Mahou sensou (NL)

Volumen 6

Capitulo 3: El Beso Mágico y La Desaparición

Parte 2

 

 

Aunque quería hablar con sus padres al respecto, éstos se habían ido al extranjero y Kayo, el ama de llaves, le dijo que simplemente lo ignorara, así que Kurumi lo aguantó, aunque le parecía espeluznante. Al final, el hombre apareció frente a ella. Un día de regreso a su casa después de la escuela, Kurumi caminaba sola en la calle cuando de pronto un hombre desconocido se bajó de un automóvil y la sujetó.

La forzó a entrar al vehículo y en cuanto la tuvo dentro, el hombre comenzó a hablar sin parar sobre su futuro juntos, sobre comprar una casa para los dos, etc. Entonces intentó atarle las manos con una cuerda. Pero Kurumi rápidamente golpeó al hombre en la cabeza, con un diccionario que se había salido de su mochila y consiguió salirse del automóvil mientras el hombre se encontraba aturdido. Luego corrió hacia una casa cercana para pedir ayuda.

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El hombre fue arrestado y en la investigación le encontraron una gran cantidad de fotos voyeur.

Atrapada en su habitación y decidida a no volver a salir, Kurumi se negó a ir a la escuela. No podía confiar en nadie. Especialmente en los hombres.

No quería ver a nadie, ni siquiera a sus profesores en la escuela que se preocupaban por ella y la visitaban, ni tampoco a sus compañeros. Aunque ellos solamente llegaron los dos primeros días. Luego de una semana, Takeshi era el único que seguía llegando para hablar con ella desde fuera de su habitación.

Le decía cosas como «Sé que tuviste mucho miedo», «Pero ya estás a salvo»,

«Si quieres podemos ir a la escuela juntos a partir de ahora», una y otra vez. De esa forma, Kurumi finalmente abrió la puerta de su habitación y encaró a Takeshi. Siempre era lo mismo. Para Kurumi, Takeshi era la única persona que la comprendía. Era la única persona que podía cargar con la mitad de los sentimientos de Kurumi, ya fueran tristeza, ansiedad, miedo o confusión. Él incluso aceptó tener una falsa relación con ella sólo para protegerla.

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Y ahora que Takeshi había sido derrotado por Gekkou, se encontraba tumbado en aquel frío pasillo de los espejos. Kurumi giró lentamente su rostro desde su depresión hacia Gekkou. Él estaba sonriendo, pero había una luz oscura en el fondo de sus ojos.

Kurumi lo miró directamente a los ojos y dijo claramente:

—Tú no estás enamorado de mí.

Gekkou la miró con curiosidad y ella continuó.

—Lo único que quieres es alejarme de Takeshi. Solo quieres tomar lo que le pertenece a él. Eres como un niño que se alegra de tomar los caramelos de su hermano mayor.

—¡Te equivocas!

Gekkou miró severamente a Kurumi y la agarró firmemente de los hombros.

Sus manos pesadas la lastimaron y Kurumi soltó un pequeño gemido.

—No estoy equivocada. Solo buscas arrebatar aquello que Takeshi aprecia, para poder sentirte superior a él.

La furia se reflejaba claramente en el rostro de Gekkou, y Kurumi se preparó para recibir un puñetazo en cualquier momento.

Sin embargo, lo que hizo Gekkou fue mucho más agresivo. Poniendo sus manos en el delgado cuello de Kurumi, apretó con firmeza. Un breve grito ahogado escapó de sus labios, mientras volteaba la cabeza hacia otro lado. Quería decirle que se detuviera, pero no podía ni hablar.

—¿Dices que soy un niño que quiere tomar las cosas de ese sujeto para sentirme superior? ¡No seas tonta! ¡Desde el principio yo he sido superior a él! La voz de Gekkou estaba llena de rabia mientras apretaba el cuello de Kurumi. Ella gritó a causa del miedo que había estado conteniendo, y luego rompió a llorar. Quería que Takeshi la ayudara. Pero él no estaba allí. No estaba en ninguna parte.

l yacía tirado en aquel pasillo. Incluso podía estar frío ya. Tan pronto como pensó en esa posibilidad, Kurumi bajó las manos después de haber estado intentando quitarse de encima a Gekkou, y las puso sobre las sabanas.

Si Takeshi estaba muerto, entonces ella ya no tenía motivos para seguir viviendo. Sin embargo, cuando bajó las manos sintió un tacto de algo duro en una de sus manos. Gekkou había puesto a Twilight allí. Cuando Kurumi se dio cuenta de eso, agarró con cautela la espada envainada y pinchó a Gekkou en el costado tan fuerte como pudo.

—¡Guh!

Gekkou gimió y aflojó su agarre sobre ella. Entonces Kurumi empujó a Gekkou que era casi de la misma constitución física que ella y se lo quitó encima. Gekkou se cayó de la cama y rodó por el suelo. Cuando Kurumi vio eso, se levantó a gran velocidad. Pensando en que él podría atraparla de nuevo, no perdió el tiempo y corrió hacia la puerta y agarró la manija. No tenía tiempo de mirar atrás.

—Por favor… ¡ábrete!

Giró el pomo y tiró de la puerta, pero esta no se abrió.

—¡Por favor por favor!

Hizo todo lo posible por abrir la puerta tirando de ella.

La simple idea de que Gekkou estaba detrás de ella hacía que todo su cuerpo se estremeciera de miedo.

—Kurumi…

En cuanto oyó la voz de Gekkou detrás de ella. Empujó inconscientemente la puerta y se abrió porque la puerta se abría hacia afuera. Pero se tropezó unos pasos adelante. Al darse la vuelta, vio a Gekkou con una leve sonrisa en el rostro, mientras sostenía a Twilight en la mano.

Para ganar tiempo y salir al pasillo, Kurumi habló rápidamente.

—Esa  espada  le pertenece a  Takeshi.  No es  algo  que  debas tener  tú. ¡Devuélvela!

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Gekkou soltó una pequeña carcajada.

—Entonces ven a buscarla y te la daré.

Kurumi se quedó callada. No tuvo el coraje para volver a la habitación y comprobar si Gekkou realmente le entregaría la espada. Aunque sabía que la espada era importante porque era el Aspecto de Takeshi, ir con Gekkou le aterraba más que la propia muerte. Kurumi se levantó rápidamente y salió corriendo al pasillo.

—¡¡Kurumi!!

Oyendo a Gekkou gritar, Kurumi corrió a través del largo y extraño pasillo sin mirar atrás.

***

 

 


Unos minutos después, Kurumi bajaba corriendo unas escaleras del final del pasillo cuando de pronto se topó con un hombre en el rellano.

—¡¡Kyaaaaaaaa!!

En un lugar y una situación en la que todos tendrían que ser enemigos, era una figura conocida la que miraba a Kurumi, que gritó involuntariamente.


—¿Ah? ¿qué haces tú aquí?

Kurumi  levantó  la  vista  cuando  esta  persona  le  habló.  Ella  parpadeó sorprendida y miró de cerca a la persona.

En cuanto vio la mirada dudosa del hombre, Kurumi dijo su nombre.

—¿Oigami… Takao…?

Oigami puso una sonrisa amarga y preguntó:

—Oye ¿Qué te pasa? Tienes la cara pálida.

Kurumi meditó las cosas con la cabeza en las nubes. Era lógico toparse con Oigami, pues al fin y al cabo estaban en una base de los Trailes. Si Gekkou era un mago de los Trailers, entonces no debería ser raro encontrarse también a Oigami.

Oigami volvió a preguntar a Kurumi que lucía perpleja.

—¿Qué sucede, Nanase? ¿Qué haces tú en la base de los Trailers?

—¿Nanase? —musitó Kurumi—. Yo no soy Takeshi. ¡Soy Isoshima Kurumi! Tan pronto como dijo eso, Kurumi se dio cuenta de que sonaba igual que Takeshi. Su voz se había convertido en la de Takeshi. Se miró las manos sorprendida al ver que eran las manos masculinas de Takeshi. Cuando tocó su

cara, Kurumi estuvo segura.

—¿Aah?

Oigami miró a Kurumi completamente confundido.

—No sé cómo pasó, pero parece que me he transformado en Takeshi. ¡Pero yo soy Kurumi! ¡Por favor créeme!

Oigami la miró con sospecha, y frunció el ceño.

—¿Entonces no eres Nanase, sino Kurumi?

—Lo sé, ¡es muy extraño, pero te juro que es cierto!

Oigami exhaló con fuerza ante los esfuerzos de Kurumi por convencerlo.

—No sé qué está pasando, pero si tú dices ser quién eres, puede que digas la verdad.

—¿Me crees?

—No sé si creerte, pero tu manera de hablar es muy femenina. Y Es mucho más fácil de creer el hecho de que Kurumi se ha transformado, a que Nanase actúe como mujer.

Kurumi se sintió aliviada de que aparentemente le había creado. Entonces volteó a ver hacia las escaleras por donde había bajado, asegurándose de que Gekkou no la seguía, se aferró a la ropa de Oigami y comenzó a caminar tirando de él.

—Oye, ¿a dónde me llevas?

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—Tu solo ven conmigo. Gekkou me está persiguiendo.


—¿Gekkou? ¿Por qué te persigue?

—¡Tu solo sigue caminando!

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Mientras salían de las escaleras y comenzaban a caminar por otro pasillo, Oigami comenzó a interrogarle sin descanso.

¿Por qué estaba ella en ese lugar?, ¿por qué la perseguía Gekkou?, ¿por qué se había transformado en Takeshi?

Kurumi sólo le dijo a Oigami lo que sabía: La batalla entre Takeshi y Gekkou en el pasillo de los Espejos. El hecho de que Gekkou era un Trailer. Y que Gekkou la había noqueado. Mientras hablaba, su voz temblaba al recordar a Takeshi, preguntándose si estaba muerto. Las lágrimas acudieron a sus ojos con tan solo imaginar lo peor.

—Tengo que regresar…

Cuando Kurumi empezó a derramar lágrimas, Oigami suspiró. Y mientras caminaba, sacudiendo la cabeza y siendo arrastrado por la llorona Kurumi, se preguntaba qué estaba pasando.

Oigami Takao ya había visto llorar a muchas mujeres, pero jamás había consolado a ninguna. Él se dirigía al consultorio médico de ese edificio, cuando se topó con quien aparentemente era Kurumi, que acababa de escapar.

La razón por la que quería ir allí, era para conseguir algo de antiséptico, y no para buscarse problemas. La antigua sede de Pendragon era un lugar bastante grande y el consultorio médico estaba en otro edificio. Se trataba de un dormitorio en el que sólo dormían los magos más veteranos, y el consultorio médico era solo un añadido de ese lugar. Por eso llegaba poca gente. Una vez más, Oigami dejó escapar un suspiro. Cogió la mano de Kurumi que estaba agarrando y tirando de su ropa y la hizo que lo soltaras, y ahora Oigami fue quien tomó su mano.

—Muy bien, no camines sin rumbo. Ven a mi habitación. Ella obedeció y le siguió en silencio, aferrándose a su brazo.

Oigami se giró y miró a Kurumi, pero a quien veía era a Takeshi. No podía creer que estuviera caminando con otro hombre aferrado a su brazo. No quería ni imaginarse qué dirían los demás si lo llegasen a ver. Oigami apresuró el paso. Cuando llegaron a la habitación, Kurumi se sintió finalmente aliviada y se sentó en una silla frente un escritorio en silencio, aunque sus ojos seguían rojos.

Oigami cruzó los brazos y se apoyó en la puerta cerrada. Una vez le dio a Kurumi un botón de concierge que le permitiría llegar hasta él. Era un botón que conducía a otro lugar que también pertenecía a los Trailers. En ese momento, no había tenido la intención de convertirla en una de sus camaradas. Lo que pasó fue que Kurumi tenía tantas ganas de aprender el hechizo de liberación, que él empezó a acompañarla por capricho, y sólo tenía un poco de curiosidad. Normalmente, parecía que ella solo podía utilizar la magia de transformación que manipula la edad física de su cuerpo, pero quería ver qué tipo de hechizos podría utilizar una vez que Kurumi aprendiera el hechizo de liberación. Sin embargo, lo que Oigami sintió al escuchar su historia fue ira. Y era una ira feroz. Su inexplicable rabia contra Gekkou había sorprendido y decepcionado al propio Oigami.

Kurumi era una mujer que sólo pensaba en Takeshi. Enfadarse por una mujer así era, en una palabra, inútil y francamente ridículo. Oigami observó a Kurumi que tenía la apariencia de Takeshi. Volvió a suspirar ante la idea de llevársela, esconderla de Gekkou y Takeshi, y dejar que Hotaru alterara sus recuerdos. No había forma de que él pudiera hacer eso. Obviamente Hotaru no cooperaria con eso, así que la mejor opción era regresarla con Takeshi. Era una pena, pero era lo único que podía hacer. Si se quedaba con los Trailers, Gekkou la encontraría de nuevo. No había forma de saber qué terminaría haciéndole a Kurumi, pero Oigami no podía permitirlo.

—Oigami…san… —dijo Kurumi con la voz de Takeshi—. Tengo que regresar con Takeshi… Él está muy mal herido. Gekkou lo golpeó muchas veces y lo apuñaló en el brazo.

Mientras decía eso, Kurumi comenzó a llorar de nuevo. Oigami no podía decirle nada. No sabía si animarla o dejarla llorar.

En ese momento, alguien intentó abrir la puerta en la que se apoyaba Oigami. El peso de Oigami lo impidió, pero entonces golpearon insistentemente como si quisieran entrar a como diera lugar.

—¡Oye, Oigami! ¿Por qué te interpones? ¡Quítate!

Oigami se sobresaltó con la voz de Hotaru e hizo contacto visual con Kurumi. Kurumi también estaba desconcertada mientras se levantaba de su silla en la habitación sin ningún lugar donde esconderse.

—¿¡Que tanto haces allí dentro!? O-I-G-A-M-I ¡Te estoy hablando!

Hotaru empujó la puerta con todas sus fuerzas y Oigami finalmente se rindió y se apartó. En cuanto Hotaru entró, se quedó perpleja con lo primero que vio.

—¿Q-qué? ¿¡Nanase Takeshi!?

Cuando la pequeña chica entró, cerró la puerta a toda prisa como si se hubiera dado cuenta de algo. Luego miró a Oigami que era mucho más alto que ella, rascándose la cabeza.

—¡Oye Oigami! ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Qué hace él aquí?

—Bueno, es una larga historia…

—¿Larga historia? ¿Qué clase de historia? ¿Has traído a un enemigo de Wizard’s Breath a nuestro cuartel y te encierras con él en tu habitación? —de pronto Hotaru se llevó las manos a la boca—. Oigami, no me digas que… te cansaste de las mujeres y ahora quieres…

Antes de que Hotaru terminara de hablar, Oigami le golpeó ligeramente la nuca con la palma de la mano.

—¡Auch! ¡No seas tan tosco conmigo! Hotaru se quejó.

—Cierra la boca ya, Hotaru. Hotaru arrugó la cara.

Sin saber lo que estaba pasando, Hotaru se acercó y miró la cara de Kurumi, que era idéntica a la de Takeshi.

Y como era de esperar, Hotaru se fue de espaldas como si estuviera realmente impactada.

—¿P-por qué él está llorando? Oigami le explicó de mala gana.

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—No es Nanase…

—¿¡Ah!?

Hotaru levantó una ceja y miró alternadamente a Oigami y a Kurumi que tenía la apariencia de Takeshi. Después de un momento…

—¿Quieres decir que usó magia para tomar la forma de Nanase Takeshi? — dijo Hotaru convencida, cuando Oigami le explicó la situación.

—Eso parece. Oigami asintió.

—Probablemente ella…. ehm…

Oigami tartamudeó y tuvo problemas para decirlo. No quería hablar de ello, aunque Kurumi le contó todo lo que había pasado antes de eso, y tenía una idea de cómo se transformó. Pero Hotaru lo dijo con firmeza.

—Supongo que es porque lo besó ¿no?

—Oye ¿Como puedes hablar de eso tan tranquilamente? —dijo Oigami con una expresión mal humorada.

—¿Ah? ¿Acaso eres una doncella? —dijo Hotaru— ¿Te avergüenza hablar de un simple beso?

—Pero tú eres una doncella… a veces… —respondió Oigami.

—¿Como que a veces?

Hotaru y Oigami comenzaron a discutir.

Kurumi se sentó en la cama y los observó. Sus lágrimas habían cesado, pero su rostro estaba sombrío.

—¿Entonces, esa escoria de Gekkou fue el que te trajo aquí? —preguntó Hotaru al notar la expresión sombría de Kurumi—. Jaja, parece que esto va a ser un problema.

Hotaru se puso las manos en las caderas. Quería fingir que no la había visto, pero a juzgar por la expresión de Oigami, no tenía intenciones de convertirla en uno de ellos. Hotaru pensó que él estaba siendo muy compasivo con Kurumi, cuando lo escuchó decir que la devolvería a Nanase Takeshi.

A modo de una empatía entre chicas, Hotaru se solidarizó con Kurumi, pero sabía que era amiga de Aiba Mui que era una enemiga. Además de que no le gustaba el hecho de que Kurumi fuera mucho más bonita que ella.

—¿Me vas a ayudar o no? —preguntó Oigami a Hotaru.

La tarea de sacarla de ese lugar y hacer que se reencontrara con Takeshi no era muy complicada. Era una simple cuestión de llevar a Kurumi a un lugar donde pudiera usar un espejo.

Había cinco torres en ese sitio, y el primer piso de cada torre era el único lugar donde se permitía el uso de espejos.

Si alguien intentaba usar un espejo para abrir un portal en cualquier otro lugar que no fueran los designados, se activaría un hechizo de protección que impediría que se abriera un portal.

Hotaru observó a Kurumi que en ese momento tenía la apariencia de un hombre y se encontraba pensativa y con la cabeza agachada. No le importaba lo que le pasara a esa chica, pero tenía miedo de la reacción de Oigami si se llegaba a negar. Así que aceptó a regañadientes.

—¡Acepto! Después de todo, detesto a Gekkou.

Ella estaba molesta porque Washizu Kippei había elegido a Gekkou por encima de ella a pesar de ser un recién llegado. Esto había bajado un poco sus ánimos. Pero, aun así, Hotaru miró a Kurumi con desagrado.

—Es increíble que se mire por donde se mire, luce exactamente como Nanase Takeshi. Parece que no eres una simple chica mágica que se puede convertir en loli después de todo.


—Oye, si eres una chica cuida tus modales —replicó Oigami.

—Si, lo que digas hermano mayor super molesto.

Mientras Hotaru decía eso, Oigami la agarró por el cuello de su camisa y la levantó como un gato.

—¡Oye no hagas eso, cabeza dura!

Al ver a Hotaru revoloteando y gritando, Kurumi sonrió por primera vez desde que llegó a ese lugar.

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