Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 3

Capitulo 3: Seguros Destrozados, Anhelo De Destrucción

Parte 2

Esquivé a un lado del camino, pero tropecé cuando mi pie se enredó en la maleza. Lo que sea que aterrizó justo detrás de mí.

“¡Bwah!”

Rápidamente saqué mi cabeza de un arbusto y me di la vuelta. Mis ojos se encontraron con algo grande y con los ojos saltones.

“¡Ugyah!”

¡Ahora estaba cara a cara con el enorme y gruñido zorro de nueve colas! “¡Grrrrr…!”

El zorro pesaba fácilmente una tonelada, y la baba salía por los costados de su boca mientras gruñía. Sus colmillos estaban tan desnudos que pude ver sus encías. Un mordisco de esa cosa me partiría por la mitad.

“… ¡Tch!”

Era la imagen de muerte más literal que había visto en mi vida.

Incluso después de luchar contra Bahamut y el dragón, todavía no estaba acostumbrado. Mis piernas comenzaron a temblar cuando el miedo frío corrió por mi columna vertebral.

“Grrr…”

Pero el zorro de nueve colas debe haber decidido que yo era solo un cobarde, porque volvió su mirada hacia Kokomo.

“¡Aah! ¡N-Nueve-Colas! ¡Te sellaré…! ”

“¡GRRRRR!”

“¡AAAH!”

Kokomo gritó y cayó hacia atrás cuando el zorro lo miró, lo que dejó al cuerpo de Hibiki indefenso…

“¡Hibiki!”

Me estaba moviendo antes de darme cuenta. “¡Gah!”

Unos momentos después, el zorro saltó hacia Kokomo. Estaba más cerca y tenía ventaja, pero el zorro de nueve colas era mucho más rápido que yo. Nos cruzamos cuando me zambullí en el helado Kokomo.

“Oww… Hey, ¿estás bien?”

“¡G-Gracias!”

“Mientras estés a salvo. Ahora re… ¡Aah!”

Sentí un dolor en la espalda que era como agua hirviendo, y de repente me di cuenta de que mi camisa se sentía húmeda. Cuando derribé a Kokomo, las garras del zorro me atraparon. No fue una herida profunda, pero el dolor me congeló en su lugar. Mis ojos se encontraron de nuevo con los del zorro en el peor momento posible.

¡No…!

Había dejado una abertura fatal. Pensamientos de muerte pasaron por mi mente.

Y luego un muro de llamas bajó del cielo, separándonos del zorro. Apareció un monstruo tuerto con una cabeza extremadamente larga. Las llamas salían de su mano.

“¡Kokomo! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!” El monstruo debe haberlo sentido de alguna manera, porque miró directamente a la cara de Hibiki cuando habló. “¡Sella al anciano! ¡Ahora!”

“¡C-C-Cierto!” Kokomo respondió rápidamente. Luego usó dos dedos para dibujar un triángulo en el aire frente a él, seguido de un triángulo invertido que se superponía.

Conocía ese diseño de los videojuegos. Era una estrella de seis puntas.

Había una llama blanca casi invisible saliendo de los dedos de Kokomo mientras se movían. Cada vez que trazaba un lado, el hexagrama se hacía cada vez más visible. ¿Era este el ritual necesario para sellar al zorro?

¡Grrrrr! ¡Hisssss!

El zorro de nueve colas ahora estaba ocupado defendiéndose del ejército de monstruos que lo apresuraron por todos lados. Estaba funcionalmente atrapado en un lugar. Todo lo que quedaba era que Kokomo terminara el sello… o eso pensé.

“¡Ah… aah!” Kokomo de repente gritó.

Miré y vi que el hexagrama que estaba dibujando se había deformado y distorsionado, como si estuviera a punto de romperse.

“¡¿Qué estás haciendo, Kokomo?! ¡Solo tú clan sabe cómo usar la magia de Fumetsu para deshacerte del ki venenoso!”

“¡Lo-Lo-Lo siento!”

Kokomo estaba medio llorando (con la cara de Hibiki) mientras intentaba dibujar nuevamente la estrella de seis puntas. Pero las líneas eran más desiguales que antes. Ni siquiera podía dibujarlos en línea recta.

“¡GRRRAOOOR!”

El gran rugido que el zorro de nueve colas dejó escapar a continuación hizo aparecer un torbellino. Las aspas del viento derribaron a todos, tanto en el suelo como en el aire.

“¡Uwah!”

“¡Hey!”

Agarré a Kokomo cuando sus pies dejaron el suelo, pero también terminé volando.

“Oww…”

Me arrojó unos buenos diez metros. Me golpeé la cabeza cuando aterricé, pero gracias a mi agarre, el cuerpo de Hibiki no resultó herido.

“Hibi — quiero decir, Kokomo, ¿estás bien?”

“¡Waah! ¡Sabía que no podía hacerlo!”

Kokomo se estaba culpando a sí mismo. La expresión en su rostro que Hibiki nunca haría y la voz tímida que dijo que nunca usaría lo dijo todo. Sus orejas de zorro cayeron como si reflejaran sus sentimientos.

Después de que el torbellino eliminó a sus atacantes, el zorro de nueve colas dio otro gran salto y desapareció en la distancia. El ejército de monstruos lo siguió, algunos de ellos arrojando miradas sucias hacia nosotros. Probablemente estaban mirando a Kokomo.

Pero luego todos se fueron tan rápido como habían venido, dejando solo las cicatrices de la batalla.

“Y eso está hecho… o no, supongo”.

El hecho de que el peligro inmediato haya pasado no significa que haya resuelto nada.

“¡Waah! Tengo que ir. ¡Yo… tengo que ir!” Kokomo se levantó, murmurando para sí mismo de nuevo, y se tambaleó detrás de los otros monstruos.

“Espera”.

No iba a dejar que tomara el cuerpo de Hibiki de nuevo. “¡D-Déjame ir!”

“Eras inútil justo ahora. ¿Qué crees que vas a hacer? Si no te hubiera ayudado, Hibiki, la chica cuyo cuerpo robaste, también habría muerto”.

“W-Waaah…”

De acuerdo, “inútil” puede haber sido un poco duro. Se desplomó en el suelo y comenzó a llorar. Se sentía como si estuviera intimidando a un niño pequeño…

“Escucha, solo dime qué está pasando. Tal vez pueda ayudar.”

“¿P-Por qué?”

“Bueno…” Le dije a Kokomo sobre la línea de sangre del Namidare y traté de manejar mejor la situación. “Así que el zorro de nueve colas inhaló demasiado ki venenoso y se volvió loco, y tú y los otros monstruos estaban tratando de sellarlo… ¿Es cierto?”

“Sí es cierto. Pero…” Kokomo se calló.

Bueno, probablemente no quería hablar sobre cómo había fallado. Podría entender eso, pero…

“Sobre eso. ¿Por qué tienes que ser tú quien haga el sello?”

Incluso si no estaba luchando directamente, parecía imprudente hacer que un niño pequeño se enfrentara a un monstruo peligroso como ese. Había estado demasiado asustado para hacer algo cuando se trataba de eso.

“Mi ma… El zorro de nueve colas solo puede ser sellado por mi magia Fumetsu”.

“¿Huh? ¿Qué es la magia de Fumetsu? ”

“Es una historia un poco larga, pero…”

La magia de Fumetsu era evidentemente un tipo de magia utilizada para sellar (“fu”) y destruir (“metsu”) la energía del mal ki que causaba plagas y desastres naturales.

La magia en sí se activó con la estrella de seis puntas que Kokomo intentó usar antes. Y debido a que el ki venenoso esencialmente había poseído al zorro de nueve colas, ahora también podía ser sellado con la magia de Fumetsu. Así lo explicó Kokomo.

“¿Hmm?”

“¿Qué pasa?”

“Nada…” Se sentía como si hubiera escuchado algo sobre una energía maligna que causó plagas y desastres antes… pero lo que sea. Había asuntos más apremiantes a la mano.

“De todos modos, esto de Fumetsu…¿Cómo es que solo tú puedes usarlo?”

“La magia de Fumetsu implica un tipo especial de hechizo que solo la familia de las nueve colas puede usar”.

“¿Las nueve colas…?”

Espera, ¿no era un zorro de nueve colas que se había vuelto loco? ¿Qué estaba pasando aquí?

“Las nueve colas han tenido el trabajo de gobernar sobre los otros monstruos y alejar el ki venenoso que aparece en esta tierra por generaciones. Pero… estas nueve colas lo hicieron por mucho tiempo”.

“… Y terminó volviéndose loco, ¿eh?” Tenía sentido… pero eso planteó una nueva pregunta. “Espera. Si puedes usar esta magia de Fumetsu, entonces eres… ”

“…Si. Yo también soy un zorro de nueve colas”.

“Entonces…”

“El zorro de nueve colas que se volvió loco es mi madre”….Ya me lo imaginaba.

Antes de haberse combinado con Hibiki, Kokomo había tenido la forma de un zorro. La idea me había pasado por la cabeza, pero eso significaba…

“¿Estás tratando de sellar a tu propia madre, Kokomo?” Tuve que preguntar No lo podía creer.

“… No puedo evitarlo. Es porque soy muy débil”.

“¿Cómo es tu culpa?”

“El ki venenoso puede causar desastres naturales y otras cosas, pero también tiene un efecto negativo en el corazón… En mi caso, ese efecto es el miedo”.

Kokomo se sacudió. Había lágrimas en sus ojos.

“Cuando trato de usar la magia de Fumetsu para deshacerme del venenoso ki, de repente me asusto tanto que no puedo hacer nada. Si fallo, podría sucumbir al veneno ki. Quizás también me vuelva loco. Tal vez mis extremidades se pudrirán… Cuando pienso en eso, el hechizo deja de funcionar y me escapo… ”

Kokomo siguió temblando mientras lloraba.