Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: El enemigo de ayer también es el enemigo de hoy

Parte 5

 

 

Al escuchar esto, pude notar cómo algo se rompía dentro de mí.

—Bueno, hemos hablado demasiado. Ya es hora de terminar con esto.

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Descubrir que se trataba del sonido del “switch” de mis instintos asesinos no me tomó ni un segundo.

—¿Necesitas un tiempo para rezarle a Dios?

—No. Desafortunadamente, soy ateo.

—Ya veo, entonces… —Camaleón cerró su boca.

Lo siento, pero tus palabras…

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—… Muere.

En ese momento, me deslicé por la lengua que venía hacia mí volando como una bala, y me escabullí al pecho del enemigo, desde donde apunté a su mandíbula.

Ya no era capaz de controlar mi instinto asesino.

—¡Ingenuo! —Sin embargo, como un látigo, su lengua volvió y me golpeó la mano.

—¡Maldición!

Y, mientras sostenía el arma de alguna manera antes de que se me cayera…

—Tienes una abertura.

—Gugh…

Camaleón enterró su lengua en mi abdomen, mandándome a volar como si un bate de metal hubiera golpeado una bola.

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—No puedo… —Mi cuerpo había sido lanzado con violencia a la cubierta, y no podía respirar.

Probablemente, algunas costillas debían haberse roto.

Sentía cómo la sangre salía de mi cuerpo, mientras que la temperatura de este iba bajando rápidamente.

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Esto es malo… A este paso, voy a morir.

No era una corazonada, era la realidad.

—¡Un simple personaje humano no puede ganar frente a un “Humano Artificial”!

Camaleón se acercó y, de alguna manera, me las arreglé para levantarme y sostener mi arma.

Sin embargo, mi visión estaba demasiado borrosa.

Tal vez sea porque no podía respirar bien, pero me era imposible apuntar el arma correctamente. Además, mis pies temblaban fuertemente.

—¿Lo ves?, no puedes proteger a nadie.

—¡Cállate! —Lanzando un grito, apreté el gatillo.

Sin embargo, las balas fallaron en darle al objetivo, y finalmente este se puso delante mío moviendo su “lengua”.

No solo la longitud, sino que también puede cambiar su dureza a voluntad…

—Morirás aquí, y las chicas que escaparon también lo harán.

—¡Mierda! ¡Cállate!

Una vez más, coloqué mi dedo en el gatillo… pero nada sucedió. Las balas se habían acabado.

—Sí, todo lo que hiciste fue inútil. Tanto tú como todos a los que trataste de proteger morirán… Al igual que esa desagradable detective.

Yo moriré… Eso está bien.

No hay más remedio, después de todo, morí hace un año, y solo soy un cadáver viviente.

Sin embargo, Natsunagi y Saikawa… Tengo que protegerlas a toda costa.

Los intereses de los clientes deben ser protegidos…

Como le dije a Charl, no soy detective. Solo soy un asistente, pero aun así… aun así…

—Incluso yo… continuaré la voluntad de la detective.


De pronto, mis piernas, que pensé que ya no se moverían, lo hicieron. Recordé las palabras de Saikawa.

“Sostén tus manos”. “Mueve los hombros”. “Respira profundamente”.

“Cierra los ojos una vez, inhala y exhala”. “Deja tu sangre circular”.

“Cuando abras los ojos, tu nublada visión se volverá clara”.

Tal vez yo también tenga el ojo de zafiro…

Quizá esto no era cierto, pero, si se trata de mis oídos, incluso yo puedo hacer que las células auditivas se concentren.

Algo puede escucharse…

No era mi imaginación, realmente había un sonido estruendoso que podía ser escuchado por cualquiera.

—¿Un helicóptero?

Al mirar hacia arriba, confirmé mis sospechas: un helicóptero se encontraba sobre nuestras cabezas.

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—¡Kimitzuka! ¡Agáchate!

Me pareció escuchar un grito a la lejanía, y, acto seguido, arrojé mi cuerpo detrás de la cubierta.

Y al instante siguiente…

—¡Toma eeestoooooo! —Un grito fue acompañado por una ráfaga de disparos que destruían tu audición.

Desde el cielo nocturno, las balas caían como lluvia, rociando a Camaleón.

—¡¡¡Guaaah!!! —Desde el cielo nocturno, las balas caían como lluvia, rociando a Camaleón.

Y, desde la ventana del helicóptero…

—Parece que tuviste una dura batalla, Kimitzuka. —Con su larga cabellera dorada ondeando con la brisa nocturna, Charlotte Arisaka Anderson disparaba con su ametralladora.

Tantei wa mou Volumen 1 Capítulo 3 Parte 5

 

***

 

 

Buenos días34

 

—Charl… —barboté, mirando aturdidamente al helicóptero.

En la puerta abierta de un helicóptero militar, que creaba grandes olas mientras su rotor giraba con fuerza, Charl estaba posicionada con una ametralladora, mientras que en la cabina…

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—¡Oh, me alegro de verte, mocoso! ¡Al fin decidiste rendirte! —Fuubi-san me miró y se burló de mí usando el megáfono del helicóptero.

—¡No importa cómo lo veas, yo soy la víctima! —grité, a lo que Fuubi-san respondió señalando algo en mí con su dedo.

… Aaaah, esto…

Una violación a la ‘Ley de Control de Espadas y Armas de Fuego’. Esta es la primera vez que me encuentran dentro de la escena del crimen.

Rayos, no digas cosas como un policía normal… Más bien, tú trajiste un helicóptero militar.

—¡En mi caso está bien! ¡Porque soy policía!

Como si lo estuviera… Y deja de leer la mente de los demás.

Rayos, no dejes que me relaje… No me hagas sentir aliviado cuando todavía estoy en peligro…

—¡… Mierda…! —escuché un quejido que parecía resonar desde el fondo de la tierra.

Era Camaleón, que se puso de pie, tambaleándose, mientras sangraba.

Sus ojos estrechos, ahora inyectados en sangre, se dirigieron al inmóvil helicóptero y a Charl.

—Ha pasado un tiempo, humano artificial. No quería volver a verte.

—… Sí, tu cara también se me hace conocida… —Su tono de voz se volvió rudo otra vez. Ese debía ser su comportamiento original.

—Tampoco creía volver a encontrarte, Kimitzuka.

—Así que esto era lo que tenías en mente desde el principio…

Exterminar al enemigo con armas. Si hablamos de la manera de hacer las cosas, eso era propio de ella.


Charl se había dado cuenta de la identidad del enemigo, y se fue de este barco lo más rápido posible para volver con armamento militar.

Podrías haber consultado conmigo al menos un poco…

Aunque dijera eso, incluso desde antes teníamos esta costumbre, cosa por la que Siesta nos regañaba a menudo.

—… Pero viniste, Charl.

Y pensar que llegaría el día en que Charl me salve…

—Hmph, no podía quedarme sentada después de que esa niña dijera todo eso, ¿no?

—Pero si son de la misma edad…

… Ya veo, Charl también fue incitada por las palabras de Natsunagi.

Seguramente, la misma Natsunagi no se daba cuenta, pero…

—Así que, Kimitzuka, ¡agáchate! ¡Es mi turno ahora! —gritó Charl de repente, tomando la ametralladora equipada y apuntando nuevamente al humano artificial.

Es una pena, Camaleón.

Si le das un arma a ella, nadie la puede parar.

—¡Haz lo mejor que puedas para huir! —Con una línea que te haría dudar quién es realmente el malo en esta situación, Charl empezó a disparar apuntando a la cubierta.

—… Gugh. —Incluso con su herido cuerpo, Camaleón aún se movía con agilidad, esquivando las balas, mientras que otras veces endurecía su lengua y directamente las repelía—. Gugh, ¡insolente!

Batalla del cielo versus tierra.

Sin embargo, Charl contaba con ventaja del terreno.

Camaleón estaba demasiado ocupado bloqueando las balas que llovían sobre él, utilizando su única lengua como defensa. Debido a la interminable tormenta de plomo, Camaleón solo podía correr y tratar de escapar de la cubierta.

—¡Kimitzuka! —De repente, Charl me llamó con una voz que no se dejó opacar por el sonido de los disparos—. ¡Te odio! ¡Te detesto!

Ya veo… pero yo sentía lo mismo.

Lo siento, pero nunca pensé en llevarme bien contigo.

—¡Pero… pero…! ¡Al que eligió Ma’am fue a ti! No a mí, ¡sino a ti, a quien odio! Por eso… por eso, ¡no tengo más remedio que confiártelo a ti! Si mi querida Ma’am eligió a alguien tan odioso como tú… ¡No tengo más remedio que confiar en ti!

Era como si gritara una plegaria.

No se podían ver sus lágrimas, sino que, en su lugar, se veía una incesante lluvia de balas.

Seguramente, Charlotte trataba de cumplir el último deseo de su maestra.

—¡Kimitzuka! ¡Esta vez, cumplamos la misión con éxito nosotros dos! Sí, lo sé. Lo sé.

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Esa era mi intención desde el principio.

—¡Uraaah! —Sin molestarse en recargar la ametralladora, Charl dejó el arma empotrada y sacó una nueva, atacando sin descanso a Camaleón.

Si lo sigue presionando así, ella podrá ganar…

Sin embargo, en el momento en que pensaba eso…

—Es suficiente. —En el corto periodo de tiempo entre el cambio de armas, Camaleón se encorvó débilmente hacia delante y… borró su presencia.

—¡Charl! ¡Cuidado!

—¡…!

Y, al instante siguiente, el cuerpo del helicóptero se inclinó fuertemente.

—¡Gugh! ¡Nos la hizo!

Aunque las hélices estaban bien, algo comenzó a derramarse desde el fuselaje.

—… El combustible.

Un líquido, que parecía gasolina, goteaba de la parte donde se encontraba el motor, cayendo en la cubierta donde me encontraba.

El helicóptero bajó su altura considerablemente. A este ritmo, era posible que se estrellara. Por su parte, no podía distinguirse a Camaleón en los alrededores; había sido borrado de nuestra vista.

—¡Con esto, ya no podré saber si le estoy dando o no…! —Charl continuó disparando con la ametralladora de mano, pero no se podía distinguir si había atinado.

Mientras tanto, Fuubi-san jalaba fuertemente el mando del helicóptero, intentando estabilizarlo.

Si no podemos verlo… no quedan más opciones.

¿Cómo luchar contra un oponente invisible? ¿Qué haría Siesta…?

—Ja, ja. ¡Como estoy ahora, ninguno de sus ataques me atinarán! ¡Incluso esa detective se quedó sin opciones! —Al no poder  verlo, solo se podía escuchar su voz con tono de victoria.

Espera… ¿Qué acaba de decir? ¿Ni siquiera la detective pudo con eso?

¿Ocurrió algo como esto mientras no me encontraba junto a ella?

—¡Incluso ahora, puedo recordar su patética figura cuando se dio por vencida!

Aaah, se trata de eso… Él…

Él la mató.

Finalmente, había encontrado al enemigo al que le tenía tanto odio. Sin embargo, por alguna razón, mi corazón seguía en calma.

Ya no tengo sentimientos…

Lo único que quedaba dentro de mí era el deseo de exterminar a ‘SPES’… de exterminar a este monstruo.

Hasta que no lo lograse, no me detendría.

—… ¡Tú mataste a Ma’am…! —la voz de Charl, llena de ira, resonaba en toda la cubierta.

Sí, entiendo lo que sientes, lo sé mejor que nadie…

Sin embargo, Charl… En este momento, solo tienes que mirarme.

Una vez llamé la atención de Charl, hice un gesto con dos dedos en mis labios.

—¿Kimitzuka…? ¡Ya entiendo! —Rápidamente, ella entendió que no se trataba de lanzar un beso.

Terminemos con esto… Es hora de exterminar al monstruo.

—Yo también pensé que ya era hora de que esta persona dejara de fumar.


—… Rayos, no hay de otra.

Charl, tomando el encendedor de Fuubi-san, lo lanzó hacia abajo… no sin antes encenderlo.

Sí, lo lanzó justo a la cubierta donde el combustible se estaba esparciendo.

—¡¡¡Guaaah!!!

Las llamas se extendieron rápidamente, y la cubierta ardió por completo… incluyendo el lugar donde se encontraba Camaleón.

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