Outbreak Company: Moeru Shinryakusha (NL)

Volumen 6

Capítulo 3: ¿Arrinconado?

Parte 2

Estaba en pánico. ¿Cómo podría no serlo, después de ver a Shade de esa manera? Había tratado de hablar con él, pero él estaba completamente obsesionado con su 3TS, y apenas parecía escuchar lo que estaba diciendo. Al final, al menos pude llevarlo a casa, pero no mucho más.

Pensé en quitarme el 3TS, pero decidí no hacerlo, en caso de que lo volviera violento.

Era completamente adicto. Lo que era peor, a lo que era adicto no era a un juego que había importado. Fue un juego ero. Es decir, un título con clasificación X.

Por supuesto, el Sagrado Imperio Eldant técnicamente no tenía una “calificación X”, y antes había importado juegos ero, aunque solo algunos de ellos.

Personalmente, no creo que los juegos ero sean inherentemente malvados ni nada. Gracias al trabajo de mi madre, nuestra casa tenía una selección rotativa de muestras de tales juegos, y no estaba por encima de echarles un vistazo cuando pensé que mis padres no se darían cuenta. Así que no pensé que el problema era que era un juego ero como tal.

El problema tenía que ver con el contenido del juego, su tipo, si se quiere.

La palabra “juego” en realidad cubre una gran variedad de cosas. Los juegos Ero entran en esta categoría, pero también lo hacen los juegos de aventura, las novelas visuales y los juegos kamishibai. Los jugadores se enfrentan a una elección en cada ubicación que puede tener algún efecto en la historia, aunque en su forma más básica la trama ya está establecida, al igual que en un manga, anime o novela.

Para decirlo de otra manera, si solo lo sigues, llegarás al final. Si decidiste no hacer nada más que jugar un juego así, no importa cuán lento lo tomaste, probablemente podrías superar uno en aproximadamente tres días. A pesar de un cierto grado de libertad en tales títulos, en realidad no son tan diferentes del manga, el anime o las novelas.

Lo que digo es: eventualmente, terminan.

Pero también hay juegos que no tienen un “final”. Los que puedes jugar una y otra vez, tantas veces como quieras, o aquellos cuyo contenido cambia de alguna manera en función de un número aleatorio; algunos otros puedes jugar por edades si quieres, y así sucesivamente.

Muchos juegos en línea son así, pero también lo son muchos juegos para un jugador.

También hay muchos juegos de ero como ese. Juegos donde puedes elegir cómo se verán la cara y el cuerpo de la heroína, y donde sus líneas habladas se eligen al azar de un gran grupo de posibilidades. Hay mucho valor de repetición en algo así; de hecho, la jugada en sí misma suele ser una serie de largos bucles.

En una palabra, podrías pasar una cantidad interminable de tiempo con una mujer ideal que tú mismo diseñaste y nunca tener que volver a la realidad. De hecho, fue demasiado fácil dejarse atrapar tanto que comenzaste a pensar: ¿Quién quiere jugar un juego horrible como la realidad?

Ahora, como he mencionado antes, la gente del Sagrado Imperio Eldant parecía especialmente susceptible a la cultura otaku. Y cada vez que te metas en algo, sea lo que sea, puede haber efectos secundarios extraños.

Si esos efectos secundarios causan un daño real, entonces, naturalmente, las personas criticarán lo que sea que te haya interesado. Y si eso es un juego de ero, es decir, el tipo de entretenimiento ampliamente considerado depravado, entonces la gente realmente se pondrá de brazos.

Y si las críticas de la gente comenzaran a extenderse del juego a las personas que lo habían traído, Amutech, podríamos tener una verdadera histeria en nuestras manos. Esta era una pendiente resbaladiza de la que ya había tenido demasiada experiencia de primera mano con la Asamblea de los Patriotas.

Al principio, me di cuenta de que algunas de las primeras cosas que había importado habían sido errores, y desde entonces, me había mantenido completamente libre de importar juegos ero. Supuse que eso vendría después, después de que la cultura otaku se hubiera vuelto más normal aquí.

Entonces, ¿quién?

Alguien del lado japonés, obviamente. Y eso significaba uno de un número bastante limitado de personas. Yo, Minori-san, Matoba-san, Hikaru-san y un puñado de soldados de JSDF.

Minori-san estaba importando su parte de los libros de BL, pero eran para su interés personal, a pesar del placer que le daba mostrárselos a Garius. No podía imaginarla importando juegos de ero para vender a los niños de aquí.

Matoba-san, ¿entonces? No lo creo. Apenas sabía lo primero sobre el entretenimiento otaku. Era completamente posible que ni siquiera se diera cuenta de que existían juegos ero. No sabía lo que era una “triple amenaza de juego ero” incluso antes de conocerme.

¿Qué hay de los soldados de la guarnición? No podría estar seguro. Obtuvieron esas entregas regulares de artículos personales, y no me hubiera sorprendido descubrir que había juegos con clasificación X en algunas de esas cajas. Pero…

“… ¿Eh?”

Pensar en esas entregas despertó un recuerdo en mí. La entrega de Hikaru-san.

Las tarjetas de memoria que había visto empaquetadas en esa caja. “Ahora tiene sentido…”

¿Cómo conseguirías juegos ero para consolas como el PLP o el 3TS? No podría hacerlo con cartuchos oficiales o discos ópticos. Ni Somy ni Nindento querían títulos con clasificación X en sus sistemas. No hubo lanzamientos oficiales de ero para ninguna de las consolas.

Pero los juegos portátiles modernos tenían cámaras y reproductores de música y demás, junto con ranuras para tarjetas de memoria para guardar los datos para esas funciones.

Los juegos que descargaste también podrían almacenarse en tarjetas de memoria. Si usó una PC para crear un programa y ponerlo en una de esas tarjetas, esencialmente podría tener un juego ero “doujin” en PLP o 3TS. ¿Y si eso era para lo que Hikaru-san había querido todas esas tarjetas de memoria?

“Malo… Esto es malo”, murmuré mientras me dirigía hacia el aula.

La imagen de Shade, con una expresión zombificada y aferrada a su 3TS, quedó grabada en mi memoria. Como sea que lo haya cortado, eso no era normal. Había escuchado historias de algunas personas que no habían hecho nada más que jugar juegos en línea durante días hasta que finalmente murieron, y parecía que Shade se dirigía por ese camino.

Los juegos de Ero también se prestan naturalmente a, uh, cierto comportamiento mientras juegan. Mientras juegas toda la noche, si sabes a lo que me refiero.

Leí sobre un experimento una vez en el que supuestamente, le enseñaron a un mono a darse placer, y el mono siguió haciéndolo hasta que colapsó. De la misma manera, cuando tienes algo que no está limitado, y donde no hay presión externa que lo condene como “malo” o “vergonzoso”, puede ser imposible detenerlo.

¿El resultado? Si suficientes de estos juegos llegaron a manos de suficientes estudiantes, al menos uno de ellos seguramente seguiría jugando hasta que cayera. Al igual que mis alumnos se habían enganchado por completo a la cultura otaku porque estaban hambrientos de entretenimiento, puede ser difícil controlar lo que no están acostumbrados.

No podía dejar que las cosas se pusieran así de nuevo. “Maldición. Debería haberlo detenido antes”, gemí.

Él, por supuesto, era Hikaru-san. “Pero, ¿cómo debo hacer esto?”

Paseé por la escuela, buscando a Hikaru-san. Ya habíamos pasado el punto de “ver cómo iban las cosas”. Las cartas coleccionables eran una cosa, pero no iba a dejar que se saliera con la suya diciéndome que los juegos ero eran solo negocios.

Finalmente, vi a Hikaru-san a través de la ventana del aula. “Hikaru-sa-”

Abrí la puerta del aula con la intención de arrinconarlo sobre los juegos, pero luego me detuve en seco.

Hikaru-san parecía que se estaba divirtiendo mucho. Se paró en el aula rodeado de estudiantes, charlando amigablemente con ellos. Myusel y Minori-san estaban a su lado. No sabía de qué estaban hablando, pero todos parecían realmente interesados.

Todos parecían estar… divirtiéndose. Tanto es así que yo, que había venido a darle a Hikaru-san un pedazo de mi mente, realmente me sentí alienado. Dudé en romper el ambiente agradable.

¿Qué pensé que pasaría si confrontara a Hikaru-san sobre su comportamiento aquí y ahora? Los estudiantes lo adoraban e incluso a Petralka parecía gustarle. Myusel, Elvia y Minori-san disfrutaron hablando de cosplay con él. Si alguien criticara a Hikaru-san, ¿no sería probable que hubiera alguien que se pusiera de su lado?

Una nueva punta de lanza para la invasión cultural, enviada para reemplazarme…

En otras palabras, una nueva persona que podría y me socavaría. Si me enfrento a Hikaru-san, ¿de qué lado estarían todos? ¿La del antiguo otaku encerrado y sin valor que era propenso a decir cosas que invitaban a malentendidos? ¿O Hikaru-san, que era inteligente, hermosa y una excelente comunicadora?

Me quedé allí pensando.

Me sentí patético, pero me asusté.

Tenía miedo de que dijeran: “Kanou Shinichi, ya no te necesitamos”. Estaba tan asustado que descubrí que no podía moverme de mi lugar. “¿Maestro?” Myusel me vio en la puerta y sonrió. “¿Hay algo mal?”

Sus palabras hicieron que todos los demás en la habitación dejaran de hablar y me miraran. No podía evitar la sensación de que me molestaban por interrumpir justo cuando habían estado charlando tan felizmente, aunque sabía lo improbable que era, y me mató.

Y yo dije…

“Er, no, nada realmente…” Di una sacudida reflexiva de mi cabeza y rápidamente salí del salón de clases.

“¿Maestro?”

La voz de Myusel, sonando dudosa, me siguió, pero no pude quedarme allí por más tiempo.

***

Estábamos de vuelta en la mansión durante ese corto tramo entre la escuela y la cena.

Minori-san había ido a su habitación y vi a Myusel dirigirse a la cocina, así que hablé con Hikaru-san en el pasillo. Minori-san, supuestamente mi guardaespaldas, estaba muy cerca de Hikaru-san en estos días, así que no tuve muchas oportunidades de hablar con él solo.

“Hikaru-san,” dije.

Se volvió hacia mí con una sonrisa. “¿Si? ¿Qué es?”

Tenía lo que pensé que era una expresión bastante seria en mi rostro, pero Hikaru-san nunca dejó escapar su sonrisa. ¿Simplemente no estaba preocupado? ¿O se imaginó que nunca lo atacaría?

Me sentí como la hormiga desafiando al elefante. En una pelea cara a cara con Hikaru-san, nunca pude ganar, y en algún lugar de mi mente tuve la sensación de autodesprecio que viene de haberme rendido antes de que empezaras.

De igual manera…

“Solo quería hablar contigo por un minuto”, dije después de unos segundos de vacilación, tan fríamente como pude. “¿Qué es ese juego 3TS?”

“¿Qué? Me temo que no sé de qué estás hablando”.

“No te hagas el tonto”, le ordené con una voz peligrosamente cercana a la ruptura. “Tú fuiste quien le dio a Shade una tarjeta de memoria con un juego de ero, ¿verdad?”

“Lo siento. Realmente no tengo idea…”

“Dije, ¡no juegues conmigo!” Interrumpí. “Vi todas esas tarjetas de memoria en tu caja el otro día. Querías usarlos para vender juegos ero, ¿no? De lo contrario, ¿por qué necesitaría comprar tantos de la misma tarjeta? Tienes el juego en tu propia computadora y lo estás copiando en esas tarjetas para distribuirlo, ¿no? ”

Hikaru-san estaba completamente en silencio. Lentamente, una pulgada a la vez, la sonrisa desapareció de esa cara encantadora.

Mirando fijamente, no, deslumbrándome a los ojos, se encogió de hombros. “¿Entonces? ¿Qué pasa si lo estoy?” No parecía en lo más mínimo perturbado. De hecho, puso sus manos desafiantemente en sus caderas y suspiró mientras me miraba, como para indicar cuánto dolor en el cuello se había convertido.

“Entonces quiero que pares inmediatamente”.

“¿Por qué?” Su voz era tan tranquila, tan uniforme. “¿No ves cuánto se divierten todos?”

“Espera un segundo. ¿’Todos’…?”

¿No solo Shade, entonces? Piénselo: solo aprendí sobre Shade porque su madre vino y me habló. No me había dado cuenta por mi cuenta. Entre las diferentes clases de estudiantes, desde nobles hasta plebeyos, así como las frecuentes peleas que estallaban en el aula, no era inusual pasar varios días sin ver a un estudiante determinado. A diferencia de Japón, con su sistema de educación obligatoria establecido desde hace mucho tiempo, la gente de aquí no necesariamente sentía que era tan malo perder unos días de escuela.

Pero, ¿qué pasaría si muchos de esos estudiantes desaparecidos estuvieran fuera por la misma razón que Shade?

“¿Cuántos hay por ahí?”

“Vendí diez. Todavía estamos en la etapa piloto “, dijo Hikaru-san. “¡Diez!”

“Parece que también están enganchados. Comenzando el día después de que vendí los juegos, de esos diez estudiantes, seis solo se presentaron en el aula cuando necesitan recargar sus baterías. Aunque es cierto que los otros cuatro han seguido asistiendo a clases como de costumbre.

Aún faltaban más de la mitad de los estudiantes, una tasa espectacular de adicción.

“Esto es malo. No puedes hacer cosas así”.

La salud de Shade obviamente estaba sufriendo, pero aun así, se negó a renunciar a su 3TS.

Como mencioné, el juego que estaba jugando era uno con un gran grado de repetibilidad. Se podía terminar con un juego basado en la historia una vez que había visto la historia, incluso teniendo en cuenta los juegos que tenían caminos ramificados y múltiples finales. Pero los juegos que enfatizaban elementos de simulación a menudo no tenían finales.

Podrías diseñar un personaje de la manera que te gustaba, luego ir a citas falsas y tener falsos pañuelos, y cuanto más te permitas estas cosas, más imágenes nuevas de tu personaje podrás desbloquear.

Era fácil ver cómo esto podría volverse interminable. “Juegos como ese no deberían ser…”

“Tú mismo importaste juegos de ero, ¿no?”, Dijo Hikaru-san con una sonrisa. ¿Tienes dieciocho años? No lo creo.”

“Pero… Pero eso…”

Bien, punto justo: no tenía dieciocho años. Tal vez no debería estar anunciando el hecho de que había jugado juegos con clasificación X. Pero…

“Solo quiero que todos se diviertan. Simplemente me pregunté qué es lo que más les gustaría a todos, y por eso importé esos juegos. Y debido a que son solo datos, ni siquiera es necesario transportarlos físicamente a través del agujero de gusano, a diferencia de los DVD de manga o anime. Comienzo vendiendo tarjetas de memoria en blanco y luego vendo los datos más tarde. Los juegos son simples de duplicar en mi computadora.

¿Puedes pensar en un mejor modelo de negocio?”

“¿Modelo de negocio? ¡Solo puedes llamarlo así porque no viste a Shade!”

“¿Verlo? ¿Verlo cómo? ¿Te refieres a ver cómo está tan fascinado con ese juego que ha destruido su propia salud, como un mono que aprendió a masturbarse? ”

“¡¿Entonces sabias?!”

“Puedo adivinar fácilmente”. Hikaru-san se encogió de hombros.

“No me digas… ¿Sabías que eso podría pasarle a la gente, y todavía…?”

“Tome una población que no esté acostumbrada a este tipo de estímulo y deseche todo lo que pueda jugar con ellos. ¿Qué crees que va a pasar? ”

No pude decir nada. Él estaba en lo correcto. Eso era cierto.

Cuando comencé a importar productos otaku, ¿no había sido de la misma manera?

Cuando tienes a alguien que nunca ha estado expuesto a un estímulo dado, incluso una versión relativamente leve de ese estímulo puede ser extremadamente potente, tanto que cuando lo quitas, produce síntomas de abstinencia. Pero al menos con manga, novelas y anime típicos, puedes mirarlos una vez y terminar con ellos. No absorbieron tu fuerza vital, como los juegos ero.

“¿Así que hiciste esto a sabiendas?”

“Por supuesto lo hice. Fue un experimento, y estos son exactamente los resultados que esperaba”, respondió Hikaru-san sin dejar rastro de culpa.

“Entonces, el experimento terminó. Ero juegos…”

“—Ha sido un gran éxito”, dijo Hikaru-san. “Estamos viendo una tasa de adicción de más del cincuenta por ciento. Eso habla bien para futuras ventas”.

Dios. Realmente vio esto como nada más que un asunto de negocios, ¿no? Solo tiene que vender. Lo que vende es lo correcto.

“¡Ya no estamos hablando de ventas! ¡Y lo mismo con las cartas!”

“¿Las cartas?”

“¡La gente ya no los disfruta!”

Algunas tarjetas iban a precios que ni siquiera eran divertidos. Aquí se estaba formando un mercado real de segunda mano, aunque a pequeña escala.

“¡Necesitamos concluir esta operación y simplemente dejar nuestras manos por un tiempo!”, Dije.

“¿Por qué?” Hikaru-san parecía realmente perplejo. “La gente se está divirtiendo. El negocio de Amutech está en auge. Hasta cierto punto, incluso Japón mismo está sintiendo el efecto. Y eso significa que nuestra reputación también está en aumento. ¿Dónde está el problema? ¿De verdad quieres renunciar a todo eso? ¿Por qué lo harías?”

“¡Tú! ¿Realmente piensas en nada más que números de ventas? ¿Nada más que dinero?”

“¡¿Y qué más se supone que debo pensar?!” Debo haber tocado un nervio, porque de repente Hikaru-san ya no sonaba tan tranquilo. “¿Cómo crees que funciona el entretenimiento? ¿Cómo crees que funciona la industria otaku? ¡Los consumidores no son más que cerdos que se lanzarán a la primera cosa que les arroje un poco de piel! ¿Qué tiene de malo darles lo que quieren? No les importan las historias, ¡solo sexo, sexo, sexo! ”

Me quedé sin palabras por esta repentina tormenta. No podía entender el tono mordaz de Hikaru-san. Era casi como si estuviera menospreciando a otaku, a pesar de ser uno mismo. ¿La familiaridad había generado tanto desprecio?

¿O podría ser que esta persona, Ayasaki Hikaru, no era un otaku? ¿Qué fue el odio hacia otaku lo que lo llevó a decir estas cosas? No era como si otaku fuera la única gente en el mundo que leía manga, o veía anime, o lo que sea. Hikaru-san había dicho que sus padres eran ambos otaku. ¿Fue la simple exposición lo que le dio su conocimiento de las obras otaku…?

“Como vendedores de  bienes, ¡¿qué  tiene de malo traer lo que los consumidores quieren?! ¿O qué? ¡¿Me vas a decir que las compañías están equivocadas incluso por hacer esos productos?! ”

“No, no me refiero a…”

Eso no era lo que estaba tratando de decir en absoluto. Pero no sabía cómo ponerlo en palabras.