Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: El enemigo de ayer también es el enemigo de hoy

Parte 1

 

 

A bordo del crucero de lujo…

—No esperaba encontrarme contigo después de tanto tiempo, Kimitzuka. La que interrumpió nuestra conversación fue Charlotte Arisaka Anderson…


Este era nuestro primer encuentro desde que Siesta murió.

—Sí, yo también estoy sorprendido. ¿Cómo has estado?

—No hay ninguna razón para que te preocupes por mi salud.

Aaah, claro. Me alivia saber que sigues igual.

Pensé en responderle eso, pero…

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—… Por otro lado, ¿qué demonios has estado haciendo hasta ahora? — De repente, el tono de su voz bajó un poco, mientras que un agudo brillo salía de sus grandes ojos.

—¿Hasta ahora?

—Desde que murió Ma’am —dijo Charl, mordiéndose el labio.


Aunque seguía siendo hermosa, su expresión se había vuelto un poco más dura de lo que solía ser.

—Si me preguntaras qué hice… pues, diría que “nada” —respondí sinceramente, pensando en el año que había pasado.

Y, si tuviera que responder cualquier cosa, diría que fue hace poco lo que pasó… el que haya conocido a Natsunagi.

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—Sí, eso pensaba —dijo Charl, burlándose, como si hubiera esperado mi respuesta—. Atrapar a un ladrón de bolsos, buscar a un perro y gato perdidos y obtener un reconocimiento de la policía local… ¿Te crees un héroe por eso?

Así que lo sabías… Que yo estaba viviendo una vida pacífica.

—Kimitzuka, ¿no tienes la intención de continuar con el trabajo de Ma’am?

Tantei wa mou Volumen 1 Capítulo 3 Parte 1

 

… Ya veo, eso es lo que ha querido decir todo este tiempo. Todo este año, ella estuvo averiguando qué he hecho porque quería decir eso.

¿Cuándo habrá sido…? recuerdo que Fuubi-san me dijo algo parecido.

Sin embargo, mi respuesta a eso fue:

—Durante esos tres años, solo fui un asistente. Todo lo que puedo hacer es ayudar.

Y a la persona que tenía que ayudar había desaparecido. No hay algo que pueda hacer.

—… Sí. Kimitzuka era el asistente de Ma’am. Solo eras un asistente. “Es por eso que…” un susurro fue arrastrado lejos por la brisa marina. Las largas pestañas de Charl bajaron, como si pensara en algo.

—¿Entonces? ¿Por qué estás aquí ahora? —me preguntó finalmente, con una aguda mirada.


—¿Por qué estoy aquí? Pues esto es un crucero.

—… Ah, tampoco sabes eso. —Charl suspiró, como si se rindiera—. ¿Así que dices que estás en este crucero por casualidad?

—… ¿Pasa algo con este crucero? —pregunté mientras dirigía mi mirada hacia Saikawa, pero ella movió su cuello fuertemente. Al parecer, no tiene ni la menor idea.

—Es el último legado de Ma’am.

—¿Eh?

—Antes de morir, Ma’am dejó un legado para derrotar a ‘SPES’. Se tratan de fragmentos que dejó a través del mundo, siendo que uno de ellos yace en este crucero. Me llevó un tiempo el confirmarlo, pero ahora estoy segura.

“Aunque el grupo que lo investigó fue uno diferente en el que estoy”, añadió Charl.

Ella recuerda que no está diseñada para ese tipo de trabajos, algo de lo que Siesta también se burlaba mucho. Sin embargo…

—El legado de Siesta… en este barco… Charl abordó este barco por esa razón.

Y, precisamente hoy, por coincidencia me encuentro en este barco.

… ¿Coincidencia? ¿En serio?

—Pero eso es algo que no tiene que ver contigo, ya que no tienes la intención de continuar con los deseos de Ma’am. Puedes quedarte por siempre con tu vida pacífica —dijo Charl de repente dando media vuelta, lista para alejarse.

—No, espera un poco, Charl…

—Ya no soy la “yo” del año pasado.





“Ya no soy la yo que no pudo salvar a Ma’am”, dijo para separarse de mí… no, seguro lo dijo para su antigua yo.

De pronto, y con una voz tan fuerte que podía atravesar el océano…

—¡Yo seré la que continúe con su legado! —Natsunagi se puso un paso delante de mí y miró a Charl de frente.

—¿Y tú eres…?

—Soy Natsunagi Nagisa, una gran detective.

El ambiente era peligroso. Sus frías miradas esparcían chispas.

—¿Natsunaginagisa…? —murmuró Charl, colocándose la mano en la barbilla—. Aaah, eres tú… —La mirada de Charl se dirigió al corazón de Natsunagi. Esa debería ser la información más importante sobre Siesta, por lo que es de suponer que ella también se enteró de eso—. Si quieres jugar a ser detective, ¿podrías hacerlo en otro lugar? No dejes que te vea jugando a la casita con la vida de Ma’am —agregó, fríamente. Sus ojos contenían irritación.

—¡No estamos jugando! —Por su parte, Natsunagi posó su mano sobre el lado izquierdo de su pecho y dijo—: ¡Existe una razón por la que recibí esta vida! ¡Una que me dio Siesta a mí! Es por eso que encontraré ese legado… ¡Lo juro por este corazón!

Fue como esa vez que me lo dijo a mí, con esa pasión… una “declaración de guerra”, podría decirse.

Como si hubiera sido intimidada por sus palabras, Charl abrió ambos ojos ampliamente por un momento.

—… Ya veo, haz lo que quieras —sin embargo, ella respondió girando sobre sus talones y dándonos la espalda—. Tú no puedes ser el reemplazo de Ma’am. Yo seré la que lo continúe.

No pude encontrar palabras para replicar mientras veía su figura alejándose.

—Aaah, ya se fue… —Como si odiara el ambiente pesado, finalmente, Saikawa habló—. Yo… lo siento. Los acabo de invitar a este barco, y ya ocurrió algo como esto…

—No es tu culpa, Saikawa —negué inmediatamente. No puedo dejar que la amabilidad de Saikawa sea arruinada por mis problemas—. Es solo que muchas malas coincidencias se juntaron.

—Lo siento, Natsunagi. Te metí en una situación problemática.

—…

—… ¿Natsunagi?

Cuando la miré, Natsunagi apretaba sus puños con ambas manos, mientras que sus hombros temblaban.

—¡¡¡Ugh!!!

Tras unos instantes, su cara se puso totalmente roja, y empezó a golpear sus rodillas con ambas manos.

—Kimitzuka-san, ¿de qué país y tribu es ese saludo?

—No sé… lo más parecido que se me ocurre son los gorilas…

—¿Gorilas?… ¿Ese gorila cuyo nombre científico es “Gorilla Gorilla Gorilla”32?

—Sí, ese gorila… Esa subespecie de gorila, en la cual todos sus ejemplares tienen el tipo de sangre B.

—¡Ya cállense! ¡Nada de gorilas!

El gorila… no, Natsunagi, que estaba sonrojada como manzana, comenzó a quejarse a la persona que ya se había ido.

—Aaaah, ¡es fastidiosa!¡¿Quién juega a la casita?! ¡Yo… ¿con qué sentimiento crees que…?!

Sí, lo sé. Al menos, parece que vas en serio. Si hubo un mal allí… ese sería yo.

Era el único asistente de Siesta, pero no pude cumplir mi trabajo apropiadamente.

Y mi pecado era el no tener la intención de cumplir con su legado…

No es raro que Charl esté disgustada conmigo. El culpable soy yo, no Natsunagi.

—Definitivamente encontraré… su legado —exclamó mientras puño estaba cerrado fuertemente.

Sabía que Natsunagi diría eso.

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—¿No estás demasiado entusiasmada?

—¿Eh? ¿Tal… vez?

—¿Por qué no vas a la piscina y te refrescas? No será tarde si empezamos después de eso. ¿Verdad, Saikawa?

—¡…! ¡Sí!¡Incluso hay un tobogán!

Como se esperaba de un crucero de los Saikawa. Con eso habrá valido la pena que se haya comprado un nuevo traje de baño.

—¿También vienes, Kimitzuka?

—Ah, yo…

Lo pensé, pero, después de todo…

—Lo siento. Tengo algo que hacer.

Sí, en verdad, yo era el que realmente necesitaba calmarse.

—Ya veo… —Por alguna razón, Natsunagi bajó los hombros tristemente, pero no insistió. Luego, haciendo señas a Saikawa, finalmente agregó—: Bueno, nos vemos después.

—Entonces, Kimitzuka-san, ¡voy a grabar el cuerpo de Nagisa-san con este ojo!

—… Yui-chan, mejor ya no entremos a la piscina juntas…

***

 

 

Este es el infierno, el mundo de los sueños

 

Una vez Natsunagi y Saikawa se fueron, me quedé solo en la cubierta del barco, pensando.

Un antiguo enemigo con el que me volví a encontrar después de un año…

Es fácil decir que este encuentro casual fue una coincidencia. Pero el yo de ahora sabe que no debe hacerlo.

En el incidente del corazón, Natsunagi me había enseñado que los sentimientos y los encuentros con otros no pueden ser simplificados con una palabra tan irresponsable como “coincidencia”.

Por tanto, debo creer que hay un significado en esta serie de encuentros y reuniones.

Mientras ordenaba mis pensamientos, me dirigía a cierto lugar.

Lo que debo hacer ahora es hablar seriamente con la persona que necesito ir a ver. Y el lugar donde se encuentra esa persona es… Bueno, tengo una idea más o menos clara, gracias al largo tiempo que nos conocemos.

Avancé por el interior del barco hasta llegar a una puerta notoriamente grande, y, una vez la abrí…

—Ja, ja. Qué nostálgico.

Lo primero que llamó mi atención en la sala fueron las máquinas tragamonedas alineadas, mientras que, al fondo, podía verse una mesa verde donde jugar la ruleta y Baccarat, juegos de cartas, y al dealer dirigiendo el juego.

Un lujoso y maravilloso lugar.

Un lugar que gira alrededor de los deseos, el paraíso de los sueños… El casino.

En Japón, los casinos están prohibidos por la ley, pero, una vez sales a la mar, esa restricción es anulada.

… Aun así, que nostálgico.

Las Vegas, Macao y Singapur. Hace unos años, mientras viajaba por el mundo  con  Siesta,  adquirí  un  interés  por  las apuestas.  Los  días  en  que ganábamos grandes sumas de dinero con lo poco que teníamos eran días en que derrochábamos, disfrutando.

Hablando de esos gastos, hubo una vez en que bebimos un licor no bebible y estuvimos en las nubes… no, mejor ya no hablemos de eso. Esos fueron, sí, excesos juveniles.

Dejemos las conversaciones del pasado a un lado.

Lo importante es saber si ella está aquí… Echando un vistazo rápido, tal y como pensé, pude encontrarla.

—Ugh… ¿Por qué…? Esta es mi decimoséptima pérdida consecutiva… — Se encontraba con la cabeza gacha en la mesa de póquer, y su orgulloso pelo rubio estaba sucio como en los personajes de manga—. Ugh, esto es absolutamente extraño. Una vez más… una vez más.

Sin aprender la lección, sacó un billete de veinte dólares de su cartera y cambió el dinero por fichas con el dealer.

—¿Qué estás haciendo, idiota?

Diablos, no puedo seguir viendo esto. Mientras tenía ese tipo de pensamiento, golpeé con mi mano la cabeza dorada.

—¿Qui-quién? —En respuesta, sus hombros saltaron en sorpresa, y se dio vuelta torpemente.

—¿Qué clase de idiota juega hasta que llora?

Allí estaba Charl, sentada con lágrimas en los ojos.

—Ugh. Kimitzuka, no puedo ganar…

—¿A dónde se fue tu confianza de antes, cuando buscaste pelea…? Bueno, en verdad, la chica llamada Charl es así por naturaleza.

Tiende a olvidarse de sí misma cuando habla sobre Siesta, pero, básicamente, es como aparenta su edad… No, en realidad, su apariencia es más madura, y su comportamiento y manera de hablar infantil resalta. Sin miedo a ser malinterpretado, diría que es torpe y, tomando prestadas las palabras de Siesta, bueno, ella sería una “idiota”.

… Esas no son mis palabras, ¿ok? Es la opinión de Siesta.

—¿Por qué estás jugando al póquer?

—Es que… esto es como un legado de Ma’am, y pensé que, si ganaba varias veces, sentiría como si hubiera ganado un premio, o algo así…

—Aaah, en verdad eres idiota.

Bueno, gracias a eso, se me hizo fácil predecir dónde estabas.

—¿Cómo que “en verdad idiota”?

—Significa que Siesta te conoció bien.

—¿Ma’am me conoció bien?… Ehehe… Nada de “Ehehe…”.

Rayos, sí que estás ocupada. Riendo, molestando y llorando.

—Hazte a un lado.

—¿Eh?

Cambié con Charl y me senté frente a la chica dealer.

—Al menos, recuperaré lo que perdiste.

—… ¿Qué me pedirás a cambio? —Charl abrazó su cuerpo y dio un paso atrás.

Es por eso que te llaman idiota.

—Si podemos hablar, con eso me conformo.

—… ¿Hablar?

—Te lo digo después. Volveremos al mismo lugar de antes —agregué, dándole el billete de 20 dólares al dealer—. Bueno, mira atentamente. Soy un poco bueno en el póquer.

Se  lo  demostraré…  le  demostraré  la  diferencia  entre  nosotros  a  esa detective.

 ***

 

 

Es por eso que no puedo ser detective

 

—Y, al final, perdiste.

Me encontraba de pie en la cubierta, y, mientras miraba perdidamente al océano, oí un tono de voz burlón a nivel de mis rodillas.

El dueño de la voz estaba apoyado en la valla, como si me diera la espalda.

—Después de hacerte el cool, ¿cómo vas a perder? “Soy un poco bueno en póquer” dijiste. ¿Y aun así pierdes? —Charl, sentada mientras abrazaba sus piernas, me miró burlonamente.

—Cállate, yo también… pensé que, de alguna manera, me iría bien… Empecemos con los resultados.

Fui indiscutiblemente derrotado.

Los humanos tenemos la tendencia a embellecer el pasado.

Si lo pienso bien, no era yo el que ganaba mucho dinero ni quien era bueno en el póquer, sino que esa era Siesta. En resumen, solo me estaba adjudicando sus logros… qué trampa.

—Fue demasiado patético. Te pusiste más apasionado que yo y apostaste todo lo que tenías en mano. ¿No fue estúpido?

—Ya me arrepiento bastante, no abras más las heridas…

Aaah, cuando vuelva de la piscina le pediré a Natsunagi que me preste dinero… con vergüenza.

No, es justo para estos momentos que Saikawa, un amigo adinerado, es a quien deberías buscar.

—Fufu, bueno, sí. Al menos, fue interesante —dijo ella, comenzando a reír.

¿Tal vez fue alguna clase de broma?

Ahora que recuerdo, era la primera vez que la veía reír en un año. Por un rato, ambos reímos en silencio.

—… ¿Entonces? ¿De qué quieres hablar? —preguntó de repente, como un viento que cambió el relajado ambiente que había.

—Es sobre Siesta —respondí mientras apoyaba mis brazos en las vallas y miraba al océano.

—… Si es sobre eso, ya habíamos terminado de hablar, ¿no?

—La terminaste sin consultar. La base de la comunicación es un vaivén. Aunque, hasta ahora, solo había jugado Dodgeball con ella.

—¿De qué quiere hablar a estas alturas el hombre que fue el asistente de Ma’am, pero que no quiso seguir con su legado? —El tono de voz de Charl se volvió frío de nuevo.

Después de todo, para Charl, el hecho de que yo, que fui elegido como asistente por Siesta, no tratara de continuar con sus creencias después de su muerte, era algo que no podía dejar pasar. En verdad, había ignorado a los enemigos con los que debía pelear, y preferí vivir una vida pacífica.

Y ese yo es el que detesto más que a cualquier otra persona. Así es. Es por eso que seguro que Charl…

—Lo siento. Hice que te preocuparas.

Hice que se preocupara por mí, su enemigo acérrimo.

—… Quisiera que dejes de malinterpretar mis acciones.

—Incluso leíste los artículos en donde aparezco….

—… So-solo los vi por casualidad.

—Incluso viniste a verme hasta aquí…

—… ¡Te he dicho que fue una coincidencia!

—¡Auch!

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El puño de Charl golpeó mi rodilla… Supongo que me burlé demasiado. De cualquier manera, es seguro que la hice preocupar.

Terminé haciendo algo malo.

—Bueno, en consideración a que te has disculpado, te daré nuevamente una oportunidad.

—¿Oportunidad?

Charl se levantó, se puso a mi lado y dijo:

—¿Por qué no intentaste volverte detective en lugar de Ma’am? Sus ojos brillantes como esmeraldas no me dejaron huir.

No podía mentirle ni cambiar la conversación.


—Ella… Siesta, me dijo…

Recordé los eventos de ese día, hace cuatro años, a diez mil metros en el cielo.

—En ese avión, que había sido secuestrado por Koumori, Siesta… “Sé mi asistente”, dijo. Por esa razón, no puedo volverme un detective. Hace cuatro años, incluso ahora que ella está muerta y por siempre, seguiré siendo su… el asistente del detective.

No puedo ser ella.

Pero puedo vivir por ella.

—… Idiota. —Como si se sintiera solitaria, Charl elevó las comisuras de su boca—. ¿No eres tú el que en verdad está atado por el pasado, en vez de mí?

Puede ser.

Creo que, incluso ahora, yo…

—Bueno, está bien. —Charl sonrió y dirigió su mirada hacia el fondo del océano—. A tú manera, seguirás el lega… encontrarás tu respuesta. Y yo lo haré a mi manera —agregó, cerrando los labios fuertemente.

Me tragué el “Gracias” que se me salía de la garganta, y le respondí “Perdón”.

—Pero el legado… —Una vez más, pensé en el legado que, al parecer, Siesta dejó en este barco—. Si ustedes obtuvieron esa información, tal vez los enemigos también… ¿es posible?

—¿Te refieres a ‘SPES’?

—Sí.

Cuando se trata de búsqueda de información, ellos no perderían. Especialmente debido a que Siesta fue un gran enemigo para ellos. Si descubren que Siesta plantó algunas semillas… seguro que ellos también…

—Es verdad que existe esa posibilidad. No es como si no tuviera un plan en caso de que pase.

—… ¿Tienes un plan? Charl, ¿qué te ha…?

—Parece que buscas pelea, ¿no? —me interrumpió, y puso su mano en la funda en su cintura.

¿Qué pasa últimamente con todas las chicas que conozco? Todas tienen un arma.

—Lo dije, ¿no? Ya no soy la “yo” de hace un año.

No te pongas orgullosa de esa manera, no has cambiado en casi nada desde hace un año.

—Aaah, por cierto. Préstame tu cuarto desde hoy.

—¿Ah? ¿Por qué? Si eres parte de los pasajeros, debes tener tu propio cuarto, ¿no?

—No lo tengo —dijo Charl, con una cara seria, girando su cuello—… Porque estoy aquí ilegalmente.

—“Estoy de ilegal”, ¡no juegues!

Es cierto que ella era buena en las operaciones encubiertas… pero paga el ticket. No lo gastes en apuestas.

—Es por eso que… dame las llaves de tu habitación.

—Eso es irrazonable. Más bien, ¿cómo te subiste al barco? ¿Usaste camuflaje?

—Eso es un secreto de trabajo.


¿Por qué levantas el pecho orgullosamente? Detente, que tu ropa se va a romper…

—Aunque, camuflaje… — murmuró Charl con la mano en su barbilla.

Se ve atractiva cuando pone esa cara pensativa, ya que tiene una cara madura, pero desde antes, al poner esa cara, lo único que decía era “Qué comeremos hoy en la noche…”. Es por eso que no la tomaba en serio.

—Hey, Kimitzuka. —De repente, Charl levantó su rostro y me preguntó—:

¿Habrá alguna manera de salir de este barco en medio del mar?

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