Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 2

Capitulo 20: El Asesino Decide Ayudar

Siguiendo el camino por el que viajaban nuevos grupos de monstruos, me acerqué a mi presa. Usando la sangre de orcos y goblins caídos, disfracé mi olor y me mantuve lo más lejos posible de la vista sin perder el rastro.

Mi enfoque fue a la vez atrevido y cauteloso. Ser atrapado ahora me habría puesto en la situación más terrible imaginable. Llamar la atención de un solo monstruo significaba lidiar con un flujo interminable de ellos que seguramente me abrumaría.

Fue un pensamiento aterrador.

Después de correr unos tres kilómetros, finalmente lo encontré.

El demonio se parecía a un orco pero poseía algunas características distintivas. Llevaba una armadura hecha con la piel de una bestia mágica y su cuerpo estaba plagado de viejas cicatrices. Su pelo blanco y barba larga le daban la apariencia de un veterano canoso que había visto muchas batallas.

Lo más sorprendente fue su mandíbula desprendida. Orcos y goblins salían arrastrándose de su boca abierta. Fue un espectáculo grotesco, por decir lo mínimo.

“Eso es realmente desagradable de ver”.

Evidentemente, este era el método por el cual el demonio estaba creando nuevos monstruos.

Saqué una bengala de señal de mi bolsa. Era un artículo especial que se les daba a quienes tenían la tarea de encontrar al líder del ejército enemigo.

Encendí la mecha. El final de la cosa voló hacia arriba y explotó con una luz roja. Se parecía bastante a un fuego artificial.

Eso será visible a kilómetros de distancia. Epona debería estar aquí pronto.

El problema era…

“Supongo que esto iba a suceder”.

Todos los orcos y goblin de mí alrededor se dirigían hacia mí ahora.

La bengala alertó al héroe de esta ubicación, pero también transmitió mi sitio al enemigo. Podría haberme mantenido a salvo lanzando la señal desde más lejos, pero eso hubiera significado una baliza menos precisa.

Para empeorar las cosas, no podía correr. Si este orco demoníaco y canoso se moviera, entonces todo esto habría sido en vano. No tuve más remedio que quedarme y verlo.

Los ágiles goblins se acercaron a mí balanceándose como monos desde las ramas de los árboles circundantes. Cuando el primero saltó hacia mí, le arrojé un cuchillo en la frente, lo atravesó a él y a otros dos y los tiró a todos por los aires.

Afortunadamente, el bosque circundante limitaba la maniobrabilidad de los orcos gigantes. Eso me dio suficiente tiempo para un encantamiento.

“¡Firestorm!”

Las llamas de mi hechizo atravesaron las gruesas pieles de los orcos. Atrapé todo el calor dentro de la tormenta aumentando la precisión del hechizo, creando una jaula para evitar que las llamas escapen.

Dos orcos más se arrugó en montones humeantes.

Desafortunadamente…

“Es como una gota en el océano”.

Todavía había cientos de monstruos. Matar a algunos de ellos a la vez no lograría nada.

Cerrando los ojos, recuperé una granada de destello y la arrojé a mis pies.

El mundo estaba bañado de blanco. Usé ese momento para correr y esconderme.

Mientras los orcos y los goblins intentaban buscarme, no parecía que fueran muy buenos olfateando oponentes ocultos.

… Está bien, me esconderé aquí mismo hasta que llegue el gran héroe.

 Me moví de un lugar oscuro a otro, sin perder de vista al demonio todo el tiempo. Mi descubrimiento parecía improbable.

Sin embargo, había algo extraño. El demonio parecía inteligente. Debería haber entendido que mi bengala había sido una señal para el héroe. Sin embargo, curiosamente, no pareció importarle. Tuve que observarlo con atención. La criatura definitivamente estaba tramando algo.

Mientras miraba, me di cuenta de que los monstruos regresaban del frente.

Miré de cerca y me di cuenta de que esos orcos que venían de la vanguardia llevaban algo. Parecía ser un gran saco, y lo que fuera que había dentro se movía ocasionalmente.

Por orden del demonio, los monstruos abrieron el saco, revelando a un grupo de estudiantes que habían sido paralizados por algún tipo de veneno.

“Así que eso es lo que están planeando”.

Los orcos ya podrían aumentar su número secuestrando hembras e impregnandolas. El demonio había usado ese instinto para hacer que recolectaran estudiantes… para usarlos como escudos.

Así era como el demonio pretendía explotar la debilidad de Epona. Fue una estrategia construida para capitalizar el miedo de Epona a dañar a sus aliados.

Incluso después de ser descubierto, el demonio no se había retirado porque quería enfrentarse al héroe.

…Esto es malo. ¿Puedo salvar a los estudiantes antes de que llegue Epona?

“Si hubiera uno o dos estudiantes, podría lograrlo. Pero veintitrés de ellos…”

Fue imposible. Matar a los orcos que rodeaban a los rehenes fue bastante simple, pero no pude agarrar a más de veinte personas y llevarlas a cabo.

Una explosión repentina llamó mi atención.

“Finalmente te encontré, mi enemigo. Te mataré y cumpliré con mi deber. Me convertiré en un verdadero héroe. Protegeré el Reino de Alvanian tal como le prometí a Mireille”.

Epona había dejado un camino de destrucción a su paso. Todo a su alrededor había sido derribado. Los cráteres estallan en la tierra con cada uno de sus pasos. Su fuerza era tan increíble como siempre.

La horda de orcos se rio y el orco que parecía un veterano de guerra, el demonio, avanzó.

“El héroe sigue siendo un niño, verde y sin habilidades”.

“No te equivocas, pero eso no me impedirá lograr lo que vine a hacer aquí”.

“Oh-hooo, eres valiente. Te daría mi nombre como recompensa por llegar tan lejos, pero un humano no sería capaz de comprenderlo. Supongo que me conformaré con una traducción aproximada. Soy el General Orc, el orco más poderoso de todos”.

Parecía un nombre apropiado para un líder de orcos y goblins. “Soy Epona, el héroe”.

“Oh-ho-hooo. Epona. Lo recordaré. Divirtámonos, héroe. Esperaba darle a mi lado una ventaja antes de que todos los demás se despierten”.

Las palabras del General Orc fueron indiferentes, pero sin duda tenían algún significado.

¿A qué está jugando? Mientras consideraba esa pregunta, comenzó la batalla.

La horda de orcos corpulentos se abalanzó sobre Epona.

Incluso criaturas tan gigantescas no eran rival para el héroe. Epona movió un brazo como si estuviera ahuyentando una mosca con molestia. El movimiento derramó las entrañas de varios orcos a la vez. Luego usó una simple ráfaga de maná puro para enviar todo a su alrededor volando en todas direcciones.

Su fuerza era abrumadora. Sin embargo, por alguna razón, el General Orc comenzó a reír y a convocar a más monstruos.

Los movimientos de Epona se volvieron torpes. Los orcos sacaron a los estudiantes secuestrados para usarlos como escudos. Ataron a los estudiantes a sus horribles estómagos.

“¡Cobarde!” Exclamó Epona.

“Esta es la estrategia. Los monstruos no pueden darse el lujo de luchar de forma justa contra el héroe, ya sabes”, dijo el General Orc con estridente deleite.

Epona siguió luchando, cuidando de no herir a nuestros compañeros capturados.

Si bien Epona era una luchadora inexperta, tanto por su inexperiencia como por su fuerza absurda, sus fuertes defensas generalmente lo compensaban.

“Hmm, pensé que entenderías esto sin que yo tuviera que deletrearlo, pero… parece que no lo entiendes. Deja de pelear, o de lo contrario”.

El General Orc dio una señal y un orco le cortó la cabeza a un estudiante, matándolo.

Epona apretó los dientes y miró al demonio, pero no dejó de luchar. “Hmm, el héroe no derrama lágrimas”.

“Si pierdo, los matarás de todos modos”.

Pensaba con certeza que la tierna y mansa Epona se habría rendido después de ver algo tan espantoso, pero comprendió la realidad de la situación con bastante claridad. Tenía razón al pensar que los estudiantes morirían si se entregaba. Era mejor no preocuparse por los rehenes.

No se parecía en nada a la persona que había sido atormentada por la culpa después de herir a Tarte en la última batalla. No fueron sus aliados los que resultaron heridos lo que a Epona le pareció tan desagradable. Eran ellos muriendo por su mano lo que ella despreciaba.

“¡Gah-ja-ja-ja-ja-ja-ja, sí, sí, sí! Parece que no eres tan tonto después de todo. Pero, ¿por qué tus movimientos se vuelven tan torpes?” dejo el General Orc.

Los orcos con rehenes atados a ellos avanzaron.

Epona luchó torpemente mientras trataba de evitar a los cautivos.

El gran miedo de Epona solo proviene de matar gente ella misma.

Su expresión me traicionó sus pensamientos. Epona esperaba que los monstruos mataran a los rehenes para poder hacer todo lo posible.

Cuanto más duraba la pelea, el comportamiento de la extraña Epona se volvía. Cada paso fue menos elegante que el anterior. Sus ojos brillaban y una sonrisa se extendía por su rostro. Podía ver su maná aumentando, y sus músculos estaban abultados.

Está borracha de sangre y batalla.

“¡ERES MUUUUY DESAGRADABLEEEEEEEEEEE!”

Epona agitó su puño tan fuerte como pudo, atravesando tanto a un orco como a un rehén.

“¡NOOOOOOOOOOOOOO! Yo… ¡LO HICE OTRA VEZ!”

Después del grito de Epona, los orcos cargaron contra ella, empujando descaradamente a los rehenes hacia adelante. Instintivamente, contraatacó, matando a más estudiantes.

El rostro de Epona se puso pálido y empezó a temblar.

… Tiene una habilidad que le hace perder la razón cuando pelea, y el impacto de matar gente la saca de ahí.

Epona vomitó antes de caer al suelo. Estaba claro que no podía seguir luchando.

“No hay forma de que pueda sentarme y mirar”, dije.

Salvar a los rehenes por mi cuenta hubiera sido imposible. Sin embargo, la presencia de Epona lo hizo posible. No solo había estado mirando distraídamente. Había estado trabajando en un plan y esperando el mejor momento para saltar y salvar a los cautivos.

Había llegado el momento de unirme a Epona. Ya había roto mi promesa una vez y no iba a volver a hacerlo. Todavía tenía que disculparme con ella, después de todo.