Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 11

Capítulo 14: Los Guerreros Del Desierto

Parte 1

Y así, partimos hacia Rapan como miembros de la caravana de Galban.

El jefe de su equipo de guardia era el guerrero Balibadom, también conocido como Ojo de Halcón. Sus compañeros eran Carmelita la Rompehuesos y Tont el Gran Filo. Sumándonos a mí y a Elinalise, teníamos cinco combatientes y un mercader en nuestro grupo.

También había seis camellos, si los contábamos. Consideré la posibilidad de inventar nombres para esos tipos también, pero decidí no hacerlo después de saber que podríamos tener que comerlos si nos quedábamos sin comida en el desierto. No quería que mi primera degustación de carne de camello tuviera sabor a culpa.

Antes de salir, nos reunimos para definir nuestra formación básica de batalla. Como regla general, mantendríamos a Galban en el centro. Balibadom iba delante, acompañado por Carmelita a la izquierda y Tont a la derecha. Elinalise y yo nos situaríamos en la parte trasera.

Los cinco formaríamos un círculo de protección alrededor de nuestro patrón y sus camellos. No importa desde qué dirección nos atacaran, uno de nosotros debería ser capaz de interceptar la amenaza antes de que pudiera dañar a nuestro cliente. La clásica formación de la Cruz Imperial, básicamente.

Me pareció que Carmelita o Tont podrían ser opciones más seguras para la retaguardia, pero querían mantenerme hacia la retaguardia, ya que era un mago, y tenía sentido mantener a Elinalise más cerca de mí, ya que estábamos acostumbrados a trabajar juntos.

“Muy bien, entonces. Pongámonos en marcha”.

Empezamos a viajar hacia el este de Bazaar hasta llegar a la principal carretera regional. Los nombres de los lugares no significaban nada para mí, pero esto sonaba como la ruta que era frecuentada por los bandidos. Para estar seguro, le comuniqué a Balibadom lo que había oído.

“No conocemos una ruta más segura a través del desierto”, dijo. “Si los bandidos atacan, para eso estamos aquí. A veces sólo exigen un peaje y nos dejan seguir nuestro camino”.

Un peaje, ¿eh? No había oído hablar de ello, pero si podíamos comprar nuestra salida de los problemas en lugar de luchar, mucho mejor. Los bandidos sólo trataban de ganarse la vida. Mientras entregáramos lo que querían, no deberían pedir más.

Para ser sincero, la idea de entregar dinero en efectivo a un grupo de personas que amenazaban a los viajeros en lugar de trabajar en empleos honestos no me resultaba demasiado atractiva. Pero no era yo quien tenía que pagar en este caso, así que podía vivir con ello.

Aun así, existía la posibilidad de que nos encontráramos con algunos bandidos más codiciosos con interés en algo más que dinero y bienes. Por ejemplo, podrían exigir que entregáramos a Elinalise, dado lo atractiva que era. Eso podría ser un problema. No es que nosotros dos fuéramos viejos amigos de Galban y compañía.

Les habíamos salvado la vida, pero eso no significaba que fueran a arriesgar el cuello por nosotros si se daba el caso. Siempre existía la posibilidad de que nos colgaran.

“Pareces nervioso, Rudeus, pero yo no me preocuparía demasiado”, dijo Elinalise en voz baja. “Con un mago de tus habilidades de nuestro lado, unos cuantos bandidos no deberían ser un problema”.

“¿Eso crees?”

“Lo creo. Y en el peor de los casos, usaré un pequeño encanto con ellos”.

“¿Qué? Quieres que te lleven a su base, te encadenen y te den una paliza…”

“Dios, qué extremo. Mientras vayas de buena gana, incluso los bandidos serán gentiles contigo”.

“¿Hablas por experiencia?”

“Todos cometemos errores en nuestra juventud”.

Elinalise no parecía demasiado preocupada. Sin embargo, esos días quedaron muy atrás, y probablemente tendría menos ganas de hacer algo así ahora que tenía a Cliff en su vida.

Bueno, lo que sea. Probablemente podríamos rechazar un ataque con bastante facilidad, siempre y cuando no estuviéramos en inferioridad numérica.

***

Nuestro grupo atravesó durante un rato los campos estériles en dirección al este.

Tuvimos que luchar contra un montón de monstruos en el camino. Había búfalos de Begaritt, que cargaban contra ti en grupos, y grandes tarántulas, enormes arañas que se movían furtivamente.

También nos encontramos con Windmaster Eagles, monstruos voladores que te lanzaban hechizos de viento desde arriba. También aparecieron algunos de nuestros amigos del desierto: sobre todo treantes de cactus y esos lagartos asesinos, que al parecer se llamaban Gyroraptors. También había muchos otros.

Sin embargo, Balibadom demostró ser capaz de detectar a nuestros enemigos con bastante antelación, por lo que nunca nos vimos obligados a entrar en un combate serio. Resultó que él mismo tenía un Ojo Demoníaco, por lo que se había ganado el nombre de Ojo de Halcón.

El hombre era musculoso y alto, y probablemente tenía unos cuarenta años, a juzgar por

las arrugas en el rabillo de los ojos. A simple vista se notaba que era un astuto superviviente. Llevaba el pelo corto por los lados y por detrás; me recordaba un poco al capitán del equipo de aquel viejo anime de baloncesto. Esperaba que gritara: “¡Ponle cinta!” o algo así.

Su ojo demoníaco era del mismo tipo que el de Ghislaine: le permitía ver el flujo de maná en el mundo que le rodeaba. Esto era muy útil como medio para detectar enemigos.

“Tenemos monstruos delante. Listos para el combate, todos”.

Hasta ahora, había predicho perfectamente cada monstruo que se acercaba y cada cambio en el clima. Era casi como viajar con Ruijerd. No era tan preciso en los detalles, pero detectaba a los enemigos muy rápidamente. Sus muchos años de experiencia probablemente fueron un factor.

“Esto me hace recordar un poco”, dijo Elinalise con una sonrisa. “Ghislaine solía detectar a los monstruos así, usando su ojo y su nariz”.

Cuando tenías a alguien en tu grupo que podía detectar a los enemigos con antelación, el combate solía ser mucho menos arriesgado. Cuando los monstruos se ponían a tiro, yo ya estaba preparado para golpearlos con un hechizo.

Empecé a utilizar el Cañón de Piedra, pero apuntar con precisión empezaba a ser tedioso, así que ahora los lanzaba por los aires con magia de viento y luego los estrellaba contra el suelo. Eso requería un poco menos de esfuerzo.

“Estás usando esos hechizos con mucha libertad, muchacho. ¿No te vas a quedar sin maná?”

Me estaba volviendo tan perezoso al respecto que Balibadom acabó por hablar conmigo, con cara de preocupación.

“Debería estar bien. Puedo seguir así todo el día, creo”.

“Ya veo. ¿Eres un Gran Hechicero, entonces?”

“¿Qué significa eso exactamente?”

“Es un título que se otorga a los magos que han logrado un profundo dominio de su oficio”. “Bueno, yo no diría que soy un maestro de nada todavía”.

“En cualquier caso, es raro encontrar un mago dispuesto a usar sus poderes tan libremente”.

Muchos magos se propusieron no gastar más de la mitad de su suministro de maná en un día determinado. Eso también era habitual en los Territorios del Norte.

Como la mayoría de los magos no eran demasiado fuertes físicamente, su suministro de maná era todo lo que tenían para defenderse. Pero yo nunca había vaciado ni siquiera la mitad de mi depósito, por lo que sabía.

Mantener algo de maná disponible para emergencias era básicamente de sentido común. Sin embargo, para los guerreros del desierto que no sabían mucho de magia, probablemente parecía que la mayoría de los magos eran unos holgazanes.

Balibadom parecía tener suficiente experiencia luchando en un grupo como para entender la verdadera razón por la que los magos se contenían. Aun así, no parecía estar muy informado sobre la magia en general, dado que no comentó nada sobre mi hechizo silencioso.

“Me alegro de tener tu potencia de fuego de nuestro lado”, dijo, “pero intenta guardar algo de maná para situaciones inesperadas. Somos cinco en este grupo, ¿sabes? Retén los ataques de largo alcance hasta que los pida”.

“Entendido”.

No estaba tratando de ocultar que mi reserva de maná era enorme, pero tampoco veía una razón para decírselo. Para empezar, no estaba muy seguro de cuáles eran mis límites. No quería ser demasiado arrogante y acabar provocando un desastre.

***

Por la noche, los cinco nos turnábamos para hacer guardia mientras Galban descansaba solo en su tienda. Se esperaba que todos durmiéramos fuera. No es que esperara un trato igualitario ni nada por el estilo.

Creé un refugio y animé a todo el mundo a dormir dentro, pero Balibadom y los demás se negaron, diciendo que les costaría más darse cuenta de cualquier monstruo que pudiera acercarse. Eso me pareció una razón legítima para dormir fuera, la verdad.

Me sentí un poco incómodo al usar el refugio yo mismo, pero Elinalise intervino. “No hay necesidad de sentirse mal, Rudeus. Tenemos nuestra propia manera de hacer las cosas, y seremos más útiles si estamos bien descansados mañana”.

Eso tenía sentido para mí, así que terminamos durmiendo en nuestra pequeña cabaña después de todo. Definitivamente era más descansado que la alternativa.

Dos de nosotros haríamos guardia a la vez durante toda la noche. Había supuesto que uno sería suficiente, pero aparentemente era más seguro así cuando se tenía un grupo de este tamaño. Cambiaríamos los turnos cada noche.

En nuestra primera noche, me emparejaron con Carmelita.

“Hola. Supongo que trabajaremos juntos esta noche, ¿eh?”

“Sí. No te duermas”.

“Bueno, no lo tenía previsto”.

Aunque técnicamente teníamos un trabajo que hacer aquí, mirar en silencio a nada en particular puede ser bastante aburrido. Los dos finalmente empezamos a hacer una pequeña conversación.

“Gracias por la ayuda. El otro día”.

“Oh, de nada. No fue gran cosa”.

“Eres fuerte. También lo es la otra. La mujer”.

Carmelita la “Rompehuesos” era guerrera de profesión y cumpliría veintiún años este año. Su arma preferida era una espada de hoja ancha y gruesa de más de un metro de longitud, que blandía con ferocidad en el combate.

Parecía que muchos de los guerreros de esta región eran partidarios de ese tipo de armas enormes. Balibadom también llevaba una enorme espada.

Parecía haber muchos monstruos grandes con caparazones gruesos y resistentes por aquí; tenía sentido usar armas que no se rompieran fácilmente. Por muy espadachín que fueras, no querrías intentar abrir un agujero en una placa de hierro con un pequeño y delgado estoque.

Su estilo de combate también parecía ser algo único, por lo que había visto.

“La espada de tu mujer es demasiado fina, sin embargo. No puedes matar nada con ella”.

“En realidad, podrías sorprenderte. Es un objeto mágico, y ella sabe cómo usarlo. La he visto cortar Gryphons. Oh, y sólo para que sepas, ella no es realmente mi mujer. Sólo somos amigos que se dirigen juntos a Rapan”.

“Pero te acuestas con ella, ¿sí? ¿Cuándo viene un súcubo?”

“Uh, no. Conozco algo de magia de desintoxicación, así que sólo uso eso…”

“Cuando viene un súcubo, los hombres se excitan. Las mujeres se acuestan con ellos. Es la forma de las cosas, en el desierto”.

“¿Oh?”

Carmelita continuó explicando la conexión entre los súcubos y la forma en que las bandas de guerreros trabajaban en el desierto, sonando bastante orgullosa de sí misma.

Hoy en día, los súcubos pueden encontrarse por todo el continente. La especie era originalmente nativa de la región del suroeste, y su número era relativamente bajo, pero en la guerra de hace cuatrocientos años, Laplace había fomentado deliberadamente su reproducción. Había sido parte de su plan para romper la obstinada resistencia de los guerreros de Begaritt.

Los súcubos eran mortales contra los hombres. Sus feromonas podían incapacitar incluso a los luchadores veteranos de gran voluntad. Puedo dar fe de esa parte personalmente. Si dos de ellos se acercaban a mí a la vez, o si uno aparecía justo delante de mí, no confiaba en absoluto en sobrevivir.

Una vez alcanzados por las feromonas de un súcubo, los hombres quedaban reducidos a esclavos irreflexivos. Pero un solo súcubo sólo puede llevar a tantas víctimas a su guarida a la vez.

Ellas tienden a escoger algunos bocados selectos, dejando a los demás atrás. Los hombres dejados atrás de esta manera luego luchan entre sí hasta la muerte. Una vez que su mente está envenenada por las feromonas, cualquier otro hombre que vea se convierte automáticamente en su enemigo. Sonaba mucho como el efecto de estado de Charm, honestamente.

Para curar a alguien de este estado, había que disiparlo con un hechizo de desintoxicación de nivel intermedio o dejar que se acostara con una mujer. Y hace cuatrocientos años, básicamente nadie en este continente podía usar la magia de Desintoxicación.

Como resultado, muchos jóvenes vírgenes acababan perdiendo la vida. No había mucho que hacer: no tenían con quién acostarse. Probablemente murieron deseando haber tenido sexo con alguien, incluso con el súcubo que los condenó. Podría empatizar…

Para saltar un poco hacia adelante… Con el tiempo, los guerreros del continente Begaritt se habían adaptado a sus circunstancias. Cada banda comenzó a viajar con un número de mujeres. Al principio, éstas solían ser esclavas o prisioneras de los demonios, pero los guerreros pronto se dieron cuenta de que las no combatientes les frenaban. Las mujeres tenían poca resistencia y necesitaban constantemente ser protegidas en la batalla.

Los guerreros reflexionaron sobre el asunto. Se devanaron los sesos durante años y finalmente dieron con una solución: podían entrenar a las mujeres para que también fueran combatientes. Exactamente el tipo de solución que se espera de un grupo de Conan el Bárbaro.

Y así fue como surgieron las mujeres guerreras del continente Begaritt.

En la actualidad, todos los grupos de combatientes o guardias de este continente contenían al menos algunas mujeres. Cuando el grupo se encontraba con un súcubo, ellas se encargaban de matarlo y luego se acostaban con los hombres para romper el hechizo.

Algunos grupos incluso tenían más mujeres que hombres, ya que enfrentarse a los súcubos era más seguro. En definitiva, las mujeres de este continente hacían más que su parte de la lucha.

Carmelita no tenía ninguna objeción a su papel. Cuando su banda se encontraba con un súcubo, lo mataba y se acostaba con los hombres para romper su encanto.

Por supuesto, esto a veces daba lugar a embarazos, pero las guerreras lo aceptaban y volvían a casa orgullosas cuando esto ocurría. Al final, el bebé era confiado a la gente de su pueblo y la guerrera volvía a sus obligaciones. Carmelita ya había dado a luz a uno de estos niños.

Estos bebés eran criados por toda su aldea, en lugar de por sus padres. Todos recibían los mismos cuidados  y  el mismo trato, independientemente de su herencia o raza. Se les enseñaba a luchar cuando eran niños, y una vez que alcanzaban la adolescencia física, se sometían a una ceremonia de mayoría de edad y dejaban su aldea. Cuando un guerrero se hacía demasiado viejo para luchar, se ganaba el derecho a regresar a su hogar y dedicarse a criar a las generaciones futuras.

Sin embargo, había algunos que decidían no volver nunca, prefiriendo pasar toda su vida luchando. Balibadom era uno de ellos.

Naturalmente, en estas aldeas no existía el concepto real de matrimonio. Era difícil imaginar que alguien en esa sociedad se apegara románticamente a una persona específica.

Sinceramente, el choque cultural era real. Había leído sobre tribus con arreglos similares en mi antiguo mundo, pero… era definitivamente difícil de entender. Ni siquiera pude convencerme de que era sexy.

Miré a Carmelita por un largo momento, tratando de entender las cosas desde su punto de vista.

“Te lo agradezco -dijo a su manera vacilante-, pero odio a los magos. Si aparece un súcubo, acude a la otra mujer”.

Por alguna razón, me dolió un poco que me rechazaran de antemano de esa manera.

Aunque, de todas formas, podría ocuparme yo mismo de lo de los súcubos.

***

Tont Gran Filo era un hombre tranquilo de unos treinta años con un grueso bigote, piel morena clara y músculos ondulados. No era tan alto como Balibadom, pero sus rostros eran muy similares. Sin el vello facial, podría haberlos confundido fácilmente. Hablamos un poco en nuestra primera guardia nocturna juntos, pero no era un tipo hablador. Era un verdadero contraste con Carmelita, que parecía disfrutar hablando.

No tenía nada en particular de lo que quería hablar, pero el tiempo parecía pasar más lento cuando  nos limitábamos  a  mirar  la  oscuridad  en  silencio.  Después  de  un  rato, intenté sonsacarle.

“Por cierto, me gusta tu nombre”, le dije. ” Gran Filo Tont. Suena bien”.

“Sí. La matriarca lo eligió para mí”.

“¿Ah, sí? ¿No elegiste el apodo en algún momento?”

“La matriarca elige nuestros segundos nombres. Es así para todos los guerreros del desierto”.

Al parecer, sus títulos no eran simples apodos, sino nombres ceremoniales que les daba el anciano de la aldea el día que la abandonaban para siempre.

Para los que tenían una gran fuerza, como Carmelita, solía ser algo así como Rompehuesos o Brazo Poderoso. Los que tenían ojos agudos, como Balibadom, solían ser Ojo de Halcón u Ojo de Águila.

En otras palabras, por el nombre de una persona se podía saber cuál era su mayor talento. Pero como hay un número limitado de formas de llamar a alguien “fuerte”, a veces te encontrabas con otro guerrero que compartía tu nombre.

A Tont se le conocía como Gran Filo, pero su espada no era inusualmente grande para los estándares de su pueblo. Era sólo una forma de decir que tenía poder físico. Tal vez había un “Asesino de un solo corte” por ahí también.

“Bueno, la gente empezó a llamarme Quagmire Rudeus, supongo”, dije. “Usé ese hechizo en cada batalla durante un tiempo”.

“No te he visto crear un quagmire ni siquiera una vez”.

“Sí, no sería muy efectivo contra los monstruos de por aquí”.

El hechizo era muy útil contra monstruos que se arrastran o caminan, pero mucho menos contra cualquier cosa que pueda levantarse del suelo, como un súcubo o un grifo. Y detener a un bicho lento y fuertemente acorazado en su camino no suponía una gran diferencia.

De todos modos, últimamente no me molestaba en detener a los monstruos antes de atacarlos.

“Tu magia es siempre llamativa. Si es tu especialidad, me gustaría verla al menos una vez”.

“Bueno, Quagmire es un hechizo algo aburrido, sinceramente… pero intentaré usarlo alguna vez, si tengo la oportunidad”.

Con una pequeña inclinación de cabeza, Tont guardó silencio. Al parecer, había agotado su suministro de palabras por ahora.

***

A medida que nuestro grupo se desplazaba hacia el este, la tierra que nos rodeaba se volvía cada vez más verde.

El lugar de Kinkara se encontraba en esta dirección, y una gran selva justo después. Me pareció un poco extraño que pudiera existir una selva tan cerca de un desierto estéril, pero no íbamos a tener la oportunidad de verla esta vez. Cuando llegamos a una gran roca vertical que alguien había dejado como punto de referencia, Galban cambió nuestro rumbo y empezamos a dirigirnos hacia el norte.

Después de tres días de viaje en esa dirección, nos encontramos con la principal carretera regional. No estaba asfaltada, y mucho menos mantenida activamente; parecía más bien el producto natural de innumerables viajeros que se movían en la misma dirección. Sin embargo, en comparación con el terreno arenoso por el que habíamos viajado, se sentía firme y fiable bajo mis pies. Eso me convenía.

“Señor, puede que nos encontremos con bandidos ahora que estamos en el camino. Creo que nos las arreglaremos bien, pero si las cosas se ponen feas…”

“Te estoy pagando un buen dinero, ¿no? Sólo preocúpate de mantener la mercancía a salvo”.

“…Sí. De acuerdo”.

Balibadom quería claramente que Galban considerara abandonar la carga en caso de emergencia, pero el hombre no tenía nada de eso. Tal vez su mercancía era más importante para él que su vida. No tenía mucho sentido para mí, pero ¿quién era yo para juzgar?

“¿Vamos a estar bien, jefe?”

“No pierdas el tiempo preocupándote por eso, cabeza hueca”.

Por alguna razón, Balibadom y Tont a menudo se referían a Carmelita de esta manera. Supongo que era un giro amistoso en el asunto de Bonecrusher… o tal vez un insulto. En cualquier caso, tenía la sensación de que me daría un puñetazo en la cara si intentaba usarlo.

“Quagmire, Dragonroad, quiero que a partir de ahora se peguen a Galban como si fuera pegamento. Tont, tú estás en los camellos. No dejes que se te escape ni uno. Bonehead, tú ve por la retaguardia. Yo exploraré delante de nosotros y daré la señal si hay algo. Será mejor que no te pierdas”.

“Entendido, Jefe.”

“Entendido.”

“Entendido.”

Asumiendo nuestras nuevas posiciones, partimos con cautela. Por lo que parece, los bandidos de por aquí suelen tender emboscadas y esperar a que la gente se tropiece con ellos; si los detectas con antelación y das un rodeo, es posible evitar los problemas por completo.

***

Gracias al experto explorador de Balibadom, pudimos detectar la primera emboscada en nuestro camino con mucha antelación. Los grupos de personas no eran tan fáciles de detectar con su Ojo de Demonio, pero él se las había arreglado para detectarlos a la antigua usanza.

Dimos un largo rodeo fuera de la carretera y rodeamos el peligro. No hay mucha gente que quiera pasar por un excremento de perro que ha visto delante, ¿verdad? Lo normal es rodearlo.

Al final, esto fue un error.

Tal vez Balibadom fue visto por el enemigo durante su expedición de exploración, y lo siguieron hasta nosotros. Tal vez sólo había visto una pequeña parte de las fuerzas de los bandidos, y nuestro desvío nos llevó a su ejército principal.

En cualquier caso, nos atacaron.