Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 4

Capitulo 4: Pasado Y Presente

Parte 2

Llegamos a la isla a tiempo, pero el sol ya se había puesto. Como estábamos todos cansados de nuestros viajes, decidimos pasar la noche en la cabaña abandonada y visitar la cueva donde supuestamente se encontraba esta ‘Olla del Demonio’ al día siguiente.

Antes de irnos a dormir, todos nos reunimos en el primer piso de la cabaña para discutir nuestros planes para mañana. Chelsea y Hibiki revisaron para asegurarse de que teníamos el equipo que necesitábamos, y Silver Slayer se ofreció como voluntario para llevar a la fiesta a la cueva.

“Mi cuerpo está hecho de plata líquida, así que no importa qué tipo de trampas haya, no me matarán”, dijo.

Algunos de los documentos que Chelsea había encontrado en la Olla del Demonio sugirieron que la cueva estaba atrapada por los explosivos, por lo que aceptamos con gusto su oferta y elaboramos un plan. Silver Slayer tomaría la delantera, Chelsea desarmaría las trampas que encontramos, Hibiki y yo brindaríamos apoyo, y Satsuki usaría su magia para reunir información sobre la cueva.

Todavía estaba preocupado por Rosalind, pero no había señales de ella en el camino hacia aquí. Tal vez salir del país justo después de salvar a Satsuki había valido la pena. Satsuki me dijo que Rosalind, Iris y los demás todavía estaban en Japón. Con su magia de la omnipotencia de nuestro lado, al menos  podríamos estar seguros de que no tendríamos  que preocuparnos por ellos aquí.

Y con todo arreglado, todos hicimos una última revisión de nuestro equipo y nos fuimos a la cama para dormir bien al día siguiente.

***

Pero solo una hora más tarde, tuvimos un problema. “¡¿La condición de mi hermano ha empeorado?!”

Chelsea recibió una llamada del hospital en Japón, que evidentemente se había tomado muchas molestias para localizarla. Al parecer, la condición de su hermano se estaba deteriorando. Cuando colgó, su rostro estaba pálido.

“¿Qué… qué hago?” tartamudeó ella. “Cálmate, Chelsea,” dijo Hibiki.

“No puedo calmarme… yo… yo…” Chelsea de repente pareció tener una idea. Corrió hacia Silver Slayer y la agarró por la chaqueta. “¡Silver Slayer! Eres un homúnculo, ¿verdad? ¿Hecho de la piedra filosofal?”

“Afirmativo. Mi maestro usó la piedra filosofal para formar mi núcleo”.

“¿Y este maestro tuyo alguna vez te dijo cómo hacer la piedra filosofal?”

¿La piedra filosofal? Ahora que lo pienso, ¿Silver Slayer no había dicho algo sobre eso antes?

“¿Bien? ¡¿Él hizo?!” Chelsea comenzó a sacudir Silver Slayer mientras gritaba.

“Negativo. Es cierto que mi cuerpo fue hecho con una piedra filosofal, pero mi maestro no me dio información sobre cómo hacerlo”.

“Ya veo…” La fuerza se drenó de las manos de Chelsea. Pero ella todavía no se rindió. “¡Entonces entonces…! ¿Me puede dar algo de la piedra filosofal? ¿Incluso un poquito? ¡Realmente, solo un poco estaría bien!”

¿Por qué de repente Chelsea estaba tan interesada en la piedra filosofal?

Satsuki debe haber visto que estaba confundido, porque se inclinó y me susurró al oído: “La piedra filosofal es uno de los mayores secretos de la alquimia. Se puede usar para muchas cosas. Si la piedra filosofal utilizada para crear Silver Slayer es real, podría usarse para hacer panacea, un elixir para curar cualquier enfermedad”.

Ella continuó explicando que si Silver Slayer era un verdadero homúnculo que había estado en funcionamiento durante dos siglos, la piedra filosofal no solo tenía que ser real, sino que tenía que ser poderosa y muy refinada. Fácilmente podría formar un elixir para curar al hermano de Chelsea. Pero…

“Desafortunadamente, eso es imposible”, dijo Silver Slayer mecánicamente.

“¿Estás… absolutamente segura?” Chelsea volvió a preguntar.

“La piedra filosofal es una y, sin embargo, toda. Todo y aún uno. Una sola piedra filosofal puede cumplir cualquier función, pero no puede separarse de su propósito. Si de alguna manera sacaras la piedra filosofal de mi interior, dejaría de funcionar”.

“Ya veo…” Las manos de Chelsea finalmente soltaron el abrigo de Silver Slayer, cayendo a sus costados sin vida. “Lo siento… estoy pidiendo lo imposible, ¿no?”

“Por favor, no dejes que te moleste, Lady Margaret. Si estás dispuesta a esperar hasta que complete la orden de mi maestro, te daré libremente la piedra filosofal”, dijo Silver Slayer, casi sonando de disculpa.

La sala se llenó de un pesado silencio.

Si recordaba bien, Chelsea me había dicho que su hermano tenía tres meses de vida. Yo, y probablemente el resto de nosotros, había asumido que eso significaba que teníamos tres meses completos.

Por supuesto, sumergirse en una cueva llena de trampas para encontrar un antiguo tesoro no iba a ser una tarea fácil, pero pensamos que teníamos tres meses para hacerlo. Por lo menos, el tiempo había estado de nuestro lado. Pero ya no más. La situación había cambiado.

Chelsea era una mujer que había pasado toda su vida superando desafíos difíciles, y ahora se vio obligada a pedir lo imposible. Así de desesperadas estaban las cosas. Tenía que hacer algo por ella.

“Chelsea, vámonos”.

“… ¿Rekka?”

“No tenemos mucho tiempo, así que no podemos perder el poco tiempo que tenemos sentado aquí deprimido, ¿verdad?”

Chelsea me miró sorprendida.

“Vayamos a la cueva y encontremos la Olla del Demonio en este momento”.

Todos en la sala asintieron.

***

Según Chelsea, la Olla del Demonio era un tema candente entre los cazadores de tesoros. El genio de la lámpara, el hada en la primavera… Había todo tipo de seres de otro mundo en cuentos de hadas que concedían los deseos de la gente. Y para una persona normal, eso es todo lo que era el bote del demonio.

Un cuento de hadas. Probablemente se rieron cuando escucharon a los cazadores de tesoros contar historias al respecto.

Pero desde que Chelsea nació en una familia de magos, ella tenía un cierto nivel de conciencia sobre lo sobrenatural.

Probablemente pudo ver el significado más profundo en esas historias divertidas y armar las piezas por sí misma.

“Tal vez sea un poco tarde para preguntar esto… Pero esta olla de demonio en realidad pertenece a un demonio, ¿verdad? ¿No van a pedir algo a cambio? ¿Cómo tu alma o algo así?” Le pregunté a Chelsea mientras descendíamos a la cueva.

“Por lo que puedo decir, no hubo ninguna historia sobre personas muriendo o familias siendo maldecidas después de que la olla se usó para conceder un deseo. Hay ciertos seres como el genio en la lámpara de Aladdin que existen con el propósito de conceder deseos. Creo que el demonio en la olla es algo así.”

“Huh, tienes razón. El genio en la historia de Aladdin concede tu deseo solo porque frotas su lámpara… ”

Miré a Satsuki, quien me devolvió el saludo. Si la Magia de la Omnipotencia dice que es seguro, probablemente no tengamos que preocuparnos de que el demonio exija un precio terrible.

“Oh querido.”

De repente, Silver Slayer fue atravesado por una lanza que cayó volando desde el techo.

“¡Nwaaaaah!”

“Sir Namidare, cálmate. Estoy bien “, me aseguró Silver Slayer, a pesar de su condición actual.

Ella quitó la lanza, y la plata líquida que formó su cuerpo se cerró en el agujero para sellarlo. Ella se curó perfectamente en un instante.

“Sí… quiero decir, sabía que esto iba a suceder, pero realmente da miedo verlo”.

Había perdido la cuenta de la cantidad de trampas, rocas que caían y trampas de lanza que habíamos encontrado. Y cada vez que nos topamos con uno, algo horrible le sucedía al cuerpo de Silver Slayer.

Ella estaba caminando intencionalmente frente a nosotros para activar cualquier trampa para que el resto de nosotros pudiéramos estar a salvo, lo que significaba que ella tenía que ser la que tomaba todos los golpes … Honestamente, no era bueno que mi corazón lo viera.

Una vez que Silver Slayer se regenerara, tendríamos que averiguar cómo funcionaba la trampa, y luego Chelsea, nuestra especialista en trampas, nos diría al resto de nosotros cómo cruzarla de manera segura.

“Pregunta”, dijo Silver Slayer una vez que pasamos otra lluvia de lanzas. “Esa trampa se estableció para que las lanzas siguieran automáticamente cuando alguien pasara debajo de ellas”.

“Sí, no había forma de esquivarlo”, dije.

Nos hicimos una pequeña cubierta en la esquina del camino que podría bloquear las lanzas, y nos arrastramos por debajo para pasar.

“Esa es mi pregunta”, dijo Silver Slayer.

“Pensé que también era extraño”, intervino Hibiki. “Sí, yo también”, dijo Chelsea, igual que los demás. “Ciertamente es extraño, ¿no?” agregó Satsuki.

¿Eh? Estaba perplejo. ¿Fui el único que no lo entendió?

“Rekka, eres bastante tenue cuando las cosas no están en el filo de una navaja, ¿verdad?”

Cállate, R. Lanzas y rocas te atraviesan, por lo que ni siquiera tienes que preocuparte por nada de esto.

“Um… ¿Qué es extraño?” Ahogué mi vergüenza y pregunté.

“No hay forma correcta de atrapar estas trampas”, explicó Silver Slayer. Pero todavía no lo entendí. ¿Qué quiso decir con ‘no de manera correcta’?

“Explicación: todas las herramientas están hechas para un propósito. Normalmente, el propósito de las trampas de esta naturaleza sería evitar que cualquiera que no sea el propietario legítimo del bote lo adquiera. Pero si no hay un camino seguro, ni siquiera el propietario podría recuperar el tesoro”.

“¡Oh!”

Eso tiene sentido. La razón por la que pondrías tu tesoro en una caja fuerte era para evitar que alguien más lo alcanzara. Pero si no hubiera una llave para la caja fuerte, no tendría sentido.

Nos detuvimos a pensar en la situación por un momento.

“Bbz… Bbzzzzzbbzzz… Sé… Bzzzbz… Bzzbz… Vete de este… Bzz… Lugar…” De repente, una voz extraña y estática llenó la cueva. “… Bzzz… Vete… Bzzb… Vete…”

¿Ser…? ¿Se ha ido? “Chicas, ¿escucharon eso?” Todas asintieron.

“No puedo decir de dónde viene”.

“Probablemente se esté usando magia para transmitir sonido desde la distancia”, dijo Satsuki.

“… Vayan… Bzzzzz… se…” La misteriosa voz se repetía. Fue realmente espeluznante…

“Lo siento”, le dije, sin saber si el orador podría escucharme, “pero no podemos hacer eso”.

Ignoramos la voz resonante y avanzamos más profundamente en la cueva.

***

Con la ayuda de Satsuki, pudimos mapear las cuevas. (Le dijimos a Chelsea que solo era magia de búsqueda). Fuimos cada vez más profundo hasta llegar a donde supuestamente se encontraba la Olla del Demonio.

Era un espacio pequeño en comparación con la aldea de Jizu, pero aún era lo suficientemente grande como para albergar a casi una docena de personas. En el fondo de la sala había varios senderos pequeños que parecían conducir aún más profundamente en la cueva. Pero la olla del demonio estaba enclavada en un pequeño agujero frente a una pared de roca.

“Este bote es… menos impresionante de lo que esperaba”, dije.

“¿De verdad? Parece que tiene algunas decoraciones elaboradas para mí”.

“No, estaba pensando que estaría en un cofre del tesoro o algo así”.

El agujero en el que estaba la maceta tenía un fondo plano, pero el resto era solo roca natural.

“Ahora lo eliminaré”, dijo Silver Slayer.

Lo rodeó con las manos y lo levantó, cuidando de las últimas trampas.

La olla del demonio parecía una pieza de cerámica que un rey árabe podría haber usado para decorar su mansión. La olla era casi esférica. Era de color esmeralda,  con asas doradas a  cada lado y rematado  con un pequeño tapón dorado como lo hubiera hecho una botella de vino.

“Solo tenemos que sacar el tapón, ¿verdad?”

Chelsea tragó saliva. Ella tiró del tapón, y se escuchó un chasquido como alguien descorchando una botella.

En ese instante, el humo púrpura comenzó a salir de la olla. El humo se fundió en forma de humano. Lo que parecía una joven bailarina árabe apareció flotando en el aire ante nosotros fuera del humo. Tenía el pelo morado, recogido con un postizo dorado, y su cuerpo estaba decorado con adornos de aspecto costoso. Llevaba un par de pantalones blancos hinchados, pero sobre ellos estaba expuesta la mayor parte de su piel de color ámbar oscuro.

“… Tch”. Ella nos miró y chasqueó la lengua ruidosamente. Era obvio solo al mirarla que estaba marcada.

Chelsea dudaba. Parecía preocupada por cómo abordar el ser que estaba a punto de pedir un deseo. Si ella decía algo incorrecto y la enojaba, tal vez no le concedería ningún deseo. Tenía mucho sentido que Chelsea se pusiera nervioso ahora.

Así que decidí probar las aguas primero. “… Oye”, le dije.

“¿Qué demonios quieres?” la chica respondió bruscamente. Si. Definitivamente estaba a punto de perderlo.

“Um… ¿C-Cómo te llamas?”

“Reina Ulaula la Grande”.

“¿‘La grande’?”

“¿Tienes algún problema con eso?”

“En absoluto, Reina Ulaula la Grande”.

Esta pequeña niña, o demonio, o lo que sea que fuera, daba mucho miedo.

Además, R, deja de hacer poses divertidas detrás de Ulaula. ¡Me estás haciendo querer reír!

“E-Entonces… Reina Ulaula la Grande, ¿podemos suponer que eres el demonio que concede los deseos?”

“Así es. ¿Qué es lo que quieres de mí ahora? Ustedes, humanos codiciosos, nunca están satisfechos —preguntó ella, alzando una ceja altiva.

“Oh, um… Tú primero, Chelsea”.

Arrogante o no, si esta chica era quien esperábamos que fuera, podría cumplir el deseo de Chelsea. Le hice señas a Chelsea y la puse delante de Ulaula.

“… Quiero que curen a mi hermano enfermo”, suplicó desesperadamente mientras apretaba sus manos fuertemente frente a su pecho.

Y el demonio que concede deseos…

“No. No. No. No hay posibilidad en el infierno.”

… ¿le dijo que no? ¡Espera un segundo! “Ulaula, no puedes…”

“¿‘Ulaula’?”

“¡Reina Ulaula la Grande! ¿N-No se supone que debes conceder algún deseo?”

“Sí es cierto. Mi trabajo es seguir el contrato demoníaco y concederles a los humanos desagradables y codiciosos sus deseos.”

Ahora estaba confundido.

“Entonces, ¿por qué no concedes el deseo de Chelsea?”

“Porque no quiero.”

“¡Pero dime por qué!”

Me rasqué la cabeza. No estábamos llegando a ninguna parte.

Finalmente, Satsuki, que había estado escuchando detrás de nosotros, dio un paso adelante.

“Pero la Reina Ulaula la Grande, has concedido muchos deseos en el pasado, ¿verdad? El último deseo que concediste fue hace 172 años, a un hombre llamado Eli Perry que quería hacerse rico”, dijo Satsuki, sus palabras salieron suaves y sin inmutarse.

Chelsea la miró sorprendida. “Satsuki… ¿cómo lo sabías?” ella preguntó.

No había nada que se detallara en los documentos sobre la Olla del Demonio que Chelsea nos había mostrado.

“Lamento no haberte dicho antes. En realidad no soy un mago normal. Si te dijera que soy la heredera de la Magia de la Omnipotencia, ¿sabrías de qué estaba hablando?”

“¡¿La magia de la omnipotencia?!”

Las leyendas de la Gran Magia Omnipotente eran bien conocidas entre los magos, por lo que un ex mago en entrenamiento como Chelsea ciertamente lo sabría. Pero…

“Satsuki, ¿estás segura de esto?”

La familia de Satsuki había mantenido el secreto de su magia escondido del mundo por generaciones. El poder de acceder al Registro Akáshico y ver toda la historia del universo era demasiado peligroso para tratarlo casualmente.

“Todo está bien. Ella no es una mala persona”.

“Ya veo”, le dije.

Si Satsuki estaba de acuerdo con esto, entonces yo también. Y eso nos dejó de vuelta en…

“Ahora, Reina Ulaula la Grande, has concedido muchos deseos en el pasado. Entonces, ¿por qué te niegas a concederle el suyo?”

“… Tch”.

“Si no estás dispuesta a decirme, puedo descubrirlo por mí misma…”

“Por eso odio a los seres humanos. Ustedes son las criaturas más desagradables imaginables “, ladró Ulaula, frunciendo el ceño con enojo. “La razón es simple. Esa mujer es una maga.”

“¿Qué?”

“No me gustan los magos”, escupió Ulaula en respuesta a mi pregunta. “Intentan hacer milagros por su cuenta, sin depender de mi poder. Para alguien como yo cuyo trabajo es conceder deseos, básicamente estás robando mi trabajo”.

Um… Entonces, en otras palabras, ¿estaba molesta porque sentía que le estaban quitando su papel en la vida?

“Y hace mucho tiempo, un mago me hizo algo terrible”. Sus ojos temblaban, como si estuviera tratando de reprimir su ira.

“¿Eso significa que eres tú quien estableció esas trampas sin pasar por ellas?” Hibiki preguntó.

“Así es.”

“Pero eso sería suficiente para matar a casi cualquiera que no fuera un mago. Dijiste que odias a los magos, pero ¿es realmente que odias a toda la humanidad?”

“No. No me importa los humanos molestos y desagradables”.

“Entonces me concederás mi deseo y el de Rekka, ¿verdad?” Hibiki continuó su línea de preguntas.

Ella tenía un buen punto. Yo no era un mago, y ella tampoco. Pero el demonio de los deseos todavía parecía molesto.

“¿No escuchaste lo que dije? Me gustan los humanos molestos y desagradables.”

“¿Qué quieres decir?” Hibiki preguntó.

“Acabas de decir que la mayoría de la gente moriría en esas trampas, y tenías razón. Pero ‘la mayoría’ significa que algunos aún sobreviven. Cuando un humano sacrifica a sus camaradas para atravesar esas trampas mortales, una locura llega a sus ojos”.

Con esas palabras, Ulaula sonrió por primera vez. De hecho, era la sonrisa de un demonio, inspirando miedo en todos los que lo vieron.

“Los humanos que vienen a mí con esa locura en sus ojos están poseídos por una avaricia insaciable. Cualquier moraleja o ética que tenían se ha ido hace mucho tiempo, y todo lo que queda es pura codicia. Son el peor tipo de escoria que existe”.

Ulaula se rio con una sonrisa fría que sugería una locura propia.

“Y es muy divertido ver a estas criaturas caídas. Incluso un demonio como yo no puede evitar enamorarse de ellos. ¿Ese hombre cuyo nombre mencionaste, Eli Perry? Él usó su fortuna para cumplir para sí mismo todos los deseos que un hombre pudiera tener, y al mismo tiempo enloqueció a la desesperación a más de diez mil de sus compañeros de la tribu. La codicia sin control”, dijo,” trae miseria sin control”.

Después de flotar en el aire todo este tiempo, sus pies finalmente tocaron el suelo y se acercó a mí. De pie junto a mí, pude ver que ella era mucho más baja que yo… pero de repente me agarró por el cuello y tiró de mí hasta el nivel de sus ojos.

“Y entonces, ¿por qué tus ojos son tan puros? Tanto tú como la chica. Ya veo un poco de miedo, pero nada de la codicia que quiero ver para cumplir tu deseo. No me gusta ni un poco”.

Luego me soltó y me pateó con fuerza en el plexo solar. “¡Ay!”

Ella solo apretó los dientes y se burló.

“Y por eso no tengo intención de conceder tu deseo”, dijo. “Sal de aquí.” Ni siquiera había espacio para negociar. Eso estaba claro por su actitud. “Pero… ¡Pero espera!”

Traté de pensar en algo que decir, pero no se me ocurrió nada que pudiera hacer que cambiara de opinión rápidamente. A este ritmo, iba a volver a su olla sin conceder ni un solo deseo.

“Espere por favor.” Fue Satsuki quien trató de detenerla.

“… ¿Necesitas algo más?” El demonio miró a su alrededor, agravado. Seguro que no se parecía a nada de lo que dijimos que la convencería. “No tiene sentido mentirnos”. Satsuki se negó a tener miedo.

“¿Mentirnos?”

“Reina Ulaula, eres el demonio que concede los deseos. Tal como dijiste, conceder deseos es tu trabajo. Es por eso que existes. No puedes cambiar eso”.

“…”

“Estás tratando de asustarnos para que perdamos el deseo de que nos concedas nuestro deseo. Porque si perdemos ese deseo, no tendrás que hacerlo”.

“…”

“Pero Satsuki, ¿no se negó Ulaula a conceder el deseo de Chelsea?”

“Esa es la Reina Ulaula para ti, estúpida humana”, espetó Ulaula muy enojada.

La ignoré y esperé a que mi amiga de la infancia respondiera.

“Sí tienes razón. Pero a diferencia de un demonio normal, la Reina Ulaula la Grande es un tipo especial que concede deseos. Tal como dije, ella no puede cambiar quién es… y en este momento, está haciendo todo lo posible para mantener el control”.

“¿En control?”

“Mira. Reina Ulaula, ¿por qué te tiembla tanto la cara?” Satsuki volvió la conversación a Ulaula.

“…”

Ella se quedó en silencio y miró a Satsuki, pero sus cejas se contraían cada pocos segundos. Ahora me di cuenta por qué había estado cambiando sus expresiones tan dramáticamente. Ella había estado yendo entre reír, burlarse y rechinar los dientes. Fue para evitar que viéramos que ella estaba haciendo todo lo posible para no cumplir el deseo de Chelsea, ¿no?

“Señorita Margaret, no deje que ella la intimide. Si ella realmente fuera libre de rechazar su solicitud, podría haber regresado a su olla. El hecho de que ella no haya hecho eso sugiere que hay alguna razón por la que no puede hacerlo. Por ejemplo… cuando alguien acude a ella con un deseo, ¿no puede volver a su olla hasta que se lo conceda, tal vez? ”

“…!”

La vida finalmente regresó a la cara de Chelsea.

Lo que Satsuki decía tenía sentido. Si nos odiaba tanto, podría irse. Pero ella no lo hizo. O tal vez ella no pudo. Y eso significaba que tenía que haber una razón.

“Por eso odio tanto a los magos…”

La mueca de Ulaula era al menos tres veces más dura que hace un momento. La joven agarró su cola de caballo y la hizo girar en su mano antes de continuar.

“Bien. Emitiré un contrato demoníaco. ¡Pero!” Ella levantó la palma de su mano. En una nube de humo morado, una hoja de pergamino apareció en su mano, que luego me arrojó. “Estoy agregando una restricción y un precio al contrato”.

“¿Una restricción… y un precio?” Eso no sonó bien.

“Has concedido todos tus otros deseos de forma gratuita. ¿Puedes cambiar las reglas así?”

Decidí fingir que no me asustaba tanto como pude.

“Puedo hacer lo que yo quiera. Hasta ahora, he decidido que la miseria y la locura causadas por las personas cuyos deseos les concedí fue un precio lo suficientemente bueno para mí. Pero no creo que pueda obtener nada de eso, así que tengo derecho a exigir un precio justo por mis productos. Soy un demonio, después de todo.”

Ulaula debe haber visto a través de mí, porque sus labios se curvaron en una sonrisa.

“La restricción es que solo un humano normal puede firmar el contrato. Sin magos, y esa criatura inhumana de allí tampoco puede firmarlo”.

Silver Slayer no tuvo reacción. Había estado totalmente en silencio hasta ahora, y en silencio permaneció.

Pero si esa era la regla de Ulaula, eso significaba que los únicos aquí que podían firmar el contrato y que se les concedieran sus deseos eran Hibiki y yo. Pero hasta ahora todo bien. No había nada que dijera que uno de nosotros no podía simplemente desear que el hermano de Chelsea se curara en su lugar. El problema era…

“Y en cuanto al precio…”

Cuando atravesábamos las cuevas, le pregunté a Satsuki si el demonio podría exigir algo a cambio. Ella me indicó que no tenía que preocuparme por eso, así que me lo quité de la cabeza. Estaba empezando a pensar que fue un error.

Los demonios generalmente solo querían una cosa, ¿no? Tragué saliva audiblemente. Y por último…

“La vida de la persona que firma el contrato”.

Fue casi tan malo como esperaba. En cierto sentido, era el precio más alto que podía pedir. El costo del contrato fue una vida humana.

“Rekka, estoy seguro de que entiendes esto, pero no voy a dejarte hacer nada estúpido”, dijo Satsuki.

“Si lo sé. Si muero, no puedo guardar las otras historias. Así que lo mismo va para ti también, Hibiki.”

“Ni siquiera estaba pensando en eso”, dijo Hibiki enojado. Pero ella parecía preocupada.

No había  tiempo para  encontrar otra  forma de  curar al hermano de Chelsea. Nuestra única esperanza real ahora sería conseguir que Ulaula cambiara de opinión y no respetara el precio del contrato… pero no tenía la menor idea de cómo convencerla para que hiciera eso. Aun así, tuve que seguir avanzando.

“Reina Ulaula la Grande, aquí solo hay un contrato. ¿Puedes darme otro para Hibiki?”

“Pase la página y encontrará tantos como necesite”.

Le di la vuelta a la hoja de pergamino y, efectivamente, apareció un segundo contrato idéntico desde abajo. Realmente era una especie de objeto demoníaco.

“Escribe tu deseo con tu propia sangre. Luego firme su nombre y el contrato estará completo. Piensa cuidadosamente sobre lo que escribes, porque una vez que lo firmas, no hay forma de cancelarlo”.

“Lo tengo”, le dije.

Como en realidad no necesitaba más contratos, volví el pergamino. Mientras contemplaba qué hacer, Silver Slayer de repente se sobresaltó y se dio la vuelta.

“… ¿Qué pasa?” Pregunté, nervioso por su repentino movimiento.

“Se acerca el vampiro. Con rapidez. Ella se dirige hacia nosotros”. Había un poquito de incertidumbre en su voz inexpresiva.

“Ella no nos estaba rastreando… ¿y cómo?”

No tenía idea de cómo responder eso. La única cosa de la que incluso un imbécil como yo podía estar seguro en esta situación era que las cosas habían empeorado.