Honzuki no Gekokujō (NL)

Volumen 4: Aprendiz De Doncella En El Templo I

Capítulo 8: Lo Que se Merecen

Fran nos miró a mí y a Gil, luego lentamente comenzó a hablar.

«Es deber de los sacerdotes azules y las doncellas de santuario distribuir los regalos divinos a los que están bajo el mando ellos, y esos regalos divinos son comida, ropa y refugio. Cuando los sacerdotes azules y las doncellas del santuario entran al templo, les dan a sus sirvientes ropa y una habitación, para que puedan vivir con su amo».

«¿Y cómo no tengo habitación en el templo, Gil se ha quedado en el orfanato a pesar de convertirse en mi sirviente?», Pregunté, y Fran asintió a cambio.

“Además, con respecto a la comida, es costumbre que la comida se cocine para el maestro. Las sobras se entregan a sus sirvientes y aprendices, luego lo que queda más allá se le da al orfanato como un regalo divino. Es natural que los regalos dados a los sirvientes sean mayores que los que reciben los del orfanato”. Mi objetivo había sido evitar que me separaran de mi familia y me metieran en el orfanato, así que cuando me permitieron viajar a la iglesia desde casa, me regocijé sin pensar en cómo mis sirvientes sufrirían si rompiera las costumbres.

“¿Te enviaron de vuelta al orfanato desde las habitaciones del Sumo Sacerdote por convertirte en mi sirviente, Fran?”

Si es así, era aún más comprensible que sintiera que estaba siendo castigado. Él estaba haciendo todo lo posible para ayudarme, pero a cambio de nada. Peor que nada, incluso. Tenía la intención de darle su primer sueldo pronto, pero tal vez tendría que hablar primero con el Sumo Sacerdote sobre sus condiciones de vida.

«No, mi habitación todavía está dentro de las habitaciones del Sumo Sacerdote, e imagino que Delia tampoco fue trasladada. Estoy ayudando al Sumo Sacerdote con su papeleo mientras usted está ausente, así que también como allí”.

Eso me recordó. El Sumo Sacerdote estaba inundado de trabajo y había mencionado que no tenía suficientes trabajadores para ayudarlo. No había posibilidad de que dejara que Fran se sentara sin hacer nada mientras yo estaba ausente, tan hábil como él. Suspiré aliviada, contenta de escuchar que Fran no había caído en el sufrimiento por mi bien.

«Entonces, en resumen, ¿solo Gil está sufriendo en este momento?»

“Creo que había estado esperando que mejorara su condición de vida, y ahora está enojado porque no ha cambiado. Se otorgan obsequios divinos a quienes se encuentran en el orfanato, independientemente de si funcionan o no. Pero uno puede mejorar su situación trabajando como sirviente. Se siente algo frustrado porque pensó que recibiría más bendiciones divinas a pesar de no hacer su trabajo como sirviente de manera adecuada”, dijo Fran, quien claramente se sentía orgulloso de su trabajo, mientras miraba a Gil.

“… Si no tienes ningún problema, creo que mantendré las cosas como están y pensaré en una solución si en algún momento comienzas a tener problemas. ¿Qué piensas?»

«Si eso es lo que deseas hacer, entonces que así sea», respondió Fran con un asentimiento tranquilo después de hacer una pausa para pensar por un momento, probablemente comparando su situación de vida actual con lo que sería vivir en mis habitaciones. Justo cuando pensaba que eso señalaba el final de la conversación, Gil comenzó a ladrar de nuevo.

«Fran eso, Fran aquello, ¡¿qué hay de mí?! ¡Yo también soy tu sirviente!»

«… Eso es raro. Me parece recordar que dijiste que no me consideras tu maestro. ¿Por qué debería darte regalos divinos cuando no soy tu maestra?” El comportamiento de Gil era difícil de entender si realmente quería que mejorara su situación de vida.

«¡Eso es lo que se supone que deben hacer las doncellas del santuario de túnica azul! Y – Y de todos modos, si no me vas a dar comida o una habitación, ¡¿por qué iba a trabajar para ti?! ¡¿Qué hay para mi ahí dentro?!»

«Salarios». Consideraba importante pagarles a mis sirvientes un salario justo, tal como Benno y Mark le pagaban a Lutz. Naturalmente, el pago dependerá de la calidad y cantidad de su trabajo. Nunca les pagaría a Fran y Gil lo mismo que las cosas.

Gil parpadeó sorprendido varias veces y luego murmuró «¿Qué es un salario?» Con la cabeza inclinada. Lutz se rió y básicamente repitió lo que Gil me había dicho.

«¿En serio no lo sabes? Es de sentido común que recibas un salario por trabajar».

«¡N-No, no lo es!»

«Un salario es el pago de uno por trabajar. Pagaré dinero a los sirvientes que trabajan para mí».

«¿Dinero…? A-Ah, sí, dinero. Hmmm». Parecía que Gil no sabía qué era el dinero. Sus ojos se agitaron, luego, después de hacer contacto visual con Lutz, asintió mientras fingía saber de qué se trataba.

«Fran está trabajando duro para mí, así que estoy más que dispuesto a extender una mano amiga en su nombre, pero no tengo intención de molestarme en negociar con el Sumo Sacerdote para ayudar a un sirviente que ni siquiera está trabajando para mí. Eso me quitará mi tiempo de lectura”. Mi tiempo de lectura ya era limitado debido a que tenía que ayudar al Sumo Sacerdote por la mañana y almorzar después. No quería desperdiciar más.

“Ahora bien, Fran. ¿Podrías llevarme al Sumo Sacerdote? Debo ayudarlo con su papeleo hasta el mediodía”.

«Como desees». Fran tomó la delantera con Lutz y yo siguiéndonos, y Gil aún más atrás.

«Oye, si hago mi trabajo, ¿las cosas realmente cambiarán?»

«Por supuesto. Pago un salario adecuado por el buen trabajo».

“Disculpe, Sumo Sacerdote. La hermana Myne ha llegado”.

«Ah, allí estás. ¿Cómo te sientes?” El Sumo Sacerdote levantó la vista de su escritorio.

“Perdón por preocuparlo. Estoy bien ahora. Parece que me derrumbé debido a la ceremonia de ofrenda. ¿La salud de uno se ve afectada por si hay o no maná en el cuerpo?»

“Podrías morir si estás completamente agotado de maná, pero nunca he oído que alguien se enferme por no llenar su cuerpo con maná. ¿Tal vez este es un rasgo exclusivo de los devoradores?” El Sumo Sacerdote dejó el bolígrafo y cerró los ojos brevemente, buscando una respuesta en sus recuerdos.

“Es muy raro que se descubran niños con Devorador. En particular, aquellos con grandes cantidades de maná mueren increíblemente jóvenes, por lo que no han sido bien estudiados. Estás más allá de un caso raro. Que yo sepa, ni un solo niño plebeyo con tanto maná como tú ha sobrevivido para alcanzar su bautismo, si es que alguno ha nacido. Me gustaría investigar esto en algún momento”. El Sumo Sacerdote me miró con ojos que se parecían a los de un científico loco que acababa de descubrir un sujeto de prueba perfecto, que envió escalofríos a mis espías. Para escapar de su mirada llena de curiosidad, cambié rápidamente de tema.

“Tengo otras preguntas. ¿Hay algún evento religioso en el que solo se convoque a sacerdotes de túnicas azules al Barrio de los Nobles? Si hay alguna ropa especial que necesito preparar, saber ahora sería lo mejor”.

“Hay muchos durante todo el año, pero no muchos por los cuales usted como aprendiz será llamado. Aun así, querrás preparar una túnica azul ceremonial con anticipación. Hablando de eso… ¿Dónde están tus túnicas?», Dijo el Sumo Sacerdote, lo que finalmente me hizo darme cuenta de que todavía no me había puesto mi túnica azul.

«Me dijeron que era peligroso usarlos fuera del templo, así que estaba planeando ponérmelos una vez que llegara aquí».

«¿Peligroso?»

«Los delincuentes pueden pensar que soy hija de un noble y secuestrarme. Un segundo, por favor. Metí mis manos en la canasta a los pies de Lutz y saqué la túnica azul y la faja”.

«¿Myne? ¿Qué eres tú?”

«Ponerme la túnica». Me puse la túnica azul sobre la cabeza como siempre, teniendo cuidado de no pillarla en la horquilla. Cuando mi cabeza salió de la parte superior, me encontré mirando directamente a los ojos de Fran. Había comenzado a arrodillarse y parecía preocupado ya que sus manos levantadas no tenían a dónde ir.

«¿Qué pasa, Fran?»

«… Permíteme ayudarte a vestirte».

«Um, bueno entonces… ¿Puedes poner mi faja por mí?»

Probablemente era mejor no decirle que podía hacerlo yo misma. Levanté mis brazos y permití que Fran me atara la faja, con lo cual hice contacto visual con el Sumo Sacerdote, quien acunaba su cabeza.

“Myne, cámbiate de ropa en tu propia habitación. Eso fue desvergonzado”. El tema había cambiado a habitaciones en un punto inesperado. Como me cambiaría todos los días, esperaba pedir prestado un vestuario o un armario o algo así.

«… ¿Me darás mi propia habitación?»

“No, hablo mal. Convencí al Sumo Obispo para que te permitiera viajar desde casa diciéndole que era mejor que darte una casa en el ala de los Nobles. No habrá que volver a tomar esa decisión.” El único aquí que apoyaría algo tan conveniente como que yo fuera al viaje era el Sumo Sacerdote. Parecía que me estaba rompiendo la espalda de varias maneras sin que me diera cuenta.

“Um, Sumo Sacerdote. ¿Tienes alguna habitación que no esté en el ala de los Nobles?”. Ese cuestionamiento le pareció inesperado. Frunció el ceño y entrecerró los ojos, dejando en claro que no podía entender mi propuesta. Me apresuré a aclarar sus sospechas.

“Como sabes, no soy noble a pesar de que me dan túnicas azules. Por lo tanto, no pretendo querer una habitación en el ala de los nobles. Solo me gustaría una habitación para cambiarse de ropa y almacenar algunas pertenencias, una a la que se pueda dirigir a los visitantes. ¿Tienes un armario o algo así que me puedas prestar?”

“¡¿Invitarías a los visitantes a un armario?! ¡¿No entiendes lo grosero que sería eso?!” El Sumo Sacerdote levantó la voz con los ojos bien abiertos. Eso definitivamente sería grosero con los visitantes, pero no sería muy diferente de la situación actual, en mi opinión.

“Perdona mi descaro, pero por el momento ni siquiera tengo un armario. Lutz está obligado a esperar en la puerta por mí. ¿Hacer que un visitante espere en la puerta no es grosero en sí mismo?”

“Es mejor que guiar a un visitante de una túnica azul a un armario. Les informaré a los guardias que al menos lleven a sus visitantes a una sala de espera”. Según el Sumo Sacerdote (su explicación se dio mientras se frotaba las sienes), los invitados de los sacerdotes de túnica azules y las doncellas fueron tratados de manera completamente diferente a los plebeyos con razones desconocidas para visitar.

Estaba claro que el Sumo Sacerdote me consideraba una aprendiz de doncella del santuario de túnica azul en su totalidad, no una niña pobre en ropa rica.

“Sumo Sacerdote, ¿qué hay de darle a la Hermana Myne las cámaras del director del orfanato? Están lejos del ala de los Nobles, y dado que una doncella del santuario de túnica azul ya los estaba usando años antes, no dañará el honor de un invitado de ser invitado allí», dijo Arno, que brevemente arrojó al Sumo Sacerdote. Pensó con una expresión en conflicto, y finalmente asintió lentamente.

«Muy bien. Le daré a Myne las cámaras del director del orfanato. De ahora en adelante te cambiarás de ropa y recibirás a los visitantes allí. Una vez que haya terminado su trabajo de la mañana, Fran te guiará hasta allí”.

“Esta es una solicitud extraordinariamente grosera, pero ¿puedo ser llevado primero a las cámaras? Lutz está aquí para enseñarle a Fran cómo manejar mi salud, así que necesito un lugar para que hablen”.

“Las cámaras del director llevan mucho tiempo sin utilizarse, por lo que no están lo suficientemente bien conservadas para ser utilizadas de inmediato. Trabajarás aquí, para que puedan hablar aquí también. Fran, usa la mesa de allá”.

«Entendido». Fran y Lutz se trasladaron a la mesa a la que el Sumo Sacerdote los dirigió. Los vi alejarse y vi que Gil los seguía a pesar de no tener nada que hacer allí.

“Sumo Sacerdote, me gustaría ir a las cámaras aún más ahora que sé que están descuidados. Haré que Gil los limpie mientras trabajo aquí”.

«¿Huh? ¿Yo?” Gil se señaló a sí mismo y miró alrededor de la habitación, sorprendido de repente al recibir trabajo. Los otros sacerdotes en la sala también me miraron con sorpresa. Podía escucharlos susurrar en voz baja. «¿Confiaría en él con el trabajo?», Dijo uno, y «escuché que sigue siendo enviado a la sala de detención por no limpiar la capilla», respondió otro.

«… ¿Oh? ¿No sabes cómo limpiar, Gil?”

«¡Todos saben cómo limpiar!»

«Perfecto. Entonces espero ver cuán hábil eres. Buena suerte.” Con mi aliento, Gil salió de la habitación junto a un aprendiz de sacerdote gris a quien el Sumo Sacerdote le había dado una llave. La puerta se cerró y el Sumo Sacerdote entrecerró los ojos en su dirección.

«Myne, ¿fue sabio confiar en él?»

«Si no le doy oportunidades para trabajar, no podré juzgar su valía de manera efectiva».

Cuando el aprendiz regresó con la llave, Lutz estaba hablando con Fran sobre cómo manejar mi salud, y yo estaba ayudando al Sumo Sacerdote con su papeleo. Mi trabajo hoy era abrirme camino a través de un libro mayor. Dijo que si yo fuera comerciante sería fácil para mí. Matemáticas era mi especialidad, pero no quería que pensara que sabía lo suficiente como para manejar un libro por mi cuenta. Especialmente cuando apenas sabía algo sobre el funcionamiento interno del templo.

«Las matemáticas serán las mismas, pero este libro de contabilidad es muy diferente de lo que estaba acostumbrada. ¿Qué representa esta columna de ‘voluntad divina’? Parece que se gasta más dinero aquí que en cualquier otro lugar”. Las otras columnas de gastos se titulaban: Ofrendas a los dioses, flores para los dioses, agua para los dioses y compasión divina. Había tantos términos religiosos extraños que no me sentí segura al revisar todo el libro mayor.

El Sumo Sacerdote me miró sin expresión por un momento, luego sacudió la cabeza y señaló una parte de la repisa.

«… Por hoy, puedes concentrarte en hacer los cálculos».

«Entendido. Lutz, ¿podrías prestarme tu pizarra? Olvidé traer la mía”.

«¿Uh? Oh, sí, claro”. Lutz revolvió la canasta y sacó su pizarra. Se lo pedí prestado e hice los cálculos en la sección que el Sumo Sacerdote había señalado. Miró por encima del hombro con curiosidad, pero como no hizo preguntas, continué mi trabajo en silencio.

«… Hm, muy rápido. Y preciso también «, observó el Sumo Sacerdote, sonando impresionado. Pero estaba acostumbrada a este tipo de cosas ya que había estado revisando libros de contabilidad en la puerta durante tanto tiempo. Repasar las matemáticas simples realmente me hizo añorar una buena calculadora eléctrica.

Mientras concentraba toda mi atención en las matemáticas, la cuarta campana sonó para indicar el mediodía.

“Eso será todo por hoy”. En el momento en que habló el Sumo Sacerdote, los sacerdotes grises en la sala comenzaron a limpiar su trabajo.

“Myne, deja la llave de las cámaras del director con Fran para que no la pierdas. Además, aquí está su parte de la donación que trajo”.

El Sumo Sacerdote me entregó la llave de las cámaras del director, una plata grande y seis platas pequeñas. Se sintió extraño recibir una parte de mi propia donación, pero como todas las donaciones se distribuyeron en parte a todos los sacerdotes azules, me dijeron que lo aceptara de todos modos. (Y recordé una vez más que las doncellas del santuario a menudo se agrupaban con sacerdotes, supuestamente para ahorrar el esfuerzo que se gastaría en distinguir continuamente las dos profesiones).

«Y por cierto, lleva esos productos contigo a tus habitaciones». Seguí su mirada para ver los regalos de Benno alineados en el estante. Los habían dejado intactos, tal vez debido a mi colapso. La tela de alta calidad, la botella de rinsham y el paquete de papel vegetal todavía estaban envueltos en tela.

Hice que Lutz y Fran llevaran los regalos de tal manera que solo sostuve la llave de la habitación camino a las habitaciones del director del orfanato. Fran explicó la importancia de mis nuevas viviendas en el camino.

“El orfanato se divide en dos edificios de tres pisos a cada lado de la capilla principal. Un edificio es para niños y otro para niñas. Las cámaras del director que le han asignado están ubicadas en el edificio de los niños».

«¿Qué? ¿Estas cámaras no fueron utilizadas por última vez por una doncella del santuario azul? ¿Por qué está ubicado en el edificio de los niños?», Pregunté confundida. Los ojos de Fran vacilaron un poco, antes de que finalmente sonriera.

“Eso no es algo que necesites saber, Hermana Myne”. Esconderlo solo me hizo sentir más curiosidad, pero a juzgar por cómo sus labios estaban cerrados en una línea apretada, había pocas posibilidades de que me lo dijera.

“El orfanato está en camino desde la puerta del ala de los Nobles. Ese es un buen lugar para ti, Myne. Podrás cambiar justo después de llegar aquí».

«UH, Huh.»

“Hermana Myne, la entrada a las cámaras del director está en el extremo opuesto de la puerta, y el frente del ala de los Nobles. Tenga cuidado de no entrar por las puertas que usan los huérfanos. Hay diferentes entradas para el orfanato en general y las cámaras del director. Te pido que no uses la incorrecta».

La advertencia de Fran me hizo poner una mano ansiosa sobre mi pecho. El Sumo Sacerdote duda en concederme una habitación después de que Arno lo sugirió, estando ubicadas en el edificio de los niños, la entrada a las cámaras separadas de la entrada del orfanato… Todo apuntaba a que las cámaras tenían una historia desagradable, por así decirlo.

«Por aquí, hermana Myne». La puerta de las cámaras estaba entreabierta, probablemente debido a la limpieza de Gil. Fran la abrió y allí estaba Gil, esperando con el pecho hinchado de orgullo.

«Jeje, ¿cómo se ve?» La puerta se abrió en un amplio pasillo que también servía como salón, con un conjunto de escaleras al final. La mitad del salón estaba perfectamente limpia, mientras que la otra mitad se sentía incompleta.

«Este lado de la habitación está realmente limpio», dije mientras entraba. Pero cuando fui a abrir la puerta del lado derecho del salón, Gil me detuvo y me dijo que aún no había limpiado allí. Fui por la puerta a la izquierda, pero él me detuvo nuevamente. Esas fueron las únicas puertas que pude ver en el primer piso.

«Gil, ¿qué demonios limpiaste?»

“¡Tu habitación, obviamente! ¿Crees que primero limpiaría nuestras habitaciones de servicio? ¡De ninguna manera! He limpiado todo el segundo piso y la mitad del pasillo que conduce a las escaleras, no sigas tratando de ir a las partes sucias». Gil subió las escaleras con enojo. Parecía que Gil me había priorizado al limpiar la habitación. En realidad, podría ser más dulce de lo que le di crédito. Solté una pequeña sonrisa mientras miraba la escalera reluciente y limpia, pulida a un brillo.

Subí las escaleras y terminé en una habitación claramente destinada a la nobleza. Era increíblemente grande y todavía tenía varios muebles dentro. Había una mesa adornada con cuatro sillas en el centro de la habitación. Había un armario con estantes cerca, y un impresionante baúl tallado hábilmente en madera. La esquina de la habitación tenía una cama grande, aunque sin cojines. A juzgar por el hecho de que los muebles se colocaron de una manera más o menos similar a la habitación del Sumo Sacerdote, y que los muebles eran caros y hábilmente hechos, era fácil decir que la anterior residente de la habitación había sido una hija noble.

“¿Por qué nadie se llevó los muebles? Todo parece bastante caro”.

«Eso se debe a que el dueño anterior era quien era».

“El dueño anterior era… Ah, no importa. No voy a preguntar Simplemente estaré agradecido de usar los muebles para mí». No tenía intención de malgastar dinero comprando muebles de reemplazo, así que era mejor no hacer preguntas para las que no necesitaba saber la respuesta. Puse los regalos de Benno en los estantes cuidadosamente limpios y mi ropa en el armario.

“Gracias, Gil. La habitación está muy limpia.

«¡¿Eh?! Oh, sí. Lo limpié, por supuesto que está limpio”.

Gil estaba hinchando su pecho con orgullo otra vez, pero su expresión estaba completamente avergonzada. Él no haría contacto visual conmigo, pero estaba sonriendo como si nunca antes lo hubieran felicitado en su vida. Cuando miró en mi dirección, sus ojos prácticamente rogaban por más elogios.

No era difícil decir que no estaba acostumbrado a que lo felicitaran por sus esfuerzos. El hecho de que fuera lo suficientemente problemático como para que me lo asignaran por despecho era probablemente un indicador de que pasaba la mayor parte de su tiempo siendo gritado, no felicitado. Afortunadamente, el principio central de la disciplina fue alabar mucho a alguien cuando hacía el bien.

«Gil, ponte en cuclillas un poco para que pueda alabarte más».

«¿Huh? ¿Así?” Gil se arrodilló en una rodilla. Recordando que había sido criado para tomar instantáneamente tales posturas en tiempos de oración y adoración, alargué la mano hacia el cabello rubio sucio de Gil, que ahora estaba más bajo que mi propia cabeza. Él siguió mi mano con ojos dudosos, sin tener idea de lo que estaba planeando hacer.

“Ahí, buen chico. Hiciste un muy buen trabajo”.

Lutz siempre se avergonzaba y me decía que dejara de tratarlo como a un niño cuando le daba unas palmaditas en la cabeza, pero los ojos de Gil se abrieron, luego su rostro se arrugó como si estuviera conteniendo las lágrimas. Inmediatamente bajó la cara al suelo, lo que me hizo retirar la mano reflexivamente, pero luego me susurró «Sigue adelante…» en silencio.

«Está muy, muy limpio. Hiciste un buen trabajo por tu cuenta”. Las orejas de Gil se pusieron de color rojo brillante mientras me dejaba en silencio acariciarle la cabeza. Me golpearon las ganas de agacharme y mirarle a la cara, pero lo contuve porque podía imaginarlo gritándome enojado de no mirar.

Hice una nota mental firme de que lo que Gil merecía y necesitaba más que los dones divinos era alabanza y gratitud.

(JuCaGoTo: Misión Secundaria: Completa – Amansar al chico rebelde, Hecho.)