Kumo Desu Ga Nani Ka?

Volumen 11

Interludio 1: El Elfo Detesta Perder el Tiempo

Aplasté el cráneo del hombre, silenciando su irritante berrinche.

Creo recordar que era una figura importante para el imperio, pero dudo que matarle aquí cause ningún problema serio.

Además, dada su edad, no le quedaba mucho tiempo de todos modos.

Probablemente veinte o treinta años más como mucho.

Tan solo apresuré un poco el proceso.

Aun así, sin embargo, esto ha sido un poco decepcionante.

Nuestro objetivo aquí era adquirir la reencarnación ubicada en el Sagrado Reino de Alleius, la sede de la religión de la Palabra de Dios.

Esta es probablemente la última reencarnación con la que nos podremos hacer.

Las otras, en gran parte nobleza y realeza, serían difíciles de capturar.

Además de eso, gracias a los movimientos del llamado operativo contra el tráfico de humanos que incluye al héroe de la humanidad, hemos perdido bases en muchas zonas.

No sería imposible capturar a las reencarnaciones restantes por la fuerza, pero sería bastante arriesgado.

Además, ya hemos obtenido un tamaño de muestra suficientemente grande de reencarnaciones, por lo que no siento necesidad de reunir al resto.

La única razón por la que decidí capturar a esta es porque sabía que era una trampa.

Ese hombre, el Pontífice de la Palabra de Dios, ya debe haber descubierto la existencia de las reencarnaciones.

Él ya tiene a dos de ellos bajo su control, además.

Entonces, ¿por qué él se abstendría de conseguir una tercera reencarnación tan cerca de su base de operaciones, si no era una trampa para atraerme?

Si uno sabe de una trampa desde el principio, es más fácil tomar las medidas correspondientes.

Por lo cual es por lo que usé este cuerpo, equipado con una Barrera Anti Técnicas e incluso traje una valiosa arma.

Así que imagina mi decepción cuando me encontré con un grupo de simples humanos.

Esperaba ver cuánto poder estaba dispuesto a enviar contra mí, aunque supongo que esto es en cierta medida eso.

Ah bueno.

He adquirido la reencarnación que buscaba.

Si este era el mejor grupo que podían enviar para atacarme, tal vez a la Palabra de Dios le faltaba poder.

Deben seguir recuperándose del incidente del Flota-G que ocurrió hace cuatro años, el cual mermó significativamente el poder militar de la Palabra de Dios.

Me imagino que por eso reunieron también soldados de otras naciones para el operativo contra el tráfico de humanos.

Supongo que adquirir esta información cuenta como una victoria.

“Lord Potimas, los preparativos para nuestro regreso están completos.”

Mientras reflexiono sobre todo esto, el desechable que lleva la reencarnación inconsciente llega desde lo profundo de la cueva.

“Puede haber algunos más afuera. Matadlos a todos—no dejéis que ni uno solo escape.”

“¡Sí, señor!”

Varios de los desechables corren hacia la entrada a mis órdenes.

Nuestro trabajo aquí está hecho.

Para empezar nunca hubo peones de la organización aquí.

Simplemente era una base temporal para recuperar a la reencarnación.

No perdemos nada abandonándolo y no dejamos nada atrás, especialmente ninguna prueba de que los elfos estuvieran involucrados.

Es posible que el pontífice manipule la opinión pública y esparza rumores de nuestra participación, pero sin pruebas será fácil de negar.

Y como ya no tenemos necesidad de conseguir más reencarnaciones, la organización ya no hará más movimientos.

Los humanos adicionales que capturamos como pantalla de humo también se han procesado como materiales, permitiéndome reponer lo que perdí en el incidente del Flota-G.

Todo va a la perfección.

Ahora solo tengo que esperar a que la tonta de Ariel haga su movimiento.

Nada puede evitar que siga avanzando.

Sin embargo, cuando me dirijo al exterior, me doy cuenta de que algo sigue agarrando mi pierna.

Este hombre realmente no sabe cuando rendirse, ni siquiera muerto.

Sacudo mi pie ligeramente para deshacerme de su mano, pero sigue sin soltarse.

Incluso cuando me agacho para liberarme con mis propias manos, los dedos del hombre ya se han endurecido demasiado como para quitarlos.

¿Rigor mortis?

¿Tan pronto después de la muerte?

Imposible.

Peor ¿y si la voluntad del hombre…?

Hmph. Qué idea más ridícula.

Absolutamente anticientífica.

Cada vez más irritado, disparo una bala a la muñeca del hombre, separando su mano de su cuerpo.

Y aun así, sigue adherido a mí.

Molesto, la arranco con todas mis fuerzas y la lanzo al suelo.