Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 1

Capitulo 6: Guerrero perdido y encontrado

Bueno, lo hecho, hecho esta y tenían que vivir con eso. Haruhiro podría haber abandonado el gremio de ladrones para unirse al gremio de guerreros, pero, en realidad, eso no sería posible. No podía hacer que los demás esperaran siete días. Además de eso, no tenía el dinero. Los aprendices de soldados voluntarios recibían diez monedas de plata por unirse. Y ocho de esas diez platas se destinaban para unirse a un gremio, por lo que, al final, los aprendices solo tenían dos monedas de plata para gastar libremente.

Incluso ese “libremente” no era muy libre. Una vez que terminaban los siete días de lecciones introductorias con lugar para dormir y comida que acompañaba, tenían que lidiar con los costos diarios de la vida. Si fueran frugales, podrían alimentarse con diez cobres por día. Pero, a menos que les apeteciera, tendrían que encontrar habitaciones para alquilar. Todavía no habían investigado adecuadamente el precio de mercado de las habitaciones, pero parecía que normalmente costaba de cuarenta a cincuenta cobres por habitación por día.

Básicamente, eso significaba que, incluso si decidieran acampar para ahorrar dinero, tendrían que gastar diez cobres por día. Dos platas eran doscientos cobres, por lo que solo podían mantenerse alimentados durante veinte días.

Haruhiro y los demás necesitaban ganar dinero. Antes de que pudieran comprar sus insignias de Bri-chan y convertirse en soldados voluntarios de pleno derecho, primero tendrían que encontrar la manera de sobrevivir hasta entonces.

¿Cómo podrían ganar dinero?

Tenían que trabajar para eso.

Todavía eran aprendices, pero Haruhiro y los demás salieron por la puerta norte para ir a trabajar como soldados voluntarios. No lejos, había un hombre grande con cota de malla, agachado en la maleza a un lado del camino.

“…¿Moguzo?”

Cuando Haruhiro lo llamó, el tipo grande se volvió lánguidamente hacia ellos y parpadeó un par de veces. Estaba murmurando, como tratando de decir algo, pero las palabras no salían. Haruhiro miró a Manato.

“¿Eh?” Dijo Yume, mirando hacia el cielo lleno de nubes mullidas. “Moguzo-kun se lo llevó Kuzuyama, ¿no?”

Haruhiro dijo: “No Kuzuyama, Kuzuoka,” corrigiéndola sin querer antes de caminar hacia Moguzo. “¿Qué pasa, Moguzo? ¿Qué estás haciendo aquí? Y, espera, ¿por qué estás solo?”

Moguzo frunció el ceño, asintiendo lentamente.

“Yo lo sé,” dijo Ranta, con un intento de chasquido de sus dedos que no produjo un sonido. “Apuesto que Kuzuoka te echó. Estuvo bien permitiéndote entrar en al grupo, pero luego demostraste ser un tonto muy lento que decidió que estaba mejor sin ti.”

“Ranta…” Haruhiro estaba a punto de regañarlo, pero decidió no hacerlo. Decirle algo a Ranta era un ejercicio inútil.

“…Mi dinero,” dijo Moguzo, bajando la cabeza. “…Lo tomaron todo. Me dijo que me habían enseñado lo suficiente, para pagar…”

“Eso es terrible…” dijo Shihoru en voz baja.

“¿Ves? Te lo dije,” dijo Ranta con un bufido, luciendo satisfecho de sí mismo. “Es por eso que traté de detenerte en ese momento. Quiero decir, es Kuzuoka. El tipo tenía ‘escoria’ escrito sobre él.”

“Sin embargo, tú mismo actúas como escoria…”

“¡Ah, sí, Haruhiro! ¡¿Cómo soy escoria?! ¡Dame un ejemplo concreto!”

“¿Puedo? Bueno, veamos, para empezar…”

“¡Detente! Vamos, ¿estás manteniendo una lista mental de los puntos vacíos de la gente o algo así? ¡Eso es horrible! ¡El acto de una persona escoria! ¡Tú, señor, eres una uténtica escoria!”

“Vaya… Cuando un escoria comienza a tratar de llamarte escoria, realmente mata el estado de ánimo…”

“Moguzo-kun,” Manato se agachó junto a Moguzo y le puso una mano en el hombro. “Te uniste al gremio de guerreros, ¿verdad?”

Mirando más de cerca, Moguzo no solo llevaba una cota de malla, también tenía guantes de cuero y botas, y una espada bastarda en una chaqueta colgada diagonalmente sobre su espalda. Todos eran de segunda mano, sin duda, pero se parecía a las partes de un guerrero. Todo le iba muy bien, especialmente con su gran cuerpo.

“Lo hice…” Moguzo echó un vistazo en dirección a Manato. “…Al menos lograr ser un guerrero, sí…”

“Oh, ¿lo hiciste?” Haruhiro aplaudió. “Bueno, gracias a cierta escoria, nuestro grupo no tiene un guerrero en este momento, entonces…”

“Por culpa de una escoria, debes querer decir que es tu culpa, ¿verdad, Haruhiro?”

Haruhiro ignoró a Ranta, mirando a Yume y Shihoru. “¿Qué piensan ustedes dos?”

“Ah…” Shihoru asintió. “Creo que eso sería bueno.”

“¿Qué estaría bien?” Dijo Yume, sin entender.

“Bueno, no tenemos guerrero, ¿verdad? Entonces, Moguzo es un guerrero y actualmente, ¿cómo lo diría, libre? Él es perfecto para nosotros, es lo que estaba pensando.”

Yume quedó impresionada con la idea, soltando un: “Ohh,” e inclinándose para mirar la cara de Moguzo. “Moguzo, ¿quieres unirte a la grupo de Yume y sus amigos?”

“…¿Están seguros? ¿Está bien si me uno?”

“Quiero que te unas,” dijo Manato a Moguzo con una sonrisa. “Eso es solo si estás bien con eso, por supuesto.”

Haruhiro miró de reojo a Ranta. Si alguien se iba a quejar, sería él. Lo que sucedió lo sorprendió. Ranta juguetonamente abrazó a Moguzo por detrás.

“No tienes esperanza, ¿lo sabías? ¡Te cuidaré bien, sé mi escudo, Moguzo! ¡Hazlo como si estuvieras listo para morir por mí!”

“…Ah, ahora tiene sentido.”

“¿Qué, Haruhiro? No he dicho nada malo, ¿sabes? El trabajo de un guerrero es luchar furiosamente en primera línea en la batalla, ¿no es así? Eso significa estar de pie y atraer el fuego del enemigo. Es por eso que usan una dura cota de malla y otras armaduras de metal con una gran defensa para protegerse, ¿entiendes?”

“Ranta lo dijo bien,” Manato miró a Moguzo con una expresión seria. “No estoy tratando de asustarte aquí, pero creo que los guerreros tienen el trabajo más difícil de todos. Aún así, todos te apoyaremos lo mejor que podamos, y si algo sucede, te curaré con mi magia de luz de inmediato, para que no tengas que preocuparte por eso.”

“S-Sí… Haré lo mejor que pueda. Pero…” Moguzo se frotó el vientre. “No tengo dinero…”

“Te prestaré lo que necesites. Creo que podemos pasar por esto por ahora. Y una vez que tengamos ganancias, puede que no tengamos que preocuparnos más por eso.”

“¡Déjame decirte!” Dijo Ranta, revolviendo el cabello de Moguzo con una gran sonrisa en su rostro. “No te prestaré ni un cobre. Soy un firme creyente en pedir dinero prestado, pero nunca lo devuelvo ni lo presto.”

“Honestamente,” Haruhiro se sorprendió. “Eres muy natural cuando se trata de ser de lo peor, sabes que…”

Ranta lo apuntó, agitando un dedo. “Haruhiro.”

“¿Qué?”

“¿Qué sucede cuando multiplicas un negativo por uno negativo? Se vuelve positivo, ¿verdad?”

“¿Y qué?”

“¡Eso soy yo!”

“No lo entiendo…”

“Idiota. Elegí ser un caballero oscuro en lugar de un guerrero, ¿no? Es por eso que Moguzo, el guerrero, puede unirse a nuestro grupo, ¿sí? Funcionó perfectamente, ¿sí? Todos deberían darme las gracias, ¿verdad?”

“Te envidio,” Manato se rió. “Poder ver todo en una luz tan positiva. Eso no es algo que puedas hacer solo porque tratas de hacerlo. Es un talento.”

“¡¿Lo sé, verdad?! ¡Ese es mi hombre, Manato! Sabía que te tenía cerca por alguna razón. Ahora esta escoria, Haruhiro, por otro lado…”

“Como sea…” a Haruhiro le hubiera gustado replicar, pero sabía que eso lo cansaría más. Extendió una mano hacia Moguzo. “Vamos, Moguzo. ¡A ganar dinero!”

“…S-Sí.” Moguzo tomó la mano de Haruhiro.

Haruhiro tiró de su mano, tratando de levantarlo, pero no se movió ni una pulgada.

“…Uh, Moguzo, vas a tener que pararte solo. Es demasiado para mí…”

Moguzo dijo: “Oh, lo siento,” y lánguidamente se puso de pie.

¿Esto realmente va a funcionar? Haruhiro se preguntó por un segundo.