Honzuki no Gekokujō (NL)

Volumen 6: Aprendiz De Doncella En El Templo III

Capítulo 9: Ceremonia de la Mayoría de Edad de Rosina

El invierno se acercaba a su punto medio, y caminaba de regreso a mis aposentos después de completar el Ritual de la dedicación del día.

“Hermana Myne, ¿qué haremos para la ceremonia de la mayoría de edad?” Fran de repente preguntó. Parpadeé sorprendida, no del todo seguro de a qué se refería.

“¿Ceremonia de mayoría de edad? Pero hace poco tuve mi bautismo”.

“No la tuya, hermana Myne. Rosina”. Fran, con una mano sobre la boca para contener una carcajada, aclaró lo que quería decir. Eso también me sorprendió; me quedé boquiabierto y mis ojos se abrieron.

“… ¿La ceremonia de la mayoría de edad de Rosina?”

“Si. Rosina llegará a la mayoría de edad hacia fines del invierno”.

“No tenía ni idea…” No podía ocultar mi decepción por ser tan mala maestra que ni siquiera conocía hechos tan básicos sobre mis asistentes.

“Las doncellas del santuario grises reciben ropa para que el templo las use al llegar a la mayoría de edad. Esos son todos los aprendices dentro del orfanato, pero no es raro que los asistentes que sirven a una túnica azul reciban un regalo de su maestro”.

Fran explicó cómo funcionaba la ceremonia de la mayoría de edad dentro del orfanato. Los que llegan a la mayoría de edad se bañan temprano en la mañana, se ponen sus ropas recién dadas y finalmente ofrecen sus oraciones y gratitud en la capilla.

Todo esto sería antes de que la ceremonia de la mayoría de edad de la ciudad baja comenzara en la tercera campana. En otras palabras, las ceremonias de bautismo y mayoría de edad para los que estaban en el orfanato habían terminado mientras yo estaba en mi habitación practicando el harspiel.

“No he dicho una sola palabra de celebración a ninguno de los niños del orfanato…”

¿Era eso realmente aceptable para el director del orfanato? Había estado bastante ocupada desde que vine al templo, pero sentí que era una mala excusa. La sangre se escurrió de mi cara, lo que me ganó una sonrisa de Fran.

“Como aprendiz, generalmente no tienes permitido participar en las ceremonias del templo. No es tu culpa que no lo supieras. Estuviste postrada en cama durante la ceremonia de la mayoría de edad del verano y la ceremonia de bautismo del otoño, y todos estábamos ocupados con los preparativos de invierno durante la ceremonia de la mayoría de edad. Además, introduciría desigualdad si comenzaras a celebrar para algunos a pesar de que otros no hayan recibido tal celebración”.

En general, todo en el orfanato se mantuvo lo más igual posible, por lo que Fran a menudo advirtió contra cualquier cosa que pudiera introducir desigualdad. Pero incluso si no pudiera darles regalos a los huérfanos, al menos quería ofrecerles algunas palabras de celebración.

“Hermana Myne, por favor no piense en dar regalos a los huérfanos”, reiteró Fran. “Eso solo introducirá problemas a largo plazo”.

Pude ver de dónde venía. Podría elegir dar regalos durante mi mandato como directora de orfanato, pero no había garantía de que mi sucesor lo hiciera. Y ahora que estaba escrito en piedra que iría a la Academia Real cuando cumpliera diez años, no me quedaría aquí como directora del orfanato por mucho tiempo. Fran quería que pensara en las implicaciones a largo plazo de mis acciones.

“Me gustaría señalar que mencioné las túnicas azules que daban regalos a sus asistentes porque usted es el tipo de persona que le da regalos a sus asistentes regularmente sin preguntar, Hermana Myne. No es algo que uno tenga que hacer”.

No me había dado cuenta de mí misma, pero parecía que Fran había hecho todo lo posible para informarme de la ceremonia de la mayoría de edad de Rosina porque suponía que me gustaría darle un regalo. Y tenía razón. Ni siquiera sabía en qué temporadas habían nacido mis asistentes. Sabía que Rosina estaba cerca de la mayoría de edad, pero no sabía cuándo era su ceremonia.

“Gracias por decírmelo, Fran. Pensaré en qué darle a Rosina. Pero primero… ¿Puedo preguntar qué te dio el Sumo Sacerdote después de tu ceremonia de mayoría de edad?”

“Una pluma y tinta. He usado esa pluma hasta el día de hoy. Recuerdo haber sido muy feliz, porque sentía que me estaba aceptando como adulto”. Fran esbozó una cálida sonrisa mientras hablaba. Podría adivinar que me había contado sobre la ceremonia de la mayoría de edad de Rosina específicamente porque la suya era un recuerdo muy feliz para él.

Como su maestra, necesitaba pensar en un regalo que hiciera feliz a Rosina. Pero a menudo me equivocaba al adivinar lo que le gustaría a la gente, por lo que era absolutamente esencial que investigara qué tipo de regalos eran normales para las ceremonias de mayoría de edad.

Primero, les preguntaría a las personas cercanas a mí qué sabían. Lutz era un lugar obvio para comenzar, pero no podría verlo hasta que se detuviera la tormenta de nieve. Y el único cercano a mí en el templo, aparte de mis asistentes, era el Sumo Sacerdote. Que significa…

“Sumo sacerdote, uno de mis asistentes está por llegar a la mayoría de edad. ¿Cuál sería un regalo normal para mí para darle?” Pregunté una vez que terminamos nuestro trabajo del día. Me miró con los ojos ligeramente abiertos, murmuró el comentario bastante grosero “Esa es una pregunta rara y sensata de tu parte”, luego se aclaró la garganta.

“El mejor regalo es uno que el destinatario usará durante mucho tiempo, y esta es una ceremonia para celebrarlos a la mayoría de edad. Un regalo estándar, entonces, es uno que usarán en el trabajo. Le doy a cada uno de mis asistentes una pluma y tinta”.

“Algo que Rosina usará a menudo y para el trabajo… Bueno, eso solo deja un instrumento”, pensé en voz alta, ganándome una mirada fría del Sumo Sacerdote.

“Tonta. ¿Quién le daría un instrumento costoso a su asistente cuando ni siquiera poseen uno? Compre uno para ti antes de pensar en regalar uno a su asistente”, dijo con un toque de molestia. Eso requería un retiro táctico.

“Tienes razón. Gracias por tus pensamientos. Trataré de pensar en otra cosa”.

Días después de que el Sumo Sacerdote me hubiera dado una reprimenda, la tormenta finalmente se debilitó. Tuuli, Lutz y Benno vinieron a mis habitaciones juntos.

“¿Estás bien, Myne?” preguntó Tuuli.

“¡Tuuli, Lutz! Ah, y Benno”.

“Voy a estudiar en el orfanato, pero estos dos querían hablar de algo”.

Tuuli se fue justo después de saludar, pero Lutz y Benno entraron en mis habitaciones. Benno se enderezó en el momento en que notó a Damuel adentro.

“Hermana Myne, humildemente le pido que permita que un leherl sea entrenado como mesero bajo su cuidado”.

Benno quería que yo entrenara a un leherl llamado Leon en mis habitaciones. Eché un vistazo a Fran, quien sería el que podría entrenarlo.

“Fran, ¿crees que sería aceptable para mí aceptar esto?”

“Como recientemente he podido confiar el trabajo a Rosina y Wilma, tengo tiempo para enseñar específicamente el arte de esperar durante la hora del almuerzo”, respondió. Me di cuenta de que su expresión era un poco más rígida de lo habitual, y lo tuve en cuenta cuando volví a mirar a Benno.

“Muy bien. Benno, solo le enseñaremos cómo ser mesero, así que por favor asegúrate de enviar a alguien que haya sido completamente entrenado”.

“¿Entrenado completamente?” Benno me dio una mirada curiosa. Sus empleados fueron entrenados a fondo para que estuvieran equipados para manejar clientes ricos — Lutz y yo lo habíamos aprendido bien mientras visitábamos su tienda.

Nos trataron como invitados de honor mientras nos llevaban a su oficina, y desde que Benno respetaba nuestro negocio, nadie nos trató con desdén. Tenía sentido que Benno esperara que cualquiera de sus empleados estuviera lo suficientemente bien entrenado para aprender aquí.

“Fran le enseñará a tu empleado, pero él es un sacerdote gris y un huérfano. Nos negamos firmemente a tratar con alguien tan inexperto como para despreciarlo o menospreciarlo”.

Fran me había dicho que, si bien todos los empleados de Benno eran amables con los clientes, solo la mitad de ellos eran amables con los sirvientes. Había algunos en la tienda que le dieron miradas desagradables a Fran mientras esperaba que terminara de hablar con Benno en la oficina.

“Oh, entonces quieres decir que hay personas sin entrenamiento en mi tienda. Mis disculpas, parece que mi entrenamiento ha sido insuficiente después de todo. Si Leon es por casualidad una de esas personas sin formación, infórmame de inmediato para que pueda cancelar su contrato de leherl de inmediato”.

“Fran, ¿tienes alguna otra solicitud, o eso será todo?”

“Bueno… no me importa enseñarle a Leon a ser mesero, pero no le proporcionaremos comida. La comida aquí está hecha para la hermana Myne”.

“No se preocupe, cubriré su comida tal como cubro la de Lutz”.

Benno y Fran comenzaron a discutir los detalles del acuerdo, así que llamé a Lutz y comencé a susurrar.

“Lutz, hay algo de lo que quiero hablar”.

“¿Qué? ¿Tienes otra loca idea bajo la manga?” Un rastro de precaución surgió en la cara de Lutz, y tanto Fran como Benno detuvieron su discusión para mirarnos después de escucharlo.

“¿Loca idea? Eso es muy malo, Lutz. Estoy hablando de la ceremonia de mayoría de edad de Rosina. ¿Sabes qué tipo de regalos suelen darse después de esos? Zasha debe llegar a la mayoría de edad pronto”.

“Mis padres probablemente le darán herramientas para el trabajo. Los que le dieron después de su bautismo eran pequeños para niños”.

Las herramientas que se les daban a los niños después de su bautismo eran generalmente más livianas para que pudieran llevarlas, o simplemente más pequeñas en general. Pero eso dificultaba seguir usándolos a medida que los niños crecían. Algunos compraron otros nuevos antes de crecer y otros recibieron mayores donaciones, pero de lo contrario se les dieron nuevas herramientas de trabajo cuando llegaron a la mayoría de edad.

“Herramientas para artesanos. De acuerdo… Benno, ¿qué regalos suelen dar los comerciantes después de las ceremonias de mayoría de edad?”

“Le doy accesorios a mi familia y ropa a mis leherls. Ambos son necesarios para ser presentable a los nobles”.

“¿No le das nada a tus lehanges?”

“Yo no.”

Los Leherls eran esenciales para el futuro de la tienda y se llevarían a las reuniones una vez que fueran mayores de edad, pero la mayoría de los lehanges se fueron una vez que finalizó su contrato final, por lo que no era necesario darles ningún regalo de celebración.

“Los accesorios y la ropa están bien, pero… no creo que Rosina los use demasiado”.

“Pero ella va a empezar a peinarse, ¿verdad? Quizás conseguirle un peine o una cinta o algo así”, sugirió Lutz.

Tal vez una horquilla bien decorada sería un buen regalo para ella. Escribí eso en mi díptico.

“Si necesita una horquilla para un regalo, no dudes en pedirla a través de Lutz”.

“Gracias por tus pensamientos”.

Benno regresó a su tienda después de terminar su discusión con Fran. Acompañé a Lutz al orfanato, Fran y Damuel a remolque, para poder ir a ver a Tuuli.

“Tuuli está trabajando duro”, observó Lutz. “Myne, deberías escribirle una carta con palabras simples”.

“Está bien, creo que lo haré. Gracias”.

Parecía que Lutz había estado ocasionalmente dando clases particulares a Tuuli. Dijo que solo estaba haciendo lo que había hecho por él el año pasado, pero gracias a eso se las arregló para no quedarse completamente atrás de los niños del orfanato.

“Ahora, intenta completar este problema”.

La escuela del templo cubría las matemáticas hoy. Me dirigí a Wilma, mirando a Tuuli mirar a su calculadora por el rabillo del ojo. Wilma y Rosina habían servido bajo la misma maestra; quizás podría aprender algo de lo que le dieron a Wilma al llegar a la mayoría de edad.

“Oh, sí, eso me recuerda — Rosina está llegando a la mayoría de edad este invierno”, dijo Wilma.

“Así es. Aunque no estoy segura de qué debo darle. ¿Puedo preguntar qué te dio la hermana Christine cuando cumpliste la mayoría de edad, Wilma?”

Una sonrisa conflictiva surgió en la cara de Wilma.

“Llegué a la mayoría de edad después de que la hermana Christine dejó el templo, así que no me dieron nada en particular”.

“… ¿Qué? En ese caso, necesito hacerte un regalo también”.

Nunca se me pasó por la cabeza que a Wilma no se le había dado nada, así que rápidamente le sugerí que también le comprara algo. Pero ella solo se rió, sus labios se curvaron en una sonrisa entrañable.

“Hermana Myne, si le preocupa eso, tendrá que dar obsequios a casi todos sus asistentes”. Delia y Gil tampoco habían recibido nada por sus ceremonias de bautismo, explicó.

“¿Y no frenará la celebración de Rosina si también me das regalos a mí, a Gil y a Delia? Sin mencionar que Fran podría sentirse excluido como el único que no consigue nada”.

“Mmm…” Todo lo que quería era que todos fueran felices, pero era muy difícil que eso sucediera.

Wilma, con su habitual sonrisa pacífica, se inclinó hacia delante cuando pensé. “Los sirvientes estamos felices de recibir cualquier regalo de nuestro maestro. Sin mencionar que cualquier cosa que Rosina quiera se relacionará con la música… ¿Tal vez apreciaría alguna partitura nueva?”

“¡Nueva partitura! Eso podría ser todo”.

“… Aunque tendría que ser una música bastante rara para que no haya estado en la colección de la hermana Christine”.

Bueno, digamos que será fácil para mí encontrar nueva música para ella…

***

Al día siguiente, visité al Sumo Sacerdote.

“Sumo sacerdote, he decidido darle a Rosina nuevas partituras para su ceremonia de mayoría de edad. Por favor, enséñame a escribir partituras”.

“¿Qué canciones pretendes escribir?”

“Los recuerdo, por supuesto”.

Si no fuera razonablemente difícil para mí encontrar música aquí que la doncella del santuario amante del arte, la hermana Christine, no tenía, entonces todo lo que tenía que hacer era escribir canciones que recordara de la Tierra. No sería demasiado difícil mientras supiera cómo escribir partituras. Seguramente.

“¿A los que recuerdas de tus sueños, quieres decir?”

“Si. No puedo pensar en ninguna otra canción que Rosina ya no conozca”.

“Fran, tráeme el harspiel de su habitación”.

“Entendido”, respondió Fran.

Mientras Fran traía mi instrumento, el Sumo Sacerdote me enseñó a escribir partituras. Naturalmente, era bastante diferente de la partitura que recordaba. Las escalas que podía escribir usando la partitura que me habían dado como referencia, pero no tenía idea de otras anotaciones y convenciones.

“He regresado”.

“Gracias, Fran”. Arranqué el pequeño harspiel que Fran me trajo mientras buscaba música en mi memoria.

“¿Oh? Eso no es todo… ¿Quizás esto? Oh, cierto, cierto. Va así… Hmhmhmmm…” Una vez que había calculado una parte de la canción, la escribí en una hoja y le pedí al Sumo Sacerdote que la revisara por mí.

“Sumo Sacerdote, ¿he escrito esto correctamente?”

“…Basta de esto. Dame el harspiel”.

Fue en la quinta medida que el Sumo Sacerdote perdió su paciencia conmigo y tomó el instrumento de mis manos. Preparó el pequeño harspiel de tamaño infantil y me fulminó con la mirada.

“Tu canta. Voy a anotar las notas. Será mucho más rápido para mí escribir la música que aprender a hacerlo tú misma”.

Impulsado por su mirada aguda, comencé a tararear la canción. Continué hasta que el Sumo Sacerdote levantó una mano, indicándome que me detuviera. Lo hice, y él comenzó a rasguear toda la parte que acababa de tararear. Mi mandíbula cayó lentamente mientras ajustaba las notas, acomodando la canción en una forma adecuada para tocar en un harspiel, luego lo escribió todo en la hoja.

… ¿Hay algo que el Sumo Sacerdote no pueda hacer?

No solo había captado la canción por completo de mi tarareo, sino que incluso la había arreglado para el harspiel y la había escrito en un abrir y cerrar de ojos.

“Myne, ¿conoces otras canciones?”

“… No hay muchas canciones que pueda tocar de memoria, pero si tararear es todo lo que necesitas, entonces sé mucho más”.

Mi respuesta me valió un asentimiento satisfecho del Sumo Sacerdote.

“Entonces, tararea”.

“¿Qué?”

“Estaba pensando que me gustaría algo de música nueva para mí. Sí, de hecho, creo que me gustaría tres canciones más”.

Estaba haciendo todo lo posible para organizar las canciones y escribirlas para mí, así que no me importó tararear tres canciones más para él. Seguí adelante e incluso aproveché la oportunidad para mezclar algunas canciones de anime. Fue un poco divertido ver al Sumo Sacerdote tocar música de anime para probar las notas y organizar la canción.

“Puedes copiarlos y dárselos a ella”.

“Te lo agradezco mucho”.

Puse las hojas de música manuscritas del Sumo Sacerdote en mi cajón y las copié sigilosamente cada vez que veía a Rosina y Fran ocupados con el papeleo. Una vez que terminé de copiar las cuatro canciones, Lutz hizo agujeros en sus costados y los ató con cuerdas para mayor comodidad.

“¡Todo listo!”

Y así, la ceremonia de la mayoría de edad se celebró el último Día de la Tierra del invierno. Delia y Gil trabajaron arduamente para sacar agua a primera hora de la mañana, en la que se bañó Rosina. Una vez hecho esto, se puso sus nuevas túnicas de doncella gris que le proporcionó el templo. Su falda solía ser lo suficientemente larga como para mostrar sus pantorrillas, pero ahora se bajaba a sus zapatos, y además tenía el cabello recogido detrás de la cabeza.

“Siento que es un desperdicio para ti estar arreglando tu lindo cabello, Rosina”. Me sentí un poco triste al pensar en cómo ya no vería el delicioso cabello castaño ondulado de Rosina detrás de ella. Delia, por otro lado, miraba el cabello de Rosina con envidia.

“¡No es un desperdicio! Ojalá pudiera estar recogiéndome el pelo ahora mismo”.

Wilma siempre recogía su cabello en una bola apretada y simple, pero Rosina había decidido dejar el de ella suelta y femenina. Rosina ya parecía madura para su edad, por lo que en el momento en que se recogió el pelo parecía una mujer adulta; su delgada nuca blanca se hizo completamente visible, y los mechones de cabello reluciente que colgaban fuera de lugar de alguna manera la hacían parecer mucho más sensual.

“Realmente eres bonita, Rosina”. Dejé escapar un suspiro de asombro ante la apariencia adulta de Rosina, lo que la hizo sonreír avergonzada.

“¡Caray!” gritó Delia. “Seré aún más bella cuando sea grande”.

“Estoy segura. Ciertamente también serás hermosa, Delia”. Le di a Delia una sonrisa divertida, luego felicité a Rosina y la llevé a la capilla donde se celebraba la ceremonia de la mayoría de edad.

“Hasta pronto, Rosina”.

“En efecto. Hasta entonces, hermana Myne”.

Como tanto los sacerdotes azules como los sacerdotes grises estarían ocupados con la ceremonia de la mayoría de edad, no necesitaba ayudar al Sumo Sacerdote con el trabajo de hoy. Y Rosina no estaba aquí para enseñarme a tocar el harspiel.

Al no tener nada más que hacer, fui al orfanato con Fran y Damuel para que Wilma preparara la masa de pastel. No tenía intención de enseñarle a Ella la receta, pero sabía que los niños se sentirían atraídos por el olor si los horneaba en el edificio de las niñas. Por eso le pedí que viniera a mi cocina una vez que hubiera preparado la masa para que pudiéramos hornearla allí.

“Wilma, ¿te gustaría venir a mis habitaciones por el bien de Rosina? Habrá hombres allí, pero son todos los que conoces. Creo que Rosina sería más feliz si estuvieras allí para celebrar con ella”.

“… Creo que me gustaría ir. Me he acostumbrado más a los hombres trabajando con sacerdotes grises en el comedor y el taller, así que creo que puedo participar brevemente en la celebración”.

Regresé a mis aposentos con Wilma, que llevaba un tazón de masa de pastel de parue. Fran y Damuel la miraron con los ojos muy abiertos, luego se apartaron lo suficiente para que ella pasara cómodamente.

“He regresado, hermana Myne”.

“Bienvenida de nuevo, Rosina. Hemos estado esperando”.

Rosina regresó a mis habitaciones antes de la tercera campana, una vez que la ceremonia de la mayoría de edad había terminado. Cuando ella vino caminando al segundo piso, tomé su mano y la guié a un asiento.

“¿Hermana Myne?”

“Ve y siéntate, Rosina”.

“Pero no puedo sentarme mientras mi maestro todavía está de pie”. Rosina se negó firmemente a sentarse. La miré, sin saber qué hacer, y Fran retiró mi asiento con un suspiro.

“Rosina tiene razón, hermana Myne. Si quieres que se siente, primero debes sentarte tú misma”.

Me senté obedientemente en mi asiento, después de lo cual Rosina hizo lo mismo, con una expresión preocupada en su rostro. En ese momento, un aroma dulce y esponjoso llegó desde la cocina.

“¡¿Wilma?!” chilló Rosina, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Wilma tenía una sonrisa de bienvenida en su rostro mientras colocaba un plato de pasteles delante de ella. Delia a su lado, por otro lado, parecía especialmente seria mientras servía una taza de té.

“Hoy te celebramos, Rosina”, dijo Wilma. “A sugerencia de la hermana Myne, horneé estos para ti”.

“… Se ven bastante deliciosas”. Rosina miró los pasteles de parue y el té cuidadosamente vertido, luego a todos nosotros alrededor de la mesa, con lágrimas en sus ojos azules. Miré a Fran, quien fue y recuperó la partitura de mi escritorio.

“Estas canciones son mi regalo para ti. Si quieres, por favor practica y toca para mí”.

“… No conozco ninguna de estas canciones. ¿Cómo demonios hiciste…? Hermana Myne, muchas gracias. Reuniste a todos aquí por mi bien y… solo… no sé qué decir…” Rosina esbozó una sonrisa brillante mientras abrazaba el paquete de partituras en su pecho.

“Felicitaciones por la mayoría de edad, Rosina. Que los dioses te bendigan y el futuro que te espera”.