Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 9

Capítulo 8: Despistado, Pero Perspicaz

Parte 2

Lentamente, me dirigí al campus de la Universidad.

Reflexioné largamente mientras caminaba, pero no se me ocurrió ninguna explicación de por qué Fitz me había tratado así. Por lo que recordaba, no había hecho nada que le molestara recientemente. Tenía ganas de hablar con alguien. O tal vez sólo desahogarme.

Zanoba estaba hoy en el Gremio de Magos, ayudándoles en su investigación sobre los Niños Benditos. Probablemente había llevado a Julie con él. Linia y Pursena eran técnicamente una opción, pero no era muy optimista de que se tomaran esto en serio.

Probablemente acabarían sacando conclusiones y burlándose de mí sin piedad. Elinalise y Cliff no eran una opción, por supuesto. Badigadi tampoco parecía estar en el campus hoy. Y Nanahoshi… estaba ocupada con sus propios problemas.

No podía pensar en nadie más a quien recurrir. No tenía muchos amigos.

Al final, me dirigí directamente a la biblioteca. En momentos como éste, lo mejor era sentarse en algún lugar tranquilo y perderse en un libro estúpido durante un par de horas.

Una historia de heroísmo o de aventuras podría ser agradable en este momento. ¿Se había convertido en libro algún cuento sobre Kishirika y Badigadi? Eso era lo que quería ahora mismo: la historia de dos guerreros sin parangón, golpeando a magos lamentables mientras reían a carcajadas…

Entré en la biblioteca, asintiendo ligeramente al guardia. Nunca habíamos tenido una conversación real, pero había estado aquí lo suficientemente a menudo como para que me dejara pasar automáticamente. Me detuve un momento para quitarme la nieve de la ropa, usé un hechizo silencioso para secarme rápidamente y luego me dirigí a mi asiento habitual con un pequeño suspiro de alivio.

El edificio estaba, como esperaba, casi vacío. No había muchos estudiantes aquí que pasaran sus días libres en la biblioteca. En este mundo, la lectura no era algo tan importante en general… la tasa de alfabetización no era especialmente alta, después de todo.

“… ¿Eh?”

De alguna manera, Fitz estaba aquí. Estaba sentado en la mesa que normalmente compartíamos, leyendo un libro con la cabeza apoyada en las manos y una expresión ligeramente aburrida en su rostro.

“¡Oh! Hola, Rudeus”. Cuando notó que me acercaba, levantó la vista con su habitual sonrisa tímida. “¿Ya has vuelto? Pensé que te quedarías fuera más tarde. ¿Te has encontrado con tu amigo, al menos?”

“Eh, sí…” Me senté al otro lado de la mesa de Fitz, y estudié su cara con atención.

Parecía… normal. Su ropa y sus gestos eran los mismos de siempre.

Había algo muy extraño. Me había encontrado con él fuera, y luego me dirigí directamente a la biblioteca. El camino que había seguido hasta aquí era básicamente la ruta más corta posible. ¿Cómo diablos estaba sentado aquí ahora mismo?

“¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?”, dijo Fitz, pasándose la mano por ella con ansiedad.

Esto era lo otro, justo aquí. ¿Por qué estaba actuando así? Me había desairado en la cara hace cinco minutos, pero ahora parecía totalmente relajado y confiado.

“¿Por qué me ignoraste así antes?”

La pregunta salió de mi boca antes de que pudiera detenerme. La sonrisa de Fitz se congeló en su lugar. Después de un momento, asumió cuidadosamente una expresión seria. “Bueno, ya sabes… Se supone que no debo hablar con nadie cuando estoy de guardia. Soy Fitz el Silencioso y todo eso, ¿sabes? Mi voz es algo infantil, así que la gente no me toma en serio cuando hablo. Cuando estoy en público, sobre todo cuando vigilo a la princesa Ariel, ella quiere que me mantenga callado todo lo posible”.

“¿Es eso cierto? Sin embargo, no vi a la princesa Ariel por aquí”.

“Oh, ella estaba dentro de una de las tiendas cercanas. Es un lugar en el que sabemos que podemos confiar. Luke y yo no somos sus únicos guardias, tampoco. Los otros estaban vigilando a su lado mientras nosotros vigilábamos desde la distancia. Uhm, no le digas a nadie más sobre eso, sin embargo”.

Las palabras de Fitz salieron suavemente, sin un momento de vacilación. Casi como si fuera algo que hubiera ensayado de antemano.

“Ya veo. Bueno, siento haberme metido en tu camino mientras trabajabas”.

“¡Oh, no pasa nada! Yo también lo siento. No pretendía ser grosero ni nada por el estilo”.

Empezaba a hacerme una idea de lo que realmente estaba pasando aquí. No podía estar completamente seguro, pero… era probable que la princesa Ariel hubiera tomado de alguna manera la apariencia de Fitz como un disfraz. Probablemente había un objeto o implemento mágico involucrado de alguna manera.

Ella no me había hablado porque su voz no estaba afectada por sus poderes. ¿Tal vez el color de sus ojos tampoco cambió? Eso explicaría por qué Fitz siempre mantenía sus ojos ocultos. De lo contrario, sería un peligroso indicio cuando Ariel necesitara disfrazarse de él.

Sí. Cuanto más pensaba en ello, más parecía encajar. La razón por la que “Fitz” me había rechazado antes era bastante simple. Yo era lo suficientemente amigable con la persona real que habría visto a través de su intento de imitarle.

Sí, es cierto. Después de todo, no había hecho nada para que se enfadara. Me pareció una buena explicación. La aceptaría.

“Eso es un alivio, sin embargo. Pensé que me odiaba ahora, Maestro Fitz. Me preocupé mucho por un momento”.

“Ahaha… No seas ridículo, Rudeus. No podría odiarte, aunque lo intentara…”

Fitz se rascó la parte posterior de las orejas avergonzado. Hacía ese gesto todo el tiempo, pero últimamente hacía que mi corazón latiera más rápido cada vez que lo veía.

¿Por qué una persona tan adorable tenía que ser un chico?

…Suponiendo que realmente lo fuera. Todavía quería creer lo contrario.

***

Fitz había estado en mi mente mucho últimamente.

Como siempre, sólo nos encontrábamos de vez en cuando. Y no es que tuviéramos mucho de qué hablar cuando lo hacíamos.

Pero, aun así, no podía dejar de pensar en él. A veces me sorprendía recordando los pequeños gestos que hacía. La forma en que se rascaba las orejas.

La forma en que se estiraba cuando terminaba alguna tarea. Otras veces, pensaba en su olor, en cómo lo percibía cuando pasaba por delante de mí en el pasillo. Y, sobre todo, pensaba en su sonrisa. Esa sonrisita tímida no se me quitaba de la cabeza.

No era diferente los días en que no lo veía. Cada vez que veía una multitud de estudiantes, me encontraba buscándolo.

En mi defensa, la mayoría de las veces estaba en medio de la multitud. La princesa Ariel y sus criados eran famosos en esta escuela. Cuando iban por asuntos del consejo estudiantil, un puñado de ellos solía atraer a una gran multitud de curiosos. E incluso entre ese llamativo grupo de personas, Fitz en particular llamaba mucho la atención.

Fitz el Silencioso rara vez hablaba en público, pero era uno de los guardias de mayor confianza de la Princesa y uno de los magos más hábiles de toda la Universidad. No era de extrañar que la gente se interesara por él.

Yo era uno de ellos en ese momento. Siempre que lo veía, mis ojos parecían seguirlo.

Reconocí lo que significaban todos estos síntomas, por supuesto. Estaba enamorado.

Me había enamorado de un tipo. Suponiendo que realmente lo fuera, de lo cual no estaba totalmente convencido.

Esto parecía una cuestión importante. Dependiendo de su sexo, tendría que aceptar el hecho de que era gay, o posiblemente bisexual. No es que importara realmente a corto plazo, dado que mi “estado” aún no había mejorado.

Sin embargo, seguía esperando que resultara ser una chica.

***

Una vez que por fin conseguí admitir mis sentimientos ante mí mismo, me dispuse a recabar algo de información sobre el tema.

Lo más fácil y ético sería preguntarle al propio chico, pero ese iba a ser mi último recurso.

Por lo que sé, podría estar acomplejado por su encantador rostro femenino.

Empecé por dirigirme al edificio de profesores. Se suponía que aquí había expedientes de alumnos archivados, con la verdad registrada en ellos. Esperaba que tuvieran alguna política de protección de la intimidad de los alumnos, pero tal vez pudiera convencerlos de que me ayudaran por esta vez.

Después de dar algunas vueltas, logré encontrar al profesor a cargo de los cuartos años, que hacía las veces de consejero de Fitz. Le planteé la pregunta directamente. “¿Puede decirme cuál es el sexo del señorito Fitz, profesor?”

“No puedo darte ninguna información sobre Fitz”.

“¿Estás seguro? ¿No podría saltarse las reglas un poco, sólo por esta vez?”

El profesor se encogió ligeramente mientras hablaba. Al parecer, me encontraba algo aterrador. Últimamente, muchos estudiantes se ponían pálidos cada vez que me veían, pero no me esperaba esto de un miembro de la facultad. Tal vez podría usar esto a mi favor. “Si realmente no puedes ser flexible, tal vez te dispare un buen y grueso Cañón de Piedra [Stone Cannon] por el trasero y ver si eso ayuda…”

“¡Eee! Espera, yo… yo…”

“¿Hmm? ¿Quizás prefieras un vigoroso chorro de agua en su lugar?”

“… ¡Lo siento mucho, pero simplemente no puedo decirle nada!”

El hombre demostró ser un hueso duro de roer. Era bueno ver que el profesorado aquí no cedía a las amenazas, al menos. “Sólo estaba bromeando, profesor”.

Renunciando a la simple intimidación, me dirigí a buscar a Jenius. Si no podía obtener respuestas de los chicos de abajo, iría directamente a la parte superior en su lugar.

Encontré a nuestro querido vicedirector en medio de una animada batalla con una montaña de papeles. Dado el tamaño de esta universidad, probablemente había muchos formularios que firmar en un día cualquiera. Me sentí un poco mal por interrumpirlo, pero no era que esto debiera llevar demasiado tiempo.

“Hola, vicedirector Jenius”.

“Ah. Buen día, Rudeus”.

“Pareces bastante ocupado, tengo que decir…”

“Oh, para nada. Gracias a que mantienes a nuestros niños problemáticos bajo control, mi vida se ha vuelto mucho más fácil últimamente.”

¿Niños problemáticos? ¿Se refería a Badigadi y Zanoba, tal vez…? No es que fueran realmente niños en la mayoría de los sentidos de la palabra.

“En cualquier caso, ¿qué puedo hacer por ti hoy?”

“En realidad, quería pedirle información sobre el maestro Fitz”.

Las cejas de la vicedirectora se crisparon. “Lo siento mucho, pero los que mandan nos han dado unas instrucciones bastante estrictas con respecto a él y a su patrón”.

“¿Es así?” Estuve ligeramente tentada de decirle que me importaba un bledo, pero algo en el agotamiento de su rostro me hizo reconsiderar. La administración tenía sus propios problemas, claramente. Puede que se hayan asegurado algún tipo de apoyo crucial al aceptar a la segunda princesa y su séquito. “Pero, ¿podría decirme al menos cuál es el género de Fitz?”

“¿Su género…? Hmm…” Jenius me ofreció una de sus famosas sonrisas incómodas. Era su especialidad. Durante un minuto, pensó en mi petición. Aunque un minuto podía parecer mucho tiempo cuando se esperaba en total silencio.

“Fitz… es un hombre”.

Al final, esa fue la extensión de su respuesta.

***

Al final, seguía sin estar seguro del sexo de Fitz.

Jenius había respaldado la historia oficial, pero estaba claramente bajo cierta presión, y lo había pensado durante un tiempo extrañamente largo. Era difícil decir si era sincero o no. Por supuesto, había utilizado automáticamente los pronombres “él” y “su” para Fitz antes de escuchar mi pregunta… ¿Significaba eso que me había dicho la verdad después de todo?

No, no tenía sentido sobre analizarlo. No tenía pruebas para decidirme.

Sin darme cuenta, me dirigí a la biblioteca y a la mesa donde siempre trabajaba con Fitz. Me senté y dejé escapar un pequeño y suave suspiro. ¿Qué sentido tenía averiguar su sexo? ¿Podría atreverme a decirle lo que sentía? ¿Podría decirle a alguien que sentía algo por él? ¿A mí, de entre todas las personas?

En teoría, era bueno desahogarse… pero la idea me parecía equivocada. No estaba enfocando esto de la manera correcta. En primer lugar, ¿qué quería que pasara después de confesar?

Eso era importante. Muy importante, de hecho.

No podía llevar las cosas demasiado lejos con mi cuerpo en este estado. Mi grúa no quería moverse, pero no era como si me faltara gasolina. Mi cerebro estaba lleno de pensamientos sucios y malvados en todo momento. En algún momento, no sería capaz de contenerme. Pero no sería capaz de hacer nada cuando lo intentara. Eso sonaba a tortura.

Sí, claro. Dejemos de lado las palabras bonitas que la gente siempre lanza. No más eufemismos sobre mis “sentimientos”.

 Quiero acostarme con Fitz. Quiero hacer todo tipo de cosas con él. Quiero experimentar. Quiero probar un poco de esto, un poco de aquello… bueno, quizás eso es llevar las cosas demasiado lejos…

 “Dios, me gustaría poder masturbarme, al menos…”

Justo cuando murmuraba estas palabras para mí, una mano cayó sobre mi hombro. Me giré y miré hacia arriba, y me encontré cara a cara con Fitz. “¿Manipular qué?”, dijo, inclinando la cabeza con curiosidad hacia un lado.

“¡Waaaagh!” Me levanté violentamente, enredando mis pies en las patas de mi silla. “¡Vaya! Cuidado”. Fitz se acercó y me agarró de la mano, tratando de estabilizarme. Pero no era lo suficientemente fuerte como para tirar de mí.

“¡Aaaah!”

Acabamos cayendo juntos, todavía enredados con la silla, empujando la mesa hacia atrás mientras íbamos.

Y cuando caímos al suelo… Fitz aterrizó encima de mí. Yo estaba tumbada de espaldas, sosteniéndolo en mis brazos.

La cara de Fitz estaba muy cerca de la mía.

Gracias a esas enormes gafas de sol, no podía distinguir del todo su expresión. Pero podía ver el puente de su nariz y sus delgados labios a pocos centímetros. Sentí el calor y el peso de su cuerpo sobre mí. No es que pesara mucho.

Un olor agradable llenó mis fosas nasales. Era el olor de Fitz, con una intensidad mayor que la que había experimentado antes. Podría haber pasado un día entero saboreándolo.

Mis brazos se habían enredado de algún modo en sus caderas y en su trasero cuando caímos al suelo. Su cintura era delgada y femenina. Su trasero no era exactamente regordete, pero era suave. La sola sensación hizo que mi pequeño travieso se pusiera de pie… en atención…

***

Mierda.