Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 15

Capítulo 4: Mientras Tanto…

Parte 2

La realeza y la nobleza no los realizaban sin pensar, pero eran algo frecuente entre los aventureros apresurados. Renji derrotó a cualquiera que se peleara con él a través de duelos, tomando la fortuna de sus oponentes como advertencia para los demás. Así fue como se difundieron los rumores de Renji, lo que redujo en gran medida el número de rufianes que lo despreciaban.

“¿Si…?” Renji asintió, un poco confundido. No podía entender por qué se mencionaban los duelos.

“¿Alguna vez has dejado que alguien a quien derrotaste vaya en contra de su palabra?”

A la pregunta de Sylvie, finalmente entendió su punto. “No.”

Renji recordó cómo despojó a todos los que derrotó de sus fortunas sin piedad y apartó torpemente los ojos de Sylvie.

“En otras palabras, harás a alguien más débil de lo que obedeces, pero

¿romperás tu palabra contra alguien más fuerte? ¿Estás escapando?” Sylvie miró a Renji con desdén.

“Uh…” Incapaz de hacer contacto visual, Renji se estremeció.

“Patético. Me gustó tu espíritu rebelde hacia las injusticias del mundo, pero parece que te juzgué mal. Eres solo un cobarde que solo puede actuar en grande ante los débiles, un paria de la sociedad. No eres más que un mocoso sin ley”.

“…” Su tono burlón hizo que Renji apretara los dientes, con los ojos todavía mirando hacia abajo.

“¿Qué ocurre? ¿Nada que decir por ti mismo? ¿No era tu lema no perdonar a quienes te desprecian? ¿Quién habló con una princesa en el mismo nivel la primera vez que la conoció?”

“…” Con la cabeza aún inclinada, Renji apretó los puños.

“Te estoy despreciando en este momento, ¿te das cuenta? Lo mismo con Elena de allí. Se burla cada vez que te mira”, dijo Sylvie, mirando a Elena. Elena se burló a propósito para que Renji pudiera escuchar, encontrando satisfacción al hacerlo.

Renji finalmente espetó. “¿Por qué estás diciendo esto?”

“¿Porque preguntas? Después de todos los problemas que me has causado, ¿cree que no tengo derecho a expresar mis quejas?”

A pesar de estar hosco, Renji levantó la voz para hacer su punto. “Yo-yo solo estaba tratando de salvar a Estelle. Si estás diciendo que me escapé, entonces eres un cobarde que no pudo salvar a Estelle también”.

Sylvie dio una respuesta impávida, reconociendo su propia cobardía. “Sí, eso es correcto. Pero no tengo la intención de huir de Reiss como tú. Tengo que soportar la carga no solo de Estelle, sino de todo el reino. No hay forma de que pueda correr”.

“T-Traté de salvarla. Pero te pusiste del lado de Reiss…” Renji implícitamente le echó la culpa a Sylvie, que todo fue porque ella no hizo nada.

Sylvie apretó los dientes, endureciendo su tono mientras lo regañaba. “La situación ha dado un giro problemático debido a tu imprudente salvajismo. Reiss cuenta con el respaldo de una gran nación llamada Imperio Proxia. Si me hubiera opuesto a él allí, eventualmente se enfrentarían a nuestro reino. ¿Le estás diciendo a nuestro pequeño reino que se enfrente a una nación importante? ¿O lucharías contra el Imperio Proxia junto a nosotros?

¿Tú, un hombre que huiría de tu promesa con Reiss, no huirías de una guerra con su imperio?”

“Yo-yo… no sabía que estaba respaldado por el Imperio Proxia”.

“Te llamé salvaje porque te metiste en mis asuntos sin saber nada. Reiss y Lucius lo mencionaron antes del duelo: te has vuelto arrogante al pensar que todo se puede resolver con tu fuerza, ¿no es así?”

“…” No podía negarlo. Quería discutir por sí mismo, pero no podía encontrar las palabras. La única defensa que tenía en la punta de la lengua era que era una exageración, pero era tan patético que se lo tragó.

“Cobarde. ¿A dónde se fue el hombre moralista que conozco? Supongo que la actitud fue solo una fachada y este es tu verdadero yo, ¿eh?” Sylvie suspiró profundamente decepcionada.

“¡Yo…!” Renji levantó la cabeza para objetar, pero cuando notó que Sylvie le devolvía la mirada, rápidamente miró hacia abajo de nuevo.

“Tan patético… Suficiente. Deja este castillo, no, deja el reino. Eres una monstruosidad,” escupió Sylvie con frialdad.

Elena se sorprendió. “¡¿P-Princesa Sylvie?! ¿Qué pasa con su acuerdo con Reiss? No puedes dejar a este hombre solo”.

Sylvie agitó la mano con irritación. “No me importa. Es una monstruosidad. Más tarde daré una explicación para Reiss y Lucius”.

“…” Renji no se paró. Todavía estaba sentado en la cama, apretando las sábanas con ambos puños mientras trabajaba en su conflicto interno.

“¿Qué? Fuera ya. ¿O estás pidiendo que te corten aquí?” Sylvie se burló. “Yo… yo…” murmuró Renji.

Sylvie lo miró con recelo. “¿Qué?”

“Lo siento… tienes razón. No tengo excusa,” dijo Renji a un volumen audible.

“¿Y qué?” Sylvie preguntó en un tono indiferente.

“Permítame ayudarte en el rescate de Estelle. Tú también quieres salvarla,

¿verdad? Haré todo lo que pueda para ayudar. Repararé mi fracaso después de que ella sea rescatada”. La respuesta de Renji adoptó una actitud bastante mansa. Era una mirada que realmente encajaba con la edad del chico que Sylvie conoció por primera vez.

Después de una pausa aturdida, Sylvie se echó a reír. “¡Ha! ¡Ha ha ha!

¿Entonces tienes la capacidad de hacer una mueca así?”

“No te burles de mí; hablo en serio”, dijo Renji, mordiéndose el labio.

“Lo siento”, dijo Sylvie con una sonrisa irónica, luego cambió su tono a uno suave. “Pero tu ayuda es innecesaria. Aprecio el sentimiento, pero realmente deberías irte”.

“¿Por-por qué…?” Renji preguntó, confundido.

“Tienes un poder tremendo, pero te falta fatalmente algo. Siempre me ha parecido extraño, pero esa era también la parte de ti que me atraía. Y, sin embargo, la respuesta fue sorprendentemente simple. Para bien o para mal, todavía eres un niño. Me di cuenta de eso hoy. Por eso no puedo permitir que te involucres”, advirtió Sylvie.

“¡Eso no es cierto! ¡Tengo diecisiete años!” Gritó Renji.

Si bien no fue el caso en Japón, los jóvenes de diecisiete años fueron tratados formalmente como adultos en este mundo. La propia Sylvie tenía dieciocho años, razón por la cual Renji basó su argumento en torno a su edad.

“La forma en que mencionas tu edad sólo te hace más infantil”.

“¡E-Estás equivocada! ¡No me trates como a un niño!”

“No lo estoy. Obligas a los demás a asumir la responsabilidad mientras que tú mismo no tienes ningún sentido de responsabilidad. Eso es lo que te convierte en un niño”.

“¡Eso no es…!”

“Estás tratando de romper tu promesa con Reiss en este momento”.

“Eso es… yo…” Renji tropezó con algo que decir en protesta.

“Escucha, Renji. Esta es una advertencia. Eres solo un niño al que se le ha otorgado un poder increíble sin esfuerzo propio; todo es obra de las Armas Divinas. Es por eso que están todos confundidos”, dijo Sylvie sin rodeos. “Vives dentro de la sociedad mientras eludes todas las obligaciones sociales. Solo participas en la sociedad cuando te beneficia; cuando no es así, ejerces tu poder para cambiar las cosas a tu manera. Así es como has estado viviendo todo este tiempo, pero finalmente te has encontrado con alguien que no funciona. ¿Pensaste que podrías vivir así para siempre?” dijo enojada para intimidarlo.

“…” Renji tragó saliva en silencio.

“Hay gente más fuerte que tú, ya has perdido contra uno de ellos. El hecho de que seas fuerte como individuo no significa que puedas subestimar el poder de las masas. Voy a enseñarte esa lección ahora mismo”.

“… ¿Eh?” Renji parecía confundido, preguntándose cómo haría eso.

“Por tus graves crímenes contra el reino, te declaro enemigo de Rubia a partir de hoy. Es posible que ya no vivas en este reino de ahora en adelante”.

“Qué…” Renji se quedó sin habla ante la repentina declaración.

“Sin embargo, expiaré mi parte de culpa. Este es mi último acto de bondad: te permitiré huir. Así que deja este castillo ahora”, declaró Sylvie.

“…” Renji permaneció congelado en la cama.

“¿Qué ocurre? ¿Por qué no te vas?” Sylvie preguntó con tristeza.

Renji finalmente levantó la voz. “¡E-Espera un momento, por favor! ¡No puedo hacer eso, Sylvie! ”

“¿Por qué no?” Sylvie preguntó con expresión harta.

“Me di cuenta gracias a tus palabras, si huyo ahora, ¡lo lamentaré para siempre! ¡Ya no seré yo mismo! ¡Eso es lo que yo siento! ¡Tengo que derrotar a Lucius para seguir adelante con mi vida!”

La expresión de Sylvie vaciló por un breve momento durante las súplicas desesperadas de Renji, pero rápidamente se recompuso y negó con la cabeza. “Ese es su propio asunto personal. No tiene nada que ver con nosotros.”

“¡P-Pero necesitas mi poder, ¿verdad?! Así es… Mi poder será beneficioso para este reino. Porque soy un héroe”, dijo Renji sin preocuparse por cómo lo hacía sonar.

“No es tu poder, sino el poder de las Armas Divinas… Ese mezquino orgullo tuyo es lo que llamo infantil”.

“¡Entonces me convertiré en un adulto! ¡No lo arruinaré la próxima vez! ¡Por favor créeme!” Renji protestó obstinadamente.

“No asumas que siempre habrá una próxima vez. ¿Y creerte? ¿De verdad crees que puedo creer en tu forma de ser ahora?” Sylvie dijo, dándole a Renji una fría dosis de realidad al señalar su arrogancia.

“Uhm…” Renji tragó saliva.

“Eso es todo lo que tengo que decir. Sal. Y nunca pongas un pie en esta capital, no, este reino de nuevo. La próxima vez que vea tu rostro en nuestras tierras, te cortaré sin piedad. Así que prepárate”, amenazó Sylvie.

Renji se quedó sin palabras. “¿Hablas en serio…?” preguntó, temblando.

“Sí lo estoy. Entonces vete.” Sylvie asintió sin vacilar, señalando la puerta abierta.

“Yo… no lo haré”, declaró Renji. Tenía los ojos inyectados en sangre y la respiración entrecortada.

“¿Qué?”

“No dejaré este lugar”, repitió Renji claramente. “Renji, tú…” dijo Sylvie, claramente disgustada.

“Si me quedo en el reino después de dejar este castillo, seré derribado,

¿verdad? Entonces no me iré. No me cortarás si no me voy, ¿verdad?”

“¡¿Crees que tu lógica de mala calidad funcionará conmigo?!” Sylvie se puso de pie con una mirada feroz, alcanzando su espada que descansaba cerca.

“P-Princesa Sylvie”. Elena rápidamente agarró a Sylvie del brazo y la bloqueó con su propio cuerpo.

“¡Suéltame, Elena!”

“¡No-no lo haré!”

Sylvie y Elena discutieron de un lado a otro, mientras Renji hablaba a su lado.

“No voy a dejar este castillo”, declaró Renji hoscamente.

“Tu hijo… ¡¿Estás diciendo que te convertirás en el subordinado de Reiss, entonces?!” Sylvie gritó.

“Si eso es asumir la responsabilidad como adulto, entonces sí”, respondió Renji con el ceño fruncido.

“Ngh… ¡Haz lo que quieras! ¡Suéltame, Elena!” Sylvie hizo una mueca amarga y se rindió por frustración. Envainó su espada y empujó a un lado el agarre de Elena antes de marchar fuera de la habitación.

“¡P-Por favor, espere un momento, princesa Sylvie!” Elena dijo y corrió tras ella.

***

En una zona deshabitada del Reino de Paladia, justo después de que Rio dejara las afueras de la aldea donde mató a Lucius e invitó a Christina y Flora a su casa de piedra…

Había alguien observando desde arriba. Reiss. Había seguido a Rio mientras llevaba a Christina y Flora lejos de la aldea donde había batido en duelo a Lucius hasta la muerte.

Si ha sacado su casa, no volverá a viajar hoy. La princesa Flora parecía bastante agotada, por lo que debe estar priorizando su recuperación, supuso Reiss desde donde miraba la casa.

Aparte de eso, ¿cómo debo actuar a continuación? Con la opción de coordinar con Lucius desaparecido, no tengo más remedio que renunciar a tratar con Haruto. Los riesgos de hacer un movimiento superan los riesgos de dejarlo en paz, pero dejarlo regresar sin ninguna resistencia…

Se sintió humillante. El desastre que hizo Lucius había dejado a Reiss en una situación muy preocupante.

¿Qué pasaría si permitía que Rio y las princesas regresaran así? ¿Qué tipo de información llegaría a la Restauración y Galarc, y cómo reaccionarían? Reiss consideró las posibilidades.

No se puede ocultar el hecho de que fue Lucius quien secuestró a las princesas reales de Beltrum. También es de conocimiento común que Lucius tenía conexiones con el embajador del Imperio Proxia, conmigo. Teniendo en cuenta el hecho de que me vieron en Rodania justo antes de que desaparecieran las hermanas reales, entonces…

El secuestro de Christina y Flora probablemente se consideraría obra del Imperio Proxia. Si tenía la mala suerte, sus conexiones con la facción del Duque Arbor también podrían aumentar.

Si bien no hay nada que se pueda hacer con respecto a Galarc y la mayor cautela de la Restauración hacia Proxia, el riesgo y el retorno estarán demasiado desequilibrados si las cosas continúan a este ritmo. Lo único que gané con todo esto fue mi muerte fingida, y ni siquiera sé si ese espíritu fue engañado…

Durante la batalla en las afueras de Rodania, Reiss había hecho que pareciera que Aishia lo arrinconó y lo derrotó. De hecho, había convocado a un monstruo para que lo mataran en su lugar, ayudándolo a escapar con éxito.

No puedo presentarme ante Haruto en este momento. Si yo fingiendo mi muerte realmente salió según lo planeado, entonces su atención se desviará de mí. Sería un desperdicio descartar esa ventaja aquí. Lo que significa que tendré que enviar a los miembros del escuadrón para compensar los fallos de su comandante. Pueden pensar en ello como una forma de vengarse de él.

Solo había dos problemas con eso, el primero era qué tipo de situación quería crear con ellos.

Sin embargo, la princesa Sylvie debería aceptar su situación pronto, y obtuve un nuevo peón para reemplazar al anterior, así que tal vez pueda convertirlo en un chivo expiatorio de él.

A Reiss se le ocurrió de inmediato un buen plan y sonrió con malicia.

El problema restante es dónde hacer que se enfrenten, pero deberían dirigirse hacia Rodania o Galarc. Vayan por donde vayan, tendrán que atravesar el Reino Rubia. La ventana de oportunidad será extremadamente limitada si vuela con las dos princesas, pero me esforzaré por arreglar algo.

Dado que era una ley férrea viajar solo durante el día, pasaba las horas del día rastreando a Río. Si necesitaba dar órdenes y mover personal, lo haría después de que Rio dejara de moverse para descansar.

Supongo que me dirigiré a Arein y los demás después de marcar esta ubicación.

Con eso decidido, Reiss descendió al suelo.

***

Aproximadamente diez minutos más tarde, Reiss usó un cristal de teletransportación de un solo uso para reubicarse de inmediato. Reapareció en otro lugar del Reino de Paladia, en una aldea desierta a solo unas pocas docenas de kilómetros de donde Rio había establecido su casa de piedra.

“Ahora…” Sin vacilar en sus pasos, Reiss marchó hacia adelante. Se detuvo ante una casa en ruinas que habría pertenecido al ex jefe de la aldea y llamó a la puerta con un ritmo particular. Poco después de hacerlo, la puerta de la casa se abrió de par en par. Parecía que el ocupante se estaba sintiendo bastante apresurado.

“Vaya, señor Reiss…”

Efectivamente, el que abrió la puerta fue Arein, el subordinado de Lucius. Lucci y Ven se pararon inmediatamente detrás de él.

“Ustedes tres se ven bien”, dijo Reiss con una sonrisa ilegible.

“Umm… ¿El capitán no está contigo?” Arein preguntó, examinando la expresión de Reiss antes de buscar a alguien que lo acompañara. Como su pregunta implicaba, se preguntaba sobre el paradero de Lucius.

Este pueblo desierto originalmente estaba destinado a ser el punto de encuentro después de que se completara el plan, pero Reiss ya lo visitó hace dos días después de que escapó de Aishia. Había estado buscando información de Arein y los demás. Sin embargo, no sabía que Christina y Flora habían sido secuestradas en ese momento (solo se enteró cuando llegó al campo de batalla) y no tuvo más remedio que priorizar su encuentro con Duran.

En consecuencia, el lado de Arein se escondió en la aldea durante dos días, creyendo que Lucius regresaría victorioso.

“Fue asesinado”, dijo Reiss simplemente. “…”

Los rostros de los tres hombres se pusieron rígidos; sus expresiones eran de incredulidad, claramente en negación de la verdad. Reiss se repitió una vez más, sin dejar lugar a dudas.

“Dije, Lucius está muerto. Luchó contra su enemigo predestinado y, lamentablemente, perdió”, dijo con un profundo suspiro.

“¿Qué clase de broma es esa? ¿El capitán fue asesinado? No me hagas reír”. Lucci se rio secamente, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.

“No es una broma”, dijo Reiss con una cara seria.

“¡Eso es imposible!” Lucci gritó. Las paredes de la casa estaban hechas de madera humedecida, pero su voz resonó con fuerza.

“No hay necesidad de gritar”, murmuró Arein con una mirada molesta.

“¡Cállate! Es el capitán del que estamos hablando, ¿de acuerdo? ¡¿Y se supone que está muerto?! No, tiene que ser una broma. ¡El capitán no patearía el balde tan fácilmente!” Lucci se negó obstinadamente a aceptar la verdad.

“…”

Arein y Ven guardaron silencio, apretando los dientes.

“Es mentira. Tiene que ser”, murmuró Lucci. Su cuerpo temblaba levemente.

“Como dije antes, hace dos días, Lucius de repente actuó por su cuenta. Dijiste que no tenías idea de adónde fue, pero en realidad lo supiste todo el tiempo, ¿no es así?” Reiss preguntó de repente, mirando a los tres hombres.

“…”

Lucci todavía temblaba con los ojos fijos en el suelo, pero Arein y Ven intercambiaron una mirada reservada.

“No tiene sentido ocultarlo. Ya sé que la princesa Christina y la princesa Flora fueron secuestradas como rehenes para usarlas contra el chico. Teniendo en cuenta la situación, ustedes tres son las únicas personas que podrían haber cooperado con él. No tengo intención de culparlos. Solo quiero confirmar la verdad”, explicó Reiss con cansancio, instándolos implícitamente a que ya se sinceraran.

Arein y Ven se rindieron con una mirada culpable. “Bueno sí. Priorizamos las órdenes del capitán”.

“Ustedes tres eran originalmente sus subordinados, después de todo. Que tiene sentido. Sin embargo, las cosas pueden haber terminado de manera diferente si hubieras cooperado conmigo en lugar de con él; me gustaría que tuvieras ese pensamiento en mente”.

Reiss sugirió implícitamente que Lucius no habría muerto si hubieran obedecido sus órdenes.

“Guh…”

Arein y Ven apartaron la mirada con torpeza. Habían creído en la clara victoria de Lucius. Habían seguido sus órdenes bajo esa creencia, pero la realidad que los esperaba era cruel.

“Había una belleza en la forma en que siempre salía victorioso. Pudo haber usado trucos cobardes, pero era fuerte precisamente porque no dudó en usar esos trucos. Pero los derrotados no valen nada. Esa era su creencia, y siguió esa creencia para llegar a la cima de todos los mercenarios. Ahora que ha perdido, se ha convertido en nada más que un cobarde. No era fuerte porque fuera cobarde, sino cobarde porque era débil. Eso es todo lo que hay que hacer, supongo”, se lamentó Reiss en un tono dramático.

“¡Eso no es cierto!” Lucci gritó de repente, con los ojos muy abiertos de rabia.

“¿Qué no es?”

“El capitán no es débil. No era un cobarde porque era débil…” La voz de Lucci tembló.

“¿Puedes probar eso?” Preguntó Reiss.

No había forma de probarlo, era un ejemplo de la prueba del diablo.

“Ganaremos. Los Leones Celestiales del capitán nunca perderán. Todavía no hemos perdido contra ese chico como escuadrón mercenario, así que ganaremos. De esa manera podemos demostrar la fuerza del capitán”. Lucci respiró pesadamente por la nariz. Entonces, un lento aplauso hizo eco a su alrededor, era el sonido de Reiss aplaudiendo.

“Maravilloso. En ese caso, ¿puedo presentar una solicitud a los miembros de los Leones Celestiales antes que yo? Mi petición no será que ganes contra el chico, pero incluirá un combate contra él. ¿Te suena interesante?”

Arein y Ven intercambiaron ceños fruncidos. Rio fue quien mató a Lucius; también había cruzado espadas con el grupo de Arein antes, y eran plenamente conscientes de la brecha en sus habilidades. No se sintieron intimidados, pero sabían que no podrían aceptar la solicitud tan fácilmente.

“¿No podemos deshacernos de él, señor Reiss?” Lucci preguntó con una mirada.

“Eres libre de eliminarlo, por supuesto. Mi solicitud se completará en el momento en que lo enfrentes en combate, pero eres bienvenido a ir más allá”.

“Entonces aceptaremos esa solicitud”.

“Oye, Lucci. Ni siquiera has escuchado los términos todavía…” Ven reprendió con un suspiro.

“¿Qué? Es una lucha por la venganza por lo que le pasó al capitán. ¿Te estás acobardando?” Lucci dijo, completamente ansioso por ir.

“Idiota. ¿Olvidaste la facilidad con la que nos dejaron de lado antes? Este es el bastardo que mató al capitán. Simplemente no quiero subestimarlo”, se burló Ven con disgusto.

“Hay una cosa que quiero confirmar primero”,  le dijo Arein a Reiss, alborotando su propio cabello. “Parece que estás pidiendo esto como una solicitud separada de nuestras tareas para el Imperio Proxia. ¿Es eso correcto?”

Los hombres eran oficialmente mercenarios de los Leones Celestiales, pero en tiempos de paz, se les pagaba por usar sus habilidades como agentes encubiertos de Reiss.

“Sí. Después de todo, esta es una pelea para vengar a Lucius. Serás recompensado de forma adecuada en función de tus resultados. Tampoco me importa confiarte la espada encantada que le había prestado. Es algo así como un recuerdo para ti, ¿no?” Reiss miró a su alrededor y se rio entre dientes.

“No podemos decir que no a eso”, dijo Lucci con una sonrisa agresiva, mirando a Arein y Ven.

“Escuchemos los detalles primero”. Arein suspiró y decidió ceder.