86 [Eighty Six]

Volumen 6: Lo Más Oscuro Antes Del Amanecer

Capítulo 2: La Vida No Es Mas Que Una Sombra Que Camina

Parte 2

 

 

Algo estaba mal con Shin. Eso es lo que Lena había estado sintiendo durante los últimos días. En la superficie, no había ningún problema del que hablar. Su redacción, preparación e informes para la próxima operación estaban en orden, y estaba tan tranquilo y sereno como siempre.

Pero sentía como si algo lo estuviera molestando. No podía deshacerse de ese sentimiento, ni podía imaginarse cuál era el problema. Y entonces Lena decidió sacarlo a colación ella misma.

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“¿Crees que algo ha estado molestando a Shin?”

“¿Por qué no le preguntas a él en su lugar?”

Al levantar la vista de su asiento en su oficina, encontró a Raiden sentado en el pequeño sofá cercano, sosteniendo una taza de té en una mano y mirándola con una expresión completamente exasperada. Como para decir: ¿Qué me estás pidiendo?

Lena frunció el ceño ante su respuesta. Shin no respondería esa pregunta incluso si ella le preguntara, y por eso le preguntó a Raiden, quien era el amigo más cercano de Shin. Tal vez si Raiden fuera el que planteara la pregunta, Shin realmente la respondería… Raiden lo negaría, por supuesto, pero la idea de que Shin le diría algo que no estaría dispuesto a compartir con ella la hacía bastante infeliz.

“¿Y tú, Shiden? ¿Te dijo algo?”

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“… Su Majestad, debe estar realmente arrinconada. ¿Le parece que el Pequeño Reaper y yo nos llevamos lo suficientemente bien como para tener una conversación de corazón a corazón? Sabe que no es el caso.”

Es cierto que cada vez que se veían, los dos empezaban a discutir y pelear como niños pequeños.

“Siempre pensé que era como decían: tienes ser cercano a alguien para discutir con esa persona…”

“No, no, no hay posibilidad de eso. El Pequeño Reaper y yo simplemente no nos gustamos. Como un lobo y un tigre, somos enemigos naturales. Simplemente nosotros dos no nos llevamos bien a nivel genético.”

“… Los lobos y los tigres no son enemigos naturales, y entre esos dos el tigre sale ganando. De todos modos, ¿cuál de ustedes se supone que es cuál?”

Ignorando la ocurrencia de Raiden, Shiden se metió otro pastel de té en la boca y lo masticó de forma claramente ruidosa y descortés.

“Pero sí, incluso yo puedo decir que hay algo raro en él. No es que vaya a hablar con nadie de ello. Podría ordenarle que lo hiciera, Su Majestad. Usted es su oficial al mando.”

“No es…”

Eso era cierto. Si un subordinado suyo mostraba problemas que podían interferir en el éxito de la operación, era su deber preguntarle y abordar el asunto u ordenarle que lo resolviera por sí mismo. Y si ambas cosas no eran posibles, tendría que apartarlo de la operación.

“… No es eso lo que quiero decir.”

Quería que él dependiera de ella como amigo, no como oficial al mando… Lena bajó los hombros.

Aun así, un oficial al mando tenía que considerar sus deberes.

“Shin, si algo te molesta, estoy dispuesta a prestarte un oído.”

“¿Qué es esto de repente?”

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Lena no sabía cómo dirigir la conversación hacia el tema, por lo que decidió seguir adelante e ir al grano. Shin respondió a su pregunta con una expresión de desconcierto. Frederica, que estaba en la oficina de Lena en ese momento, lanzó un suspiro exagerado por alguna razón.

“Pareces haber estado cavilando sobre algo por un tiempo. Estoy dispuesta a escuchar si deseas hablar al respecto, o podrías aumentar la frecuencia de tus sesiones regulares de asesoramiento.”

“Aaah…” Shin hizo una expresión de dolor por un momento.

Pero pronto sofocó esa emoción y negó con la cabeza.

“Es un asunto personal. Ni siquiera diría que me está molestando, per se.”

“Pero sería un problema si terminara interfiriendo con la operación…”

“Creo que siempre he apartado esas cosas durante las operaciones de combate… ¿O ha habido algún tipo de problema?”

Lena se quedó sin palabras. A decir verdad, la capacidad de Shin para completar los objetivos operativos no tenía ningún fallo.

Pero no pudo evitar la sensación de que había algo forzado y fabricado en la expresión que ahora lucía en su pálido y generalmente estoico rostro. Tenía el mismo aspecto de siempre, pero algo era diferente. Como si algo se tambaleara detrás de esa fachada, pero tenía que mantenerlo reprimido frente a Lena.

“Bueno, no, no hubo ningún problema, pero…”

No se le ocurrió nada para refutar eso. Y como Lena se calló, Shin siguió sin decirle nada. Mientras tanto, Frederica miraba a los dos sin decir nada con una expresión dudosa. Fue entonces cuando un golpe en la puerta rompió el incómodo silencio. Annette se asomó a la habitación. Para compensar la escasez de personal, ella y Grethe también habían llegado al frente con el resto del Grupo de Ataque.

“Lena, ¿va a durar mucho esta charla? Necesito que me prestes al Capitán Nouzen una vez que hayas terminado. Ya sabes, para ese asunto.”

Lena asintió perpleja mientras Shin la miraba interrogante. Era un asunto que ya había discutido con Annette, pero en realidad no era algo de lo que no pudieran hablar delante de otras personas.

“Sí, pero también pueden hablarlo aquí.”

Annette esbozó una sonrisa.

“Vamos. Supongamos que tiene que decirme que es demasiado difícil de aplicar durante la operación. ¿Quieres que lo diga delante de su oficial al mando…? Dudo que al Capitán le importe, y probablemente lo diría de todos modos. Pero se considerado con él.”

Eso era cierto.

“Sí, tienes razón… Entonces adelante, Capitán. Mis disculpas.”

Shin suspiró mientras salía de la oficina con Annette. Podría haber sido solo una coincidencia, pero se salvó. Cuando Lena le preguntó si algo le molestaba, se sorprendió mucho. No quería que ella, de todas las personas, se diera cuenta de que algo andaba mal con él, pero aparentemente, de todos modos, se notaba en su rostro.

La imagen de su expresión molesta y su voz preocupada como una campana de plata volvió a aparecer en su mente.

“Si algo te molesta, estoy dispuesta a escucharte.”

… Pero no puedo decirte.

¿Cómo podía decirle que nunca podría hacer realidad su deseo? Qué quería cambiarse a sí mismo, pero no sabía cómo hacerlo. Que no quería ser una carga para ella… Que no quería volver a herirla. ¿Cómo?

“Esas son todas nuestras intenciones. ¿Cuál es tu opinión como comandante en escena? Lena me dijo que no lo aprobara si pensabas que se interpondría en el camino para completar la operación.”

“No creo que se interponga en el camino de la operación, pero…”

Annette llevó a Shin a uno de los varios almacenes ruidosos que estaban llenos de municiones y paquetes de energía preparados para la próxima operación. Shin respondió a su pregunta, de pie en una de las esquinas mientras leía el documento electrónico que ella le entregó.


“Las maniobras de combate de un Reginleif pueden dañar tu cuerpo si no estás acostumbrado… Creo que será duro para un no combatiente como tú, Mayor Penrose.”

Annette se encogió de hombros despreocupadamente.

“Incluso Frederica ha subido a un Reginleif antes, ¿verdad? Si una niña pequeña puede soportarlo, no veo por qué yo no.”

“… Roger. Elegiré a alguien para que te transporte. Le recomiendo que se familiarice con él antes de tiempo, Mayor. Si lo desea también puedo organizar sesiones de entrenamiento para usted.”

“Gracias. Es muy amable de tu parte.” Dijo Annette.

Luego empezó a burlarse un poco de él.

“A pesar de todo, me imaginé que me escucharías. Cada vez que te pedía algo ridículos al final siempre solías ceder.”

Dijo esto sabiendo que Shin no parecía recordar mucho sobre su pasado. Lo que sí recordaba parecían ser los recuerdos más triviales y sin importancia. Sus respuestas siempre fueron casuales del tipo: no recuerdo, o un cortante: quizás. En este momento ella esperaba lo mismo, pero Shin se había quedado extrañamente silencioso.

“… ¿Capitán?”

“Realmente no…”

Shin miró hacia otro lado, por lo que no pudo encontrar su mirada.

“… Realmente no habría estado de acuerdo si me hubieras preguntado algo realmente ridículo… Rita.”

Los ojos de Anette se abrieron con sorpresa, pero al momento siguiente, bajó las cejas mientras una sonrisa nostálgica se dibujaba en sus labios.

“Bien, no soy solo la Mayor Penrose, ¿verdad?”

Rita. Así era como Shin siempre la había llamado antes de que lo enviaran al campo de internamiento. Sus padres habían fallecido… uno se había suicidado, mientras que el otro había perecido en una ofensiva a gran escala, y nunca le contó a Lena sobre este apodo. Después de enterarse de que Shin no la recordaba cuando se reunieron, pensó que nadie la volvería a llamar de esa forma.

“¿Recuerdas algo de mí?”

“No del todo. Siento que hay más cosas que no puedo recordar que las que sí, pero…”

Shin tomó un único y corto respiro.

“Pero la verdad es que nunca había perdido esos recuerdos. Así que pensé que debía disculparme por no recordar hasta ahora.”

“Está bien. No es tu culpa que no hayas podido recordar… Y si hubieras recordado todo, tendría que ser yo quien se disculpara.”

Sintiendo de repente una mirada sobre ellos, observaron a su alrededor sólo para encontrar a Fido espiando detrás de la sombra de uno de los contenedores. Annette lo ahuyentó con un gesto de la mano. Un Carroñero no podía tener voluntad ni emociones propias, pero la forma en que sus grandes y redondos sensores ópticos parecían mirarlos daba la impresión de que estaba preocupado por Shin. Era bastante bonito.

Como nota trivial, Fido era el mismo nombre que Shin le había puesto a su perro mascota cuando era pequeño. Sus simplistas convenciones de nomenclatura no parecían haber madurado.

Annette no podía decir exactamente cuándo se había acordado más de ella, pero probablemente había estado esperando el momento adecuado para mencionarlo.

Últimamente, Lena estaba algo atormentada por el hecho de que Shin parecía estar rumiando algo, así que tal vez estuviera relacionado con este cambio en su estado mental.

Sí, Lena. Ahora mismo, Annette no era la amiga de la infancia del joven que tenía delante… sino la amiga de Lena.

“Oh, y sobre lo de antes. Me imaginé que si no interfería, las cosas se pondrían molestas, pero no te preocupes demasiado por Lena. El hecho de que estés siendo raro ha estado pesando en ella desde hace días. Tuvo que armarse de valor para hacerte esa pregunta, así que no la desprecies demasiado, ¿está bien?”

“………”

Annette se dio cuenta, con una pizca de exasperación, de que su costumbre de responder con silencio cada vez que las cosas le resultaban incómodas no había cambiado nada. Habían pasado diez años y seguía actuando como un niño pequeño.


Pero eso era probablemente porque, en cierto modo, seguía siendo un niño. Shin era un Ochenta y Seis que sirvió cinco años en un campo de batalla donde estaba destinado a morir. No debía tener un futuro y no necesitaba pensar en lo que pasaría cuando se convirtiera en adulto.

Así que no podía convertirse en esto que ni siquiera había pensado. Los adultos fueron los primeros en irse, y así sólo quedaron los niños en el Sector Ochenta y Seis. No tenían padres ni maestros ni hermanos mayores que les sirvieran de ejemplo.

Fue entonces cuando Annette se dio cuenta:

Eso es… realmente malo.

No saber a dónde vas. Tener que vivir sin saber siquiera lo que quieres…

“Oye, espero estar pensando demasiado en esto, pero… ¿Podría ser que lo que te preocupa es…?”

De repente, los ojos rojos como la sangre que tenía delante se enfriaron. Habiendo experimentado este cambio en la actitud de Shin por primera vez, Annette tragó nerviosamente.

“… ¿la Legión?”

“Sí… Lo siento. Mi escuadrón probablemente va a desplegarse ahora.”

Lo que significaba que tenía que irse.

“Bien. Cuídate ahí fuera.”

Incluso unos minutos después de que Shin se fuera, Lena todavía estaba abrumada por un estado de ánimo incómodo. Frederica, que se había mantenido callada hasta ahora, abrió los labios para hablar.

“En mi opinión, nada bueno saldrá de tener tanta prisa.”

Dándose la vuelta para mirarla, Lena descubrió que los ojos rojo sangre de Frederica no estaban fijos en ella, sino que seguían los movimientos de Shin desde el otro lado de la gruesa pared de cemento.

“Shinei no es tan fuerte como crees. Tampoco se comprende a sí mismo… Está lleno de dudas, ésa, y lo ha estado durante bastante tiempo. Y apresurarlo por una respuesta solo serviría para arrinconarlo aún más…”

“¿………?”

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Shin… ¿no era fuerte?

“Eso no puede ser correcto…”

“Seguramente, recuerdas el momento en te encontraste con Shinei.”





Lena parpadeó una vez. ¿Cuándo se lo encontró? ¿Junto al monumento Juggernaut? No… “Te refieres a cuando luchamos contra el Morpho, ¿verdad?”

“Sí. Piensa en cómo era Shinei en ese momento. Él, la forma en que actuó entonces, eso también es parte de Shinei. Un lado de sí mismo que nunca hubiera querido mostrarte.”

Recordó la voz que había escuchado entonces, en aquel campo de batalla de flores de lycoris. La persona con la que había hablado en el pasado… Shin… era…

En ese momento, una alarma estridente resonó en la pequeña oficina.

“¡¿Qué es esto?” Exclamó Frederica.

“¡Esta alarma…!”

No debería haber habido una cacería hoy, pero varias unidades fueron enviadas a las zonas en disputa, creando una desviación destinada a ofuscar su plan. Y el escuadrón que se había desplegado era…

“¡Fueron alcanzados por una contraofensiva de la Legión y se vieron obligados a retirarse…!”

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Cuando Shin llegó al hangar, varios de los miembros del escuadrón Spearhead ya estaban presentes. Siguió el cabello carmesí de Kurena mientras ella corría hacia la sala de espera y llamaba a Guren. La fuerza que tenían en alerta en caso de emergencia ya se había desplegado, pero el número del enemigo era demasiado grande. No tenían suficiente potencia de fuego para mantener la línea hasta que sus aliados dispersos pudieran retirarse a un lugar seguro.

“Guren, el escuadrón Spearhead se está desplegando… ¿Estamos listos para partir?”

“Por supuesto que lo estamos. No sería un gran trabajador de mantenimiento si hurgar en los restos de la Legión me hiciera olvidar el mantenimiento de las unidades, ¿verdad?”

Al volver la mirada, Shin vislumbró a Touka aferrándose a Undertaker mientras terminaba de cargar municiones en él. Fido y el resto de los Carroñeros se alinearon mientras los cargaban con paquetes de energía, municiones y otros armamentos que fueron utilizados exclusivamente por algunas de sus unidades.

“Hay una tormenta de nieve ahí fuera… Solo mira.”

“Cierto.”

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Shin asintió y, mientras se alejaba, desplegó su bufanda por un momento para conectar su dispositivo RAID. Envolviendo la bufanda alrededor de su cuello de nuevo, activó la Resonancia Sensorial.

El Grupo de Ataque no tenía muchos oficiales, por lo que a los oficiales de estado mayor se les otorgaba regularmente el derecho de mando. Sin embargo, Shin no llamó al comandante; simplemente resonó para comprender la situación antes de informar.

La situación estaba bastante mal. Las transmisiones de los miembros del escuadrón llegaron a toda velocidad, sus voces se superpusieron en la confusión: el segundo pelotón está aislado. Sin municiones. Nos han encallado. Solicitando rescate… Teniente Segunda Irina Misa, KIA.

El rostro de esa chica madura que había servido como vicecomandante de Rito en el escuadrón Claymore apareció en la mente de Shin. A diferencia de Rito, ella era dócil y obediente. Ella era, junto con Rito, una de las compañeras de escuadrón de Shin en el Sector Ochenta y Seis antes de que lo trasladaran a otro escuadrón. Había estado al lado de Rito hasta las ofensivas a gran escala.

Recordó su sonrisa reservada y las conversaciones ocasionales que habían tenido. Pero era solo un vago recuerdo, y mientras su mente se agudizaba en preparación para la batalla, el recuerdo hizo poco para despertar cualquier emoción. Desterró ese pensamiento a un rincón helado de su mente.

Ahora no había necesidad de emocionarse. Su mente, afilada como una espada, se lo dijo.

Cuando entró en la sala de reuniones, una voz lo llamó desde un lado.

“Shin.”

Era Lena, que luchaba por recuperar el aliento. Su dispositivo RAID estaba conectado a su cuello, como se esperaba. Como su comandante táctica, por supuesto escuchó el informe de la muerte. Sus ojos plateados se nublaron con un profundo dolor. Pero al momento siguiente, lo había reprimido con su propia fuerza de voluntad.

“Comenzaremos la sesión informativa tan pronto como todos estén reunidos. Será rápido, así que podrán partir lo antes posible.”

“Roger.”

Abrió la puerta y dejó que Lena entrara primero. Los miembros del escuadrón que ya estaban allí entraron en la sala a la vez. Los pasos nerviosos y las voces de los que se habían retrasado en llegar al hangar se oían de fondo.

Shin vio pasar su cabello plateado mientras ella entraba, y fue entonces cuando se dio cuenta: en ese momento Lena estaba de duelo. Sus palabras y actitud no hicieron nada para demostrarlo, pero eso fue solo porque había reprimido sus emociones como parte de su deber como comandante. Pero la muerte de Irina le dolió.

Y, sin embargo, no podía sentir ningún dolor. Por supuesto, en parte se debía a que su mentalidad había cambiado en preparación para la batalla. El campo de batalla no ofreció ningún respiro para lamentar la muerte de un amigo. El dolor y el lamento eran para cuando la batalla terminara… de lo contrario, uno simplemente seguiría a ese camarada muerto a la tumba. Shin lo sabía muy bien después de siete años de lucha.

Y, sin embargo, había más que eso. Para los Ochenta y Seis, la muerte era una forma de vida. Era normal esperar que un Ochenta y Seis muriera. Era cierto para todos… Incluso para el mismo Shin. Una parte de él realmente creía esto…

Shin sintió un pequeño escalofrío recorrer su cuerpo. Solo podía verse a sí mismo como un monstruo. Un monstruo que caminaba por un camino solitario hacia el campo de batalla, pavimentado por los cadáveres de sus compañeros. Solo un monstruo daría por sentada la muerte de quienes lo rodean.

Pensó que ya se había dado cuenta de que esta no era una forma de vivir… que vivir como si uno fuera a morir al día siguiente, apresurarse hacia la muerte, pasar por encima de los cadáveres y tener sed del fin, no era una forma de pasar por la vida. Pensó que se había dado cuenta de que tenía que tener esperanza en el futuro, incluso si no podía imaginarlo.

Pero se sintió como si alguien lo hubiera agarrado de la mano. Como si en el momento en que trató de avanzar, alguien lo hubiera agarrado con tanta fuerza que no pudo librarse de su agarre. Pero cuando se dio la vuelta, se encontró cara a cara con su propio yo… un Shin más bajo y más joven, de antes de que su voz se quebrara. Fue el Shin quien acababa de poner un pie en el Sector Ochenta y Seis, cuando la gente solo había comenzado a llamarlo Reaper porque todos siempre lo dejaban atrás y morían.

El joven Shin le sonrió. Después de todo…

Estaría mejor viviendo como si fuera a morir mañana, pensando que la muerte es solo una forma de vida para los Ochenta y Seis. Es mejor que no piense en el futuro que nunca tendré… ni en ningún futuro.

Y tú eres igual. Te diriges a la muerte en el Sector Ochenta y Seis, a lo largo de una carretera pavimentada con cadáveres.

Un monstruo obsesionado con la muerte.

“¡………!”

Se había dado cuenta de una mentira que se había dicho a sí mismo y eso lo llenó de pavor. Pero incluso esa emoción fue dejada de lado al momento siguiente, casi automáticamente. Esto fue llevado a cabo por su conciencia, que se había acostumbrado demasiado al campo de batalla y ahora era más mecánica que humana.

La razón por la que no podía dejar de lado su identidad como Ochenta y Seis no era porque no podía renunciar a ese orgullo. Fue porque en algún lugar de su corazón, todavía deseaba ese destino. Ese destino de morir con certeza en algún momento…

Estaba nevando cuando se desplegaron para apoyar a la unidad en retirada, tal como había dicho Guren. Aparentemente, esta tormenta de nieve había estado arrasando desde antes del amanecer. El velo blanco inhibía la visibilidad de sus sensores ópticos, y sus sistemas de puntería y miras láser no iban mucho mejor.

Pero esas condiciones también se aplicaban a la Legión. El escuadrón Spearhead estaba comandado por Shin, quien era capaz de señalar la posición del enemigo sin depender de la vista, por lo que, en cierto sentido, en realidad tenían la ventaja.

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La brisa de la montaña a veces soplaba el viento nevado sobre ellos en forma de sábanas, y un bosque virgen de árboles de coníferas se alzaba delante como una sombra oscura en el blanco cegador. Si atravesaran ese bosque, el viento no sería tan intenso.

El Undertaker de Shin condujo con cautela al escuadrón Spearhead a través del camino oscuro y sin senderos. La nieve era sólida en el clima bajo cero y hacía crujidos cuando la atravesaban. La proximidad de los lamentos de los fantasmas lo alertó de que se habían infiltrado en la zona de combate.

Comprobó la pantalla del radar, que apenas logró captar los puntos azules de sus aliados, y llamó.

“Rito.”

La Resonancia Sensorial conecto. Esto confirmó que la persona a la que estaba llamando no estaba muerta o inconsciente, pero la respuesta de Rito llegó casi alarmantemente tarde.

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