86 [Eighty Six]

Volumen 5: Muerte, No seas Orgullosa

Capítulo 1: La Melancolía De Los Monstruos

Parte 5

 

 

“… Hace mucho frío aquí… ¡Pero la ciudad florece! Me atrevería a decir que más de lo que uno podría esperar de una capital en tiempos de guerra.”

La capital del Reino Unido, Arcs Styrie, era una ciudad antigua con una historia tan legendaria como la del propio país. El paisaje urbano hablaba de la prosperidad, el desarrollo y los innumerables disturbios y trastornos en su pasado, con una vista peculiar de muchos edificios, cada uno construido en diferentes momentos a lo largo de varios siglos.

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La tendencia era que los exteriores se pintaran con colores brillantes, de una manera típica de una tierra cubierta por la nieve durante la mitad de cada año.

Hoy, también, las nubes del Eintagsfliege ocultaron el sol y la nieve ligera cayó del cielo. La vía principal estaba llena de transeúntes, con coloridas tiendas y puestos que conformaban el mercado.

Con un abrigo de la Federación sobre su uniforme de la República, Lena miró a su alrededor contemplando la animada ciudad con los ojos muy abiertos. Annette, también con abrigo, así como Grethe, Frederica y Raiden, que habían venido como escolta, también miraron a su alrededor con curiosidad.

Ese día, después del desayuno, el jefe de la división de tecnología, un hombre tan delgado que estaba casi esquelético, había propuesto que, ya que tenían tiempo libre, salieran a conocer la capital, señalando que de esa manera las damas también tendrían la oportunidad de hacer compras. La mitad de la oferta era por consideración, y la otra pretendía mejorar las relaciones diplomáticas.

Y, de hecho, querían mostrar la abundancia y prosperidad de su país a los primeros oficiales de campo que visitaban desde el extranjero en más de una década… y al hacerlo, también enfatizaron casualmente la fuerza de su ejército.


Shiden y Shana habían dejado pasar la oportunidad, mientras que Shin aparentemente había sido llamado por Vika, por lo que se quedaron en el palacio. Los guardias reales habían invitado al grupo de Shiden a hacer un recorrido por el museo militar.

“Increíble… supongo que eso es lo que uno podría esperar de la capital milenaria del poderoso país del norte, Roa Gracia…”

“Creo que necesitábamos un descanso, por lo que la oferta del oficial llegó en el momento adecuado. Esa tecnología es realmente un poco difícil de asimilar.”

“Me alegro de que ambos lados tuvieran algo que enseñar al otro sobre el Para-RAID, pero… Incluso si dicen que usaron voluntarios dispuestos, es un registro de experimentación humana tras otro… Es un poco, una especie de, en realidad… Sabes…”

Intercambiando sonrisas amargas, Grethe y Annette hablaron sobre los Sirin y sus tecnologías relacionadas. Escuchar que esta tecnología no podía ser adoptada por la Federación hizo que Grethe acunara su cabeza con desaliento.

Algunas de las estructuras que componían la glamorosa ciudad eran cuarteles, armerías y otras instalaciones militares utilizadas por el cuartel general de la división de defensa de la capital, y muchas de las personas que caminaban estaban vestidas con el uniforme morado y negro del ejército del Reino Unido.

Al igual que en la Federación, se veía a los soldados como sujetos dignos de respeto. Una joven soldado Beryl que caminaba cerca fue recibida con un educado asentimiento por parte de un hombre mayor Iola, de cabello violeta.

Annette miró a su alrededor y dijo: “Los viola son los ciudadanos y los otros grupos étnicos de los territorios conquistados son los siervos, ¿no? Pero considerando todo, los siervos pueden vivir normalmente.”

Niños de sangre pura viola, es decir, ciudadanos, estaban jugando con una pelota, pero niños siervos de otras etnias jugaban a su lado como si no hubiera diferencia entre ellos.

Un par de personas de diferentes colores estaban sentadas en la misma mesa en una cafetería, charlando mientras tomaban un café.

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Una anciana Celesta que dirigía un puesto estaba discutiendo ardientemente sobre el precio de un tarro grande de miel con una mujer Taaffe. Las negociaciones concluyeron con un fuerte apretón de manos, tras lo cual las dos intercambiaron una factura por la mercancía y se despidieron con una sonrisa. “Vendré de nuevo” y “Siempre eres bienvenida”, dijeron las dos con expresiones de satisfacción.

En general, los siervos eran la clase trabajadora y los ciudadanos eran la clase media, y como tal, había una diferencia en la calidad de su ropa y pertenencias personales, pero los siervos no eran considerados esclavos o intocables… no había indicios de que algunos niños fueran tratados como una raza inferior, como alguna se trató a los Ochenta y Seis.

La guardia de palacio asignada al grupo de Lena como guía e intérprete sonrió. El idioma oficial del Reino Unido era diferente solo en dialecto del de la República y la Federación, pero como algunos de los siervos descendían de territorios conquistados que tenían diferentes esferas culturales, varios de ellos hablaban en idiomas completamente diferentes.

“Se espera que los ciudadanos cumplan el servicio militar, mientras que se espera que los siervos manejen la producción.” Explicó el guardia. “En cierto modo, es una diferencia entre el servicio militar obligatorio y la obligación tributaria. Pero con la situación como está ahora, la realeza está animando a los siervos a unirse voluntariamente al ejército.

“Como él.” Dijo, haciendo un gesto hacia un centinela. Era un hombre Rubis reservado que parecía tener unos veinte años, llevaba una insignia nueva de rango de subteniente y les sonreía con tímido orgullo. Todo esto significaba que la educación superior estaba abierta a todos, al menos a aquellos con los medios para pagarla.

Como había dicho Vika, el Reino Unido pudo haber sido una monarquía despótica, pero no ejerció ninguna presión política sobre sus ciudadanos. No hizo nada que pudiera provocar malestar o insurrección, ni creó diferencias de clase innecesarias. A diferencia de la República, que, después de quitarle todo a los Ochenta y Seis confiscando sus activos para financiar la construcción del Gran Mur y obligándolos a alistarse, los había marcado como subhumanos. “… ¿Milizé? ¿Qué pasa?”

“Nada.”

Sacudiendo la cabeza vagamente, luego Lena dijo dubitativamente:

“Por cierto… me pregunto ¿qué negocios tenía Vika con Shin?”

Se le dijo a Shin que viniera con su abrigo puesto, y con razón, ya que la escalera subterránea que Vika le hizo descender estaba extremadamente fría.

“Las montañas más al norte del Reino Unido son la cordillera Desgracia Helada. Allí hay una gruta de hielo que se extiende hasta el subsuelo del Reino, donde se construyó el mausoleo real. El hielo aquí nunca se derrite, por lo que hace frío incluso en verano… Es un gran desastre si uno de los hijos de los sirvientes se cuela aquí sin cuidado.”

La escalera en sí, que parecía estar tallada en piedra glacial, dibujaba una suave espiral mientras descendía profundamente bajo tierra. El lugar estaba incrustado con grandes conchas de turbante verde que brillaban en los siete colores prismáticos.

La gabardina emitida por los militares de la Federación estaba hecha para luchar en las trincheras heladas del nevado norte de la Federación y era impermeable y protectora contra el frío.

Aun así, Shin frunció el ceño mientras el frío le apuñalaba los pulmones con cada respiración que tomaba. Vika, que caminaba adelante, exhalaba bocanadas de aire igualmente visibles.

“… En tiempos antiguos, los de noble cuna eran naturalmente reyes. Los reyes eran vistos como dioses vivientes a quienes se les había dado carne, dotados de poderes únicos. La telepatía y psicometría de un Pyrope, la destreza marcial de un Onyx, la intimidación de un Celena. Muchos de ellos disminuyeron y se desvanecieron con la mezcla de sangre y el paso del tiempo, pero aún permanecieron en tierras donde la realeza y la nobleza retuvieron su autoridad y linaje. Eso también se aplica al Imperio de Giad y al Reino Unido. Entre ellos estaba el intelecto aumentado de los Amatista… en pocas palabras, linajes que producen genios extraordinarios.”

Solo se escuchó un par de pasos; Shin no hizo ningún sonido mientras caminaba, y no había nadie más que él y Vika. Siendo un comandante, si Vika tenía negocios con alguien, sería Lena, pero él únicamente había llamado a Shin. Shin, un solo Procesador que normalmente sería visto como nada más que un peón.

La intención de Vika no estaba clara. Con su voz llena de la fuerte aversión que había sentido al ver al Sirin, Shin hizo una pregunta con una voz terriblemente cortante. Para empezar, no podía molestarse en presentar sus respetos a alguien de mayor autoridad.

“… ¿Por qué me estás diciendo esto?”

“¿Mmm? Porque eres un Pyrope Esper, por supuesto. Tu línea de sangre del lado de tu madre, los Maikas, se extinguió durante la persecución de los otros Ochenta y Seis… Pensé que estarías interesado en aprender un poco sobre eso. ¿Estaba equivocado?”

“No me importa.”

“¿Mmm?”

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Vika se volvió hacia él con una expresión algo dudosa, pero finalmente se dio la vuelta y se encogió de hombros.

“Bueno, independientemente de si estás interesado, este es, lamentablemente, un prefacio necesario a mi tema principal. Ten paciencia conmigo, incluso si lo encuentras aburrido.”

Vika descendió del último escalón de la larga escalera, el sonido de sus botas militares resonaba pesadamente. Al final del pasaje envejecido hubo un cambio repentino en una nueva puerta metálica de última generación, que reconoció algo que Vika llevaba y se abrió automáticamente. Un aire gélido, incluso comparado con la fría escalera, salió silenciosamente de la puerta, pero Vika no prestó atención al frío mientras cruzaba el umbral.

“La familia real es el último linaje Amatista que posee habilidades Esper, y al mismo tiempo somos guardianes de mucho conocimiento y sabiduría que de otro modo se perdería en el tiempo.”

La luz iluminó la oscuridad incognoscible, brillando radiantemente y centelleando sobre todo. El lugar era una enorme cúpula que parecía estar hecha completamente de hielo, llena de azul transparente hasta donde alcanzaba la vista.

El hielo era tan grueso que la pared rocosa de detrás no se veía a través de él. Un azul infinitamente transparente y sin fondo.

Innumerables carámbanos se extendían desde el techo de la cúpula, que se sentía como una especie de capilla pagana, y un camino de hielo se extendía más lejos del área espaciosa en la que se encontraban.

Casi molesto, incluso aquí el hielo estaba incrustado con malaquita y amatista en forma de las plumas de un pavo real, que centelleaban en la superficie de las paredes heladas.

Pero lo que llamó la atención de Shin de inmediato no fue la colaboración entre lo natural y lo artificial. Corriendo a lo largo de las paredes heladas de la cúpula y a ambos lados del pasillo, como formaciones de cristales, había innumerables…

… Ataúdes hechos de hielo.

Los ataúdes tenían forma de huevo y estaban hechos de plata y vidrio. Cada uno de ellos contenía una figura vestida con un uniforme o vestido morado y negro.

La mayoría eran adultos, pero algunos ataúdes contenían niños o bebés. Otros contenían lo que parecían ser solo pedazos de cuerpos envueltos en ataduras o algún efecto personal enterrado en su lugar. El interior estaba lleno de hielo muy transparente y el emblema de un unicornio tallado en la superficie del vidrio con un láser estaba entrelazado con una fina capa de escarcha.

De pie entre los ataúdes, Vika se dio la vuelta, el dobladillo de su bata blanca se derramó hacia adelante.


“Y como símbolo de ese legado, se conservan nuestros restos. Todos los descendientes de la línea Idinarohk están consagrados en este mausoleo helado. Las generaciones anteriores ya están más o menos momificadas a estas alturas, por supuesto… Ahora bien.”

Señaló hacia un ataúd que estaba justo detrás de él. El de al lado seguía vacío. Dentro de ese ataúd había una mujer que extendía las manos como si flotara en el agua con los ojos suavemente cerrados.

“Esta es Mariana Idinarohk… mi madre.”

Los restos de la mujer sellados dentro del ataúd se parecían mucho a Vika, que estaba justo frente a él. Si no hubiera sido por las diferencias de edad y sexo, habrían sido un reflejo exacto el uno del otro.

Parecía tener veintitantos o treinta años y estaba vestida con un magnífico vestido violeta, el color de la realeza del Reino Unido, y en la frente tenía una tiara de plata con piedras preciosas talladas.

Pero fue entonces cuando Shin sintió que algo andaba mal. La delicada tiara plateada sobre los restos de la reina Mariana. De todos los fallecidos alineados aquí, ella fue la única que usó una corona.

E incluso Shin, siendo su conocimiento de los adornos tan escaso como era, podía decir que su posición era errónea. Después de todo, no se usaba una tiara justo encima de los ojos.

Y justo debajo del brillo plateado de la tiara, una línea roja recta se cortó en su frente blanca. A diferencia de los vivos, una herida infligida a un cadáver nunca sanó… una parte que se abrió con un corte nunca se cerró realmente.

Vika sonrió levemente.

“Así que lo has notado… Eso es correcto. Al cadáver de mi madre le falta el cerebro. Porque lo extraje. Hace trece años.”

No había forma de que Shin no se diera cuenta cuando le dijeran eso. La Legión se había desarrollado hace doce años. Y también…

Mariana.

“El Modelo Mariana…”

“Sí. La inteligencia artificial que fue la base de la Legión, la plaga de la humanidad. El componente que lo compuso… fue mi madre.”

O, mejor dicho, su cerebro.

Así era como, pensó Shin amargamente. Así fue como a la Legión se le ocurrió la absurda idea de asimilar las redes neuronales de los humanos para reemplazar sus procesadores centrales. Si estuvieran originalmente basados en un cerebro humano, en un intento de reproducir uno, entonces simplemente estaban funcionando según lo diseñado, de acuerdo con la hipótesis.

Pero quedaba una pregunta.

“… ¿Por qué?”

Esa única pregunta estaba llena de dudas. ¿Por qué hacer tal cosa? ¿Por qué ir tan lejos como para profanar los restos de su propia madre? ¿Por qué usar a tu madre, aunque solo sea su cadáver, como conejillo de indias?

Pero Vika simplemente se encogió de hombros claramente.

“Quería conocerla.”

A pesar de que tenían la misma edad, y contrariamente a su elegante apariencia, hablaba con el tono de un niño pequeño.

“Mi madre falleció poco después de darme a luz… Nací de un parto difícil y ella perdió demasiada sangre… algo que puede suceder durante cualquier parto, y por lo que padre investigó, no hubo ningún juego sucio involucrado. Y aun así…”

Quebrándose, Vika miró a su madre en su ataúd. Esas manos blancas, que puede que nunca lo hayan sujetado.

“… Nunca conocí la voz de mi madre.”

Las palabras que salían de sus labios estaban llenas de un anhelo por algo que nunca había tenido… y por eso resonaban con una terrible soledad.

“Incluso los Espers Idinarohks no puede recordar lo que ocurrió justo cuando nacieron. Hablé con mi padre, con mi hermano Zafar y con mi nodriza, pidiéndoles que me contaran todo lo que pudieran recordar de ella. Pero no pudo llenar el vacío.”

“…”

“… Pero si ese es el caso…”

Sus delgados labios se contorsionaron repentinamente hacia arriba en una sonrisa mordaz y morbosa. Vika sonrió, sus ojos violetas imperiales brillando con reminiscencias. Como un monstruo. Como un demonio. De alguna manera, Shin sabía que, hace trece años, un Vika tan joven que Shin no podía imaginar que había tenido la misma sonrisa en sus labios.

Esa sonrisa demasiado inocente.

“Si no la conocí… si la perdí… solo necesito traerla de regreso. Eso es lo que pensé… Porque sus restos, su cerebro, con todos sus recuerdos y personalidad intactos… ¡se conservaron aquí mismo…!”

Delirio fanático, completamente ausente de toda restricción. Profanaría los restos de una persona, sellaría sus recuerdos y personalidad en una máquina y, al hacerlo, trascendería la muerte… Sus ojos estaban ausentes de toda culpa o temor ante la perspectiva de haber cometido tal tabú.

No había distinción entre el bien y el mal. Nada más que la absoluta frialdad… que veía satisfacer su deseo como el único absoluto.

Un escalofrío como nunca antes había conocido recorrió a Shin. No pudo ver su propia expresión, pero era muy consciente de lo severa y tensa que era. Lo que estaba frente a él no era un humano, sino un monstruo genuino e inocente que no conocía ni la humanidad ni la razón.

Tragando sus emociones, preguntó:

“… ¿Y entonces?”

Vika se encogió de hombros con indiferencia.

“Fallé.”

Los muertos nunca más podrán caminar verdaderamente entre los vivos. Incluso Vika no pudo revocar esa ley.

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“El cerebro de mi madre se perdió en vano, y fui acusado de profanar los restos de la reina y despojado de mis derechos de sucesión. Lo que estuvo bien; para empezar, nunca quise tal cosa, pero… en ese momento, todavía no me había rendido con mi madre.”

Pensó que tal vez su error era ser demasiado joven. Tal vez le faltaban conocimientos, o tal vez había un agujero en su teoría… había fracasado porque se había equivocado en algo. Así era como Vika seguía viendo el mundo en ese momento. Que, si uno empleaba el método correcto, siempre se produciría el resultado deseado. Creía inocentemente que el mundo funcionaba de forma tan ordenada y satisfactoria.

Creía que las cosas siempre irían bien.

“Así que subí todos mis datos a la red pública.”

En ese momento, no imaginó que sería un acto que haría tambalear el equilibrio militar de los países vecinos. Puede que fuera el más joven, pero seguía siendo el príncipe de un gran reino. Su nombre era muy conocido a pesar de tener sólo cinco años de edad. Sus escritos no tenían ni la apariencia ni la composición lingüística de algo digno de ser llamado tesis, y dado el absurdo tema de resucitar a los muertos, la mayoría de los investigadores ni siquiera les dedicaron una sola mirada. Sin embargo…

“Fue entonces cuando conoció a la Mayor Zelene Birkenbaum.”

“Sí. Algunas personas curiosas y caprichosas se pusieron en contacto conmigo de diferentes países, y ella fue una de ellas.”

Uno de los pocos que, a pesar de la edad del escritor y su estilo de escritura infantil, reconoció el potencial de este nuevo modelo de inteligencia artificial fue Zelene. En ese momento, estaba investigando armas autónomas en el laboratorio militar imperial.

“Sabía lo que Zelene estaba investigando y lo que estaba pensando cuando desarrolló esas armas autónomas… la Legión. Pero…”

No pensó que acabaría volviendo esa arma contra él. Que el Imperio enseñaría sus colmillos a todos los demás países. Nunca se dio cuenta de la consecuencia que tendrían las acciones que realizó para cumplir su sueño…

“… Para cuando el Imperio declaró la guerra, Zelene ya había fallecido… Aunque indirectamente, yo fui quien robó tu patria y tu familia. ¿Me odias por eso?”

Extendió los brazos. Por el aleteo de su ropa, era evidente que no portaba armas de fuego. Estaba completamente indefenso, sin un solo escolta o guardaespaldas que lo defendiera. Probablemente esa era su idea de buena fe. Después de todo, Vika nunca le dijo a Shin que no trajera armas de fuego cuando lo llamó. Y Shin todavía llevaba su pistola sobre él, tal como se había acostumbrado a los años en la República.

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Pero Shin respondió, con la mente fija en el familiar peso que llevaba:

“… No.”

Nunca había pensado en la República como su tierra natal, y apenas recordaba a su familia ni nada de esa época pasada. Si Vika dijo que le habían robado, probablemente tenía razón, pero para Shin… eso ya no contaba como cosas que había perdido. Era lo mismo que si nunca hubieran existido para empezar, y si era así, no había nada que resentir… Nada que odiar.

“No creo que me las hayan robado… E incluso si lo fuera el caso, no tuviste nada que ver con eso.”

“… Una vez más, hablas con indiferencia, como si nunca hubieras necesitado esas cosas en primer lugar. Aunque tuviste una madre, a diferencia de mí.”

Vika negó con la cabeza con una sonrisa amarga. Sus ojos violetas se nublaron de envidia y celos por un momento, antes de que esos sentimientos fueran borrados en una fracción de segundo.

“Ahora bien. Aunque pareces bastante desinteresado en general, esto concluye mi confesión. Pasemos al tema principal, el Reaper sin cabeza del Sector Ochenta y Seis.”

¿Cómo se podría describir la expresión de Vika en ese momento? Era tanto una mirada de súplica como de terror. Como si deseara juicio y deseara esperanza. Como si deseara tanto una respuesta afirmativa como palabras de negación y, aunque las temiera todo el tiempo, no pudo evitar preguntar:

“¿Mi madre… todavía está aquí…?”

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Deseaba oír hablar de la paz eterna de su madre, pero al mismo tiempo deseaba volver a verla.

Así que para eso me llamó, pensó Shin de un humor extrañamente vacío. Su capacidad para escuchar los gritos de los difuntos que perduraron después de la muerte. Con eso, podría decir si la madre de Vika todavía estaba aquí o si había ganado la paz de la muerte. Quizás volvería a intentar resucitarla.

Lo intentaría o se resignaría a darse por vencido… porque sabría si ella estaba presente.

¿Eso era realmente algo en lo que estar tan obsesionado? El pensamiento cruzó la mente de Shin débilmente. Shin no podía recordar el rostro de su madre, pero no sentía ningún arrepentimiento por ese hecho. Y, aun así, Vika deseaba profundamente la voz de una madre que nunca había conocido, que nunca lo había abrazado.

Cara a cara con Vika, Shin negó con la cabeza.

“No.”

Su hermano, Kaie, y los muchos Ochenta y Seis que habían muerto estaban atrapados en el campo de batalla, con la Legión usando sus estructuras cerebrales como procesadores centrales. A pesar de que habían muerto y deberían haber vuelto a donde pertenecían, permanecieron atrapados.

No había pensamientos ni apegos persistentes, y desde luego no tenían ningún afecto. Las emociones no podían anular las reglas de la naturaleza. El mundo… simplemente no era lo suficientemente amable como para dejar tanto atrás. No era amable con nadie, ya fuera vivo o muerto.

El deseo de Kiriya de vengar a Frederica se había quemado con la destrucción del Morpho. Y su hermano, el hermano que lo había esperado durante tanto tiempo, había desaparecido una vez que perdió al Dinosauria que le había servido de contenedor.

Desaparecido. Ya no estaban en ningún lado.

“Los restos de tu madre son solo un cadáver. No puedo escuchar ninguna voz proveniente de él… Tu madre ya no está allí.”

“Entonces, ¿qué pasa con Lerche?

Shin frunció el ceño, ya que la siguiente pregunta lo sorprendió.

“¿Qué pasa con los Sirins? Podías escuchar las voces provenientes de ellos, ¿verdad? Lerche está… Están dentro de esos cuerpos. Entonces, ¿las almas dentro de esas chica… anhelan pasar?”

“……… Sí.”

Shin asintió, preguntándose todo el tiempo por qué a Vika le importaba tanto si para él solo eran partes de un dron. Pero Shin podía escucharlo de ellos. No era un grito ni un lamento de angustia, pero podía escuchar el sollozo en esas voces. La voz de una chica que nunca había conocido antes y de innumerables soldados desconocidos.

“Siguen llorando… diciendo que quieren seguir adelante.”

Vika esbozó una sonrisa débil, ligera pero amarga. Una sonrisa de autocrítica.

“… Ya veo.”


Shin volvió a mirar a Vika y separó los labios para hablar. Como siempre, no podía entender o relacionarse con la persona que tenía delante.

“¿También puedo preguntarte algo?”

Vika parpadeó una vez en lo que pareció sorpresa.

“… Sí. Si hay algo, puedo responder.”

“¿De verdad tienes tantas ganas de conocer a tu madre, cuando ni siquiera has escuchado su voz?”

Había entendido que este hombre no sentía aversión a abrir sus restos. Pero, aun así, era el cuerpo de una persona, con la masa y el peso de una mujer adulta. Y el cráneo humano estaba duro.

Y, sin embargo, Vika, que entonces tenía cinco años, todavía se lo llevo y abrió. ¿Realmente había llegado tan lejos sin otra razón que su deseo de volver a verla? ¿Para alguien cuya voz nunca había conocido, alguien que nunca había conocido, alguien que era su madre sólo de nombre?

Vika pareció estupefacto por un momento.

“Bueno, sí. Aunque tienen diferentes formas de expresarlo, los niños aman a sus padres. Especialmente si no pueden reunirse con ellos… Entonces permíteme hacerte la pregunta, pero tu…”

Interrumpiéndose, Vika entrecerró los ojos.

“… ¿No deseas ver a tus padres?”

“No hay que reunirse con los muertos.”

Esa era la ley cósmica irreversible que Shin, el que tenía la capacidad extrasensorial de escuchar las voces de los muertos, conocía. Podía escuchar sus voces, pero no eran más que los gritos de la agonía final de uno. No puede haber diálogo, comunicación, entendimiento establecido… No importa cuánto lo deseen ambas partes.

Los muertos nunca pueden mezclarse con los vivos.

“Ya veo. Por lo tanto, no desea recordarlos.”

Fue el turno de Shin de entrecerrar los ojos en escrutinio. Esas palabras de nuevo.

No es que no puedas recordar tu infancia.

No quieres recordarla.

“… ¿Qué te hace decir eso?”

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“No tienes interés en la genealogía de tu difunta madre. A pesar de las cosas que te han quitado, no guardas ningún resentimiento. Pero más que nada, la expresión de tu rostro dice cómo no deseas que se toque ese tema… cómo detestas tocarlo tú mismo. Como si sufrieras una herida que ni siquiera deseas reconocer que está ahí.”

“………”

Una herida.

Vika sonrió, como si hubiera visto a través de Shin. Desató sus palabras con crueldad, con una frialdad casi misericordiosa.

“Pero si eso es algo con lo que estás bien, no me corresponde a mí como un extraño comentarlo… Llevada al extremo, la tendencia de un niño a seguir a sus padres es solo otra forma de vida. Pero si consideras aceptable olvidar incluso eso… seguro, volverás a ver a tus padres.”

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