Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 8

Capítulo 8.1: Sylphiette 2

Vi a RUDY otra vez hoy, caminando por el pasillo. Últimamente lo he visto a menudo. Hace unos meses, había estado caminando solo, pero ahora solía ir acompañado de Zanoba, Julie, Linia o Pursena.

Incluso entonces, no podía hablar con él. Siempre estaba ocupada atendiendo a la Princesa. Deseaba que Rudy fuera el que me buscara, pero no parecía recordar quién era yo. Nuestros ojos se habían encontrado innumerables veces, pero nunca mostró signos de reconocerme. Debe verme como nada más que un asistente de la princesa.

Mientras tanto, tuve que ver como Rudy y Pursena se fueron para asistir a una clase de magia curativa. ¿Por qué tenía que ser Pursena? ¿A Rudy le gustaban las chicas como ella?

¿Fue su relación con la familia Notos lo que le dio preferencia por los pechos grandes? El amplio pecho de Pursena podía verse desde lejos. Todas las mujeres bestias estaban generosamente dotadas, incluyendo a Linia, pero Pursena era excepcional.

Linia y Pursena idolatraban a Rudy, refiriéndose a él como “Jefe”. Todas eran estudiantes especiales, lo que las hacía más cercanas. Tal vez él y Pursena tenían una relación. No se me ocurrió ninguna otra razón por la que tomarían juntos una clase de curación.

No-Rudy era un estudiante serio. Podría estar tomando la clase con fines académicos.

¿Pero por qué Pursena la tomaba con él? Podría estar sentada a su lado durante la clase, enseñándole cosas. Como solía hacer conmigo, hace mucho tiempo. Podrían estar compartiendo el mismo libro de texto, inclinándose cerca…

“¿Qué pasa?”

Salí de eso cuando la Princesa me llamó. En algún momento, llegamos a la sala del consejo estudiantil. Estábamos solos ahora, ni un alma a nuestro alrededor.

“No es nada”. Hablé formalmente cuando había más gente alrededor, pero preferí ser más informal cuando pude. La princesa no me reprendería por ello.

“Si estás seguro. Hace un momento, parecía que estabas viendo Rudeus”. La Princesa sonrió. Una sonrisa que no era falsa. Una sonrisa que implicaba que ella encontraba entretenido verme.

Me enfadé un poco.

“Ya dije que no era nada”.

“Cada vez que pasa Rudeus, lo sigues con la mirada.”

“¿No se me permite?”

“No, nunca dije eso”, respondió ella, aunque su sonrisa se nubló, como para decir, sin embargo… “Me siento un poco irritada con Rudeus por no recordarte”.

“¿Eh?”

“Has tenido sentimientos muy fuertes por él, todo este tiempo, pero es como si no te recordara en absoluto.”

“Bueno… pero, quiero decir, no le he dicho mi nombre.”

La princesa me miró con sorpresa: “¿No le has dicho tu nombre?”

“Uh, um… no. No se lo he dicho.”

“Oh… Me dijiste que no te recordaba, así que asumí…” La Princesa miró desconcertada, mirando a su Caballero.

El Caballero tenía una expresión compleja en su cara, también.

“¿Ni siquiera le has dicho tu nombre?”

“Bueno, no es que tenga elección. ¿Qué pasa si se lo digo y él todavía no me recuerda?” Dije, haciendo un poco de pucheros. El Caballero puso una cara.

“¿Por qué esa cara?”

“Ah, no es nada”. Parecía reacio a decirlo.

“Princesa Ariel, ¿qué piensas de esto?”

“Hm, bueno, parece que es más cobarde de lo que pensaba.” Ariel susurró esas palabras, pero yo las escuché. Por supuesto, no tenía nada que pudiera decir en mi defensa. Era cierto que estaba actuando como una cobarde.

“Personalmente, considerando lo llamativo que es el color de pelo de Sylphie, creo que es un poco cruel de Rudeus no reconocerla.”

“De acuerdo”.

Puse una mano sobre mi cabello mientras decían eso. Mi cabello, del que me habían burlado implacablemente cuando era pequeña. Aún así, no había forma de que Rudy pudiera reconocerme sólo por eso.

“Princesa Ariel, me gustaría que me dejara este asunto a mí”, le pedí.

“Luke, ¿tienes alguna buena idea?”

“Es un descendiente de la línea de los Notos. Si le lanzas una mujer con curvas, estoy seguro de que…”

“¡De ninguna manera!” Mi grito resonó por toda la habitación. Por un momento no me di cuenta de que había hablado. Sólo porque la Princesa y su Caballero me miraron, me di cuenta de que había gritado. Instintivamente puse una mano sobre mi boca.

“Lo siento”.

Ninguno de ellos me criticó por ello. Más bien intercambiaron miradas complicadas y empezaron a susurrarse el uno al otro. Esta vez sus voces estaban tan calladas que no podía oír el contenido de su conversación. Probablemente estaban discutiendo cómo tratar conmigo. O con Rudy. De cualquier manera, tenía un mal presentimiento.

“Sylphie”, dijo la princesa.

“¿Sí?”

“¿Puedo hacerte una pregunta? Es algo que te he preguntado muchas veces antes.”

La Princesa no parecía estar enfadada. La mirada en su rostro se acercaba a la frustración, en todo caso. Tal vez se molestó al oír que aún no le había dicho mi nombre a Rudy.

“¿No hay algo que quieras hacer?” preguntó.

“No lo hay. En este momento, todo lo que quiero es trabajar de una manera que te beneficie a ti, princesa”, dije después de un breve silencio.

Al oír eso, la Princesa levantó la barbilla, como si me estuviera mirando. Era raro que hiciera esto. Pero a pesar de que sus ojos estaban entrecerrados, seguía sonriendo.

“Así que así es como te sientes”.

“¿Hay algo malo?”

“Tal vez no te has dado cuenta todavía.”

A decir verdad, yo sabía lo que ella estaba tratando de decir. Lo sabía, pero no podía responderle honestamente. Sería como traicionarla si lo hiciera.

“Sylphie”.

“¿Sí?” La miré dócilmente. Cuando lo hice, ella sonrió. No una falsa sonrisa de muñeca, sino una sonrisa de alivio, como las que sólo veo una o dos veces al año. No, ni siquiera tan a menudo. ¿Cuándo fue la última vez que la vi sonreír así?

Mientras estaba allí de pie, desconcertada, la Princesa dijo: “No te voy a apresurar con el asunto de Rudeus. Tampoco me importa que uses a Fitz. Haz lo que quieras”.

Y entonces recordé. Solía verla así más a menudo cuando nos conocimos. Pero no la había visto desde que llegamos a la Ciudad Mágica de Sharia. Una sonrisa despreocupada.

***

Esa noche, me acurrucé en mi manta, pensando las cosas. Sabía qué era lo que quería hacer. De hecho, lo había sabido todo el tiempo. Quería acercarme a Rudy. Quería que fuéramos amigos como antes, compartir risas alegres, jugar juntos, que me enseñara cosas, reconstruir nuestra relación y volver a ser lo que éramos. No quería el mismo tipo de relación que tenía con la Princesa. Quería ser igual a Rudy, estar a su lado, hombro con hombro.

Eso era lo que quería ahora mismo. No… era lo que quería desde que vivimos en Buena Village. Pero seguramente no estaba en línea con los objetivos de la Princesa.

La Princesa quería a Rudy como uno de sus seguidores, pero Rudy claramente la estaba evitando a ella y a sus socios. Tal vez él podía sentir sus intenciones, considerando lo inteligente que era. Si me acercaba a él, también lo haría la princesa, y Rudy podría malinterpretarlo. Podría pensar que lo había hecho por el bien de la princesa.

O tal vez no. Tal vez había llegado a adorarla como todos los demás, y a servirla y ayudarla a cumplir sus objetivos.

“Urgh…”

No quería eso. ¿Por qué no?

Sabía la respuesta. No quería que Rudy se convirtiera en alguien como todos los demás. No quería verlo convertirse en su seguidor, arrodillarse y recibir sus órdenes. Sabía que por eso lo había convocado a la escuela, y no me había opuesto en ese momento. Pero Rudy era especial para mí, y quería que siguiera siendo así. No quería que estuviera con otra persona. No quería que estuviera al servicio de mi amigo.

“Urgh…”

Cuando llegué a esa conclusión una vez más, me sentí avergonzada. Instintivamente abracé la manta con fuerza a mi alrededor y me acurruqué en una bola. Podía sentir mis mejillas calentándose mientras cerraba los ojos.

Quería tener una relación exclusiva con Rudy.