Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 3

Interludio 2: Luz Cálida

Cuando miró el reloj, ya eran más de las 10:00 PM. Satsuki se estaba cansando. Ella suspiró un poco y dejó de lanzar su hechizo anti-maldición.

“Zzz… Zzz…”

“…”

Había mantenido el hechizo durante cuatro horas, pero Harissa todavía no mostraba signos de despertarse. Tal vez ella nunca lo haría…

La idea pasó por la mente de Satsuki, pero ella negó vigorosamente con la cabeza. El hechizo de sueño en Harissa fue más poderoso de lo que esperaba. Estaba empezando a perder la esperanza.

No había conocido a Harissa desde hacía mucho tiempo, pero a Satsuki le gustaba la pequeña maga de otro mundo. Solo una pobre niña que de repente perdió la capacidad de llegar a casa.

Justo después de haber comenzado a vivir en la casa de Rekka, le había pedido a Satsuki que le enseñara cómo hacer las tareas domésticas. Ella dijo que quería ayudar a Rekka.

Para empezar, probablemente había sido buena con las tareas del hogar. Todo lo que Satsuki realmente tenía que hacer era enseñarle a ir de compras y usar electrodomésticos modernos. Harissa se había hecho cargo rápidamente de todas las tareas de la casa Namidare. Fue lindo verla haciendo todo lo posible para ayudar a Rekka.

En realidad, Satsuki lamentó haberle enseñado a usar un poco la cocina. Como resultado, había tenido menos oportunidades de preparar el almuerzo para la propia Rekka. La cocina de Harissa estaba al estilo de su mundo natal. Tenía un sabor único que era realmente bueno.

En ese sentido, ella era una de las rivales de Satsuki para el corazón de Rekka. (El hecho de que fueran “rivales” en plural ya era bastante malo). Pero como persona, a Satsuki no le importaba.

Era como tener una hermana pequeña, pensó Satsuki. Por eso quería ayudarla sin importar qué.

“…Bueno.”

Satsuki comenzó a lanzar su hechizo de nuevo. Una vez más, la luz azul se reunió en sus manos y envolvió suavemente a la dormida Harissa.

“……”

Mientras lanzaba el hechizo, Satsuki se encontró pensando en su amigo de la infancia.

“Rekka…” Ella susurró el nombre del niño ausente.

Normalmente su nombre traía una luz cálida a su corazón, pero ahora proyectaba una sombra negra.

Sabía que Rekka estaba allí tratando de salvar a Harissa. De eso estaba segura. Ese era el tipo de niño que era su amiga de la infancia.

Podía ser flojo, odiaba destacarse y nunca se peleaba. Era un niño que amaba lo que era normal y odiaba causar un escándalo. Pero eso no significaba que no lo haría para salvar a alguien en problemas. Se quejaba, y decía que deseaba que alguien más lo hiciera por él, pero…

“Al final, Rekka no se rendiría con nadie…”, dijo con nostalgia.

Satsuki había encontrado una vez un gato callejero, pero sus padres le dijeron que lo tirara. Posteriormente, Rekka la encontró llorando y le dijo que la ayudaría a encontrar un nuevo propietario.

“Mi papá salvó a un gato junto al río hace un tiempo, y lo ayudé a encontrar a alguien para que se lo quedara”, dijo.

Incluso le dijo que conocía los mejores lugares para colocar carteles. Pero…

“¡No! ¡Quiero conservarlo yo misma!” Satsuki había sido egoísta entonces.

A su manera infantil, se había enamorado del gato. Al principio, había tratado de persuadirla de lo contrario… pero cuando se dio cuenta de que no estaba funcionando, la llevó a ella y al gato al santuario del vecindario.

“Vamos a mantenerlo aquí y cuidarlo”.

“¡Bien!”

Durante un tiempo después de eso, visitarían el santuario día tras día. Le trajeron leche para beber y mantas para mantenerlo caliente.

Después de un año más o menos, el gato creció y se fue a alguna parte. Pero Rekka se había quedado con ella hasta el final.

Pensaba que era normal que la gente fuera feliz. Y parecía pensar que era normal tratar de proteger eso.

Pero… ahora había rechazado a Satsuki fuertemente, y como resultado la había herido.

Quizás no quiso hacerlo. Quizás tenía una buena razón. Tal vez Satsuki acababa de entender mal lo que estaba haciendo, y se estaba enojando sin ninguna razón. Pero aun así…

Ella no sabía qué hacer. Habían estado juntos desde que eran pequeños, y esta era la primera vez que algo así había sucedido.

Porque… ella amaba a Rekka.

La más mínima perturbación sacudió su corazón hasta el centro. Esas heridas eran profundas.

No importaba cuánto lo pensara, no importaba cuánto lo amara, ahora no podía entenderlo. Si pudiera, no habría ningún problema en absoluto.

Ni siquiera la Magia de la Omnipotencia podía revelar cómo se sentía la gente. La incertidumbre negra se comió su corazón.

Un dolor punzante y doloroso… “…”

Satsuki cerró los ojos e intentó aguantar. Pero el dolor no se detuvo.