Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 4

Interludio 2: Hace 100 Años

En algún lugar de una iglesia en Japón.

El niño Namidare estaba parado frente a un Rosalind herido.

En su mano había un cuchillo de plata de Europa que había hecho todo lo posible para adquirir. Fue Rosalind misma quien le dijo una vez que la plata era su única debilidad. Estaba tan divertida de lo impresionado que estaba que podía estar al sol que le había dicho sin querer. Pero aun así, fue difícil para un niño de dieciséis años obtener un cuchillo de plata caro como ese. Especialmente mientras huyes de un vampiro que no se vio afectado en lo más mínimo por la luz solar o el agua corriente.

E incluso con tal arma en sus manos, un humano normal no era rival para un vampiro. Por un lado, ella era mucho, mucho más fuerte que él. Los vampiros podrían convertirse en niebla y esquivar cualquier ataque. Podrían convocar murciélagos y lobos, incluso controlarlos. Sin mencionar que podrían chupar la sangre de alguien y convertirlos en sus esclavos, terminando instantáneamente la pelea. Pero aun así, había tenido éxito.

Había usado su cerebro, y sus piernas, y finalmente logró derrotarla. Ella no pudo evitar sorprenderse por él, incluso después de que se convirtió en su enemigo. Ella no pudo evitar sentirse atraída por él.

“Namidare…” ella llamó su nombre, medio inconsciente.

Rosalind puso su mano en el borde de un banco de madera largo e intentó levantarse. Pero su fuerza le falló. Su brazo solo se contrajo y se sacudió. Ella tampoco podía sentir sus piernas.

Silver roba la fuerza vital de un vampiro. La herida en sí sanaría, pero la pérdida de esa energía vital era potencialmente fatal. Le tomó mucho más tiempo recuperarse que la resistencia física, y su pérdida la hizo lenta y aún más vulnerable.

Justo cuando comenzó a pensar en acostarse allí y dejar que el chico Namidare la terminara, apareció una niña en la iglesia.

Rosalind abrió mucho los ojos y apretó los dientes. Fue la chica quien le robó Namidare.

“¡No! ¡No vengas aquí!” el niño Namidare le gritó.

“¡Pero estoy preocupado por ti!” le gritó de nuevo a él.

Los dos se preocuparon profundamente el uno por el otro. Y cuando lo vio, algo en Rosalind se rompió.

“¡Tú… tú eres el que…!”

Había pensado que sus dedos carecían de la fuerza para moverse, pero ahora los sintió romperse a través del banco. Sus piernas también comenzaron a moverse una vez más, ya que descubrió que su voluntad de luchar se renovaba.

“Es tu culpa…”

“¡Aah!” La niña gritó y cayó al suelo ante la mirada de Rosalind.

¡Yo estaba aquí primero!

Ella empujó sus extremidades más allá de sus límites mientras se lanzaba al aire. Sus ojos rojos estaban fijos en la chica que odiaba.

¡Pagarás por quitarme Namidare!

Hasta ahora, Rosalind siempre había obtenido todo lo que siempre quiso. Ella pensó que siempre lo haría. Eso incluyó a Namidare. Había estado con ella desde que se conocieron hace un año. Eso es… hasta que apareció esa chica.

“¡Se suponía que era mío para siempre!”

Justo antes de que sus colmillos llegaran a la niña… “¡Rosalind!”

El chico Namidare se arrojó entre ellas. Rosalind dudó por un momento… pero eso fue lo que decidió todo.

La cuchilla plateada atravesó su vestido, junto con la imagen que atesoraba, y se clavó en su corazón. La plata hizo que la mayoría de sus funciones corporales se apagaran. La única razón por la que no cerró por completo fue porque el chico Namidare había mantenido su espada en el último segundo.

Pero aun así, la mitad de su corazón fue destruido y su cuerpo entró en coma mientras su mente se oscurecía. Justo antes de que todo se pusiera negro…

“Lo siento, princesa…”

Escuchó las palabras de disculpa del niño mientras cerraba los ojos con impotencia.