su corazón, le había dicho a Suimei que agradeciera a Su Majestad en un tono condescendiente antes de gritar lleno de odio, luego finalmente empujar lo que equivalía a dinero de caridad a Suimei y echarlo por la puerta principal. .

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Por lo que el primer ministro había insinuado, parecía ser un arreglo hecho por el rey Almadious. Suimei se rascó la cabeza débilmente ante el inesperado desarrollo.

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A pesar de decirle que no lo haga, ¿ese rey está tratando de ponerme en deuda con él…?

De vuelta en la cámara de audiencias, Suimei había rechazado su oferta de apoyo una vez antes. Así que el hecho de que le entregaran dinero a pesar de su cortés negativa lo llevó a sospechar algún tipo de motivo oculto.

Pero este era el rey de Astel. No era del tipo que actuara con tanta astucia de una manera tan transparente.

Probablemente fue solo un simple acto de buena voluntad. Pero hablando francamente, Suimei no quería estar atado por tales grilletes, por lo que no podía ser feliz por el generoso obsequio.

Por ejemplo, si el rey hiciera saber públicamente que había ayudado a Suimei y que Suimei tenía una conexión con Astel, Suimei se sentiría obligado a devolver la bondad de alguna manera. Ese era el tipo de cosas que le preocupaban. No quería tener las manos atadas de ninguna manera. Dudaba que el rey tuviera algo así planeado, pero aun así lo ponía en una posición precaria.

Haciendo uso de la conciencia y la ingenuidad de Suimei, no había duda de que estaba configurado de tal manera que sería sencillo atraerlo a la acción. Los favores sembrados se podían cosechar más tarde por tres, y el rey era un experto en sus campos en ese sentido. Había plantado todas las semillas adecuadas para él y su reino.


“Hahh… ¿Qué vas a hacer? Bueno, si no pudiera hacer tanto, supongo que no sería rey… ”

Tal vez sabía que si le entregaba el dinero a Suimei, simplemente se lo habría devuelto. Por eso había utilizado al primer ministro para enviarlo. Suimei no podría rechazarlo.

Ciertamente, si rechazaba la buena voluntad del rey cuando ese calvo de código de barras estaba de tan mal humor, sabía que no podría escapar del castillo sin incidentes. Aunque Suimei podría lidiar con lo que venga, no quería involucrarse en nada serio. Entonces, con el interés de irse rápida y silenciosamente, tomó el dinero.

Sería una historia diferente si hubiera sido más perjudicial aceptarlo, pero como no tenía una razón clara para negarse, eso haría aún más difícil hacerlo. Y lo que había recibido era dinero. Era algo de lo que requeriría una cantidad significativa en un futuro muy cercano.

Había gastos de viaje, la adquisición de una base, la producción de artículos mágicos, las necesidades diarias. No tendría fin si lo enumerara todo. En este momento, ese era uno de los puntos débiles de Suimei. Entonces, cuando sopesó los pros y los contras generales de aceptar el dinero, supo que tenía razón al aceptarlo en silencio.


Además, incluso si alguien intentaba sacarle un favor en el futuro, no era como si Suimei estuviera obligado a hacer algo solo porque había aceptado el dinero. Eso sería algo para que Suimei y su conciencia peleen cuando llegue el momento.

Suimei bajó la mirada hacia la bolsa de dinero y la carta que le entregaron junto con ella. Escrito en una fina hoja de papel había una nota del rey que decía que esperaba que Suimei aceptara tanto el dinero como su disculpa. Al leerlo, el corazón de Suimei se tambaleó y, sin querer, dejó escapar un suspiro.

Suimei sabía que debería estar agradecido con el rey. Dándose la vuelta y mirando hacia la puerta que ya estaba en la distancia detrás de él, Suimei inclinó respetuosamente la cabeza.

“Maldito viejo zorro astuto”.

Pero ese anciano nunca olvidaría su agradecimiento abusivo.

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