Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 3

Capitulo 7: Tarde en la Noche

Una vez que se tomó la decisión, el tiempo pasó volando.

Fueron a la oficina del Cuerpo de Soldados Voluntarios para aceptar la orden, hicieron su trabajo de manera normal, esperaron nerviosamente que el momento llegara, y ahora la operación era mañana.

Tenían que reunirse a primera hora de la mañana, aunque, en realidad, porque el asalto a Fortaleza Capomorti y la Fortaleza de Hierro de Riverside comenzaría al amanecer, tenían que estar en la puerta norte de Altana a las tres de la mañana.

Las campanas en Altana solo sonaban desde las seis de la mañana hasta las seis de la noche en intervalos de dos horas, y Haruhiro y los demás no tenían reloj. Los habían visto en venta, pero al parecer solo los artesanos enanos podían hacerlos, o algo así, por lo que el precio era lo suficientemente alto como para que sus ojos se abultaran. Afortunadamente, había un reloj de pared en el vestíbulo de la casa de hospedaje de soldados voluntarios, para que pudieran consultar la hora ahí.

Pretendían levantarse de sus camas a las dos en punto, o más o menos. Bueno, incluso si solo uno de ellos se despertara en ese momento, solo tenía que ir a despertar a todos los demás, por lo que funcionaría de alguna manera.

En preparación para mañana, Haruhiro y los demás se fueron a dormir cerca del atardecer. Más precisamente, fue cuando se acostaron y comenzaron a intentar dormir.

“¡Esto es imposible!”

En la habitación oscura, Ranta fue el primero en comenzar a retorcerse, por supuesto, pero esta vez Haruhiro sentía lo mismo.

“No puedes simplemente esperar que nos quedemos dormidos a esta hora del día…” Ranta se quejó.

“S-Sí…” Aparentemente Moguzo estaba de acuerdo. “Nunca puedo dormir lo suficiente, pero todavía no estoy cansado…”

“¡Si de todos modos no podemos dormir, ¿quieren ir?!” gritó Ranta. “¡¿A lanzar una pequeña incursión?!”

“¿Qué quieres decir con «una incursión»…? Espera, Ranta, ya estamos teniendo suficientes problemas para dormir, así que cállate un poco, ¿quieres?” Se quejó Haruhiro.

“U-Um, Ranta-kun, ¿a dónde?” Tartamudeó Moguzo.

“¡¿Eh?! ¡Amigo, me refiero a la habitación de las chicas, por supuesto!”

“¿Eh…?” Preguntó Moguzo.

“No hay manera de que vayamos…” dijo Haruhiro con un suspiro. “Además, ¿para qué irías ahí?”

“¿Para qué iría ahí?” Ranta exigió. “Solo hay una cosa.”

“¿Una cosa?”

“La única cosa es… ¡Esa única cosa!”

“Una vez más, ¿qué cosa?” Preguntó Haruhiro.

“Ah—”

“¿Ah?”

“Uh.”

“¿Uh?”

“Te…”

“¿Te? ¿Qué?”

“…¿Qué comienza con «te»?” Preguntó Ranta.

“No me preguntes,” dijo Haruhiro. “Tú eres el que comenzó esto. ¿Lo estás inventando a medida que avanzas? Si no has pensado en algo, ¿por qué no decirlo así?”

“¡He estado pensando! ¡He estado pensando como loco! Te… T-Te… ¡Moguzo! ¡Te!”

“¿Y-Yo?” Tartamudeó Moguzo. “¿Te…? Te… Te… Teeee…”

“¡Sigue así, Moguzo! ¡Está saliendo! ¡Ya casi lo tienes! ¡Sigue!”

“…¿Tomar té?”

“¡Tonto! ¡Moguzo, imbécil! ¡¿Vas a ir pedirle a las chicas que tomen té contigo?! ¡¿No pudiste pensar en algo mejor?! ¡Si comienza con «te» solo puedo decir una cosa! ¡Tetas, duh!”

“…Uwah.”

“¡¿Qué, Haruhiro?! ¡¿Por qué es el «uwah»?! ¡También te gustan las tetas! ¡Porque eres un hombre! ¡Si te llamas a ti mismo hombre, todos amamos las tetas!”

“No solo decidas eso…” murmuró Haruhiro.

“Oh, ho. Bueno, ¿entonces no te gustan? Si hubiera un par de tetas frente a ti en este momento, ¿no sentirías nada? Estoy hablando de un abultado buen par tetas aquí, ¿sabes?”

“…Bueno, no es como si no sintiera nada.”

“Moguzo, a ti también te gustan, ¿verdad?” Ranta exigió. “Tetas.”

“¿Eh…? B-Bueno… Seguro, tanto como al tipo a mi lado…”

“Detente, Moguzo,” dijo Haruhiro. “No tienes que involucrarte con él.”

“¡Ven! ¡A ambos les gustan también! ¡Gwajaja! ¡Al final, también son hombres! ¡Ahora, vamos, vamos!”

“En serio, ¿qué vas a hacer ahí?” Haruhiro exigió.

“¡Voy a exprimirlas, eso es lo que haré!” Declaró Ranta. “¡Las apretaré! ¡Las apretaré como loco!”

“…Hombre, eso es prácticamente una violación.”

“¡No voy a ir tan lejos!” Ranta dijo bruscamente. “¡Solo las voy a apretar! ¡Solo apretaré sus tetas, eso es todo! ¡Eso debería estar bien! ¡Está todo bien!”

“No, no está bien hacerlo, como persona…”

“Bueno, sí,” coincidió Ranta de repente.

“¿Verdad?” Dijo Haruhiro.

“Además, sería incómodo, ya sabes,” agregó Ranta. “Incluso si las forzara a dejarme apretarlas, sería inútil, ¿no? ¿Entonces qué? Quiero un «puedes apretarlas». O más bien, un «por favor, exprímelas». Tiene que ser algo así. Tiene que tener amor.”

“¿Qué es eso de repente?” Preguntó Haruhiro. “Me estás asustando.”

“¡Imbécil, este es el momento de hablar de amor, obviamente!” Gritó Ranta. “Sabes lo que pasa, ¿verdad? Yume y Shihoru también lo hacen. No hay duda de eso. Lo están haciendo. Lo están haciendo como locas. Quiero decir, son chicas después de todo.”

“Sí…” Moguzo gruñó de acuerdo.

Haruhiro se dio vuelta en la cama. “…¿Así es como es?”

“Maldita sea, claro está,” dijo Ranta con firmeza. “Las chicas y el hablar de amor son inseparables. Están tan estrechamente conectados como los ancianos y los incendios. Sí. Olvídate de esa comparación. Pero estas criaturas llamadas chicas, sus cabezas están seriamente llenas de nada más que amor. Están hablando de eso ahora. «Shihoru, Shihoru, ¿quién te gusta? ¿Qué? ¿Y tú, Yume?» Algo como eso. Lo están haciendo así.”

“No… Apuesto a que no están hablando de algo así.”

“Haruhiro, no entiendes a las chicas en absoluto,” dijo Ranta con desprecio. “Son estas pequeñas criaturas extrañas que se enamoran antes de comer. Cuando se caen, no solo se levantan, se enamoran. Si se caen siete veces, se enamorarán ocho. Así es como son las chicas. ¿Entonces? ¿Qué hay de tí?”

“¿Eh? ¿Qué hay de qué?” Preguntó Haruhiro.

“¿Quién te gusta?”

“¿Eh…?”

Tal vez fue porque no estaba preparado para la pregunta. Bam, bam… Dos rostros aparecieron en su visión. El orden en que aparecieron era… Haruhiro no estaba seguro. Los dos rostros parecían parpadear de un lado a otro.

“…¿Qué quieres decir con quién?” Preguntó.

“¿Quieres que adivine? Es Yume, ¿verdad?”

“Qué…”

“En el blanco, ¿eh? Mary tiene la mejor apariencia, sin duda, pero está claramente fuera de tu liga. Shihoru tiene unas tetas enormes, lo cual es un gran punto a su favor. Su rostro no está nada mal. Pero esa personalidad suya parece un dolor, y de todos modos, ella no habla mucho con los chicos. Un hombre indeciso con baja autoestima como tú, iría por una cabeza hueca como Yume. Así es como es.”

“…Bueno, lo siento por ser indeciso,” dijo bruscamente Haruhiro.

“No está bien. Es molesto. Hombre, las chicas no van por eso,” dijo Ranta. “Para ser honestos.”

“Estoy bastante seguro de que las chicas tampoco están interesadas en ti, por una razón completamente diferente.”

Además, ni siquiera tienes razón. Casi lo dijo, pero Haruhiro no estaba obligado a corregir a Ranta. Así no es como es. No tengo ningún sentimiento de amor. Al menos, aún no ha llegado tan lejos, creo. Probablemente.

“¡Já!” Declaró Ranta. “Eres el tipo de imbécil que no puede decir que exuda encanto. Es por eso que las chicas no están interesadas en ti. Haruhiro, eso es suficiente de ti. Moguzo, ¿y tú? ¿Quién te gusta?”

“N-No es que haya alguien que me guste, o algo así…”

“Nuh-uh, tiene que haber alguien,” dijo Ranta con confianza. “¡Si hay hombres y hay mujeres, no hay manera de que no tengas a alguien! Nuestros instintos masculinos, naturalmente, seleccionan a una mujer.”

“Suena tan salvaje… cuando lo pones así…” murmuró Moguzo.

“Eso es porque estamos vivos. ¡También somos jóvenes! ¡Si no somos salvajes y llenos de vida, ¿qué somos?! ¡Vamos al grano! ¡Moguzo, ¿con quién quieres procrear?!”

“Ranta…” dijo Haruhiro con exasperación.

“¿Eh? ¿Qué, Haruhiro? Solo lo estoy poniendo claramente. Porque cuando un hombre está buscando a una mujer, de eso se trata básicamente.”

“P-Pero, Ranta-kun,” tartamudeó Moguzo. “No pienso así… ¿sabes?”

“Bueno, ¿cómo piensas entonces? Vamos, dilo. Habla.”

“Es más como… la admiro, podría decirse,” dijo Moguzo.

“¿Oh, ho?”

“O a veces pienso… «Ella es tan hermosa»…”

“¡Entonces, Moguzo, entonces estás apuntando a Mary!”

“¡¿Qué?! ¡¿C-Cómo lo supiste ?! No… no estoy apuntando a ella…”

“Por supuesto que lo sabría,” sonrió Ranta. “Si dices hermosa, Mary es la única que encaja.”

Haruhiro negó con la cabeza. “…Solo dices cosas que no debes.”

“Errooooor,” replicó Ranta. “Soy un hombre que solo habla la verdaaaaad. No importa cómo mires a Yume o Shihoru, ninguna de ellas es lo que llamarías una verdadera belleza. Saca la cera de esos ojos soñolientos y echa un vistazo, maldita sea.”

“No saques la cera de tus ojos, eso sería terrible, ¿y cuántas veces tengo que decirte que no hables de mis ojos?” Preguntó Haruhiro.

“Aún así, sin embargo,” reflexionó Ranta. “Moguzo quiere a Mary, eh. Buena eleccion. Sí, ese es mi socio.”

Moguzo rió nerviosamente. “Ja… jajaja… Um, pero, creo que es hermosa, eso es todo…”

“Aún así, hombre, Mary lo dijo ella misma,” agregó Ranta. “Si tuviera que elegir a uno de nosotros, sería Moguzo, o algo así.”

“…S-Sí,” estuvo de acuerdo Moguzo. “La verdad es que, después de eso… no lo sé, pero solo un poco… he estado más… ¿consciente? De ella…”

“Consciente…” murmuró Haruhiro. Moguzo había estado desarrollando silenciosamente un interés en el sexo opuesto, por extraño que fuera que se expresara de esa manera. Aún así, fue una especie de shock.

“¡Gwajajaja!” Ranta estaba extrañamente emocionado por alguna razón. “Moguzo, tú, perro! ¡Presiona, presiona, y presiona más fuerte! ¡¿Quién sabe, tal vez incluso podría funcionar para ti?!”

“Ah, no, yo no podría…”

“Moguzo, amigo, déjame decirte algo, ya que soy tu socio. La vida puede parecer larga, pero es corta. Tienes que hacer lo que tienes que hacer, ¿sabes? Para que no te arrepientas, ¿de acuerdo? ¡Así que confiesa tu amor!”

“¡Mrgh! No puedo hacer eso…”

“¡Solo confiesa tu amor, ¿de acuerdo?!” Ranta ordenó. “¡Hazlo mañana!”

“Te digo, no puedo…”

“¡No puedes porque piensas que no puedes! ¡Si crees que puedes hacerlo, puedes! ¡Asi es como funciona! ¿Cierto, haruhiro? Estoy en lo cierto, ¿no?”

“¿Eh? Ah, um, sí, bueno, supongo… ¡Oye, espera, no me metas en esto de repente!”

“Idiota, ¿no vas a apoyar a Moguzo?” Replicó Ranta. “Somos camaradas, ¿no?”

“¿Apoyarlo…?” Murmuró Haruhiro. “Bueno, no es como si no, pero…”

“¡¿No quieres que encuentre la felicidad?!”

“Sí, pero…”

“¡Entonces debería confesarse! ¡Debería confesarse! ¡Tiene que mostrar su baile de confesión de amor!”

“¿Qué demonios se supone que es un baile de confesión de amor?” Preguntó Haruhiro.

“¡Es una actuación tradicional que realizas mientras confiesas tu amor! ¡Ese tipo de cosas existen! ¡Acabo de decidir que lo haga! ¡Está bien, baila para nosotros, Moguzo! ¡Haz el baile de Te Amo!”

Moguzo no se movió. “…No voy a bailar… ¿de acuerdo?”

“Sí, eso imaginé,” dijo Ranta. “De todos modos, sería incómodo para mí si lo hicieras. ¡Solo lo estaba diciendo! ¡Soy de primera categoría en solo decir cosas!”

“Ranta, eres totalmente de tercera categoría,” replicó Haruhiro.

“Si un tipo de quinta categoría como tú dice eso, Haruhiro, ni siquiera me importa.”

“Y de todos modos, ¿quién te gusta a ti?” Preguntó Haruhiro. “Lo preguntaste a Moguzo y a mí, pero no has dicho nada de ti.”

“S-Sí, eso es cierto,” estuvo de acuerdo Moguzo. “Ranta-kun, tú también dinos.”

“¿Ehhh? ¿Yoooo? ¿Quieren que lo digaaaaa? ¿Qué, chicos, reaaaalmente quieren sabeeeeer?”

“Si me preguntas si realmente quiero saberlo, realmente tengo dudas al respecto…” dijo Haruhiro.

“Creo que quiero saber, tal vez,” murmuró Moguzo.

“¿Quieren saberlo taaaanto?”

“…Honestamente, no me importa mucho,” dijo Haruhiro.

“Quiero saber… ¿de acuerdo?” Dijo Moguzo. “Bastante.”

“No tienen remedio, lo saben. Bueno, si insisten…”

Haruhiro sintió que Ranta se daba vuelta en la cama. Seguro que estaba haciendo un gran problema con esto. No importa cómo lo vieras, ¿no estaba haciendo que esto fuera un problema demasiado grande?

Pero luego, después de todo eso, ¿qué hizo?

“No voooooy a decirles, idoooootas.”

“¡Hombre, no nos jodas…!” Gritó Haruhiro.

“¡E-Eres horrible, Ranta-kun!”

“¡Gwaaaajajajajajajaja! ¡No crean que me sacarán un secreto tan fácilmente! ¡Aunque tengo sus secretos perfectamente!”

“¡Dinos! ¡Estás siendo cobarde!” Haruhiro espetó.

“¡S-Si! ¡No es justo si eres el único que no lo dice!”

“¡Si no les gusta, háganme hablar!” Gritó Ranta. “¡No! ¡Pueden! ¡Hacerlo!”

“¡Lo juro, te haré hablar!” Haruhiro gruñó.

“Te torceré el brazo si tengo que…” murmuró Moguzo.

“¡Oye! ¡Espera, Moguzo, oye! No, la fuerza bruta es… ¡Gwarrrrgh…!”