Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 9

Extra 4: La Mujer De Las Estepas

En el estado estepario de la Unión de Naciones del Este Malmkhitan, frente a un ger, la vivienda común en este país.

Una niña de doce o trece años, con colas gemelas, estaba sentada sobre un fardo de heno, balanceando los pies.

“Aburrida”, se quejaba. “Aburrida, aburrida, a-bu-rri-da.”

“Decirme eso no servirá de nada, Lady Yuriga”, dijo con un suspiro el soldado asignado como guardaespaldas de Yuriga.

La chica se llamaba Yuriga Haan. Era la hermana menor del rey, Fuuga Haan. Por eso, el soldado no podía ser demasiado severo con ella, y sólo podía intentar apaciguarla débilmente.

“¿No se suponía que ibas a ver a tu profesor de costura para las clases de ahora?”, preguntó.

“Bueno, eso es aburrido. Sé que es una habilidad que cualquier mujer de las estepas debería tener, pero esa repetitiva labor de aguja es aburrida. Prefiero ir a cazar con mi hermano y sus hombres.”

“Lady Yuriga, aún tienes sólo trece años, ¿verdad? Es peligroso”, dijo el soldado con una mirada preocupada.

Pero la exagerada hermana de su señor no la escuchó. “Puedo montar un temsbock, y mi instructor de espada dice que tengo potencial.”

“Seguro que sí, pero…”

Incluso mirándola sin ningún tipo de favoritismo, el sentido de Yuriga para las artes marciales era bastante alto. A menudo se decía que, de haber nacido hombre, habría sido una excelente comandante. Sin embargo, eso sólo inflaba su ego.

“Si yo también fuera un hombre”, suspiró Yuriga. “Entonces podría seguir a mi hermano.”

“Has tenido la suerte de ser guapa, así que ¿por qué no hacer cosas más femeninas?”

“¡Los odio! Esperar con ansia que los hombres vuelvan a casa no me gusta”. Bajando del fardo de heno, extendió sus pequeñas alas. “Las estepas son tan vastas y el cielo tan alto. Quiero ir a donde quiera, libremente. Para eso tengo alas.”

Dicho esto, Yuriga saltó.

El soldado entró en pánico. “¡Ah! ¡¿Lady Yuriga?! ¡No puedes hacer eso! Enfurecerás a Lord Fuuga, ¿sabes?”

Yuriga le sacó la lengua. “Voy a volar un poco. Volveré por la tarde.”

Con eso, Yuriga voló hacia el cielo. Ignorando las llamadas del soldado para que se detuviera, se alejó a toda velocidad. Su pueblo, la raza celestial, tenía alas pequeñas que no podían volar muy lejos, pero el ligero peso de Yuriga le permitió volar rápidamente fuera de la vista de los gers.

Una vez que aterrizó en una colina con nada más que hierba, Yuriga se sentó.

Bien, huir estaba bien, pero el paisaje es el mismo aquí.

La estepa no tenía grandes árboles que pudieran destacar, y tenía más o menos el mismo aspecto vayas donde vayas. Yuriga nunca había salido del país, así que este paisaje era lo único que conocía. Yuriga se recostó en la hierba.

Vivir una vida en la que sólo conozca este paisaje… Lo odiaría. Quiero ver otros mundos, y mucha gente diferente.

Era una preocupación que parecería un lujo para la mayoría de la gente que lucha por vivir día a día. Pero ella era la princesa de un país, por lo que su vida era tranquila, y aburrida.

Yuriga cerró los ojos, exhalando. Hay un amplio mundo fuera de la estepa. Es un gran continente. Seguro que hay países interesantes por ahí, y también gente interesante. Ohh, quiero salir… Quiero salir de la estepa…

Abrazando su angustia, Yuriga se quedó allí hasta que el sol comenzó a ponerse.

Pasó algún tiempo después.

“Nos vamos al Ducado de Chima”, anunció su hermano Fuuga a sus seguidores reunidos.

¿Los deseos de Yuriga habían llegado a los cielos?

“Hemos manejado la ola de demonios aquí, pero he oído que la ola del Ducado de Chima tiene muchos tipos de monstruos, y es peligrosa. Es una buena oportunidad para mostrar a los otros países de la Unión de Naciones del Este de lo que somos capaces. No podríamos pedir un mejor primer pasó en el escenario mundial. ¡¿Tengo razón, camaradas?!”

“””¡Sííííííí!”””

Fuuga hablaba con pasión, y su fervor era contagioso para los que le seguían. Su carisma natural les llevó a ir en ayuda del Ducado de Chima sin una sola objeción.

“¡Hermano!” exclamó Yuriga mientras sus seguidores corrían inmediatamente a prepararse.

“¿Yuriga? ¿Qué pasa?”, preguntó.

“¡Por favor! ¡Llévame contigo!”

Fuuga pareció sorprendido ante la repentina petición. “¿Eh? No vamos a ir allí a jugar, ¿sabes?”.

“¡Lo sé! ¡Obviamente no voy a ir al campo de batalla! ¡Me quedaré en el campamento, así que llévame, por favor! ¡Quiero ver el mundo fuera de la estepa!” dijo Yuriga desesperadamente.

Fuuga la miró. “Si me niego, probablemente me acompañarás de todos modos.”

“¡Sí! ¡Aunque tenga que esconderme en el equipaje!”

“Eso sería una molestia en sí misma…” Fuuga se rascó la cabeza y luego dejó escapar un suspiro… “Bien. Pero sólo con la condición de que te quedes en un lugar seguro.”

“¡Sí! ¡Gracias, hermano!”

Fuuga sólo pudo sonreír irónicamente ante la radiante sonrisa de Yuriga. Y así, Yuriga abandonó la estepa por primera vez.

Lo que no sabía era que, como resultado, no podría volver durante un tiempo.