Honzuki no Gekokujō (NL)

Volumen 11: La Hija Adoptada del Archiduque IV

Prologo: De Compras

 

 

Honzuki no Gekokujou Vol 11 Prologo - Novela Ligera

 

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En medio de una fresca brisa primaveral, Tuuli salió de compras con su madre Effa y su amigo de la infancia Lutz. Era una tradición en Ehrenfest que las niñas al cumplir los diez años, cambiaran sus faldas hasta la rodilla por faldas hasta la espinilla, lo que significaba que tenía que preparar la ropa para su próximo cumpleaños.

Los contratos de aprendizaje que comenzaban al mismo tiempo que el bautismo también tendían a terminar cuando se cumplían diez años. Así, el niño debía decidir si quería renovar su contrato en el mismo taller o trasladarse a uno completamente nuevo. Era una encrucijada significativa, por decir lo menos.

Una vez que su contrato terminara, Tuuli se uniría al taller de Corinna como aprendiz de Leherl — el mismo objetivo por el que había estado trabajando durante los últimos dos años. Actualmente era sólo un acuerdo verbal, lo que significaba que aún no se había firmado ningún contrato, pero no había manera de que la Compañía Gilberta o el taller de Corinna pudieran retractarse de su palabra cuando ella era la artesana personal de palillos para el cabello de Lady Rozemyne, la hija adoptiva del archiduque. Por lo tanto, se preparaba para el traslado sin preocuparse demasiado por ello.

El próximo verano, seré un leherl como Lutz.

Significaría despedirse de todos los amigos con los que había trabajado a lo largo de los años, pero Tuuli se sentía más tranquila, habiendo dado un paso más cerca de su sueño. Llegó enérgicamente a la plaza central de la ciudad antes de voltear a mirar a Effa y Lutz, que la seguían.


“Entonces, Lutz — ¿a dónde vamos ahora?”, preguntó.

“Vamos a pedir tu ropa de taller, así como un traje de aprendiz de la Compañía Gilberta ya que ocasionalmente nos acompañarás al templo como personal de Lady Rozemyne. Será más fácil para nosotros hacer estos pedidos primero para no tener que llevar la ropa que compramos hoy con nosotros, así que nos dirigiremos el taller de Corinna.”

A petición de Benno, Lutz acompañaba hoy a Tuuli. Le pareció impresionante que siempre estuviera cuidando a los demás y ayudándolos de esa manera.

“Gracias por ayudar con esto, Lutz. Sé que no tenías que venir.”

“No te preocupes. El Maestro Benno me lo pidió, y tengo que conseguir mi ropa de verano también.”

Lutz tomó la delantera, comenzando a explicarles hacia dónde se dirigían. Una vez que pasaron por la plaza y entraron en la parte norte de la ciudad, el ambiente se volvió notablemente más de clase alta; los transeúntes llevaban ropa visiblemente más cara, y sus tonos eran mucho más educados.

Al notar que su madre miraba a su alrededor con vacilación, Tuuli se dio cuenta de que, en algún momento, ella misma se había acostumbrado a ir a la parte norte de la ciudad. Aunque todavía se sentía nerviosa al entrar al taller de Corinna, caminar afuera ya no era estresante en absoluto. Se rió para sí misma, mientras miraba a su alrededor conforme seguía a Lutz.

Me pregunto si otras personas me confunden con una chica del norte ahora.

“¿Por qué esa sonrisa, Tuuli?”


“Lutz, la Sra. Corinna me invitó personalmente a unirme a su taller para poder hacer los palillos para el cabello de Lady Rozemyne. ¿No es increíble?”

Cualquier aprendiz sabía lo orgulloso que era tener otro taller que te pidiera trabajar para ellos. Lutz la felicitó con una sonrisa divertida, pero Effa parecía un poco exasperada.

“Tuuli, no deberías decir cosas así en público.”

Otros artesanos ciertamente empatizarían con lo significativo que era para Tuuli por ser reconocida, y sus compañeras de trabajo siempre se preocupaban por celebrar a las aprendices que se mudaban a nuevos talleres. Pero ella era una chica pobre del sur que se mudaba a un taller rico del norte, algo que casi nunca ocurría. Era probable que atrajera más envidia que un sincero elogio de su buena fortuna, y en una ciudad tan apretada, era mucho más fácil vivir si se evitaba atraer resentimientos innecesarios.

Tuuli hinchó sus mejillas en respuesta. “Lo sé, lo sé. Pero, ¿cuál es el problema? Nadie de por aquí nos conoce.”

Instintivamente sabía que no era algo de lo que debía hablar abiertamente, incluso con sus amigos, por lo que se había abstenido de presumir por mucho que quisiera. Cuando la gente le preguntaba cuáles eran sus planes, todo lo que podía hacer era responder con respuestas vagas.

“Lutz ya se ha unido a la Compañía Gilberta, así que al menos debería poder hablar con él sobre esto. No es que lo mencione por el vecindario. ¿Cómo podría seguir con lo de unirme al taller de la Señora Corinna cuando Laura está disgustada por no poder quedarse en el actual?”

Todos en el taller actual de Tuuli sabían que a menudo era invitada por Corinna para hacer palillos para el cabello, así que si lo meditaban un poco, seguramente podrían juntar las piezas sobre a dónde se mudaba. Pero incluso ahora, ella había tratado de evitar decirlo externamente a alguien más que a su familia.

“Sí, sí… Los contratos de Leherl son muy importantes para cualquiera que haya trabajado duro por ellos, pero no se puede hablar de ellos cuando a otros les cuesta renovar sus contratos actuales. Como ya soy un Leherl y no voy a cambiar de tienda, no puedo decir que comprenda la envidia de la gente que cambia de taller… pero entiendo que has estado trabajando duro, Tuuli.”

Lutz habló sin ningún resentimiento, y sus palabras ayudaron a aliviar un poco el corazón de Tuuli. Siempre había guardado silencio cuando la gente empezó a hablar de sus contratos, pero incluso entonces, a menudo la miraban con celos. El hecho de que Lutz la tratara como siempre fue un alivio.

“Puede que no sepas lo difícil que es cambiar de taller, pero al principio te costó mucho trabajo, ¿verdad?” Preguntó Tuuli.

Justo después de su bautismo, Lutz se había unido a una gran tienda en el norte de la ciudad como aprendiz de comerciante, sin la introducción de sus padres ni ninguna experiencia en el negocio en la que apoyarse. Tuuli se estaba confundiendo por todas las diferencias al mudarse a otro taller de la misma industria, y aún así Lutz había sido empujado a un nuevo mundo a una edad mucho más temprana sin nadie que lo guiara.

“Sabes, Lutz… Si no hubieras entrado en la Compañía Gilberta, entonces no habría pensado que era posible que me uniera al taller de Corinna. Eres realmente increíble.”

“Oye, eso es todo gracias a Myne. Sólo entré porque ella negoció con el Maestro Benno, y su visita al taller en el templo me dio la oportunidad de ser útil a la tienda”, dijo Lutz casualmente mientras miraba a Tuuli. “Mi lugar como leherl sólo está seguro ahora porque soy su conexión con la hija adoptiva del archiduque. Quiero decir, claro, yo también trabajé duro, pero… pues.”

“Digo, ¿no son tus circunstancias las mismas? Pudiste convertirte en artesana de palillos para el cabello porque Myne te enseñó a ti a hacerlos. Y ahora que te pide sus palillos para el cabello como hija adoptiva del archiduque, la Compañía Gilberta está desesperada por ponerte las manos encima. Estás trabajando duro para hacer los mejores palillos para el cabello que puedas, seguro, pero Myne es la que te ha allanado el camino.”

Normalmente, nadie confiaría la elaboración de un adorno para el cabello para la hija del archiduque a una aprendiz que aún no tiene diez años. Todos buscan trabajar personalmente para la familia del archiduque, así que los adultos les arrebataban ese tipo de trabajo a los niños diciendo que no estaban preparados para ello o algo por el estilo. La única razón por la que la Compañía Gilberta no lo había hecho era porque entendían que Myne quería ver a su familia, y Lutz dejaba claro que Tuuli sólo estaba en la posición que estaba gracias a que su hermana pequeña prefería sus palillos para el cabello.

“Bien… Es verdad”, respondió.

Tuuli podía recordar cuando Myne se había desplomado todo el tiempo, apenas podía ayudar, y frecuentemente terminaba postrada en cama con fiebre, y estos recuerdos estaban tan profundamente arraigados en su mente que inicialmente encontró las palabras de Lutz difíciles de aceptar. Pero su situación actual sólo había sido posible gracias a Myne.

“Por eso no voy a dejar que nadie me gane en lo que respecta a la impresión y la fabricación de papel. Tienes que hacer lo mismo y perfeccionar tus habilidades para que nadie pueda hacer mejores palillos para el cabello que tú. Eventualmente habrá adultos que saldrán de los talleres que serán mejores que tú, y si sus palitos de cabello son más impresionantes que las tuyas, terminarás perdiendo tu negocio.”

Si la Compañía Gilberta vendiera a la hija adoptiva del archiduque palillos para el cabello inferiores mientras otras mujeres de la nobleza tienen acceso a otros mejores, sería visto como una forma vergonzosa de burla.

“Tuuli, ¿sabes lo que pasará si tus palillos para el cabello terminan siendo peores?”

“No podré ver a Myne nunca más, ¿verdad?”

“No. Corinna y el Maestro Benno nunca se arriesgarían a enfadar a Myne haciendo algo así. Todavía irías a entregar los palillos para el cabello, por supuesto, pero no serían tuyos. Tendrías que darle los palillos hechos por otra persona, todo mientras finges que los hiciste tú misma. No querrías eso, ¿verdad?”

Tuuli sacudió la cabeza; eso era lo último que quería. Una vez más, se mantuvo firme en su decisión de seguir trabajando duro, decidida a seguir trabajando para Lady Rozemyne.

“Vaya, pero si son Lutz y Tuuli. Benno me dijo que llegarían pronto”, dijo una artesana familiar cuando entraron al taller de Corinna. “Lutz, puedes encargarte del papeleo mientras Tuuli y yo vamos al vestuario a tomarle las medidas. Tienes otros recados urgentes que debes terminar hoy, ¿no?”

La artesana guió rápidamente a Tuuli y Effa al vestuario de atrás. Había varias costureras allí, quienes instruyeron a Tuuli para que se quitara la ropa para que pudiera ser tallada.

“Después de todo este tiempo, se siente muy extraño hacer ropa de trabajo para ti. Quiero decir, has estado viniendo aquí durante dos años enteros”, le dijo una costurera a Tuuli una vez que estaba en ropa interior.

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Effa sonrió, sintiendo que Tuuli ya era bienvenida en el taller. “Vamos a firmar su contrato a finales de la primavera. Todas, por favor, cuiden bien de mi hija.”

“Oh, lo haremos. Ella ha estado viniendo aquí para enseñarnos a hacer palillos para el pelo durante años, pero ahora finalmente trabajaremos juntas. Estoy segura de que será maravilloso.”

Tuuli podía sentir que sus nervios comenzaban a desvanecerse mientras todas la recibían con los brazos abiertos, y el miedo persistente de que su alegría se encontrara con la tragedia comenzó a disminuir lentamente.

“Necesitarás un traje de aprendiz de la Compañía Gilberta para cuando entregues los bienes al templo, ¿verdad? Vamos a proseguir y te tallaremos también para ello.”

Mientras una medida tras otra se colocaban contra su cuerpo, Tuuli no pudo evitar sentirse un poco extraña. Ella había ayudado a tallar a Myne y Brigitte en el pasado, pero esta era la primera vez que recibía ropa hecha a la medida, de un taller. Y como costurera, estaba emocionada de estar finalmente del otro lado para variar.

“Dado lo rápido que Tuuli ha estado creciendo, deberíamos hacer la ropa un poco más grande para ella”, dijo Effa a una costurera. “De lo contrario, pronto se le acabarán y tendrá que pedir otras nuevas.”

“¿Deberíamos hacer la falda un poco más larga?”, respondió una costurera.

Tuuli se volvió a vestir mientras su madre estaba ocupada hablando con las costureras, y una vez hecha la orden, salieron del vestuario.

“¿Terminaste de tomarte las medidas, Tuuli? Pasa de este lado, entonces. El zapatero está aquí”, dijo Lutz.

No pasó nada de tiempo antes de que Tuuli se sentara en una silla y la midieran de nuevo, esta vez para los zapatos de cuero. Luchó desesperadamente por contener su risa mientras sus cosquillosos pies eran tocados por todas partes.

Myne dijo que medirse era difícil. ¡Ahora entiendo por qué!

Una vez que Tuuli terminó de ordenar la ropa que necesitaba, Lutz, Effa y ella fueron a la tienda de ropa usada de alta clase que habían visitado varias veces desde que Myne compró ropa para ella allí. Hoy, buscaban cosas para usar en el norte de la ciudad, como un corpiño y una falda hasta la espinilla adecuada para una niña de diez años.

“Tengo que comprar ropa para mí, así que vamos a separarnos y que cada uno consiga lo que necesita”, dijo Lutz, antes de dirigirse rápidamente a la sección de chicos. Tuuli se trasladó a la sección de chicas con Effa, que parecía visiblemente preocupada por comprar ropa de un lugar tan caro.

“Entonces, mamá — ¿esto es suficiente?” Tuuli preguntó, mostrándole la falda que acababa de ponerse.





Effa se agachó para ver de cerca, y luego se levantó con una sonrisa divertida. “Eso debería funcionar. Te queda un poco larga ahora, pero cuando llegue el otoño, te alegrarás de tener esa longitud extra.” Viendo a Tuuli probarse una falda tras otra parecía haberla hecho mucho menos tensa. “Ahora necesitamos conseguirte un corpiño. Hm… ¿Cómo se ve este?”

Tuuli tomó el corpiño de su madre. Era como un chaleco, excepto que la parte delantera estaba sujeta con encaje, y las niñas empezaron a usarlos a los diez años para darles una figura más bonita. Empezó a ponérselo, apretando la prenda hasta que se ajustara firmemente contra su cuerpo.

“Creo que necesitaré un poco más de práctica antes de poder hacerlo perfectamente”, musitó Tuuli mientras se retorcía de lado a lado en un espejo, sintiéndose un poco más adulta que antes. En su opinión, se veía muy bien.

Mientras Tuuli se sonreía para sí misma, Effa golpeó con un dedo el encaje del corpiño. “Hay una habilidad para atar estos para que no se deshagan. Lo que has hecho aquí se soltará antes de que termine tu día de trabajo. Necesitarás practicar antes de que llegue el verano, pero, en cualquier caso, ¿es éste el que quieres?”


“Mmm… Creo que este otro es más lindo. ¿Qué te parece?” Preguntó Tuuli, sosteniendo otro corpiño que le había llamado la atención antes.

La cara de Effa se nubló ligeramente. “Definitivamente es lindo, pero ¿no crees que es un poco exagerado para usar en el trabajo?”

Las dos agonizaron por la elección por un tiempo, antes de ver a Lutz aventar la ropa que había recogido al mostrador. Tuuli gritó y comenzó a agitarlo.

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“Lutz, Lutz. ¿Cuál de estos sería mejor para un aprendiz de la Compañía Gilberta?”

“Ya que vas a ser un leherl, probablemente deberías tener ambos.”

“¿Ambos…? Pero no necesito tantos. Puedo arreglármelas con uno”, respondió Tuuli, pero Lutz sacudió la cabeza.

“Como leherl, no sólo irás a la parte norte de la ciudad cada vez que Corinna te llame; vivirás allí. Vas a querer unos cuantos cambios de ropa, especialmente con el verano que se avecina.”

Era cierto que Tuuli necesitaría varios pares de ropa adecuada para su nuevo arreglo de vida, pero el pensar en lo caro que sería hizo que la sangre se drenara de su cara. Ella acunó sombríamente su cabeza, mientras que Effa se quedó en su lugar pareciendo visiblemente agitada. ¿Quién podría culparlos? Esta ropa era mucho más cara que la que solían comprar.

“Oh, no necesitas preocuparte por el precio. Tenemos un presupuesto bastante grande aquí gracias a las bolsas de dinero favoritas de todos”, dijo Lutz, sacando su tarjeta del gremio de algún lugar debajo de su camisa. Resultó que Myne le había dado todos sus ahorros antes de convertirse en Rozemyne, diciéndole que los utilizara para mantenerla conectada con su familia y para ayudar a Tuuli a alcanzar sus sueños.

“Espera, Lutz — ¿cuánto terminó ganando Myne?”

“Parece que ha estado añadiendo sigilosamente dinero de sus ganancias más recientes, así que no puedo darte una cantidad exacta. De cualquier manera, está ganando mucho más ahora que su trabajo se está expandiendo en escala”, respondió Lutz, evitando su mirada mientras colocaba los dos corpiños en el mostrador. “De todas formas, no te preocupes. Sólo compra lo que necesites para no terminar avergonzada cuando llegue el momento de trabajar. Creo que necesitarás una falda más y otro corpiño. Probablemente dos o tres blusas también.”

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En eso, Tuuli y Effa fueron rápidamente a buscar lo que Lutz había dicho que necesitarían. La pequeña montaña de ropa en el mostrador sólo se estaba haciendo más alta, pero Lutz parecía completamente imperturbable, pidiendo casualmente a la cajera que se lo llevara todo a la Compañía Gilberta.

“Sigamos adelante. Hay mucho más que necesitamos comprar”, dijo Lutz, antes de volver a caminar.

Tuuli se sorprendió lo suficiente como para salir de la tienda con las manos vacías a pesar de lo mucho que habían comprado, pero se sorprendió aún más de que aparentemente había más para comprar.

“¿Qué…? ¿Mucho más?” preguntó, abriendo los ojos. “Pero tenemos toda la ropa que necesitamos…”

“Acabo de recordar que necesitarás nuevas herramientas de trabajo y material de escritorio. Vas a conseguir una habitación ahora que eres un leherl, ¿verdad? Eso significa que necesitarás platos y cosas, también. Podríamos posponer esto hasta que te mudes allí ya que es cuando realmente lo necesitarás, pero sólo puedes usar esta tarjeta cuando estoy contigo, así que mejor lo hacemos ahora.”

Lutz las llevó a todo tipo de tiendas, mientras pensaba en lo que había necesitado comprar cuando se mudó a su habitación en la Compañía Gilberta. Terminaron con bolígrafos, tinta, tablas, placas para ser usadas con otros leherls, y así sucesivamente. Todas estas eran cosas que Tuuli nunca hubiera pensado en comprar por su cuenta.

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“Te debemos tanto, Lutz. Toda esta preparación me sobrepasó”, dijo Effa, sacudiendo la cabeza con una expresión cansada. Estaba contenta de que el sueño de su hija de trabajar en el taller de Corinna en el norte de la ciudad se hubiera hecho realidad, pero era completamente distinto a trabajar en un taller más pobre, tanto en términos de la ropa que usaban como de las herramientas que usaban.

Como resultado, ella no sabía lo que Tuuli necesitaría, cuánto debería pagar por sus suministros, o qué usarían los otros aprendices. No hizo más que agradecer la consideración de Benno, tanto por enviar a Lutz a ayudar como por cuidar el dinero que Myne les había dejado.

“Nunca pensé que Tuuli se iría de casa tan pronto…” Effa reflexionó, la realidad de la situación apenas se está estableciendo ahora que han comprado tantos artículos de casa para la mudanza. Una vez que llegara el verano, su hija viviría una vida completamente diferente. Primero Myne, y ahora Tuuli — sus hijas seguían dejando el nido, y un poco antes de lo que a ella le hubiera gustado.

“Tengo un poco de miedo de salir de casa, pero estaré bien mientras Lutz esté allí”, dijo Tuuli, dando una palmadita a su madre en el brazo para consolarla. “¿No es así, Lutz?”

Pero para su sorpresa, Lutz cruzó los brazos y frunció un poco el ceño. “No sé… Puede que no seamos capaces de permanecer juntos por mucho tiempo.”

“¿Eh? ¿Pero por qué? ¿Vas a renunciar…?” Tuuli preguntó, tanto ella como Effa mirándolo con los ojos abiertos. ¿Qué estaba diciendo? Los Leherls no podían dejar sus trabajos.

Lutz miró a su alrededor, y luego bajó la voz. “¿Pueden ustedes dos guardar un secreto? Tuuli, sólo voy a decir esto porque sé que pronto te unirás a la Compañía Gilberta como aprendiz.”

Después de hacerles jurar a ambas que guarden el secreto varias veces, Lutz hizo una pausa, continuando sólo una vez que habían regresado a la parte pobre de la ciudad donde los relacionados con la Compañía Gilberta rara vez llegaban.

“El Maestro Benno planea alejarse de la Compañía Gilberta para hacer una nueva tienda que comercialice con papel y libros.”

Resultó que la Compañía Gilberta ganaba demasiado dinero con la impresión y la fabricación de papel cuando se suponía que era una tienda de ropa y accesorios. Y como estas prósperas industrias habían sido iniciadas activamente por la hija adoptiva del archiduque, estaba claro que sólo seguirían creciendo con el tiempo.

“Lady Rozemyne hizo que la industria creciera demasiado desde que fue adoptada. Además, ella ya ha propuesto algunos diseños de ropa originales que probablemente terminarán comenzando nuevas tendencias de moda, ¿no es así? ”

Corinna todavía estaba desesperadamente finalizando el diseño de ropa que Rozemyne le había dado para el traje de Brigitte, y en el caso de que se hiciera popular entre los nobles, el estatus de la Compañía Gilberta se elevaría aún más. Tuuli entendió eso.

“Las otras tiendas están bastante desesperadas por entrar en estas nuevas industrias y el Maestro Benno seguro que tuvo una severa charla durante la última reunión de todos los grandes propietarios de tiendas. Tendrá que abrir una nueva tienda de impresión y fabricación de papel para poder repartir las ganancias y proteger la participación de la Compañía Gilberta en el mercado de la ropa.”

“¿Mm? ¿No es bueno que esté ganando mucho dinero?” Preguntó Tuuli, visiblemente confundida. Ella no entendía realmente por qué Benno tenía que proteger su tienda cuando le iba tan bien.

“Ganar dinero es genial y todo eso, pero cuando haces que otras tiendas empiecen a envidiarte, eso conlleva a problemas. Es la misma razón por la que, aunque tu traslado a un nuevo taller es bueno, has tenido que mantenerte razonablemente callada al respecto”, explicó Lutz, lo que hizo que todo encajara en su sitio. Ciertamente era importante evitar poner celosos a los demás.

“Además”, continuó, “el Maestro Benno planea tomar su nueva tienda y quedarse con Lady Rozemyne sin importar lo que pase o a dónde termine yendo. Ella está financiando toda la industria de la impresión ahora mismo, y es su mayor cliente, así que nada comenzará o avanzará sin ella. Su pasión por la imprenta es más importante para él que quedarse en su casa en el ducado.”

Los nobles a menudo se trasladaban a otros ducados con el propósito de casarse, y el mismo destino podía fácilmente ocurrirle a Rozemyne; como Ehrenfest era bastante débil comparado con otros ducados, era totalmente plausible que ella pudiera algún día necesitar irse por razones políticas. En tal caso, Benno estaba dispuesto a unirse a su personal y a trasladar su nueva imprenta a donde ella terminara.

“Pero no podría hacerlo con la Compañía Gilberta”, explicó Lutz. “Tienen clientes, conexiones y una reputación de confianza; no pueden tirar estas cosas por la borda por el bien de Lady Rozemyne. Corinna en particular se preocupa por permanecer en su ciudad natal, lo que significa que, si Lady Rozemyne termina mudándose a otro lugar, la Compañía Gilberta no la seguirá.”

“¡Pero yo quiero ir con ella!” exclamó Tuuli. Sabía que la Compañía Gilberta no podía renunciar a todo lo que había trabajado tan duro para establecerse aquí en Ehrenfest, pero había firmado con ellos explícitamente para poder seguir siendo el personal de Lady Rozemyne; no seguirla si se iba derrotaría ese propósito por completo. “¡Supongo que debería firmar como un lehange en su lugar, ya que los leherls están atados a su tienda…?”

“No, no, no. Eso no es lo que estoy diciendo aquí. No sabemos con seguridad si terminará mudándose a otro ducado. Todo esto es sólo un tal vez. Además, de ser posible en verdad vas a querer firmar como un Leherl — cambiará totalmente la forma en que te traten, y eso es importante para los pobres como nosotros que no tenemos ningún respaldo real en cual apoyarnos. Todo el mundo te mirará de forma diferente.”

Lutz había pasado de ser un lehange a un aprendiz de leherl, así que no se podía negar que lo que decía era la verdad.

Tuuli apretó los dientes. “Quiero firmar como leherl también, seguro, pero mi sueño no es unirme a la Compañía Gilberta. Es… Es convertirme en una costurera de primera clase, y hacer su ropa para ella algún día. Le prometí que lo haría.”

Lo que más le importaba a Tuuli era la promesa que le había hecho a Myne justo antes de que el archiduque la adoptara. Una mano gentil le dio una palmada en la espalda, y se volvió para ver a Effa mirándola con una ligera sonrisa.

“Tuuli, no tiene sentido preocuparse por estas cosas por tu cuenta. Tienes que hablar con la Señora Corinna sobre esto. Aún no hemos firmado un contrato, así que pensemos bien en lo que será mejor para ti”, dijo calurosamente.

En ese momento, Tuuli asintió con la cabeza, dejando escapar un suspiro silencioso mientras caminaban juntos de regreso a casa. Nunca en su vida había pensado que tendría que debatir sobre si firmar o no un contrato como Leherl.

 


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